jueves, 16 de abril de 2009

El acueducto de la hacienda de Ñadó

Arcos del acueducto, reforzados con rieles y durmientes portátiles de ferrocarril de tipo Decauville. Al fondo, la Peña de Ñadó.

Los sistemas antiguos de conducción de agua que existen en el municipio de Aculco -acequias, canales y acueductos- fueron casi sin excepción utilizados para llevar agua de riego (o más modernamente agua utilizada como fuerza motriz) hasta los puntos en que era utilizada, pero no para trasladar agua potable, que se extraía normalmente de pozos públicos (como el del Ojo de Agua) o privados, ubicados en los patios de las viviendas. Entre estos sistemas de conducción de agua, el más vistoso por sus características constructivas, aunque no el más extenso ni importante, es el acueducto que perteneció a la hacienda de Ñadó.



Este acueducto formaba parte del intrincado sistema de riego que partía de la antigua Presa de Ñadó y que servía principalmente para irrigar tierras de la hacienda del mismo nombre en la zona de la Loma del Caxthi, y tenía una longitud de más de seis kilómetros. Su parte más notable corresponde a las arquerías de piedra blanca que soportaban el canal en dos de sus tramos, cada uno de ellos de más de cien metros de longitud. Según Horacio Ramirez de Alba, autor que se ocupó de su estudio técnico en el libro La construcción en el Estado de México:

Cuenta con dos arcadas importantes; la que aquí se discute está localizada a un lado de la carretera Panamericana a un kilómtero del entronque a Aculco. Otro tramo de acueducto sobre arcos se encuentra aguas abajo, paralelo al camino hacia Aculco.
El acueducto está en uso y sirve a una zona de riego en una región donde tradicionalmente los habitantes son laboriosos y emprendedores
(sic, posible errata geográfica del autor, ironía o humor involuntario). El tramo de acueducto que aquí se trata consta de 27 arcos y un tramo soportado por losa de concreto armado, seguramente una modificación reciente. Se observan reparaciones y refuerzos. Siete arcos están reforzados con riel y durmientes metálicos, provenientes de una línea ferroviaria particular de una compañía maderera que operó en la zona.


Primer tramo del acueducto sobre arcos.



En efecto, ese primer tramo con arcos corre de sur a norte y se localiza en la inmediaciones del Jacal de Ñadó, paralelo y a unos metros de la carretera Panamericana. Tiene una longitud total de más de 318 metros, aún cuando el tramo soportado por arcos es de sólo poco más de 130 metros. Sus arcos, de forma ligeramente elíptica y radio cercano a 1.75 metros, alcanzan la mayor altura de todo el conjunto en su parte central, poco menos de 5 metros. Como se puede observar en la imagen, los arcos y pilares están construidos, ya lo hemos mencionado, en piedra blanca, mientras que las paredes del canal son de otro tipo de piedra más oscura y menos común en la zona. En el punto en el que no existen arcos, sino la losa de concreto mencionada arriba, parece haber existido un sifón. Sobre los rieles que refuerzan el intradós de siete de sus arcos y que actúan como cimbra permanente, mencionaremos que pertenecieron a la vía angosta portátil (sistema Decauville) del ferrocarril Cazadero - Solís. Según los libros de contabilidad de la hacienda de Ñadó, en 1914 se destinaron 196.83 pesos a la construcción o reparación de este acueducto. Uno solo de sus arcos, reconstruido en enero de 1915, tuvo un costo de doce pesos.

Segundo tramo de acueducto sobre arcos.

El mismo tramo como se encontraba en 1973.

El segundo tramo sobre arcos del acueducto de Ñadó se encuentra paralelo al camino que comunica a Aculco con la Carretera Panamericana y su disposición es prácticamente perpendicular al anterior, pues corre de poniente a oriente. Aunque su longitud es mayor (cerca de 170 metros), sus arcos de medio punto tienen una altura menor.



Este acueducto, aún en uso, está incorporado en el catálogo de Monumentos Históricos del INAH (clave 18003001) con el nombre de "Acueducto Arcos de Aculco", nombre sacado de la manga ya que nunca ha sido nombrados así por la gente del lugar, que cuando mucho se referirá a él -genéricamente- como "los arcos". Ha sido incluido, además, en dos publicaciones: la ya citada La construcción en el Estado de México (El Colegio Mexiquense, 1991), de Horacio Ramírez de Alba (acompañado de un par de dibujos, uno técnico y otro artístico) y el mucho más reciente El agua, ciclo de un destino, publicado en la Colección Mayor de la Biblioteca Mexiquense del Bicentenario (2007).