
A espaldas de la Presidencia Municipal, en la Plaza José María Sánchez y Sánchez, se pueden admirar todavía los restos de lo que fue una de las casas más elegantes de Aculco: la Casa del Puente.
Aunque muchos creen que su nombre deriva del portal de tres arcos que tiene al frente, y que comunica la plazuela con la calle de Iturbide, parece ser que en realidad su nombre deriva de un verdadero puente que se construyó a su frente hacia fines del siglo XVIII o principios del XIX para salvar las barranquillas que formaban los arroyos pluviales en este sitio, y que formaban un sumidero usado como basurero. Este descampado fue llamado Plaza José María Sánchez y Sánchez en 1912 en hornor a un memorable vecino de Aculco que en tiempos de malas cosechas adquirió grandes cantidades de maíz para su venta en el pueblo, sin obtener por ello utilidad alguna.
Hacia la segunda década del siglo XX, un Ayuntamiento vendió la parte más irregular de esta plaza, el sumidero del que hemos hablado arriba, a los propietarios de la casa que conocemos como de don Loreto Alcántara, quienes lo bardaron de inmediato. Con ello quedó fuera de la vista la barranca, pero la plaza se transformó en sólo una calle ancha que remataba precisamente en el portal de la Casa del Puente y éste quedó como único paso hacia la calle Iturbide.
Muchos años después, en 1974, cuando se construýó el nuevo Palacio Municipal en el sitio de la Casa del Quisquémel, se creó a sus espaldas una plaza al quedar inconcluso el proyecto por el que se habría levantado ahí una segunda ala del edificio. Con ello, el nombre de Plaza José María Sánchez y Sánchez volvió a cobrar sentido.
Al intentar rastrear la historia de la Casa del Puente, hemos encontrado que pudo tratarse de la casa de don Bernardo Ecala Guller, a la que a principios del siglo XIX se hacía referencia como "El Puente de don Bernardo". Ecala, navarro de origen y perteneciente a la nobleza de España, primo de Tomás de Ecala, propietario de la casa más hermosa de la ciudad de Querétaro, llegó a Arroyozarco como sobrino de uno de los jesuitas que administraban la hacienda, el padre Blas Guller. Tras la expulsión de los jesuitas en 1767, Ecala quedó a cargo de la administración de Arroyozarco, aunque con poca fortuna atribuida a su juventud e inexperiencia.
Extrañamente, al concluir su encargo en Arroyozarco, Ecala permaneció en la zona. Compró el rancho de El Judío (que aún conserva el nombre) y, presuntamente, La Casa del Puente. Hizo testamento en 1819, residiendo en Aculco, gracias al cual conocemos todos estos datos.
Durante la primera mitad del siglo XX, la casa pertenció a los Jasso, dueños también del rancho de Ávalos, cerca del salto de la Concepción. Según cuentan, era una casa muy elegante, con sótanos (lo que la distinguía de cualquier otra casa aculquense), paredes cubiertas con papel tapiz, una escalera digna de un palacio de la que todavía conocimos los restos y un gran patio rodeado por corredores con pilastras toscanas. En la segunda planta, la azotea del portal servía como terraza, mientras que sobre la calle de Iturbide se abría un mirador con columnas de madera. Esta casa era notable también por albergar el único piano de cola que existía en Aculco.
En los años 60, la casa fue adquirida por un nuevo propietario, quien parecía más interesado en hacer caso a las historias de dinero enterrado comunes a cualquier casa antigua que a conservar la casa. La demolió casi en su totalidad. Solamente se conservó la planta baja de la fachada, el gran portón claveteado, parte del cubo de la escalera, dos habitaciones hacia la calle de Iturbide y parte de los sótanos. El terreno fue fraccionado en dos porciones, una que abarca todo el portal y otra con fachada hacia la calle de Iturbide.
Así llegó a la remodelación de 1974, cuando se pintó el exterior, se arregó el portal y el interior siguió en ruinas. Por más de veinte años permaneció en ese estado, deteriorándose día a día los elementos sobrevivientes, como el gran portón de madera que desapareció hacia 1995. Poco después, los propietarios de la segunda porción que da hacia la calle de Iturbide demolieron los restos que quedaban ahí y levantaron en su sitio una casa de aspecto rústico, que reutilizó las piedras existentes en el solar.
La primera porción de la casa, la del portal, continúa abandonada. Al parecer, un litigio por herencias ha impedido la construcción de un nuevo inmueble en su lugar.






