viernes, 23 de mayo de 2008

Ñadó: sentimientos encontrados

Debo reconocer que llegué a la hacienda de Ñadó cargado de prejuicios contra su restauración (realizada en los años 90) y salí de ella convencido de que, sin dejar de creer que algunos criterios aplicados son discutibles, el resultado es magnífico. Quizá el mejor ejemplo de restauración de un inmueble histórico en Aculco, junto con la Casa del Padre José Canal.

Van aquí las fotos y comparaciones entre lo que fue y lo que es.

Pérdidas viejas

Sería injusto afirmar que sólo en los tiempos modernos ocurren destrucciones en nuestros pueblos y ciudades históricos. Al contrario, la destrucción y reconstrucción eran anteriormente tan cotidianas como hoy, entre otras cosas porque no se tenía una perspectiva histórica que permitiera apreciar lo antiguo de la manera en que hoy lo hacemos.

Hoy sabemos que los vestigios que quedan de los tiempos idos son valiosos por sí mismos e ireemplazables, pero esta convicción aún es difícil de comprender para algunos, como los que actualmente "embellecen" el pueblo de Aculco destruyendo aquí y allá lo verdaderamente hermoso por auténtico y original.

Aquí van dos ejemplos de viejas mutilaciones de nuestro patrimonio histórico.


Este relieve ocupa la parte central del segundo cuerpo de la fachada de la parroquia. Representaba al santo titular de este templo, San Jerónimo, en su etapa de ermitaño, por lo que aparece casi desnudo. A la derecha, dentro de lo que parece ser una cueva, aparece un león, símbolo de este santo. Lamentablemente la hornacina fue mutilada y escondida al colocar en 1914 la placa conmemorativa de la reparación de la parroquia después del temblor de 1912. En los años cincuenta, los padres agustinos descubrieron el relieve original y lo dejaron a la vista.

ACTUALIZACIÓN 24 de octubre de 2011: El nicho de San Jerónimo de la parroquia de Aculco antes de su mutilación, tomado de un dibujo de 1838.


Los relieves que se encuentran a los lados de la anterior, en las calles laterales de la fachada, estuvieron también ocultos por muchos años y se encuentran también mutilados. Se trata de un par de escudos franciscanos que se remontan a los tiempos en que existió aquí un convento de esa orden. Como se puede apreciar al observar con cuidado, tuvo un marco y un repisón que ya no existen, además de la evidente ruptura de uno de los brazos.

ACTUALIZACIÓN 24 de octubre de 2011: Escudo franciscano de la parroquia de Aculco antes de su mutilación, tomado de un dibujo de 1838.

Escudo franciscano de la capilla de la Tercera Orden Franciscana de Huichapan, Hgo. Posiblemente el enmarcamiento destruido tuvo un aspecto parecido a éste.


En esta vieja fotografía, de 1945, se observa claramente cómo esta serie de relieves y algunos más de la fachada de la parroquia estuvieron cubiertos durante años, hasta que los frailes agustinos encargados de la parroquia de Aculco los recuperaron en la década de los cincuenta.

La Casa de Hidalgo, caricatura de lo que fue un edificio histórico

Con seguridad, el monumento histórico de mayor significación en Aculco, ahora que se acerca el bicentenario de la independencia de México, es la llamada "Casa de Hidalgo", lugar en el que pernoctó el Padre de la Patria las noches del 5 y 6 de nociembre de 1810, vísperas de la batalla de Aculco del 7 de noviembre. Resulta por ello una ironía que precisamente bajo un programa denominado "Pueblos con Encanto del Bicentenario", las autoridades municipales de Aculco hayan transformado su fachada y concretado así una serie de cambios que han dejado al edificio convertido en una caricatura de lo que fue.

Van por ello una serie de fotografías e imágenes históricas y actuales que no nos dejarán mentir.

ACTUALIZACIÓN 24 de octubre de 2011: La casa de Hidalgo, tomada de un dibujo de 1838, que nos la muestra en el estado en que debió conocerla el propio Cura de Dolores al descansar en ella 28 años antes. Nótese que la portada de cantera es la misma, excepto quizá por el cerramiento curvo. Tenía por encima un nicho, ménsulas, un alargamiento de las jambas al estilo del siglo XVIII y algunas labores de argamasa, todo ello desaparecido antes de que se tomaran las fotografías que siguen. Era habitada entonces por Ignacio Basurto Ríos.

ACTUALIZACIÓN 30 de noviembre de 2011: La casa de Hidalgo según una fotografía publicada en el periódico El Heraldo del Hogar en 1908. Había perdido ya muchos de sus adornos barrocos.


Una panorama de Aculco hacia el noroeste desde la torre de la parroquia, a principios de los años 40, nos permite conocer el aspecto general de la Casa de Hidalgo en estos años, que se muestra a la derecha de la fila de arbolitos que asoman tras el muro del atrio. La casa había perdido ya su segundo piso original a causa del terremoto de 1912.


La fachada de la casa como se veía en los años sesenta. La cruz que la remataba (de la que asoma apenas la base) y el portón de madera ya no existen.

ACTUALIZACIÓN, 26 de enero de 2012, Una vista de la casa en 1973.


El portal esquinero de la casa y la tienda (entonces una pulquería) como se veían en 1901.


En los años setenta, el portal esquinero fue reemplazado por un portal nuevo con columnas cuadradas y una terraza en la parte superior. Este era el aspecto general de todo el inmueble en 1974. Nótese la correcta restauración con aplanado de la fachada, la correcta distribución de los balcones y la importancia que tenía la portada principal en esta composición.


Una foto de la apariencia actual de la fachada de la casa, después de que en el 2007 el Ayuntamiento, con recursos del programa "Pueblos con encanto del Bicentenario", le inventara un portal de pésima calidad constructiva.


Una vista más amplia del portal. Este nuevo portal posee una serie de defectos notables entre los que se encuentra la irregularidad en la distribución de las columnas, errores de proporción en el trazo de los arcos y falsas dovelas con pésima apariencia formando su curva, así como deficientes soluciones en la unión con los portales existentes.

Así queda oculto y opacado lo que fue antaño el elemento compositivo principal de esta fachada, su portada. Nótense los errores en el trazo del arco en su unión con los pilares.

La cubierta del nuevo portal se hizo a un nivel que obligó a mutilar los balcones de la planta alta.

Así se ve ahora la continuidad entre los portales del costado norte de la Plaza de la Constiución de Aculco. Nótese al fondo la deficiente transición con el portal por medio de una trabe recta, cuando en todo caso debió ejecutarse un arco.

Este era el interesante aspecto original del patio de la Casa de Hidalgo. Obsérvese su segunda planta con arcos y el elemento mixtilíneo sobre la azotea que pudo haber servido para albergar una campana.

El mismo patio en 1960. La segunda planta fue destruida por el Terremoto de Acambay en noviembre de 1912. Los arcos de la planta baja y el contrafuerte sirven como punto de referencia entre esta foto y la anterior.

Al parecer, la transformación del interior de la casa de Hidalgo intentó recuperar el aspecto original, pero la falta de proporciones, el mal empleo de los materiales, los colores chillantes y elementos inventados como el reloj de sol - copia del que existe en el convento - hacen de este patio una caricatura del original. Foto proveniente del sitio www.aculco.blogspot.com

La parte poniente del patio alberga todavía esta escalera...

... pero el color y acabados no ayudan a dignificarla. Foto proveniente del sitio www.aculco.blogspot.com



ACTUALIZACIÓN 30 de septiembre de 2011

En uno de los comentarios a este texto se mencionó un "cañón de bronce" que existe en la Casa de Hidalgo. He conseguido una fotografía del mismo y la añado aquí con algunos comentarios.




Como puede observarse fácilmente, este supuesto cañón no es otra cosa sino una columna arquitectónica de hierro fundido, probablemente de fines del siglo XIX o principios del XX, sujeta a una cureña de madera vieja para simular ser lo que no es. Las ruedas, más que propias de un cañón, lo son para el implemento agrícola del que seguramente proceden. Es, en suma, una mala, malísima falsificación que sólo puede engañar a quien no conoce ni de pasada los cañones del Convento de Churubusco, de la Ciudadela o de mil otros lugares de México en que existen armas auténticas de este tipo.

Aunque bonita, la columna, por el material en que está fabricada, difícilmente habría soportado un solo tiro sin partirse.

El reloj, una intervención lamentable

El reloj público de Aculco fue construido en el año de 1904. En el siglo XIX, y con particular énfasis durante el Porfiriato, se instalaron numerosos relojes públicos en edificios como iglesias, palacios municipales y edificios particulares en toda la geografía mexicana. En el caso de Aculco, el reloj se instaló en una torre construida especialmente para ello, cuya sencilla arquitectura consiste en una sucesión de cuerpos cúbicos de mayor a menor. Tuvo un costo de 433 pesos y 10 centavos. Se inauguró el 15 de septiembre de 1904.

En los años 40 ó 50 del siglo XX, la carátula que tenía grabados números romanos fue reemplazada por una de más fácil lectura con números arábigos. Sin más cambios que éste y la pérdida de dos de los pebeteros de barro negro que lo remataban, el reloj se mantuvo sin cambios hasta cumplir los 103 años de edad.

Lamentablemente se destruyeron a principios de marzo de 2008 las celosías del remate de esta torre, reemplazando la citarilla original de barro cocido por elementos prefabricados de barro prensado industrial. El hecho fue denunciado ante el INAH y el instituto tuvo que reconocer el daño y la ausencia de una autorización para realizar esta intervención. Ahora falta saber si el Centro INAH Estado de México tendrá los pantalones para exigir al gobierno municipal la reparación de este daño y la adecuada restauración del remate de la torre o transigirá - como es su costumbre - en detrimento de nuestros monumentos históricos.

Este remate con citarilla de barro era, además, el único vestigio que quedaba de todo el adorno de la Plaza de la Constitución y de la Plazuela Hidalgo realizado en aquella época, que tenía las mismas características constructivas.

La torre del reloj íntegra, como estaba en los años 50.

La torre del reloj hace unos meses. Nótese que, excepto por la pérdida de unos ladrillos y los dos pebeteros del lado sur, el remate estaba en un buen estado general, podría haberse conservado.

Una vista más del remate del reloj, que muestra su buen estado de conseración antes de su reciente destrucción.

El remate del reloj con la citarilla de barro retirada y sustituida por una celosía moderna, fea, inadecuada, mal terminada y seguramente costosa. Obsérvese que en el lugar de los pebeteros faltantes hay ahora un par de remates en cantera rosa, material muy distinto al original.

Un detalle para apreciar los malos acabados de esta intervención arquitectónica.

Al pie de la torre del reloj se encuentran todavía las citarillas originales absurdamente retiradas. Esperemos que, con buen sentido, sean repuestas próximamente.

La carátula original del reloj, oxidada y sin la mitad de los cristales en los que se hallaba pintado cada número romano, se conserva colgada en un muro interior de una casa de la Plaza de la Constitución de Aculco, como se ve en esta fotografía.

Los lavaderos públicos del Ojo de Agua, un patrimonio perdido

En marzo de 2007, el Ayuntamiento de Aculco inició una supuesta "remodelación" de los lavaderos públicos del Ojo de Agua, edificados en 1884, que simple y llanamente consistió en su casi total destrucción, y su posterior reconstrucción con materiales, formas y acabados distintos a los originales. Un verdadero atentado que el Centro INAH Estado de México, dirigido por Luis Alberto González Batani, avaló con su negligencia.

En julio de ese mismo 2007, cuando el Ayuntamiento había destruído ya tres de los cuatro muros perimetrales originales, retirado la cubierta, levantado el piso original de ladrillo y sacado hasta las piedras de lavar, la obra fue denunciada ante el Instituto Nacional de Antroplogía e Historia. Con su lentitud habitual, el Centro INAH Estado de México envió a la arqueóloga Beatriz Zúñiga a realizar una inspección.

En esta inspección, en la que estuve presente, la arqueóloga Zúñiga pudo constatar que:

1. Se estaba realizando obra sin que existiera una autorización del INAH, siendo éste un requisito indispensable pues se trata de un monumento histórico por disposición de ley.

2. Para la realización de la obra no se contaba con los planos del edificio original y ni siquiera con los planos de lo que se deseaba hacer.

3. Elementos arquitectónicos importantes, como la placa que recordaba unas reparaciones de 1921, las tejas originales, los marcos de las piedras de lavar y el piso de ladrillo habían sido retirados y se hallaban en el escombro.

El INAH interrumpió la obra casi un mes después, gracias al informe presentado por Beatriz Zúñiga. Luego vino un arreglo poco claro entre el Centro INAH Edomex y el Ayuntamiento, por el cual éste pudo continuar con su destrucción. El resultado ha sido la pérdida casi total del monumento histórico y lo que hoy queda es una imitación desneylandesca y demasiado imaginativa de lo que fue.

Como rúbrica a su desmán, Javier Venancio se dio todavía el lujo de rematarlo colocando una ridícula cabeza de león sobre la fuente que da hacia la calle Corregidora, ¿Y en INAH? Maquinó junto con el Ayuntamiento la peregrina explicación de que los lavaderos ya estaban destruidos cuando empezó a modificarlos el Ayuntamiento. Luego, en la investigación que realizó la PGR por la destrucción del edificio, afirmó que "no había daño al monumento", y que el Ayuntamiento tenía licencia para realizar las obras, siendo que la licencia es de noviembre de 2007, cuando la destrucción había comenzado y había sido denunciada. Nada les importó que la Ley Federal de Monumentos Arqueológicos, Artísticos e Históricos exija que la autorización debe ser PREVIA a las obra.

Cuando solicité a través del Instito de Acceso a la Información el informe que debió rendir la arqueóloga Zúñiga, el INAH respondió simplemente que no existía. Más tarde, tuve contacto con Beatriz Zúñiga (quien siempre actuó de manera recta e inteligente en este asunto) y supe que el informe sí existe y que su contenido es por supuesto desfavorable a la obra que realizó Venancio. ¿Por qué me negó el Centro INAH este documento? Pues, naturalmente, porque demuestra su pésima labor y da pie a especular sobre un posible contubernio con el Ayuntamiento de Aculco. Pero, ¿qué mejor prueba que unas cuantas fotografías para demostrar que lo que fue ya no es?

Así se veía El Ojo de Agua en los años 50. Nótese la cruz en el remate y los muros con el tradicional aplanado de cal y arena.

En 1974, el "Programa Echeverría de Remodelación de Pueblos intentó darle un aspecto más hermoso a la fachada y el resultado fue la pérdida de lo verdaderamente valioso por original. Se retiró la verdadera fachada y quedó como tal el muro que se aprecia al fondo de la foto anterior. Un muro de perfil curvo como este resmataba el edificio en su parte posterior y fue destruido en la intervención de 2007. El pozo del manantial del Ojo de Agua fue cubierto y en su lugar se puso una fuente bastante mediocre. La reja es cortesía de administraciones municipales posteriores.

Con cursilería imperdonable, don Javier Venancio nos recetó ahora la cabecita de león y la inexplicable bola del remate. Obsérvese que el tejado está a un nivel distinto del original y nótese el chabacano rajueleado del muro de piedra.

El interior de los lavaderos como se encontraba antes de la intervención del año 2007. Conservaba su piso, su tejado (aunque soportado en vigas de concreto), el aplanado de sus paredes y los marcos originales de los lavaderos. Reflejada en el agua del canal, se observa la placa conmemorativa de 1921 que fue perdida o robada durante la intervención realizada por el Ayuntamiento presidido por Javier Venancio Ramírez.

La reconstrucción de los lavaderos realizada con materiales nuevos por el Ayuntamiento y con pésimos acabados. Alguien podría decir que su aspecto es agradable, pero no se trata de estética sino de autenticidad: no más de un 10% es original, lo demás simple copia de lo que existió.



Un detalle que muestra la pésima calidad de la reconstrucción de los lavaderos que hizo el Ayuntamiento de Aculco: alrededor de la piedra de lavar original, un marco de cantera rosa labrado con máquina con uniones a 45 grados en lugar de la unión a 90 grados original, que además le queda grande a la base sobre la que se puso, formada por concreto mal colocado que queda a la vista. El piso, por supuesto, es totalmente nuevo y pésimamente colocado.

Interior del muro sur del Ojo de Agua, el único original que subsiste. La placa que aquí se observa no estaba originalmente en este lugar, sino por el lado exterior del muro. Una placa gemela, que tenía una inscripción y la fecha de 1923, se hallaba en el muro frontero y desapareción con las modificaciones de 2007.

El muro sur como se ve actualmente. Nótese las despostilladuras de la placa que denotan el poco cuidado con el que se hicieron las obras de "remodelación", el retiro del aplanado tradicional, el rajueleado que ha falsificado su aspecto y la colocación del tejado a un nivel distinto.

"CON FONDOS MPALES. EL H. AYUNTAMIENTO DE 1921" rezaba esta placa en referencia a una remodelación efectuada en ese año. Al efectuarse la inspecciónd e agosto de 2007 por parte del INAH, la lápida estaba en el escombro. La arqueóloga Zúñiga solicitó al Director de Turismo de Aculco que fuera colocada en su lugar original. La petición por supuesto no fue atendida y la piedra se perdió. Agradezco a la arqueóloga Beatriz Zúñiga, la única funcionaria del INAH que actuó con responsabilidad en este asunto, esta imagen que testimonia la barbarie.

Una escena ya irrepetible, no porque sea raro ver a alguna mujer lavando en este lugar, sino por la destrucción de los lavaderos originales.

Este médico hizo la siguiente descripción y comentarios sobre el Ojo de Agua:

Las fuentes de aprovisionamiento de agua son dos: un manantial acondicionado, para el almacenamiento del agua y su fácil extracción, por medio de mampostería aplanada con cemento formando una especie de fuente circular como de 1.50 m. de diámetro y de un metro de profundidad, completamente descubierto y libre para las contaminaciones; y si agregamos, que los aguadores llenan sus botes introduciéndolos dentro de la fuente, convierten el agua potable en agua contaminada. El exceso de agua de la fuente del manantial, surte a una serie de lavaderos colocados inmediatamente a dicha fuente y separada de ella por un artístico muro, que sostiene un techo de lámina que los cubre. Otra de las fuentes de aprovisionamiento se encuentra en vías de construcción, y que probablemente será la que alimente al pueblo, porque estará mejor acondicionada para su obtención y libre de las contaminaciones, Pero es de aconsejar al H. Ayuntamiento que para un mejor servicio de agua potable la colocación de un tinaco de regulares dimensiones (500 mts. cúb.) y a una altura aproximada de 2 mts. cubierto por una tapadera. El ojo del manantial será cubierto con mampostería en su totalidad únicamente dejando paso al tubo de alimentación al que se acondicionará una bomba para llenar el tinaco ya que la fuerza propia del agua no lo haría. Del tinaco partirá un tubo en cuyo extremo inferior será colocada una, llave. De esta manera quedará libre de las contaminaciones, tanto de los botes de acarreo, como del polvo que se levanta al paso de personas y animales.