miércoles, 25 de mayo de 2011

Encinillas: casi un pueblo fantasma

La capilla de Encinillas, uno de los pocos edificios antiguos que continúan en pleno uso.

En la selección de sitios incorporados al proyecto del Camino Real de Tierra Adentro para su declaratoria como parte de la Lista del Patrimonio Mundial de la UNESCO, privó en muchos casos el criterio de la buena conservación de los vestigios y conjuntos urbanos por encima de consideraciones históricas e incluso de las magníficas posibilidades de rehabilitación de algunos de ellos. Así, sitios de importancia capital en esa antigua vía, como el Mesón de Arroyozarco, quedaron fuera de la declaratoria, aunque formando parte de una "lista tentativa" con vistas a su futura integración. Pero muchos más lugares no corrieron con tanta suerte. Fue éste el caso de Encinillas -antiguamente parte del territorio aculquense y actualmente ubicado en el de Polotitlán- uno de los puntos esenciales para el conocimiento del Camino Real de Tierra Adentro en esta región.

La loma en la que se asienta Encinillas, vista desde la autopista México-Querétaro.

La antigua ranchería de Encinillas (actualmente con el estatus eufemístico de "delegación municipal") se localiza a unos cinco kilómetros de Arroyozarco y diez de Polotitlán de la Ilustración, cabecera municipal. Hacia 1733 se le llamaba "Pedregal de las Encinillas" y justo ahí se colocó entonces la mojonera 81 de la hacienda de Arroyozarco, que delimitaba las tierras de esta propiedad hacia el poniente y las de Miguel Rodríguez Vaca del lado oriente.

Rodríguez Vaca era, además de poseedor de tierras, un próspero dueño de recuas y arriero él mismo. Con su hatajo de 130 mulas efectuó en 1725 un viaje para las misiones jesuitas de California desde Arroyozarco hasta el puerto de Matanchel (hoy Nayarit), cuya carga incluyó un órgano, un retablo y decenas de otros efectos que se detallan en el libro Antigua California: mission and colony on the peninsular frontier, 1697-1768 , escrito por Harry Crosby. Es muy probable que las instalaciones para resguardar sus animales, arreos y carga fueran el núcleo a partir del cual se desarrolló Encinillas a lo largo de los siglos XVIII y XIX. Con sus ventas, fondas y corrales pasó de simple punto de remuda a conocido y ajetreado paraje que competía con el antiguo mesón de Arroyozarco.

Construcción abandonada del siglo XIX en Encinillas.

Numerosos viajeros de los siglos XVIII y XIX dejaron testimonio de su paso por Encinillas. Uno de ellos fue Nicolás de Lafora, quien en su viaje hacia las provincias del norte de la Nueva España en 1766 escribió:

... en medio (de Arroyozarco y Ruano) se halla el ranchito de las Encinillas, donde se coge una corta porción de maíz, destinando a este fin una pequeña parte de tierra; toda la demás que se ve en los contornos sólo sirve para pastos (Nicolás de Lafora, Relación del viaje que hizo a los presidios internos situados en la frontera de la América Septentrional, Robredo, México, 1939, p. 37)

Años después, durante la Guerra de Independencia, Encinillas es mencionada con frecuencia como punto recurrentemente ocupado por los realistas y atacado por las tropas insurgentes de los principales cabecillas de la zona: el coronel José Rafael Polo, Magos, los Villagranes, Epitacio Sánchez, Joaquín Gutiérrez, Herrero y Quintanar. (González-Polo, Ignacio. Apuntes para la historia de un guerrillero. Boletín del Instituto de Investigaciones Bibliográficas de la UNAM. Segunda época, no. 6. 1992. p. 269).

Viejo portal que daba hacia el Camino Real de Tierra Adentro. El inconcluso agregado moderno de la parte superior no hace sino subrayar el abandono.

En 1852 el pueblo de Polotitlán obtuvo su separación política respecto de su antigua cabecera de Aculco. Unas décadas más tarde, en 1875, los habitantes de la ranchería de Encinillas, las haciendas de Arroyozarco y Cofradía Grande, así como los poblados de San Francisquito, Thastó, la Cañada, el Tejocote, Fresno, Loma Alta y la Soledad, elevaron a la Cámara de Diputados del Estado de México una solicitud para incorporarse a aquel nuevo municipio, argumentando que

El naciente municipio de Polotitlán ha dado siempre pruebas inequívocas de que atiende con verdadero escrúpulo los ramos que constituyen la vida independiente de los pueblos. Se afana por difundir la educación a todas las clases de la sociedad y con particularidad a la más pobre; sus fondos se administran con pureza y se emplean verdaderamente en el objeto de su institución y en general se empeña siempre en mejorar su porvenir.


Encinillas, anotado en el Manual de Geografía y Estadística de la República Mexicana, de Jesús Hermosa, de 1857.

El Congreso aceptó la petición, cambió el estatus de Polotitlán de municipio a municipalidad y le incorporó aquellas demarcaciones, incluso también la del pueblo de San Francisco Acazuchitlaltongo que no deseaba hacerlo. Los aculquenses, por supuesto, no se resignaron a perder esos territorios y tras algunas reclamaciones obtuvieron en 1877 que les fueran devueltas las haciendas de Cofradía Grande y Arroyozarco, pero no Encinillas, mientras Polotitlán recibía, casi como premio de consolación, el título de "villa" y el apellido "de la Ilustración" (González-Polo, Ignacio. Polotitlán de la Ilustración en el Estado de México, Gobierno del Estado de México, 1971, p.98). Encinillas quedó así del lado polotitleco pero justo en la frontera que delimita desde entonces ambos municipios. En 1931, durante la Reforma Agraria, cuando a los habitantes de Encinillas se les dotó con tierras ejidales, se les asignó una extensión de 868 hectáreas que formaban parte del latifundio arroyozarqueño. De tal manera, en nuestros días la comunidad de Encinillas está en Polotitlán, mientras que el ejido de Encinillas se encuentra en Aculco.

Mesón con características de los siglos XVIII y XIX.

A partir del siglo XIX se consideró a Encinillas y a su vecina Tenazat o Tenazdá como rancherías "unidas", quizá con el sentido actual de "conurbadas". En ambas se asentó una de las principales familias de esos parajes, los Romero, de los que ya en 1846 pudo escribir Domingo Revilla (de quien hablaremos en un próximo post), al referirse a los grandes charros de su época: "los inteligentes Romeros de Tenazat, en cuya familia desde el más grande hasta el de ocho años manganea, laza, colea y arrienda un caballo con destreza" (Rafael Álvarez del Villar. Historia de la charerría, México, Imprenta Londres, 1941, p. 136). A esta familia pertenció Velina Romero, madre de Sara Pérez, la esposa de Francisco I. Madero. Originarios de Encinillas y también emparentados con ellos estuvieron el coronel Antonio Romero, que peleó en la Revolución bajo el mando del general Francisco Murguía y su hermano Felipe, dirigiente agrario que convirtió el manejo del distrito de riego de Arroyozarco en una especie de beneficio familiar hasta hace muy pocos años.

Troje cuarteada, coronada por nopales.

Después de la Guerra de Intervención (1862-1867) el Camino Real de Tierra Adentro entró en franca decadencia. Muestra de ello es la carta que el administrador del mesón de Arroyozarco, don Miguel Tejada, dirigió en 1868 al Ayuntamiento de Aculco solicitando la reducción de impuestos con que habían sido gravados


... los establecimientos de tienda, hotel y mesón de esta Hda. que son a mi cargo, en la suma de cinco pesos cuatro reales, y siendo en la actualidad el comercio en este punto sumamente pasivo, no puedo por lo mismo reportar tal impuesto sin sufrir un gravamen que daría por resultado la ruina completa de dichos establecimientos, que a más de lo escaso del comercio, es muy limitado el capital que en ellos se gira, llegando a tal estado de miseria, que hay días y no muy raros que no transita un solo pasajero en la diligencia.


Aunque encarpetado, el Camino Real de Tierra Adentro mantiene su trazo al pasar por encinillas, bordeado por cercas de antiguos corrales.

Los parajes cercanos que habían prosperado (o por lo menos se habían sostenido) con el tránsito por el Camino de Tierra Adentro resintieron también esta situación. Tal fue el caso, por supuesto, de Encinillas. Julián Lara, auxiliar del Ayuntamiento de Aculco en el lugar, se dirigió al Alcalde comunicándole acerca de


... la escasez de recursos en que esta ranchería se encuentra a consecuencia de que, como siempre ha contado con el poco comercio que antes había con el camino carretero antes establecido, y hoy éste está cortado en su totalidad, y los vecinos de ésta están careciendo de todos recursos.


Pero la verdadera muerte del Camino en estos parajes llegaría sólo con el ferrocarril. Esto sucedió con fecha exacta: el 22 de marzo de 1882, cuando el primer tren del Ferrocarril Central Mexicano en su trayecto México–Querétaro pasó por las estaciones de Dañú y Polotitlán, las más cercanas a Aculco. El maltratado Camino Real no ofrecía mucha competencia a los tres trenes diarios de este ferrocarril (uno para 250 pasajeros, y dos de carga de 300 toneladas, todos en viajes de ida y vuelta), y éste se convirtió rápida e indudablemente en “el mejor medio de transporte”, como fue llamado ya en 1897.

Según se advierte, el dintel y lajamba derecha de este acceso fueron reconstruidos con alguna negligencia después de caer.

Acelerado por la Revolución y la emigración del campo a la ciudad, Encinillas cayó en un profundo abandono del que son muestra elocuente los vestigios de trojes, mesones, corrales y otras construcciones. Cierto es que en las décadas más recientes el poblado ha recuperado población y numerosas casas modernas dan testimonio de ello, pero por alguna razón que desconocemos, pocos intentaron reutilizar las viejas construcciones y éstas permanecen aún como arruinado testimonio de los tiempos idos: un pueblo fantasma al lado de un pueblo vivo.

El inicio del otoño en Encinillas.

Todas las fotografías ue acompañan a este texto (excepto la que corresponde a Google Street View) pertenecen a Víctor Manuel Lara Bayón.