domingo, 5 de diciembre de 2010

De cómo joder una plaza

Se luce como un logro lo que es una pérdida.

Cátedra magistral nos ha dado el Ayuntamiento de Aculco, en unión con el diputado federal Héctor Velasco Monroy, de cómo transformar una antigua plaza en un bodrio ajeno a los valores urbanos que corresponden naturalmente a un espacio público de esa naturaleza, en lugar de subrayarlos. Al hacerlo, han hecho gala de poseer una concepción urbana y estética barriobajera que seguramente muchos aplaudirán, sin percatarse realmente de lo que significa que aquel sitio haya perdido su sentido y carácter original.

Vista general de la "cancha de usos múltiples".

En un post anterior titulado "De espaldas a la plaza: Santa María Nativitas", escribimos acerca de la particular disposición de la plaza principal de este poblado aculquense:

Curiosamente, y como ejemplo único en el municipio de Aculco, la plaza del pueblo de Santa María Nativitas no se extendía también al frente de la capilla, ni siquiera a uno de sus costados, sino en la parte posterior. Quizá por esa razón, al convertirse por su ubicación en fachada visible, el ábside de la capilla tiene mayor importancia en ésta que en otras capillas aculquenses. Pero lo es, más que por su ornamentación, por sus volúmenes.


El ábside, cuya hermosa vista es ahora imposible disfrutatr gracias a la nueva cancha.

Una plaza, antes que otra cosa, debe ser una plaza. Es decir, un espacio abierto, libre, descubierto, que funciona como núcleo de la vida urbana y permite múltiples actividades. Pero para algunos una plaza es solamente un baldío, inútil, que hay que ocupar de alguna manera. De ahí que en muchas se hayan construido mercados permanentes, otras se convirtieran(por lo menos con más sentido estético) en jardines y alguna más sirva de estacionamiento. En el caso de la Plaza de Santa María Nativitas y gracias a las autoridades locales que no pudieron encontrar mejor lugar para edificarla, ahora es una cancha de futbol rápido a la que, más como eufemismo que como realidad, se le bautizó como "cancha de usos múltiples".

Obsérvese el deprimente acabado exterior de la cancha y los angostos callejones que ha dejado esta obra.

La cancha en cuestión consiste en un cercado de tabicón (aparente por el exterior y aplanado en el interior) de cerca de un metro de altura, que se eleva un poco más en los extremos oriente y poniente, donde están las porterías. Sobre el murete se levanta una barrera de malla ciclónica sostenida por postes metálicos. No podían faltar, por supuesto, las pintas habituales a las que nos tienen tan mal acostumbrados los gobiernos y que vulgarizan todos los espacios intervenidos por ellos, en los que aparece el charro logotipo de la administración municipal actual, lemas de gobieno, escudos municipales, etcétera. Aunque la obra está concluida e inaugurada, no faltan por ahí las varillas peladas que son en México casi una tradición urbana.

Lado orientede la cancha. Nótense al fondo los portales y la reja de la escuela, edificaciones que antes prestaban una apariencia mucho más digna a este espacio.

Entre los muros de tabicón y los edificios que rodean la ex-plaza, entre ellos el hermoso ábside de la capilla de la Natividad de Nuestra Señora, sólo se dejaron unos angostos e inútiles callejones que seguramente sólo servirán de orinal.

Ha sido un grave error convertir esta plaza en una cancha con estas características. Antes bien debió dignificarse en su sentido cívico, como centro que es del poblado, aunque sus dimensiones sean pequeñas. Ofrecía, gracias a la presencia de árboles maduros, la magnífica oportunidad de ajardinarlo, cerrarlo al tránsito y convertirlo en el espacio de convivencia cotidiana que debía ser. El Ayuntamiento y el diputado Velasco Monroy le han robado a la población de Santa María Nativitas su espacio publico más entrañable al edificar esta cancha en su plaza. Ojalá alguna autoridad futura, más sensata, se lo devuelva y lo dignifique.

Nótese la mínima distancia que se guardó entre la portería y el ábside de la capilla.