lunes, 18 de enero de 2010

Puertas y portones

Entre los elementos de la arquitectura tradicional del pueblo de Aculco que más pérdidas han sufrido con el correr del tiempo y la intervención humana, se encuentran las puertas y portones. Esto se debe, por supuesto, a su propia naturaleza, ya que al estar hechos de madera su degradación es muy rápida cuando no se les trata con cuidado o se les deja sufrir los efectos de la intemperie. Pero su desaparición también ha sido provocada por causas menos naturales, como la necesidad de contar con accesos más seguros o el afán de lucro, pues algunos de los viejos portones del pueblo fueron vendidos y adornan en la actualidad casas situadas en Tlalpan, Coyoacán y San Ángel, los tradicionales barrios coloniales del sur la ciudad de México.

Quizá la mejor manera de realizar un recorrido por las puertas y portones que existen aún en Aculco, así como los que ya han desaparecido, es agrupándolos por sus características formales. Así, hablaremos de las puertas entableradas coloniales, las puertas claveteadas de la misma época, las puertas entableradas de los siglos XIX y XX, las sencillas puertas de duela y, finalmente, de las puertas contemporáneas que evocan alguna de estas tipologías.

Puertas entableradas coloniales

Sin duda son las más hermosas y su uso estuvo prácticamente limitado a las edificaciones más importantes del pueblo, tanto civiles como religiosas. Se les elaboró tanto en pequeño formato, para las puertas de las alacenas, como de grandes dimensiones, para cerrar las entradas principales. Su estructura está formada por casetones almohadillados cuadrados o rectangulares, ligeramente moldurados, que dan una apariencia elaborada a su superficie, con efectos de claroscuro muy agradables. Entre los ejemplos notables de este tipo de puertas podemos mencionar las siguientes:


Puertas de la parroquia de San Jerónimo, posiblemente de fines del siglo XVII y principios del XVIII.
Obsérvense los páneles labrados con escenas, escudos, símbolos y otros motivos en la parte superior, así como los casetones moldurados con curvas de la parte inferior.

Portón de la Casa de la familia Alcántara Terreros. Este portón de gran altura data posiblemente del siglo XVIII. Parte notable de él es su herrería, particularmente su chapa en forma de águila bícefala.

Antiguo portón de la desaparecida Casa de Ñadó. Este portón muestra un gran parecido con el anterior, aunque tamaño es ligeramente menor. Actualmente se encuentra ubicado en el número 7 de la calle José Canal.

Esta puerta, de dimensiones medias, pertenece a la capilla del pueblo de Santa Anna Matlavat. Nótense los tableros que adoptan la forma de cruces.

Esta pequeña puerta da acceso al claustro del covento de Aculco, desde el vestíbulo que se encuentra tras la portería. Véase cómo la menor dimensión de los tableros da a los casetones una apariencia de "cabeza de diamante".

Balcón en la casa de los Terreros. Aunque muy modificada y dividida en tiempos recientes, todavía se puede ver en esa casa esta hermosa puerta entablerada en una ventana que da hacia la calle Rivapalacio.

Puertas claveteadas coloniales

Al parecer, este tipo de puerta fue en Aculco más abundante que el entablerado en tiempos coloniales, aunque su destrucción ha sido mayor quizá debido a su menor interés estético. En general, se trataba de puertas también entableradas, aunque sus tableros eran mucho más grandes que los de la tipología anterior y no mostraban su almohadillado característico. Lo notable en ellas era las series de clavos de hierro de cabeza ancha, plana y redonda que les servían de adorno. El ejemplo más importante de este tipo de puerta fue de la Casa del Puente, que se dejó perder por simple negligencia y de la que sólo subsiste, en una colección particular, el postigo (es decir, la puerta pequeña, para peatones, que formaba parte de él). Otros ejemplos más son los siguientes:

Puerta en la Casa de los Arcos. Este inmueble, situado en la Plaza de la Constitución, conserva gran cantidad de detalles interesantes. Tal es el caso de esta pequeña puerta, con apenas cuatro filas de clavos y tableros sobriamente moldurados.

En el corral de la Casa de los Terreros se encontraba esta hermosa puerta claveteada, que quizá ya despareció debido a las modificaciones que ha padecido en los últimos años. Estaba dividida en cuatro tableros y mostraba seis filas de clavos. Aparentemente, nunca estuvo pintada ni barnizada.

La puerta de la sala de la Casa de los Terreros era también claveteada. Como se puede observar en esta fotografía tomada a fines de la década de 1990, sus cuatro hileras de clavos habían sido pintados de dorado.



La puerta de la botica de la Casa de los Terreros era también un bello ejemplar claveteado, que contaba además con una interesante mirilla. Fue desmontada y sustituida, como se observa en la segunda fotografía, por una puerta de fierro que intenta imitar las balconerías del siglo XIX de la misma casa. Por fortuna, la puerta antigua se conserva, sin montar, en otra casa del mismo pueblo.

En la entrada al vestíbulo del covento de Aculco se conserva esta puerta. Aunque poco visible por la propaganda y el mal ángulo, la hoja que abre a la izquierda es un elegante y sencillo ejemplo de puerta colonial claveteada.

Esta puerta del edificio del Despacho de la hacienda de Arroyozarco, apenas visible tras la tela de gallinero, es también claveteada. Dividida en cuatro tableros y con seis filas de clavos, éstos son de pequeñas dimensiones.

Estos restos de una puerta claveteada colonial se encuentran en la que fue la casa de don Domitilo Alcántara, en la esquina de las plazas de la Constitución y José María Sánchez y Sánchez. Es una verdadera pena que vestigios históricos como este continúen sin ser apreciados y se pierdan sin remedio.

Puertas coloniales sin ornatos.

En este apartado incluimos los portones que muestran prácticamente sólo la madera con la que están construidos, sin grandes herrajes ni motivos labrados. Aquí caben lo mismo las sencillas puertas elaboradas con simples tablones, que algunos ejemplares con tableros semejantes a los de la puertas claveteadas, pero que carecen precisamente de clavos ornamentales.

Un ejemplo de ello es esta puerta por la que se accede desde la nave de la paroquia hacia el claustro del antiguo convento. Como se puede observar, es muy semejante en su construcción a la puerta claveteada de la Casa de los Arcos.

La Casa de don Abrham Ruiz contaba con una gran portada de cantera labrada, en la que desmerecía un poco un sencillo pero inmenso portón. Pese a todo, era un ejemplar sólidalmente construido que merecía un mejor destino, pero al ser demolida la casa fue vendido y salió del pueblo.

Sencillo también pero parte original del inmueble es la puerta de la capilla de San Lucas Totolmaloya. Bien conservada aunque pintada de amarillo, su único adorno son los tablones en diagonal de los cuarterones inferiores.

Esta es una de las más sencillas puertas auténticamente coloniales de Aculco. Formada por simples tablones ligados con bien labrada herrería, se encuentra en una antigua troje de la hacienda de Arroyozarco.

Puertas entableradas de los siglos XIX y XX.

Aunque entableradas y con casetones resaltados como las de la primera tipología aquí presentada, estas puertas pertenecen a una época distinta y esto se observa sobre todo en el espesor de las maderas utilizadas, que son mucho más delgadas, en la profundidad menor de los rehundidos que rodean a las almohadillas, y en la menor cantidad de tableros en relación con el tamaño de las puertas.



La puerta del acceso principal a la hacienda de Ñadó se cuentra entre las más interesantes en esta categoría. Sus bien moldurados casetones se adornan en la parte superior con motivos circulares rehundidos, mientras que en la parte inferior se observan paños lisos. Pintada antiguamente en blanco, actualmente se ve como en la segunda fotografía, después de la restauración realizada en todo el inmueble.



La puerta del Bautisterio antiguo del convento de Aculco podría clasificarse quizá como un ejemplar de transición entre las puertas entableradas coloniales y las del siglo XIX. Pero esto ya no lo podremos saber nunca pues fue sustituida hace pocos meses con la puerta de menor calidad que se ve en la fotografía inferior, cuando se trasladaron a ese recinto las oficinas de la notaría parroquial.

En el mismo convento subsisten aún otras puertas entableradas del siglo XIX. Ésta que mira hacia la portería, por ejemplo, corresponde a la estancia en la que se encontraban hasta hace poco las oficinas mencionadas de la notaría parroquial.

El cancel de la parroquia de San Jerónimo, que ocupa el lugar habitual en el sotocoro, es posiblemente un mueble entablerado colonial modificado años después para agregarle las molduras curvas y cristales de la parte superior, seguramente con el fin de dar mayor luminosidad a la nave.



En el número 1 de la Plazuela Hidalgo, se encuentra esta portada de la segunda mitad del siglo XVIII que alberga un portón entablerado unos cien años más joven pero que se adecua perfectamente a él.

Este portón procede de la casa de don José María Sánchez Silva, en la Plaza de la Constitución, y fue removido de ella para colocarlo en la casa de Aldama no. 8, cuando ambas propiedades pertenecían al mismo dueño.

Finalmente, este gran portín entablerado del siglo XIX corresponde a la casa conocida como "Las Tres Naciones" (por el nombre de la tienda que ahí existió), situada en la esquina de Manuel del Mazo y Allende.

Una variante muy frecuente en esta categoría son las puertas utilizadas en ventanas y balcones, en las que los casetones superiores son reemplazados por vidrios para la mejor iluminación de los interiores. Dado que en tiempos coloniales el vidrio para ventanas era escaso y caro, los más antiguos de estos ejemplares se pueden atribuir al siglo XIX.


Puertas de duelas.

Este modelo de puerta fue, por mucho, el más abundante en las construcciones históricas aculquenses, aunque eso se debe probablemente a la sustitución de las puertas más antiguas por modelos más sencillos y baratos en épocas de penuria. Consistía en largas y delgas tablas colocadas verticalmente o en diagonal sobre una estructura de pies derechos y travesaños de madera más gruesos.



Un magnifico ejemplo era la puerta de la Casa de Hidalgo, que lamentablemente desapareció hace ya varias décadas, sustituida por una puerta metálica, como se observa en la segunda fotografía. Este modelo, con duelas colocadas en diagonal, fue muy frecuente e incluso el convento tenía una de este tipo, en la entrada que daba hacia la calle José Canal.

En la carpintería de la hacienda de Arroyozarco se construyeron a principios del siglo XX algunos ejemplares de puertas de duelas colocadas de manera vertical. Ésta, que se encuentra en el edificio del Despacho de dicha hacienda y que cuenta con un postigo, es prácticamente idéntica a la que exisitió en la Casa de don Juan Lara Alva y que fue montada después en la Casa de la familia Lara Mondragón, donde permanece.

A un lado de la anterior se encuentra esta pequeña puerta, también construida con duelas molduradas.

En la sala de la Casa de la familia Lara Mondragón, subiste esta puerta de duela, muy semejante a la anterior.



En esta olvidada casa de la calle de Aldama, alejada del centro del pueblo y por ello poco conocida, pero que conserva bien sus rasgos arquitectónicos del siglo XVIII, existió también un portón de duelas, apenas distinguible en la fotografía superior. Actualmente ha sido reemplazado por una reja metálica.


Puertas modernas

Naturalmente, entre las puertas modernas que se pueden ver en la zona antigua de Aculco existe una variedad casi infinita. No pretendemos por ello presentar un muestrario extenso, sino sólo los ejemplos que nos han parecido representativos de esta variedad, haciendo énfasis en errores y aciertos.

A mediados del siglo XX, don Mateo Espinosa (hermano de Ignacio, epónimo del pueblo, realizó importantes reparaciones al inmueble conocido como Casa de Ñadó, en la esquina de la Plaza Juárez y la calle Manuel del Mazo. Al efecto, mandó fabricar con mucho acierto este portón casetonado de cedro, que evocaba a otro viejo portón que existía en la casa. Ambos, el antiguo y el moderno (aquí en la fotografía), fueron incorporados a la Casa de don Juan Lara Alva al ser demolida aquélla en la década de 1970.

El mismo don Mateo Espinosa mandó fabricar un portón casi gemelo al anterior para su finca del Molino Viejo. Aunque descuidado, se puede considerar todavía como una aportación valiosa a esa propiedad.

La puerta casetonada de la Casa del Padre José Canal, en la calle del mismo nombre, es también un ejemplo moderno, de la década de 1990, que sin duda contribuye a poner en valor el acceso de piedra labrada.

Puertas, como ésta de la Casa del Padre José Canal, que evocan los claveteados coloniales comenzaron a hacerse frecuentes a partir de 1978, cuando se utilizaron en la obra del Mercado Municipal y Conjunto Jorge Jiménez Cantú. El modelo más usual está formado por una estructura metálica aparente, con duelas atornilladas y clavos de cabeza redonda.

La puerta nueva del viejo mesón transformado en Hotel Chávez recuerda también las puertas claveteadas coloniales aún con mayor acierto, pues carece de la estructura metálica. Nótese la curiosa alternancia de clavos grandes y pequeños.





Estos tres ejemplos del mismo tipo de puerta, que corresponden a la casa construida en una parte del solar de la Casa del Puente (arriba) y en la Casa y Portal de don Alfonso Díaz (las dos inferiores) resultan, al contrario, realizaciones estéticamente fallidas. Las razones: sus proporciones, la incorporación de láminas de fierro, fallas en el ritmo de colocación de los clavos y en las subdivisiones de las puertas, y el tratamiento de la madera con barniz "natural".

Un portón muy reciente es éste que susutituyó a una vieja y fea puerta de fierro que durante años cerró la entrada de la capilla de la hacienda de Arroyozarco. Austera y de no mal diseño, desafortunadamente fue ejecutada en madera de poca calidad, llena de nudos, y el acabado en barniz "natural", ya cayéndose, tempoco le favorece.

Esta puerta de madera entablerada en un balcón de la Casa del Padre Canal, bien elaborada reemplazó hace poco más de 15 años a otra antigua, casi idéntica, que se encontraba ya en muy mal estado de conservación.


Pero más frecuente que el uso de madera, ha sido el del fierro para elaborar puertas de nueva factura para las casas de la zona antigua de Aculco. En la foto superior, un portón metálico en una troje de la hacienda de Ñadó, en la inferior, un portón de igual condición en el corral de la Casa de los Alcántara Terreros. Ambos son ejemplos clásicos de decenas de puertas que, sin pena ni gloria, reemplazaron a otras de madera.

También las puertas de los balcones han sido reemplazadas en muchos casos por nuevas puertas metálicas, muchas de las cuales intentan reproducir el aspecto que tuvieron las originales, como en esta casa ubicada en la calle Morelos.

Esta reja, de buena factura, se colocó hace ya muchas décadas en la Casa de doña Emilia Guerrero, de la calle de Aldama. Al reconstruirse ésta a fines de la década de 1980, se le mantuvo en su sitio, con el agragado de las láminas que cierran la vista al interior.

La puerta de la capilla de Santa María Nativitas es un buen ejemplo de la incorporación deficiente de una puerta nueva -en este caso de hierro y vidrio- a un inmueble histórico.

Pero las cortinas metálicas son el verdadero enemigo para la dignidad de los inmuebles del centro histórico de Aculco. Aunque su uso ha estado restringido a través de los Bandos Muicipales, han proliferado en las zonas aledañas al mercado municipal, la calle Hidalgo y la calle de Abasolo. Ésta se encuentra en la Casa de la familia Chávez, en la calle de Iturbide.