jueves, 17 de diciembre de 2009

El Privilegio Sabatino

Cuadro de Ánimas, de la Virgen del Carmen o del "Privilegio Sabatino", de autor anónimo, que se localiza en la parroquia de Aculco

Uno de los temas que dio a la pintura novohispana algunas de sus obras más interesantes -sobre todo por su abundancia, por las grandes dimensiones que alcanzan, así como por la gran cantidad de personajes retratados en ellos- es el de las Ánimas del Purgatorio. De ahí que en muchos lugares de la geografía mexicana sea posible encontrar todavía ejemplos notables de estos "cuadros de ánimas". Aculco no es la excepción.

El Purgatorio, según enseña el catecismo de la Iglesia católica, es el lugar o estado en que "los que mueren en la gracia y en la amistad de Dios, pero imperfectamente purificados, aunque están seguros de su eterna salvación, sufren después de su muerte una purificación, a fin de obtener la santidad necesaria para entrar en la alegría del cielo." Según el propio catecismo, se trata de un "fuego purificador", de ahí que en las pinturas que representan al Purgatorio éste aparezca en la parte inferior como un lugar cavernoso, humeante y pleno de llamas, de manera muy similar a como podría ser representado el Infierno, con excepción de los demonios.

Resulta común también en estas obras la presencia de ánimas en el Purgatorio que, a través de sus vestimentas u otros objetos, representan a personajes de todos las clases sociales, poniéndose muchas veces especial énfasis en aquellos de mayor categoría: papas, cardenales, obispos, sacerdotes y reyes, como expresión de la igualdad natural de los hombres ante Dios. El resto de la pintura varía mucho de una obra a otra, aunque en general muestra la intercesión de los santos, la Vírgen María o los ángeles en favor de las almas.

En esta vieja fotografía se puede observar la ubicación original del cuadro de ánimas de la parroquia de Aculco, en su presbiterio.

El cuadro de Aculco sigue bien esos lineamientos. La obra, de muy grandes dimensiones (4.75 x 2.70 metros: se trata de la obra pictórica más grande de la parroquia), se localiza en el primer tramo de la nave del templo, en el lado de la epístola, si bien las fotografías más antiguas muestran su ubicación original en el muro norte del presbiterio. Rodea el cuadro un bello marco de calamina cincelada con uvas y vides, que es quizá artísticamente superior a la obra pictórica. En su extremo inferior derecho se encuentra una inscrpción que nos brinda muy interesantes pistas sobre su origen:

Inscripción en la parte inferior del cuadro. Obsérvese también el hermoso marco de calamina con sus decorados, algunos ya abollados.

Siendo Cura y Juez Eclesiástico
Dn. Luis José Carrillo Comisario del
Sto. OFicio de la Ynquisición Deste
Reyno y Mayordomo Dn. Antonio de
Garfias se hizo este Retablo Aculco
y febrero 16 de 1799.


Don Luis José Carrillo fue uno de los párrocos más notables de Aculco y lo fue por largos años en el último cuarto del siglo XVIII. Como ya lo hemos mencionado antes en este blog, de él se decía en 1793 que era "tan aplicado al culto divino que hace algunos años que sólo toma de sus derechos para su precisa manutención, y todo lo sobrante lo ha aplicado para la reedificación de su iglesia, construyendo colaterales a sus expensas y solicitud" (William B. Taylor: Magistrates of the sacred: priests and parishioners in eighteenth-century Mexico, Stanford University Press, 1996, pág. 145). Este gran cuadro, junto con el reloj de sol del claustro (de 1789) y la campana mayor (de 1788) se cuentan entre lo que le debemos todavía en nuestros tiempos al buen don Luis.

El otro personaje que aparece en la inscripción, don Antonio de Garfias, era precisamente el mayordomo de la Cofradía de las Ánimas Benditas y ya había ocupado ese cargo un cuarto de siglo antes, en 1775 (AGN, Grupo Documental Tierras, Vol. 2704, Exp. 18, Foja 9v). Esta cofradía había sido fundada por los vecinos españoles de Aculco en el siglo XVIII, ya que las dos cofradías originales de esta jurisdicción, la del Santísimo y de la Purísima, eran exclusivas para indios. Hacia 1794, la Cofradía de las Ánimas Benditas contaba entre sus bienes "un pedazo de tierra en que se siembran 5 fanegas de maíz, mil pesos impuestos al 5% y como trescientas cabezas de ganado bueyar y caballar” (Relación de Cofradías, en el Informe que presenta el Arzobispo de México sobre las cofradías y hermandades de las iglesias y capillas de la Nueva España, 1794. AGN. Grupo Documental Cofradías y Archicofradías. Vol. 18. Exp. 7. F. 270v-271).

Ánimas en el Purgatorio.

En la parte inferior del cuadro, donde se ve el Purgatorio con llamas ciertamente no muy vivas, aparece una decena de personajes -un niño, dos mujeres, y siete hombres- representando almas en purificación. Cuatro de ellos destacan por los tocados que cubren su cabeza y por los que se les puede identificar como un cardenal con gorro rojo, un obispo con su mitra (y con las manos atadas), un papa con su tiara y un monarca con su corona. Todos ellos portan escapularios de la Virgen del Carmen, pues precisamente la parte central del cuadro está dedicado a ella como intercesora de las ánimas a través del "Privilegio Sabatino" (como se puede leer en el papel sellado con el escudo del Carmen que porta un angelillo destinado, al parecer, a sacar al papa del Purgatorio).

¿Qué es este "Privilegio Sabatino"? Según la tradición, la Virgen María se apareció al Cardenal Jaime Duesa, muy devoto de ella, y le anunció que sería papa con el nombre de Juan XXII, y añadió: "Quiero que anuncies a los Carmelitas y a sus cofrades: los que lleven puesto el escapulario, guarden castidad conforme con su estado, y recen el oficio divino, -o los que no sepan leer se abstengan de comer carne los miércoles y sábados-, si van al Purgatorio yo haré que cuanto antes, especialmente el sábado siguiente a su muerte, sean trasladadas sus almas al cielo".

Así pues, en la parte central y principal del cuadro de ánimas aculquense se observa a la Virgen del Carmen, con el niño de pie sobre su regazo (ambos coronados) y con un escapulario pendiente en su diestra, en su trono de nubes y ángeles. Al lado izquierdo se observa a San José, identificable por su vara florida, y a la derecha la doctora de la Iglesia, Santa Teresa. Sobre ellos, multitud de ángeles forman un círculo de gloria y, por encima de todo, desciende el Espíritu Santo en forma de paloma.

Desde el punto de vista iconográfico, se explica con facilidad la presencia de Santa Teresa, una monja de la orden carmelita, en este óleo. No así la de San José. Creemos que hubo una sustitución de la iconografía que debió tener el cuadro o grabado original en el que se inspiró esta obra, en el quizá aparecía en lugar de San José el santo inglés Simón Stock. Según la tradición, Stock, superior de la orden carmelita, recibió de manos de la propia Virgen, el 16 de julio de 1251, el escapulario del Carmen que es símbolo de la protección a sus devotos y signo de consagración a ella. A San Simón Stock se le suele representar con una azucena de tallo largo en la mano (símbolo de la Virgen María), de ahí que quizá el autor de la obra que existe en Aculco lo confundiera con .San José y su vara florecida y decidiera plasmar a éste de manera, para él, menos equívoca.

Aunque esta gran pintura es una obra de interés artístico e histórico, lo cierto es que su calidad es sólo mediana. Las figuras de los santos están elaboradas con rigidez y son casi inexpresivas; en las ánimas se ve mayor movimiento, pero los defectos en el dibujo de su anatomía son más evidentes al encontrarse desnudas; y, por último, esa abundancia de querubines y ángelotes regordetes rescatando almas le da un aire (para mí molesto) amanerado, más cercano ya quizá al romanticismo que al portentoso barroco que moría junto con el siglo.

Una fotografía de esta obra fue incluida en el notable libro Pinturas coloniales de ánimas del purgatorio: iconografía de una creecia, de Jaime Ángel Morera y González, publicado por el Instituto de Investigaciones Estéticas de la UNAM en el 2001.

Cuadro dé ánimas de San Pedro Denxi.

Por cierto, no es éste el único cuadro de las ánimas del Purgatorio que existe en Aculco. Por ejemplo, en la capilla del pueblo de San Pedro Denxi, dentro de su jurisdicción parroquial y municipal, existe otro óleo con el mismo tema, aunque de dimensiones mucho menores y de factura popular, quizá del siglo XIX. Desafortunadamente no lo hemos podido observar completo, ya que en nuestra visita a aquel templo se encontraba cubierto con un lienzo como se acostumbra en la Semana Santa y no quisimos retirarlo por respeto. Pero, por lo que se puede advertir en la fotografía que aquí incluimos, en ese Purgatorio aparecen también varios eclesiásticos: un obispo, un cardenal y una monja. La parte superior, la de los santos intercesores, parece estar dividida en seis partes no integradas, sino prácticamente independientes, incluso con fondos individuales. Dos de esas partes contienen a San Lucas con su toro (arriba) y San Pedro con las llaves (abajo) y es posible que, por simetría, en las secciones del lado derecho estén representados otros apóstoles o evangelistas. La sección central superior parece contener a Cristo en la cruz, ya que es visible parte del travesaño, pero ignoramos completamente qué imagen está representada en la sección que queda bajo él.

Cuadro de Ánimas en la capilla de San Lucas Totolmaloya.

La capilla de San Lucas Totolmaloya tiene también su propio cuadro de Ánimas, y lo curioso es que, más allá del Purgatorio mismo, difiere en su composición tanto del cuadro de Aculco como del de San Pedro Denxi. Incluso parece aún más reciente que este último y de factura más deficiente. Doce ánimas aparecen aquí en el Purgatorio, formadas prácticamente sin ninguna perspectiva. Se distinguen, también, un papa, un clérigo con bonete, un rey y un obispo. Seis de los purgantes son hombres y seis son mujeres. Al centro de este Purgatorio, en un espacio delimitado por un círculo, se observa una escena del Paraíso: Adán y Eva, ya cubiertas sus desnudeces con hojas, se encuentran a los lados del árbol de la ciencia del bien y del mal. Eva lleva aún el fruto prohibido en la mano, mientras que Adán se lleva la mano a la frente.

Por encima de esta escena se observa el cráneo y las canillas de Adán, que según la tradición estaba enterrado en el Gólgota, en el mismo sitio en el que se crucificó a Jesucristo. En efecto, sobre este cráneo se yergue la cruz en la que está clavado el Mesías, que tiene por fondo un paisaje desolado. A los lados de la cruz se ven las figuras de una Virgen de los Dolores (izquierda) y del arcángel San Miguel, con la espada flamígera y la balanza que son sus atributos. Aún más arriba se observan el Sol y la Luna con rostros afligidos, y un rompimiento de Gloria en el remate deja ver a Dios Padre entre nubes, con el orbe en la mano.