miércoles, 6 de octubre de 2010

Los Puentes "Santa Anita" y "La Magdalena"

La avenida de San Jerónimo, en el punto en que el terreno comienza a descender hacia el arroyo de la Ladrillera.

El antiguo camino que llevaba de Aculco a la hacienda de Ñadó corría por las actuales calles Pípila, Abasolo, un pequeño tramo de Insurgentes y la avenida de San Jerónimo. Pasaba por ésta a un lado de la Cruz Verde y después de trasponer la loma del Barrio descendía hacia el Arroyo de la Ladrillera, de donde nuevamente subía por la loma del Caxti, ya en terrenos que pertenecieron a aquella finca. Aunque el arroyo lleva por lo general tan poca agua que es posible vadearlo sin mojarse apenas los zapatos, la corriente ha formado un cauce angosto y algo profundo gracias a lo suave del terreno -porosa toba blanca aculquense- por lo que de seguro resultaba molesto atravesarlo antes de la existencia de los puentes que lo libran.

Puente Santa Anita, costado norte.

Por supuesto, hay un puente moderno sobre el arroyo de La Ladrillera en la carretera que une a Aculco con "La Desviación", es decir, el entronque con la carretera Panamericana. Pero el viajero observador advertirá fácilmente que a unos metros, por su lado sur, se encuentran otros dos puentes bastante más viejos. Se trata de los que por antonomasia los aculquenses llaman precisamente "Los Puentes" y que fueron bautizados por su constructor como "Santa Anita" y "La Magdalena".

Puente Santa Anita, costado sur.

Estos puentes contiguos fueron edificados por don Enrique J. Ortiz, propietario de la hacienda de Ñadó, en 1934. Aunque su antigüedad no es tanta como la del Puente de Arroyozarco, del siglo XVIII, el Puente Colorado, de mediados del siglo XIX, o incluso el Puente Blanco, de 1921, su técnica constructiva es completamente tradicional, apegada además a los sencillos usos y materiales locales. Están edificados en sillería de piedra blanca en los arcos, bóvedas y muros interiores y mampostería irregular del mismo material en sus lienzos exteriores. El primer puente, el más oriental, está formado por un solo arco escarzano, mientras que el otro lo componen dos arcos de medio punto separados por un pilar protegido por un tajamar. Ninguno de los puentes tiene pretil ni presenta huellas de haberlo tenido alguna vez.

Arco de sillería del Puente La Magdalena.

Pese a que nadie se ocupa de ellos, el estado de conservación de los puentes es bastante bueno. Sus principales elementos de sustentación, bóvedas, arcos y pilares, no tienen deterioro observable e incluso son escasas las plantas que han echado raíces en las juntas de sus piedras. Sin embargo, en la parte superior, a los lados de la deteriorada calzada, se observa bastante humedad, crecimiento de musgo y pérdida de algunas piedras de las hiladas más expuestas.

Bóveda de un arco del Puente La Magdalena.

Pero no todo es felicidad con estos puentes. Hace unos días emprendí una excursión para fotografiarlos y tuve la desagradable sorpresa de encontrar que las placas de cantera labrada en que aparecían los nombres de los puentes y la fecha de su edificación, y que todavía pude copiar en 1995, han sido removidas, más bien dicho, arteramente robadas.

Detalle de la sillería de la bóveda del Puente La Magdalena. Su excelente construcción la ha librado de filtraciones y otros daños a pesar de no recibir mantenimiento.

¿A quién puede interesar guardar una lápida que dice "Puente Santa Anita -1934" en su casa, sobre todo si el puente existe en buen estado? ¿Quién tuvo la paciencia, el tiempo, las herramientas para retirar estas piedras? ¿Por qué nadie parece haberse dado cuenta de este robo? ¿Por qué no hay alguien que en Aculco se interese verdaderamente en el patrimonio histórico-arquitectónico de este pueblo, recientemente incluido en la Lista del Patrimonio Mundial?

Los dos arcos del Puente La Magdalena, en su costado sur. Obsérvese el tajamar en el pilar del centro.

Puente la Magdalena. Se pueden apreciar los daños en la parte superior a causa de la humedad.

El Puente la Magdalena. Nótese en la parte superior del pilar central el hueco que dejó el robo de la inscripción que tenía este puente. Lo mismo se puede observar en las fotografías del Puente Santa Anita que aparecen antes.