Puerta principal de la casa de la calle de Morelos número 8, que perteneció a don Federico Castillo.
En el número 8 de la calle de Morelos se levanta una construcción que quizá poco ha llamado la atención a los lectores de este blog, pero que en su sencillez es una digna casa típica de Aculco, antigua y con elementos arquitectónicos valiosos que dan fe de su origen a principios del siglo XVIII. Es, además, una de las afortunadamente muchas casas que contribuyen a darle a este tramo de la calle un aspecto uniforme, agradable y original, que la hacen quizá la mejor conservada del pueblo.
Esta casa perteneció en las primeras décadas del siglo XX a don Federico Castillo, que probablemente no llegó a habitarla, pues vivió en la casa número 15 de la Plaza de la Constitución (hoy Hotel Jardín), en cuyas accesorias tuvo su negocio de venta de abarrotes, mercería y botica. Se cuenta que don Federico usaba una larga barba, que solía mesarse con las manos mientras mezclaba esencias, aceites y bálsamos, con el resultado de que al cabo del tiempo esa barba tomó una curiosa tonalidad rosada.
Por lo menos desde 1903, Federico Castillo contaba ya con su "tienda mixta", botica y mercería. El censo nacional lo empadronó como "comerciante de abarrotes" en 1930. Fue también agricultor, pues a la muerte del padre José Canal, en 1906, compró sus terrenos en el barrio de La Soledad que formaban el rancho de Casellas.
Aunque don Federico aparece en numerosos registros parroquiales, el registro civil y el censo nacional de 1930, las fechas que aportan esos documentos son contradictorias. A pesar de ello, se puede concluir que nació entre 1856 y 1859 en Yuririapúndaro, Michoacán, hijo de don Pedro Castillo y doña Jesús Ruiz. Se estableció primero en Arroyozarco (donde nacieron algunos de sus hijos) y quizá fue parte de la gran emigración de vecinos de esa hacienda hacia Aculco a finales del siglo XIX, provocada por el administrador Macario Pérez cuando se convirtió al protestantismo. Se casó con la aculquense Felipa Garrido, hija de Pomposo Garrido y Eufemia Basurto, pero el matrimonio civil sólo se registró hasta 1896. Las fechas de nacimiento y hasta los nombres de sus hijos son igualmente contradictorios en las fuentes disponibles, pero aproximadamente son los siguientes: Federico Julio, eclesiásticamente bautizado como José Federico, nació en Arroyozarco en 1887; Esperanza nació hacia 1894; Herlin (extraño nombre quizá alemán) nació alrededor de 1895 y murió en 1955; Aurora nació cerca de 1905. Dos pequeños, Guillermo Castillo, de siete años, y Federico Castillo, de nueve, vivían en su casa en 1930, pero no está claro si eran también sus hijos, o como creo más probable, sus nietos. Don Federico Castillo murió el 15 de enero de 1943, "a los 86 años".
Su hija Esperanza Castillo fue maestra, como cuenta mi prima Socorro Osornio en su folleto Aculco a través de sus personajes (2022):
A principios de siglo [XX], don Federico Castillo, hombre avanzado en años pero dueño de un pensamiento moderno, envió a la Ciudad de México a su hija Esperanza para que se preparara como profesora en una escuela especial, convirtiéndose en la primera normalista, maestra de sus numerosos hermanos y más tarde de los niños del pueblo.
Por otra parte, en el censo de 1930, su hijo Herlin Castillo Garrido está registrado como "doctor en medicina", aunque ningún otro papel refiere esa profesión. Por el contrario, su acta de defunción únicamente refiere como ocupación suya la de comerciante. En 1931 se casó con Oliva Guerrero, también aculquense, y se establecieron la Ciudad de México.
La casa que es motivo de este texto es sencilla y hermosa. Su solar se extiende desde la calle de Morelos, donde tiene su fachada principal, hasta la de Corregidora, donde un solo vano -ahora tapiado- permitía la salida de los animales que se criaban en su gran corral. La puerta de acceso, ubicada al centro de la fachada principal sobre Morelos, enmarcada en cantera, tiene basas áticas en sus jambas muy al estilo de principios del siglo XVIII en la región. Su cerramiento es curvo, quizá por una modificación del siglo XIX o principios del XX para hacerla más ancha. Una reja de herrería cubre esta entrada, aunque antiguamente tuvo un grande y antiguo portón de madera.
Al lado izquierdo de ese acceso se abren las puertas de dos accesorias. La más cercana, que actualmente alberga una tienda de artesanías, tiene un marco parecido al del acceso principal, tallado en cantera y con sus jambas apoyadas también en basas áticas, por lo que debe datar de la misma época. Aquí su cerramiento es recto, como debió ser el de aquella entrada, y su vano más estrecho. La puerta de la otra accesoria, donde se encuentra actualmente "Castillo's Pizza", es más pequeña y sin enmarcamiento alguno.
Del lado derecho de la entrada se abren en cambio más vanos: dos puertas en su parte inferior y dos ventanas en la alta. Esta parte de la casa fue construida tardíamente en la década de 1940. Las puertas de la planta baja parecen sin embargo más antiguas, especialmente por su pequeño tamaño, aunque solamente la del lado izquierdo posee un enmarcamiento de cantera. Las ventanas de la planta alta son modernas y se disponen horizontalmente, aunque por su sencillez no demeritan el conjunto. Tienen un sencillo respisón de mampostería y sendas rejas de herrería. A las habitaciones de la planta alta se accedía por una escalera de piedra.
En su interior, la casa se distribuye en forma de escuadra alrededor de un patio como casi todas las viejas casas de Aculco, con una crujía principal a lo largo de la fachada y otra secundaria que corre por su costado oriente. Construcciones menores y bardas separan esta área habitacional del corral, bastante extenso y cubierto hoy en día por árboles. En ese corral, que baja formando desniveles hacia la calle Corregidora, existieron dos cuartos de construcción antigua con tinas excavadas en la piedra, por lo que se puede deducir que exitió ahí una curtiduría. No he tenido oportunidad de recorrer a fondo esta casa y seguramente tiene más detalles interesantes de los que recuerdo, pero lo que es definitivamente precioso es el arco escarzano que separa al cubo del zaguán del patio. Desde el interior este arco está simplemente repellado, pero al exterior muestra su antigua y hermosa fábrica de mampostería de piedra blanca envejecida, con dos hiladas de dovelas, una ventanilla cegada en lo alto y pilares moldurados en la basa. Es uno de esos elementos arquitectónicos que en su edad, materiales y formas pareciera resumir los valores patrimoniales de Aculco. Según un lector que vivió en esta casa, lleva inscrito el año de su construcción: 1757.
La fachada posterior de la casa, hacia la calle Corregidora, es también muy interesante. Como otros muros de esa calle, no esta construido en la tradicional piedra blanca de Aculco, sino en tezontle y "piedra maciza". Siempre me he preguntado las razones por las que muchas de las construcciones más antiguas del pueblo están construidas con estos materiales, que era necesario traer desde sitios más apartados, en lugar de la piedra blanca que se extraía del propio subsuelo del lugar. Un recrecimiento -este si de piedra blanca- nos indica que en una segunda etapa constructiva el muro fue igualado en altura a las paredes vecinas y se le colocó entonces una delgada cornisilla de ladrillo de una sola hilada.
Cuando don Federico Castillo falleció, el 15 de enero de 1943, don José María Silva compró parte de sus bienes, entre ellos la casa de la Plaza de la Constitución, ésta de la calle de Morelos y una más también situada en aquella plaza, donde después se levantó la casa de don Ismael Martínez Arciniega que ahora conocemos como la casa de don Alfonso Díaz. Ya en la década de 1940, don Chema vendió la casa de la calle de Morelos 8 al profesor Napoleón Lara Rodríguez. Después de habitarla unos años, durante los que hizo ciertas modificaciones (como la construcción de las habitaciones de la planta alta de las que hablé antes), don Napoleón la vendió a la señora Carmen Narváez, en cuya familia se conserva.
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