jueves, 14 de julio de 2022

El Museo Vivo del Camino Real... a medio morir

No recuerdo que haya tenido una inauguración formal, aunque sí una visita del gobernador del Estado de México Alfredo del Mazo en febrero de 2019. Tampoco sé si en algún momento fue abierto plenamente al público. El caso es que el Museo Vivo del Camino Real de Tierra Adentro -que nos costó por lo menos 18.5 millones de pesos, una cantidad nada menor- está hoy prácticamente abandonado y sus instalaciones han sido robadas y vandalizadas. Todo ante la indiferencia de nuestras autoridades municipales, que según entiendo son las que deberían ocuparse de su operación, o por lo menos de su resguardo.

La historia de este desafortunado museo comenzó hacia marzo de 2015, cuando el gobernador Eruviel Ávila anunció que se formalizaría un convenio entre la Secretaría de Turismo del Estado de México y Fonatur para construir esta infraestructural cultural y de esa manera "ampliar la estancia de los turistas, generar pernocta, incrementar la derrama económica y las oportunidades de empleo en beneficio de los habitantes del Pueblo con Encanto de Aculco". Se anunció también entonces una primera inversión por 2.5 millones de pesos a partes iguales entre la Federación y el gobierno estatal para la elaboración del proyecto ejecutivo.

El sitio elegido para levantarlo fue un terreno a la orilla del camino entre Aculco y Santa Ana Matlavat, muy cerca del lugar donde se encuentra el tramo del viejo camino incluido en la Lista del Patrimonio Mundial de la UNESCO en 2010. En mayo de 2016, el gobierno estatal comprometió un monto de 16 millones de pesos para su edificación, que se llevaría a cabo en dos etapas. En octubre el Ayuntamiento lanzó finalmente la licitación para la construcción de la primera etapa de este museo vivo (que comprendía el edificio principal), obra que fue adjudicada a la empresa Ingeniería Sustentable 9 Aquitania. Las obras avanzaron muy rápido pues el 20 de diciembre de 2016 el director de obras del Ayuntamiento de Aculco firmó el acta de recepción. Esta acta señala:

El proyecto de Museo Vivo para su funcionalidad y correcta operación, ha sido dotado de diversos elementos que muestran y son representativos de la grandeza histórica del periodo a que hace referencia el museo, se cuenta con planos explicativos, vitrinas, dioramas y elementos de mobiliario que hacen del museo un lugar funcional y aprovechable a la vez que brindan a los visitantes información de los hechos históricos relativos al camino real de forma atractiva y lúdica.

A pesar de esta "funcionalidad", el museo no se abrió oficialmente por entonces, probablemente porque necesitaba de la segunda etapa para ser verdaderamente visitable. Esta segunda etapa, que inició en septiembre de 2017, no fue licitada sino que el Ayuntamiento se encargó directamente de realizarla. Esta etapa incluía obras complementarias como la construcción de un foro al aire libre, unas "islas temáticas", rampas de acceso universal, andadores, estacionamiento de autobuses, la red de electrificación y el cuarto de subestación. La fecha de finalización establecida fue el 31 de diciembre de aquel año, pero no hay muchas noticias sobre el sitio a lo largo del 2018. Tengo entendido que surgió alguna dificultad en su entrega a la nueva administración municipal que entró en funciones el 1 de enero de 2019.

A pesar de todo, el evento que señaló de alguna manera su conclusión y apertura fue la mencionada visita del gobernador el 5 de febrero de 2019. Cuatro años habían pasado desde que surgió la idea hasta que el museo fue ya visitable. No sé bien lo que pasó después, si a lo largo del año siguiente el museo realmente funcionó o solamente se abrió para visitas esporádicas. Ya en 2020, la pandemia de Covid-19 seguramente obligó a cerrar completamente este espacio y supongo que continuó cerrado desde entonces. El caso es que si alguno de ustedes lo visita en este momento lo que encontrará es un sitio saqueado y vandalizado que costará mucho dinero recuperar, si es que se recupera, pues no parece haber interés alguno de nuestras autoridades en él. Es hoy un edificio que va camino de convertirse en una ruina inútil y todo por la negligencia de no contratar un simple vigilante que habría representado un gasto muy pequeño para el municipio.

En fin, es una pena ver que la página web de la Secretaría de Cultura y Turismo del Gobierno del Estado de México sigue anunciando orgullosamente hasta este día el Museo Vivo del Camino Real de Tierra Adentro en Aculco, como si fuera visitable, como si no fuera más bien un símbolo de abandono.

¿Qué podemos hacer por él?, ¿qué debemos como ciudadanos hacer por él?

martes, 5 de julio de 2022

Don Ignacio Claudio de Mendoza, segundo cura párroco de Aculco

Entre los retratos que se conservan de los primeros curas que atendieron la parroquia de San Jerónimo Aculco está el de don Ignacio Claudio de Mendoza. Ustedes perdonarán la mala calidad de la fotografía, pero el día que la tomé no pude acercarme lo suficiente ni se me permitió usar flash, y lego como soy en el ajuste de las cámaras fotográficas no pude sacarle más provecho. Como sea, desde que tuve aquel cuadro a la vista pensé escribir una breve biografía para este blog, como lo he hecho con otros sacerdotes de los siglos XVIII y XIX, y también alguno del XX. Pero aquel propósito no pudo cumplirse pronto, pues ha sido muy poco lo que he hallado sobre él. Si ahora me decido a publicar estas notas biográficas es más bien por abandonar una investigación que parece no llevar a ningún lado y dejar por lo menos estos datos sueltos para quien en el futuro pueda aprovecharlos mejor.

 

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Don Ignacio Claudio Buenaventura de Mendoza Reyes, "cristiano viejo, hijo de buenos padres y de públicos honrados procederes", nació hacia 1725. Desde pequeño se inclinó al estado eclesiástico -según aseguró él mismo- e ingresó al Colegio Máximo de San Pedro y San Pablo de la Compañía de Jesús de la Ciudad de México. Ahí, "con crédito y plena aceptación y satisfacción de sus maestros", estudió Gramática y Filosofía. Fue alumno del padre Francisco de Cevallos, que fue provincial de los jesuitas y, probablemente fue condiscípulo de sus contemporáneos Francisco Javier Clavijero y Francisco Javier Alegre, quienes pasarían a la historia por sus obras históricas. Obtuvo el grado de bachiller en la Real Universidad de México y, para su fortuna, no continuó con la Compañía de Jesús, pues de haberlo hecho así seguramente habría sido expulsado de la Nueva España con todos los miembros de esta orden en 1767. Ya ordenado presbítero, vivía en la calle de la Acequia de la Ciudad de México, en la casa del médico y bachiller Luis Quijada.

Desempeñó su trabajo pastoral en diversas parroquias del hoy Estado de México, en la zona otomí-mazahua. Hacia 1752 era administrador del curato de Santiago Temoaya y de allí pasó como cura interino a San Miguel Temascalcingo, donde permaneció de noviembre de 1757 a diciembre de 1758. A finales de 1766 se convirtió en cura también interino de San Pedro Tepotzotlán, cargo que desempeñó por muy poco tiempo, apenas un mes. Luego, de mayo de 1768 al mismo mes de 1772, permaneció en la parroquia de Jesús Nazareno de Jocotitlán como cura beneficiado. Finalmente, recibió una parroquia como titular: la de San Jerónimo Aculco, donde estuvo de 1772 hasta su muerte en 1780.

De los "ocho años, cuatro meses y 27 días" que don Ignacio Claudio fue cura de Aculco hay poca información relevante. Al parecer, cumplió con cuidado sus deberes como párroco, pero fuera de los monótonos registros de matrimonios y enterramientos (falta el libro de bautismos que corresponde a su ministerio, por cierto) aparece poco en los documentos de la época. Entre lo poco que vale la pena mencionar, está la ocasión en que unos indios fueron a cortar y labrar una vigas al Xitú, un terreno en disputa entre el pueblo de Aculco y la hacienda de Ñadó. Los empleados de la hacienda se enteraron y acudieron al lugar para expulsarlos y arrebatarles las vigas. Don Ignacio intervino ante el dueño de Ñadó, Lázaro Sánchez de la Mejorada, para que los dejara trabajar y les devolviera las vigas puesto que eran para la parroquia. Otro dato, también menor salvo por su monto económico, es que Mendoza tomó a préstamo al 5% de interés la cantidad de $4,000 pesos del Colegio de San Andrés de la capital del virreinato, en 1773.

El sacerdote murió en Aculco a finales de octubre de 1780 y fue sepultado el día 29 del mismo mes. Tuvo tiempo de recibir los sacramentos y dictar su testamento, donde nombró albacea a su vicario, el bachiller don Juan José Pichardo. Fuera de ese documento, dispuso que se sacaran "de lo más florido de sus bienes" cien pesos para celebrar doscientas misas por su alma, y que se pagara a la mitra la "cuarta episcopal", y "mandas forzosas y piadosas". Desafortunadamente no conocemos el contenido de ese testamento, que seguramente nos habría permitido saber un poco más sobre su vida. Pero sí contamos con algunas de las diligencias que realizó el padre Pichardo, su albacea, para cumplir con lo que Mendoza dispuso en él. Por ejemplo, don Ignacio Claudio ordenó que una casulla de su propiedad, de tisú y forrada de capichola nácar, con todos sus avíos, se entregara a la parroquia.

La "primera y universal heredera" de don Ignacio Claudio lo fue su hermana doña María Michaela Gerónima Mendoza, esposa de don Gerónimo (o Francisco) Cortés y residente en primero en Temascalcingo y después en Acambay. Entre los bienes que le dejó el sacerdote, el principal lo era la hacienda de San Agustín Calderas, en dicha jurisdicción de Temascalcingo, que doña Micaela recibió en febrero de 1781. También era acreedor de varias personas y el padre dejó encargado a su albacea que ejecutara los cobros, pero le pidió que lo hiciera sin intervención dela justicia, "sino que atendiera a todos con caridad". Siguiendo ese ejemplo, su hermana dispuso inclusive que todos los emolumentos que se le debían en la parroquia por misas, entierros, casamientos y primicias no se cobraran. El albacea Pichardo fue haciendo cobros, ejecutando ventas, saldando deudas y realizando pagos parciales a la heredera durante dos años, hasta que el 13 de noviembre de 1783 liquidó el albacezgo. En total, le pagó $12,171 pesos, dos reales, producto de los bienes del difunto.

Y así termina la historia de don Ignacio Claudio de Mendoza. Sólo hay que añadir que en 1807 se mandó pintar su retrato para la parrqouia de Aculco, que nos lo muestra en su madurez, de tres cuartos, mientras mira al espectador. Viste hábitos sacerdotales negros y se halla parado frente a un escritorio. En éste reposa un libro, el sacerdote lleva otro más pequeño en la mano derecha. Su bonete -de tipo español- está colgado en una especie de armario. Al fondo se observa un pequeño altar doméstico con un cristo en la cruz. En el cuadro se colocó además la siguiente leyenda: "El licenciado don Ignacio Claudio Buenaventura de Mendoza dirigió esta parroquia el 1 de junio de 1772 a el 22 de octubre de 1780. En recuerdo. 1807".

sábado, 2 de julio de 2022

El derrumbe de la torre de Santa María Nativitas

Esta madrugada, durante la fuerte tormenta que cayó en nuestro municipio, la torre de la capilla de Santa María Nativitas fue alcanzada por un rayo y colapsó parcialmente. El daño es muy serio: el segundo y tercer cuerpo del campanario sufrieron la pérdida casi completa de uno de sus cuatro pilares y el cupulín del remate quedó partido por la mitad. Las piedras que cayeron tiraron uno de los pináculos neoclásicos de la fachada del templo y posiblemente dañaron también la bóveda. Tal como vi las cosas esta mañana que recorrí el lugar, es posible que esos dos cuerpos no tengan salvación y cuando se proceda la restauración del templo tendrán que demolerse para que después sean reconstruidos tal como eran. En todo caso, esa es una decisión que debe corresponder a personal técnico autorizado: no se debe proceder ahora a una demolición apresurada, pues no solamente se podría provocar una pérdida mayor para el patrimonio aculquense, sino también se podría incurrir en un delito federal.

Si bien es cierto que esta situación fue provocada directamente por un rayo, la torre -construida en 1856- tenía ya deterioros evidentes y cierta inclinación precisamente hacia el ángulo por el que ocurrió el derrumbe. Eso lo señalé en un texto publicado en este mismo blog hace ocho años. Esto escribí entonces:

Antes de emprender la restitución de elementos ornamentales faltantes y de su pintura, debieron atenderse por lo menos dos de los problemas que presenta esta capilla: el primero de ellos, las rupturas en las gárgolas que desaguan su bóveda y que producen escurrimientos que dañan y ensucian sus fachadas; el segundo, la falla estructural en la pilastra suroeste del tercer cuerpo de la torre, que provocó en tiempos anteriores que se cegaran los vanos del mismo para evitar su colapso, pero que aumentó la carga sobre los cuerpos inferiores. De hecho, la torre entera está inclinada en esa dirección.

La restauración que se llevaba a cabo por aquellas fechas (mayo de 2014) fue una oportunidad perdida para remediar esos problemas estructurales. Sin negar que el daño de este día lo causó directamente un rayo, tal vez estamos viendo también las consecuencias de no haber atendido el problema.

El templo de Santa María Nativitas tiene un gran valor, pues es el centro espiritual y material de este poblado. Conserva en su cruz atrial de 1678 uno de los elementos arquitectónicos fechados más antiguos del municipio. Su historia tiene además pasajes de gran interés e importancia que vale la pena recordar ahora y por eso copio aquí algunos párrafos que tengo publicados en otras entradas de este blog:

Viejas leyendas ligan con la fundación de Aculco a Santa María Nativitas (que recibía antiguamente también el nombre de Santa María Ximiní (probablemente del otomí xi'mini, cardón espinudo, o xaminí, un tipo de maguey). Un documento del Archivo Histórico Municipal fechado el 20 de octubre de 1923, afirma: "Por la tradición se sabe que el pueblo fue fundado por doce españoles que llegaron a lo que hoy es pueblo de Nativitas en donde pensaban fundar el pueblo de Aculco; pero que en vista de que carecían de agua se mostraban indecisos, y al ver una mañana que en punto de este lugar se levantaba una bruma, supusieron que debía existir agua, dirigiéndose en seguida al punto que les había llamado la atención encontraron un pantano. Que pretendieron fundarlo al lado norte del río; pero que, temiendo las inundaciones se decidieron por el lugar que hoy ocupa, habiendo encontrado bastante agua".

En efecto, crónicas mucho más antiguas parecen establecer una relación particular entre este poblado (al que se consideraba a principios del siglo XVIII barrio y no pueblo) y la cabecera. Incluso se le reconocía un origen simultáneo al de Aculco en la etapa de las congregaciones y la evangelización, como se puede entrever en el Expediente de composición de Tierras de Aculco, de 1712, que en copia de 1783 se conserva también en el Archivo Histórico Municipal: "No tenemos instrumento alguno más que la fundación de su asiento como pueblo formal donde fueron congregados muchos pueblos, o la cantidad de naturales de ellos para la educación de la Ley Evangélica en lo primitivo; por cuya razón este dicho pueblo con el barrio de Santa María, mediante el repartimiento que se les hizo de tierras por entonces, para sus labranzas y habitaciones, entrando las seiscientas varas que se asignan a los pueblos, tienen de longitud, como un [...] sitio de ganado menor y dos caballerías de tierra, sin tener demasías algunas".

En ese mismo documento se indica que Santa María Nativitas fue amparado en la posesión de sus tierras en tiempos del virrey marqués de Cerralvo (1624-1635) y que hacia la primera mitad del siglo XVII el "provisor de los naturales" don Manuel Bravo de Sobremonte mandó que sus vecinos reedificaran su iglesia y que ninguna persona se los impidiera. En la "vista de ojos" (es decir, una inspección presencial) llevada a cabo en 1712, la autoridad de la provincia de Jilotepec dio fe de sus condiciones por aquellos años: "... salí de este pueblo [de Aculco] el siete del corriente para efecto de reconocer este pueblo, con el barrio de Santa María, en compañía del Gobernador, Alcaldes y demás oficiales de República de este pueblo, Gerónimo de Medina intérprete, los testigos de asistencia y otras muchas personas, como a las siete de la mañana; y se fue reconociendo el pueblo todo bajando para dicho barrio que dista como media legua, y se llegó a él, donde hay como veinte ranchos de indios, y algunas milpas sembradas de maíz; y se reconoció lindar por el sur con tierras de una principala, por el norte con sitio de los mismos indios..."

Sobre su capilla, existe evidencia material y documental de por lo menos cuatro etapas constructivas: el templo original, que debió datar del siglo XVI, su reedificación en la primera mitad del siglo siguiente, la construcción de su cruz atrial, que lleva labrado el año de 1678 y la renovación neoclásica que le dio su aspecto actual en 1850, fecha que aparece en una lápida de la base de la torre.

En 1877, en el contexto de la agitación indígena en todo el Distrito de Jilotepec por la reivindicación de las tierras comunales (privatizadas en 1856) y bajo la influencia socialista de organizaciones como la Sociedad de los Pueblos Unidos y el Congreso Indígena, fue sorprendida una reunión de indígenas en la sacristía de la capilla de Santa María Nativitas. Tanto miedo causó, que el Ayuntamiento de Aculco llamó enseguida a los vecinos a la "defensa de la población en la sublevación que infundadamente están proyectando los indígenas".

En fin, ahora lo importante es presionar al INAH para que se evalúen y remedien los daños. Todos los monumentos históricos de propiedad federal de nuestro país cuentan con un seguro que asegura su recuperación en caso de desastre, por lo que en teoría no debe haber obstáculo económico alguno para su restauración y debería ser sólo cuestión de tiempo ver la torre reparada.

Si quieren leer más sobre Santa María Nativitas, aquí están las ligas para entrar a otros textos de este blog:

La cruz atrial de Santa María Nativitas.

De espaldas a la plaza: Santa María Nativitas.

De espaldas a la plaza: Santa María Nativitas.

De cómo joder una plaza.

Santa María Nativitas: algo de historia y una crítica a la restauración de su capilla.

Una cruz entre rejas.

Un ascenso a la torre de la capilla de santa María Nativitas.

Al tiempo: la afortunadamente desaparecida cancha de Santa María Nativitas.