jueves, 30 de septiembre de 2010

San Jerónimo

Imagen de San Jerónimo en el altar mayor de la parroquia de Aculco.

San Jerónimo o Eusebio Hierónimo de Stridón, nació precisamente en Stridón, Dalmacia, ciudad romana desaparecida que se encontraba en algún lugar todavía no identificado en las actuales Croacia o Eslovenia, en el año 340. Es decir, apenas 29 años después de que cesaran las persecuciones contra los cristianos gracias a la conversión del emperador Constantino a esta religión.

Después de ser bautizado a los 18 años, San Jerónimo se trasladó a Antioquía hacia el año 374, y de allí se dirigió a las salvajes soledades del desierto de Calquis, donde pasó cuatro años en retiro y reflexión. Años más tarde escribiría:

En el rincón remoto de un árido y salvaje desierto, quemado por el calor de un sol tan despiadado que asusta hasta a los monjes que allá viven, a mí me parecía encontrarme en medio de los deleites y las muchedumbres de Roma... En aquel exilio y prisión a los que, por temor al infierno, yo me condené voluntariamente, sin más compañía que la de los escorpiones y las bestias salvajes, muchas veces me imaginé que contemplaba las danzas de las bailarinas romanas, como si hubiese estado frente a ellas. Tenía el rostro escuálido por el ayuno y, sin embargo, mi voluntad sentía los ataques del deseo; en mi cuerpo frío y en mi carne enjuta, que parecía muerta antes de morir, la pasión tenía aún vida. A solas con aquel enemigo, me arrojé en espíritu a los pies de Jesús, los bañé con mis lágrimas y, al fin, pude domar mi carne con los ayunos durante semanas enteras.


El altar mayor de la parroquia, con San Jerónimo en el nicho central.

Una leyenda sugiere que durante su estancia en el desierto, San Jerónimo vio un león con la pata atravesada por una enorme espina. El santo se la retiró y desde entonces la bestia le siguió con mansedumbre. En realidad, esta tradición se refiere a San Gerásimo, y sólo parece haberse relacionado con San Jerónimo por la semejanza de los nombres. De cualquier manera, el león se convirtió en símbolo del santo dálmata y elemento esencial en su iconografía.

San Jerónimo es considerado uno de los Grandes Padres de la Iglesia, es decir, uno de los eclesiásticos que en los primeros tiempos del cristianismo definieron el conjunto doctrinal considerado fundamento de la fe y de la ortodoxia Católica. Participa de este grupo por haber realizado la traducción al latín de la Biblia, llamada la Vulgata (de vulgata editio, "edición para el pueblo"). Este texto fue, hasta la promulgación de la Neovulgata en 1979, el texto bíblico oficial de la Iglesia católica apostólica romana.

Para emprender su tarea, San Jerónimo tuvo que dominar el latín y el griego. Aunque conocía también el hebreo, decidió mudarse a Tierra Santa, a la ciudad de Belén, para perfeccionar su conocimiento del idioma. Comenzó la traducción en el año 382 y completó su obra en el año 405. Murió en la misma ciudad en que naciera Cristo, el 30 de septiembre del año 420.

Antiguo altar mayor neoclásico de la parroquia. Sobre el balaquino se puede observar la imagen de San Jerónimo.

¿Y por qué nuestro Aculco tiene como santo titular a San Jerónimo? Existe una versión muy curiosa de los motivos en un documento datado en el siglo XVIII, aunque conocido sólo por su trascripción del siglo XIX y por ello muy cuestionable, llamado Relación de méritos de un capitán de guerra otomí, que señala al día de San Jerónimo, 30 de septiembre de 1522, como fecha precisa de la fundación de Aculco, tras una supuesta batalla de los otomíes aliados de los españoles contra 562 mil chichimecas. Evidentemente esta cifra resulta exagerada, pero el texto puede contener algunos fundamentos de verdad conservados por tradición oral –por ejemplo, su calidad de pueblo fronterizo en aquellos años–, tal como sucede con otros documentos similares que describen las hazañas de los caciques otomíes en los primeros tiempos de la colonización española. Es el caso, por ejemplo, del la Relación de Méritos de Pedro Martín de Toro, que al hablar del inicio de la expansión de la Nueva España hacia el Norte afirma:


San Jerónimo ermitaño y el león. Relieve mutilado en la fachada de la parroquia de Aculco.

... y que la fundación comenzó desde San Gerónimo Aculco, San Miguel Acambay, Alfajayuca, Santiago Tecotzautla, Huichapan, San Juan del Río, Santa Maria Tequisquiapan, y el de San Juan de los Jarros y que dichos pueblos sin embargo de que en tiempo de la gentilidad, se hallaban poblados de indios; al tiempo de la conquista de este reino estos caciques ayudaron en todo a los españoles acaudillándoles y reformándolos de nuevo, y con la llegada del Santo Evangelio se les dio la advocación de los santos a cada pueblo...

Ahora bien, aunque es posible que se eligiera a San Jerónimo por la fecha de fundación del pueblo de Aculco o su reforma en tiempos coloniales, tal como sugieren esos documentos, lo cierto es que los frailes franciscanos, constructores del establecimiento con el que comenzó la evangelización en estas tierras, tenían una especial predilección por el santo de Dalmacia, pues la intención de su fundador San Francisco de Asís, al crear la orden de Frailes Menores, era el de poner en práctica la fórmula de San Jerónimo: nudus nudum Christum sequi, "seguir desnudo a Cristo desnudo". Más tarde, cuando en el siglo XIV se encargó a los franciscanos la custodia de los Santos Lugares, quedó a su cargo la gruta donde viviera San Jerónimo en Belén. Así, podría ser que la asignación de San Jerónimo a Aculco como santo patrono no haya tenido que ver con una fecha, sino que haya sido una elección a partir de las devociones de los franciscanos.

Uno de los cuatro leones de las gárgolas de la fachada del templo, que simbolizan a San Jerónimo.

En la parroquia de Aculco existen dos imágenes de San Jerónimo. La más antigua es la que, labrada en piedra y mutilada, se encuentra en la fachada del templo y puede fecharse a principios del siglo XVIII. Se trata de un relieve que muestra una escena en la que se le ve en sus desnudeces de ermitaño, entre un árbil y una cueva en la que observa al león de la leyenda. Desafortunadamente este relieve fue destruido en su parte superior, afectando la cabeza del santo, cuando a principios del siglo XX se empotró en ese sitio una lápida que conmemora la restauración de la iglesia después del terremoto de Acambay del 19 de noviembre de 1912.

En esta misma fachada, los leones labrados en las caras del par de grandes gárgolas que la adornan se relacionan también con San Jerónimo, al ser este animal su símbolo.

La segunda imagen de San Jerónimo en el templo parroquial es la escultura que ocupa el nicho central en el altar mayor. Ésta representa a San Jerónimo con vestidura roja de cardenal, con el sombrero propio de esta dignidad echado a la espalda, y en sus manos la pluma y el libro que son atributos de su labor como traductor de la Biblia. Como se puede ver en la fotografías más antiguas, es la misma imagen que se encontraba coronando el antiguo baldaquino del siglo XIX retirado en la década de 1950. Sin embargo, nunca hemos podido examinar esta imagen de cerca y por ello no sabemos con certeza si se trata también de una obra neoclásica o, como sugieren algunas de sus características, es más bien una escultura barroca, algo retocada ciertamente en sus acabados.

Detalle de la imagen de San Jerónimo en el altar mayor.