domingo, 3 de julio de 2011

El balcón de tía Esther


El balcón de tía Esther, en su casa, hacia la Plaza Juárez.


¿Cuándo dejaré de extrañarte?; ¿cuándo aprenderé a sentir como un hogar cualquier otro sitio? ¡Ah, dichosa casa! ¡Cómo podrías saber lo que sufro al verte ahora desde este lugar, desde donde puede que no vuelva a verte! ¡Y ustedes, árboles que me son tan familiares! Pero ustedes, ustedes seguirán iguales. Ninguna hoja se marchitará porque nosotros nos vayamos, ninguna rama dejará de agitarse aunque ya no podamos mirarlas. No, seguirán iguales, inconscientes del placer o la pena que ocasionan e insensibles a cualquier cambio en aquellos que caminan bajo sus sombras.
Pero, ¿quién quedará para gozarlos?


Jane Austen, Sense and sensibility, cap. V.


Esta entrada con la foto del balcón de tía Esther y el texto de Jane Austen que lo acompaña la tenía escrita desde hace tiempo, pero había preferido dejarla sin publicar, más como una nota personal que como algo que quisiera compartir. Pero este fin de semana me lo he pasado recordando a mi tía, su voz, su ternura, sus canas, el amor irrestricto que demostraba a sus sobrinos, siempre en el marco incomparable de su hermoso caserón. Éste era, en realidad, como parte de ella misma, y no podría ser de otra forma si vivió ahí durante siete décadas.

Por ello, y aunque hace ya 22 años que tía duerme en en el sepulcro, ese lugar que su sola presencia convertía en un hogar para quienes tuvimos el enorme privilegio de conocerla y disfrutarla. nunca dejará de ser simplemente la "casa de tía Esther". Y hoy, al ver ese balcón, se me antoja imaginar que todavía me puede ver desde detrás del visillo, sentada en su silla de ruedas como en los últimos años, con la enorme dulzura de sus ojos opacos por la edad...