lunes, 6 de octubre de 2008

La Casa de la hacienda de la Loma

En la calle de Iturbide, junto a la bien conocida Casa del Puente (o más bien lo que queda de ella), se encuentra una de las construcciones más antiguas y típicas de Aculco: la Casa de la hacienda de La Loma, actualmente propiedad de la familia Andrade. Se le llamaba así pues sus propietarios en el siglo XIX fueron los mismos que los de la hacienda de La Loma, al norte de Aculco. Como dato curioso, parece ser que en esta casa nació el afamado médico y naturalista aculquense (que otros dan por queretano) Fernando Altamirano Carbajal (1848-1908).

Originalmente, la fachada de la casa presentaba una gran portada de cantera con las basas labradas, que se protegía por un tejadillo. Sobre la barda (rematada del modo característico aculquense - casi desaparecido en la remodelación de 1974 - : una hilada de ladrillos y un lomo de toro), se erguía un par de remates de barro cocido. Dos cuernos empotrados en la pared servían para amarrar las cabalgaduras.

El acceso principal no daba, como en otras casas de Aculco, al cubo del zaguán, pues esta casa carecía de habitaciones en casi todo el lienzo que daba hacia la calle. Aquellas, se hallaban en un gran cuerpo de construcción ubicado perpendicularmente a la calle y cubuierto con techos de viguería y terrado. El corredor, con altas columnas de mampostería sin adornos, se ornaba en lo alto con una hermosa cruz y una serie de remates de barro cocido. Destacaba la portada de la sala, con jambas alargadas hasta la cornisa al estilo del siglo XVIII. El corredor se hallaba en alto y se accedía desde el patio por una escalinata.

Al fondo de la casa, existía un corredor semejante a éste pero cubierto de teja y sobre las habitaciones de este costado se levantaba una troje techada con el mismo material. Esta troje cayó por el abandono en los años ochenta y fue reconstruida con materiales y aspcto moderno.

En esta panorámica se observa el lugar que ocupa la Casa de la hacienda de La Loma entre el conjunto de casas de Aculco. Al fondo se observa el corredor cubierto de teja y la troje desaparecida.

Fachada de la casa de la hacienda de la Loma. Obsérvese la portada de piedra, el tejadillo, el remate de barro cocido y los cuernos para amarrar los caballos. Todo ello ha desaparecido en sucesivas modificaciones

En esta fotografía de 1901 es posible apreciar todavía la totalidad de los remates de la azotea del corredor principal.

El patio de la casa, en la actualidad. La cruz y dos remates de terracota permanecen en su sitio. La viga maestra del techo del corredor, que ya acusa cierto daño, ha sido reemplazada por una trabe de concreto, que afortunadamente no desentona a primera vista. algunos canales de piedra se han roto y en su lugar se observan tubos de PVC. En terminos generales, esta ala de la casa se ha conservado, no así la parte que hace escuadra con ella, que como se ve muestra ahora corredores altos y bajos con columnas de concreto.

En esta vieja imagen, quizá de la década de 1940, se observa claramente, al centro, el balcón de la casa que da hacia la calle de Iturbide.

El mismo balcón, en la actualidad. Nótense también la serie de canales de piedra y barro cocido que desaguan sus azoteas.

Una vista semejante a la anterior. A la extrema izquierda, se observa parcialmente su acceso principal, despojado ya de remates, tejado y portada.

La Plaza Juárez

Quizá la Plaza Juárez es la plaza que en Aculco ha tenido más nombres. A mediados del siglo XVIII, se le conocía como Plaza de la Cruz y hacia la segunda década del siglo XIX era llamada Plaza del Baratillo. En 1890, como se puede leer todavía en una lápida circular en su costado norte - el muro del atrio de la parroquia - fue bautizada como Plaza Hidalgo. Finalmente, ya en el siglo XX, recibió su nombre actual.



Cada uno de esos nombres tiene, por supuesto, su razón de ser. El nombre de Plaza de la Cruz, se debe posiblemente a la existencia en su centro de una cruz exenta que marcaba el centro original del pueblo de Aculco, a partir de la cual se señalaban las 500 y después 600 varas de tierras a la redonda que pertencían a sus vecinos. Más tarde, recibió la denominación de Plaza del Baratillo pues en este espacio se instalaba el tianguis de los domingos, que persistió en el lugar hasta la inauguración del Mercado Municipal en 1978. El nombre de Plaza Hidalgo fue ya una determinación oficialista, que se le dio seguramente por tratarse de la segunda plaza en importancia del pueblo, después de la Plaza de la Constitución. Sin embargo, la denominación se perdió paulatinamente en favor de la ahora Plazuela Hidalgo, antes del 7 de Noviembre, dado que aquella albergaba el busto del héroe y se halla frontera de la casa donde éste se albergó en vísperas de la Batalla de Aculco. Finalmente, Plaza Juárez fue el nombre que recibió casi por exclusión, perdido el de Hidalgo, y por desembocar el en ella la Calle Juárez, antes Calle del Águila.

Placa en la que se advierte que la Plaza Juárez fue denominada a fines del siglo XIX "Plaza Hidalgo".

La Plaza Juárez se abre entre los ejes que forman las calles Hidalgo - José Canal, Manuel del Mazo y Juárez. Por fortuna, se encuentra en buen estado de conservación. Su mayor pérdida fue la destrucción de la llamada Casa de Ñadó, que a fines de los años sesenta fue reemplazada por una construcción moderna de dos pisos de estilo pseudocolonial. El resto de las construcciones que la rodean - la Casa del Volcán, la Casa del Portal de la Primavera, el reloj público, el muro del atrio de la parroquia, la Casa de don Juan Lara Alva y la Casa de los Alcántara Terreros - se han conservado en buen estado. Sin embargo, la imagen misma de la plaza sí ha cambiado mucho a lo largo del tiempo. De ello dan testimonio las fotografías incluidas en esta secuencia.

En esta vieja fotografía pueden verse una de las antiguas bancas rojas de mampostería -conocidas localmente como "lunetas"- que rodeaban toda la plaza hasta 1974. Su piso estaba formado originalmente por un enlosado en forma de estrella que desapareció antes de ese año. Al fondo, una ventana y la hornacina de la Casa de don Juan Lara Alva.

La Plaza Juárez hacia 1960 (vista hacia el noreste). La parroquia y la barda del atrio dominan este costado de la plaza, mientras a la derecha destaca el fresno en el que fueron ahorcados algunos empleados de la hacienda de Ñadó durante la Revolución, Los restos de propaganda política en el muro atrial y los juegos infantiles forman parte de la deteriorada imagen de estos años.

Vista de la plaza hacia el noroeste, en la misma época. Al fondo, la Casa del Volcán (llamada así por la tienda "El Volcán de Orizaba" que existió en una de sus accesorias), la Casa del Portal de la Primavera, la torre del reloj y el muro del atrio.

Una escena ya irrepetible en la esquina sureste de la Plaza Juárez: el carbonero con sus burros entrega carbón en la Casa de don Juan Lara Alva. A la derecha, asoma un balcón de la Casa de los Alcántara Terreros. El aire antiguo de las casas y el empedrado nos dan una clara idea de la imagen original que debió presentar esta plaza en tiempos virreinales.

Esquina suroeste de la Plaza Juárez en 1972. La Casa de Ñadó, que ocupaba este ángulo, ha desaparecido y en su lugar se encuentra la casa de la "Superterraza", de intención colonial, bastante fallida. Al fondo, la Casa de la Tres Naciones, o de la Tortillería. Obsérvense las escalinatas con ñas que se salvava el desnivel de la calle con la plaza.

En esta forografía tomada desde la calle Manuel del Mazo, se observa el extremo oeste de la Plaza Juárez. Al fondo, el Portal de la Primavera y a la derecha, la Casa de Ñadó, sustituida por la Casa que aparece en la foto anterior. Aquí ya acusaba un serio deterioro. Sus ventanas se hallaban tapiadas y sus rejas habían desaparecido. En lugar de las bancas del extremo de la plaza que se muestran aquí, se construyó la fuente de la que hablamos líneas abajo.

Esta interesante fotografía, cortesía de Octavio Lara Chávez, permite conocer la cromática original de las "lunetas" en vísperas de la remodelación.

La remodelación de 1974 dio esta nueva imagen a la plaza. Las viejas lunetas han desaparecido y en su lugar se construyeron cuatro bancas con sendos pares de faroles enanos (que, como dicen acertadamente en el pueblo, no alumbran, encandilan). Todo el perímetro de la plaza ha sido rodeado por jardineras plantadas con azaleas y magnolias y luce un adoquinado nuevo en vez del cemento que reemplazó al empedrado original. La pulcritud es innegable, pero excesiva y escenográfica.

En la misma remodelación de 1974, se construyó en el extremo oeste de la plaza esta fuente. No es fea, aunque resulta totalmente ajena a la tradición constructiva aculquense. Lo verdaderamente desafortunado es que cierra la perspectiva de la plaza hacia el Portal del Volcán. Al fondo, resalta la inconclusa y horrenda torre del reloj del Padre Bernardo Contreras, construida en 1996.

Este es el aspecto actual del portal de la casa en la que hace años estuvo la tienda "El Volcán de Orizaba". Forma el costado poniente de la plaza, con la calle Manuel del Mazo de por medio. hace no más de tres años, las columnas originales fueron destruidas por un trailer y se reconstruyeron con cierta negligencia.

Otra vista reciente del extremo oeste de la plaza. Los muros blancos, el cielo azul, las palmeras (que ahora destacan en lugar del viejo fresno del atrio, caído casi totalmente en 1985), enfatizan el aire andaluz-extremeño que siempre tuvo Aculco, pero que la remodelación de 1974 exageró. Obsérvese que el reloj público aún mantenía su pretil antiguo, antes de la intervención estúpida de marzo de 2008.

En el costado sur de la plaza existe desde tiempo atrás un sitio de taxis. Antes, cuando la cantidad de automóviles y de pasajeros era pequeña, no significaba ningún estorbo, pero en la actualidad ha invadido este tramo y buena parte de la calle Juárez, que además utiliza indebida e ilegalmente como área de estacionamiento exclusivo.

La "Superterraza" en la actualidad.

A principios de los años noventa, en el extremo este de la plaza, se levantó este monumento a Benito Juárez. Tras él asoma el nicho de metal pintado de verde agua de una imagen de la Vírgen de Guadalupe, devoción de los taxistas, y una serie de adornos relacionados amarrados a los árboles. Al fondo, la casa de don Juan Lara Alva.

La más reciente incorporación al arreglo de la plaza ha sido la pequeña reja que ahora rodea sus jardineras, a imitación de la Plaza de la Constitución, la Plazuela Hidalgo y la Plaza del Ojo de Agua. Al fondo, la hermosa Casa de los Alcántara Terreros, cuyo letrero que la ofrece en venta nos hace temer por su futuro.

ACTUALIZACIÓN 24 de octubre de 2011: La plaza Juárez en un dibujo de 1838. A la izquierda se pueden ver los muros del atrio (aún no existía el reloj público ni el Portal de la Primavera), al fondo la casa de don Juan Lara Alva, al centro la casa de los Alcántara Terreros y a la derecha el Portal de Ñadó. Al extremo derecho asoma el portal del Volcán.