martes, 1 de febrero de 2011

Letrinas

Aspecto exterior de las letrinas de la casa de la Plaza de la Constitución no. 12.

El tema no resulta atractivo en absoluto, pero seguramente muchos nos lo hemos preguntado: antes de la existencia de inodoros e instalaciones sanitarias modernas, ¿dónde realizaba sus evacuaciones fisiológicas la gente de Aculco? Y no me refiero a los habitantes del campo, donde cualquier árbol y unas cuantas hojas de tepozán serían más que suficientes para el efecto, sino a los sitios que existían al interior de las viviendas del poblado.

Acceso a la letrina de la derecha, de la misma casa.

Pues bien, en todas las casas existían letrinas, generalmente ubicadas en los sitios más apartados y cercanas a los corrales. Normalmente eran cuartos pequeños, mal iluminados y ventilados, en los que existía un pozo con pretil a altura conveniente y encima una tabla que tenía practicado un agujero circular. En algunas casas este pozo tenía salida a algún drenaje a cielo abierto, a una fosa séptica o simplemente a un cercado donde los puercos se alimentaban con los excrementos humanos. En ocasiones eran varios los asientos alineados en una sola letrina (con agujeros de diferente tamaño), lo que no sabemos si implicaba también su uso simultáneo por varias personas.

En 1943, el Dr. Enrique Rojas López describió así esos lugares en su tesis "Informe general sobre la exploración sanitaria del municipio de Aculco, Méx":

Faltando por completo todo drenaje, es subsanada esta necesidad por medio de fosas permeables. Un 90% de las casas tienen esta clase de excusados, variando sólo la forma de la taza, la mayoría de ellas está formada por un cajón de madera, en cuya parte superior se encuentra un orificio circular de diferentes diámetros, la totalidad de ellos sin tapaderas, dentro de un cuarto alejado de la construcción de la casa. Algunas casas, de las mejores del pueblo tienen taza de porcelana provista de asiento y tapa de madera, no variando en lo absoluto la fosa, solo mejor presentación, mayor comodidad y algo de higiene. El resto de la población así como la gente humilde, peones y campesinos, que forman más del 50% de la población del municipio, satisfa- cen estas necesidades, en los corrales, a espaldas de su casa, o cuando mucho en la barranca más próxima a campo raso con todos los agravantes antihigiénicos e impúdicos. Como resultado tenemos que de una u otra forma los excusados, faltos absolutamente de ventilación, son lugares de malos olores y además criaderos de moscas. A pesar de la positiva importancia que es para un poblado el abastecimiento de un drenaje, es una vana ilusión pensarlo para este pueblo, si tenemos en cuenta las circunstancias económicas del lugar así como el pequeño número de las casas que forman el pueblo. Sin embargo dada la constitución del subsuelo (tepetatoso) se solucionaría este problema dentro de las normas higiénicas de la siguiente manera: instalación de retretes sanitarios de fosa fija impermeable con excusados aún de madera pero provistos con tapadera, perfectamente ventilados, con puertas y ventanas con alambrados que impidan la entrada de moscas a estos lugares.

El nicho de la pared de la letrina, que conserva la huella del humo de las velas. La instalación hidráulica es muy reciente.

Conocemos dos ejemplos sobrevivientes de cuartos que sirvieron como letrinas en Aculco, aunque ninguno de ellos se conserva (y casi diríamos a Dios gracias) en su disposición original. El primero de ellos es éste que se ubica en la casa de la Plaza de la Constitución número 12 y está formado por dos áreas separadas, abiertas al frente por vanos de baja altura con dintel de madera, construidas en piedra blanca y cubierta de teja. Se halla inmediato a la puerta que da acceso al corral de esta casa y antiguamente contaban con un corral para puercos en su parte posterior. Aunque su interior fue modificado en la década de 1940 para adaptarle sendos inodoros, sus volúmenes no fueron alterados e incluso sobrevive el nicho ahumado en la pared en la que se colocaba una vela o candil cuando se emprendía una excursión nocturna al lugar.

La cubierta de teja de estas letrinas, vista desde el interior.

La segunda de estas letrinas todavía identificables es la que existió en la casa vieja de la hacienda de Arroyozarco. Gracias a los planos de 1768, es posible todavía identificar claramente este espacio, si bien dos de sus paredes han desaparecido. Se encontraba en la planta alta del inmueble, sobre algunos cuartos oscuros y las habitaciones que servían como calabozos. Poco se puede especular de su disposición, ya que también se ha perdido el entrepiso, pero por su tamaño puede pensarse que se trató de una letrina "comunal" como la descrita líneas arriba. Es posible que su ubicación le permitiera gozar de cierta ventilación, si bien no es claro cómo se conducían los desechos al exterior, o si simplemente se llevaban al patio trasero.

Ubicación de las letrinas en la Casa Vieja de Arroyozarco, en este plano de la segunda planta del inmueble dibujado en 1768.

Vestigios de la Casa Vieja de Arroyozarco en la actualidad. El área de las letrinas corresponde a la zona en primer plano que ha perdido dos de sus cuatro paredes, su techumbre y el entrepiso.

Por cierto, uno de los primeros edificios aculquenses en gozar de cuartos de baño más modernos fue el viejo mesón de Arroyozarco, pues como escribe Guillermo Prieto en las Memorias de mis tiempos, en la década de 1840

"... los altos habían cobrado el carácter del Hotel de Diligencias, merced al genio emprendedor de D. Anselmo Zurutuza, quien no sólo había improvisado salones, arreglado cuartos y dispuesto excelente fonda, sino que había dado a conocer espejos y lavamanos, baños e inodoros, llevando su celo al extremo de dictar un reglamento para el aseo de los concurrentes; atenciones para las señoras, y decencia y compostura en la mesa del comedor."


En fin, este paseo por sitios sin duda indispensables, pero que resultaban desagradables e incomodísimos, nos permite asegurar que no siempre "todo tiempo pasado fue mejor".