sábado, 12 de marzo de 2022

¿La última capilla-oratorio otomí de Aculco?

Apartada del centro de Aculco, sobre la avenida de los Insurgentes y justo donde desemboca la calle de Santos Degollado, se levanta una de las construcciones más valiosas y desconocidas del pueblo. Siempre la he conocido como "la bóveda", aunque al preguntar aquí y allá me he percatado de que no es un nombre que sea reconocido por la población en general. De hecho, cosa muy extraña, casi nadie la toma en cuenta al hablar de las casas viejas de Aculco, a pesar de su evidente antigüedad y de su singularidad arquitectónica.

El nombre de "la bóveda" describe perfectamente a esta construcción, pues se trata de un espacio rectangular de unos siete metros de largo orientado de norte a sur y cubierto por una bóveda de cañón. Uno de sus lados largos forma la fachada hacia la calle, ligeramente remetida de la alineación de las casas vecinas y reforzada por un par de contrafuertes a cada extremo. Libre de vanos, lo más interesante de esta fachada es una antigua y hermosa cruz de cantera empotrada a la mitad del muro, colocada sobre un breve pedestal de piedra blanca.

El interior, que no conozco pero me ha sido descrito, evoca la nave de una capilla. Incluso posee una especie de tapanco en uno de sus extremos que recuerda el coro de un templo. El único vano es la puerta por la que se accede al interior, ubicada en el otro lado largo y en un extremo popuesto al del "coro". Debido a la poca iluminación del sitio, en algún momento le fueron abiertas varias lucernas circulares en la bóveda. Cubierta de petatillo, desaguan esta bóveda un par de típicas canales de cantera en su extremo sur.

El que esta construcción esté cubierta por una bóveda de medianas dimensiones nos habla de su importancia, pues las bóvedas resultaban costosas y fueron muy escasas en Aculco: la parroquia sólo fue abovedada hasta 1843 y antes tuvo un gran techo de vigas de madera; las capillas posas del atrio sí fueron abovedadas desde 1708, pero la superficie que cubrían es muy pequeña; la antigua capilla de Nenthé tuvo también techo de vigas y el actual santuario abovedado se levantó hata 1848; en las casas particulares, las únicas bóvedas solían ser las también muy pequeñas de los brocales de los pozos. En todo el pueblo, pues, no existe una construcción semejante a la bóveda de la avenida de los Insurgentes.

Sin embargo, en las comunidades del municipio y aún en otros puntos de municipios vecinos que comparten la raíz otomí, encontramos edificaciones muy parecidas que nos revelan cuál pudo ser el origen y uso de esta notable construccion: se trata de las capillas-oratorio familiares que en su agrupación del semidesierto queretano han sido reconocidas como Patrimonio de la Humanidad. Ya he hablado antes en mi blog de este tipo de capillas-oratorio. Como puedes ver en el texto que les dediqué (pincha aquí para leerlo), sus características generales son variadas, pero es evidente que las mejor construidas en territorio de nuestro municipio son muy semejantes a la bóveda de la que hemos venido hablando. Más allá de las dimensiones y cubierta, hasta la alineación paralela a la calle coincide con ellas.

Las capillas-oratorio se construían en las comunidades indígenas otomíes y mazahuas para realizar en ellas el culto familiar a los ancestros. Cada capilla estaba ligada así con una familia y su terreno, en el que también solía estar edificada la propia vivienda, pero independiente del oratorio y separada por el patio. Las capillas más elaboradas estaban adornadas en su interior con pintura mural y en sus altares se colocaban cruces que representaban a los miembros fallecidos de cada linaje.

En Aculco, como pueblo de origen otomí, debieron existir también en tiempos del virreinato varias capillas-oratorio de diversa categoría, desde las muy humildes y cubiertas con techos de hojas de maguey o teja hasta las abovedadas. Sin embargo, la transición étnica que ocurrió hacia la segunda mitad del siglo XVIII, cuando los indígenas vendieron en gran número sus propiedades del centro del pueblo a criollos y mestizos, seguramente propició que estos oratorios perdieran su uso y con el tiempo se adaptaran a otras funciones, perdiendo así su carácter, quedaran ocultas entre otras construcciones domésticas, o simplemente desaparecieran sin dejar rastro. La única excepción entre las capillas-oratorio abovedadas habría sido ésta de la avenida de los Insurgentes.

Aunque otras casas de su calle se han modificado lastimosamente, por fortuna "la bóveda" permanece en excelente estado de conservación. Sin duda es uno de los edificios de Aculco que merece más cuidadosa conservación pues incluso puede contener vestigios valiosos y desconocidos, como pinturas murales en su interior. Quizá es mucho desear, pero tal vez algún día pueda recuperar su antigua vocación, si no ya como espacio de culto familiar, sí como un sitio de visita para el turismo cultural, recreado el aspecto interior que debió tener bajo el cuidado de sus antiguos propietarios otomíes. Añadir un atractivo así a Aculco sin duda sería un acierto.