
En los primeros años del siglo XX, un par de buenos aficionados a la fiesta brava tuvieron la idea de construir una plaza de toros en Aculco. Ellos eran Nicolás Garrido, sastre, y Luciano Varela, ebanista que además amaba el teatro y llegó a dirigir algunas obras presentadas en Aculco. Aunque sus recursos eran cortos, aportaron lo más que pudieron para lograr su fin y consiguieron también entusiasmar a los habitantes del pueblo, que cooperaron con dinero, materiales y mano de obra hasta ver coronados sus esfuerzos en 1903. Desde entonces y hasta nuestros días, a este coso se le llamó popularmente "el toril", aunque su nombre oficial rinde homenaje a aquellos dos primeros entusiastas.
El terreno en que se levantó la Plaza de Toros Garrido Varela era un árido tepetatal nombrado "El Huizache", que se encontraba en el último tramo de la larga Calle del Calvario (desde 1947 llamada Manuel del Mazo), casi frente al Panteón, en el barrio de San Jerónimo. Este sitio pertenecía a don Vicente Buenavista Espinosa, panadero de oficio, quien lo cedió generosamente al pueblo con ese fin.

La primitiva plaza debió ser poco más que el muro de piedra blanca que encerraba una circunferencia de unos 44 metros de diámetro -el mismo, por cierto, que tiene la Plaza México- y una tribuna principal, que se levantó en la parte más cercana a la calle. En las décadas siguientes se fueron agregando secciones de graderío -un poco irregulares, con asientos bastante estrechos- hasta que quedó totalmente concluido. A la tribuna principal se le agregó un sencillo barandal metálico (que permanecía ahí hasta hace poco), como protección y para destacar su importancia. Aunque la pendiente natural del terreno obligó a allanarlo, ciertamente el declive de sur a norte del albero fue evidente hasta su definitiva nivelación en el año de 1985.

Prácticamente en ese mismo estado llegó la plaza de toros a la mitad del siglo XX. En esa época se vivía un auge de la charrería organizada en todo México. La primera agrupación charra del país, la Asociación Nacional de Charros, se había fundado en 1921 y ello había señalado la desaparición de la charrería histórica de un campo asolado por la Revolución y la Reforma Agraria, para convertirse en una práctica de carácter en realidad urbano, propia de espacios cerrados, reglamentada y relativamente costosa.

Curiosamente, aunque en las primeras asociaciones de charros abundaban los antiguos propietarios de haciendas y otras personas añorantes del Porfiriato, el Estado revolucionario adoptó al charro como estereotipo nacional y contribuyó a su difusión en la República, así como al auge del que hemos hablado líneas arriba. Muy pronto los charros que habían participado en la Revolución empezaron a formar parte también de aquellas primeras asociaciones y a codearse con los antiguos porfiristas. El cine mexicano de la época, con sus comedias y dramas rurales, ayudó también a impulsar la figura del charro y el arte de la charrería.



El modelo de las asociaciones de charros se difundió -irónicamente- desde las ciudades hacia el campo en que habían tenido su más remoto origen. La primera de estas agrupaciones en ser fundada en Aculco fue la "Asociación Regional de Charros del Norte del Estado", hacia 1944. Sin embargo, para 1952 se decía que se encontraba "desorganizada y se trataba de reorganizarla con elementos que no son ni originarios ni vecinos de esta población". Luego, en 1960, surgió la "Asociación Juvenil de Charros de Aculco" y en 1964 la "Asociación de Charros de Aculco". Desde entonces no sólo se han multiplicado en este municipio los aficionados a la charrería, sino el número de asociaciones y lienzos charros para practicarla.
Pero estoy desviándome ya del punto central de este post, que es la historia material del coso principal de Aculco y no la de las asociaciones de charros o los toreros que pisaron la arena aculquense, temas que queremos tratar con detalle en otra ocasión. Por ahora, sirva esta introducción para explicar que, si bien la Plaza de Toros Garrido-Varela se utilizó naturalmente desde un principio para llevar a cabo jaripeos, lo cierto es que algunas suertes charras como los coleaderos tenían que realizarse en la llamada Calle de la Arena (un tramo de la actual Matamoros, a un costado de La Huerta). De ahí que en 1944 la Junta de Mejoras Materiales del municipio y la Asociación Regional de Charros plantearan la necesidad de anexarle un lienzo charro al viejo toril. Nuevamente, la obra se realizó por suscripción pública. Eustolio Buenavista Correa, hijo de Vicente, donó en 1946 otra fracción de terreno hacia el norte y se levantaron ahí las paredes del lienzo, aunque con mampostería de baja calidad. Una barda formada por sillares de cantera rosa procedentes de las ruinas del molino de Arroyozarco se levantó como división entre el partidero y la corraleta. En 1953 se montó la puerta que separa al lienzo del ruedo, donada por la Cervecería Modelo, que además colocó una curiosa escultura de cantera en forma de botella en una de sus jambas. Las obras en el lienzo se prolongaron por varios años hasta que el 30 de enero de 1955 fueron inauguradas por el ingeniero Salvador Sánchez Colín, gobernador del Estado de México.



En 1974, durante las obras del Programa Echeverría de Remodelación de Pueblos, se colocó en la fachada de la plaza el arco de piedra blanca de la entrada principal, así como dos contrafuertes a cada uno de sus lados. Los paramentos de los muros se aplanaron y encalaron. Luego, entre 1981 y 1984 se ampliaron los asientos de la parte central del graderío, se colocó una nueva cubierta de lámina en la misma zona y se construyeron baños y taquillas. Entre 1985 y 1986, con vistas a la eliminatoria de la zona norte del Estado de México del Congreso y Campeonato nacional charro, se niveló el ruedo, se edificó el anillo de piedra con lo que el ruedo adquirió las dimensiones reglamentarias de 40 metros y ganó el callejón, se construyeron los cajones de jineteo, la caseta de jueces, una nueva corraleta y se colocó la puerta de la entrada principal. En 1992, se comenzó a levantar el casino (con lo que desafortunadamente se destruyó uno de los contrafuertes de la fachada), edificio que sólo sería terminado en el año 2000. Después de ello se han realizo obras relativamente menores como la recuperación de la botella de cantera (aunque está mutilada y mal colocada), barandales en el graderío, la construcción de un techo de lámina estéticamente lamentable sobre las corraletas, etcétera.
Últimamente, pudimos ver en la tradicional corrida de toros del 30 de septiembre de 2011 que la Plaza de Toros Garrido y Varela había sido repintada de manera bastante criticable: el lomo de toro del anillo, tradicionalmente encalado en las construcciones aculquenses, desluce ahora pintado en rojo; la herrería negra es ahora blanca y a las puertas del anillo se les colocó el logotipo del "Camino Real de Tierra Adentro". Y todo ello sin mencionar los anuncios publicitarios que envilecen sus muros desde hace varios años.

Aunque la Plaza de Toros Garrido-Varela no es mencionada con frecuencia entre los atractivos de Aculco, lo cierto es que es una plaza muy bella. Y no sólo eso: aunque con múltiples añadidos y transformaciones, se trata de uno de los poquísimos ejemplos de plazas de toros de origen porfiriano que quedan en el Estado de México.
De manera significativa, por lo menos en tres ocasiones se ha intentado despojar de esta plaza de toros al Municipio, su legítimo propietario, en favor de las asociaciones de charros, lo que ocurrió en 1952, 1964 y 2002. Por fortuna, ninguna de esos intentos ha prosperado.
Contraste entre el graderío antiguo y el moderno.
Si quieres ver algunas escenas de este festejo, subido a Youtube por 777chacho, pincha aquí.