La hacienda de Cofradía tiene su origen en tierras pertenecientes a la nobleza otomí, cedidas más tarde (en el siglo XVII) por la india cacique Rosa María Francisca de los Ángeles a la Cofradía de la Purísima Concepción (de indígenas) fundada en la entonces vicaría y hoy parroquia de San Jerónimo Aculco.
Conforme a la Ley de desamortización -privatización- de los bienes comunales y de "manos muertas", promulgada en 1856, los bienes de las cofradías pasaron a propietarios particulares, en el caso de esta hacienda a las de la familia Romero, y poco despúes a don Ramón Pérez, administrador de la hacienda de Arroyozarco, quien la heredó a su familiar Macario Pérez, el primero de este nombre.
Macario Pérez Sr., también administrador de la hacienda de Arroyozarco, pasaría a la historia local como el prototipo del hacendado porfiriano: cruel, ventajoso, comprador de jueces, y con muchos "ahijados" sin padre conocido... Entre los cuatro hijos que sí reconocio se encontraba una niña, hija de Velina Romero: Sara. Años después, en 1903, se convirtió en esposa del que sería caudillo iniciador de la Revolución Mexicana, Francisco I. Madero.
La muerte de Macario Pérez en 1909 dejó la hacienda de Cofradía en propiedad de sus hijos y administrada por uno de ellos: Macario Jr. Fue él quien le dio mucha de su fisonomía actual, entre otras cosas con la elaboración de los diez murales que el pintor charro Ernesto Icaza ejecutó en los años de 1910, 1916, 1920 y 1923 -aunque Luis Ortiz Macedo opina que datan de entre 1908 y 1913- en los corredores del patio principal. Aunque el mayor, no es éste su único tesoro. En lo que se refiere a lo arquitectónico, el patio de la hacienda de Cofradía guarda la más hermosa serie de columnas toscanas que existe en el municipio, y el portal exterior de la casa principal es una bella muestra del trabajo de los canteros de principios del siglo XX.
En lo que respecta a lo histórico, la propia hacienda es en sí misma un documento, pero existe además en ella, empotrada en un muro de la capilla, la gran piedra con la leyenda "Aquí celebrando misa", sobre la que supuestamente el cura Miguel Hidalgo celebró la eucaristía en visperas de la Batalla de Aculco del 7 de noviembre de 1810. Esta piedra fue llevada de su emplazamiento actual desde el punto conocido como "El Salto".
Después de Macario Pérez, la propiedad -ya muy mermada por la reforma agraria, pues quedó reducida prácticamente al casco de la hacienda- fue vendida a don Armando Hernández, banquero, en cuya descendencia se conserva. Don Armando remodeló algunas viejas trojes para convertirlas en habitaciones, capilla, etc., y construyó las chimeneas que alegran los tejados de la vieja casa.
Lamentablemente, parece ser que el interés de sus actuales propietarios por la hacienda de Cofradía ha decaído mucho. Nos llegan noticias de que su deterioro avanza y que incluso el servicio eléctrico ha sido suspendido. También nos informan que su rescate ha sido propuesto a Rafael Tovar y de Teresa, hasta hace poco titular de la Comisión del Bicentenario, y aún a Carlos Slim, sin que se haya concretado nada. Incluso parece ser que quienes elaboran actualmente el expediente del Camino Real de Tierra Adentro para su designación como Patrimonio de la Humanidad, que incluirá al casco antiguo de Aculco, no han puesto suficiente atención a la importancia de esa hacienda.
Curiosamente, aunque por lo menos tres publicaciones desde la década de 1960 han reproducido los murales de la hacienda de Cofradía, ninguna de ellas ha presentado a los once existentes. Por ello, en próximos posts habremos de mostrarlos completos aquí, si bien algunos de ellos a partir de fotografías muy deficientes.
En fin, va esta llamada de alerta cuando aún es tiempo de rescatar este monumento histórico y sus pinturas murales. Ojalá no tengamos que lamentarnos en el futuro por su desaparición.




