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viernes, 26 de mayo de 2017

La cárcel de Aculco a principios del siglo XIX y sus misterios

Hace unas semanas, al platicarles aquí acerca de la localización de las antiguas Casas de Cabildo o Casas Reales de Aculco, comentaba que este tipo de inmuebles solía cumplir con funciones diversas relacionadas con el ejercicio de la autoridad local, por lo que contaban con espacios adaptados para cada una de ellas. Uno de esos espacios solía ser el de la cárcel, reservada normalmente en los pueblos a encerrar presos por faltas menores o, cuando éstas eran graves, sólo para albergarlos durante un tiempo corto, hasta su traslado a la cabecera de la jurisdicción donde serían procesados.

En el caso de Aculco, sabemos que efectivamente las Casas de Cabildo tuvieron su cárcel. Y no sólo eso, sino que justamente los únicos dos planos que han sobrevivido de aquel edificio municipal corresponden al área ocupada por la prisión, pues en 1808 se proyectó ampliarla y mejorarla ya que se hallaba en muy mal estado y las fugas de reos resultaban frecuentes. Estos planos se encuentran en el Archivo General de la Nación en la Ciudad de México.

El primero de ellos está acompañado de una nota que explica (corrigiendo su ortografía):

En este pueblo de san Jerónimo Aculco y en veintiocho días del mes de diciembre de mil ochocientos ocho, don Antonio de Garfias y don José Manuel García, ambos vecinos de dicho pueblo, por orden del señor teniente don Ignacio Lozano, quien nos mostró una superior orden del Excelentísimo Señor Virrey para que justipreciáramos el costo que podían erogar dos piezas en las Casas Reales y un patio para soleadero de presos, lo cual ejecutamos en la manera siguiente:

En seguida se incluye el plano, que muestra una superficie en forma de cuadrado con un pequeño apéndice en la parte inferior izquierda. Aparecen inscritos en esta superficie leyendas que señalan la "carcel que está hecha" -es decir, la cárcel vieja- y dos aposentos nuevos: el "cuarto para separar presos", que tendría un valor de 60 pesos, y el "cuarto del alcaide" (o jefe de la prisión), que es el que forma el apéndice descrito antes, con idéntico valor. Al patio al que miran estos aposentos se le asigna un valor de 204 pesos (que suena excesivamente elevado) y a la construcción de un zaguán nuevo, 30 pesos. El documento prosigue con otra leyenda:

En este estado hemos hecho este aprecio que todo monta trescientos cincuenta y cuatro pesos y para que conste declaramos por menor que el cuarto de separación costará sesenta pesos y el del alcaide sesenta pesos, las paredes del patio doscientos cuatro pesos, la puerta del zaguán con todas sus cerraduras y canterías treinta pesos y monta la cantidad dicha, y lo firmaron en dicho día, mes y año. Antonio de Garfias. José Manuel García.

De tal manera, eliminando lo que se pretendía construir, la cárcel de Aculco en 1808 casi seguramente no era otra cosa sino un cuarto dentro terreno bardado. Algo muy natural en un pueblo tan pequeño como era el nuestro a principios del siglo XIX. Al parecer, esta cárcel se hallaba al fondo del edificio de las Casas Reales, es decir en la zona que corresponde actualmente al segundo patio del Hotel Jardín.

Sin embargo, existe un segundo plano mucho más complejo, aparentemente elaborado por los mismos funcionarios aculquenses y unos meses anterior al de diciembre de 1808. Este plano, elaborado "para ver qué se podía mejorar y qué materiales serían los mejores para evitar algún riesgo", revela un proyecto mucho más ambicioso formado por catorce secciones. Todas ellas se distribuyen alrededor de dos patios (separados éstos por una simple barda). En el primer patio encontramos la "puerta principal", la "cárcel para hombres", la "vivienda del alcaide" (dividida en dos piezas) y, contiguos, el "patio de mujeres", la "cárcel de mujeres" y la "sala para enfermas". En el segundo patio están, al fondo, la "cárcel vieja" y "casa vieja en donde vive el alcaide", y a un costado la "sala para enfermos", el "cuarto de la bartolina" y la "sala para separación de presos".

Ahora bien, hay tres cosas desconcertantes en este segundo plano. La primera es el tamaño del edificio, ya que las Casas Reales parecen no haber sido muy grandes y una construcción así habría ocupado prácticamente todo su terreno únicamente para cumplir con su función carcelaria. La segunda es su orientación, pues el edificio abre su puerta principal hacia el poniente, cuando sabemos que las Casas Reales tenían su entrada hacia el sur, del lado de la Plaza Mayor. Esto podría explicarlo, quizá, un error posterior a su trazo, ya que los puntos cardinales están escritos con letra y tinta diferente. La tercera es que la cárcel preexistente, la llamada "carcel que está hecha" en el primer plano y "cárcel vieja" en el segundo no coinciden plenamente, ya que en este último caso está acompañada de la "casa vieja en donde vive el alcaide", además de quela orientación de la "entrada principal" o "zaguán" según se refieren a ella estos planos resulta incompatible. Hay aquí, pues, un misterio que no alcanzo a develar todavía. he llegado a pensar incluso que este plano no corresponde a Aculco, mientras que del primero no hay duda alguna.

Y bien, ¿queda algo de aquella vieja cárcel de principios del siglo XIX, histórica además porque cuenta la leyenda que Miguel Hidalgo liberó de ella a los presos en noviembre de 1810 y luego tras su derrota en la Batalla de Aculco albergó a varios insurgentes capturados en dicha acción? Pues muy probablemente sólo los muros que la limitaban, entre los que destaca el situado al norte, que da hacia la calle de la Corregidora. Este poderoso muro, construido en tezontle, con un gran contrafuerte y una portada del siglo XVIII que no estuvo originalmente ahí, pero forma con él un hermoso conjunto, sin duda nos permite evocar aquella antigua cárcel de Aculco.

sábado, 25 de febrero de 2017

¿Dónde estuvieron las casas de cabildo de Aculco?

La casa de cabildo (o "casas", ya que con frecuencia se usaba el plural aunque se tratara de una sola) fue, durante el virreinato, la sede del poder local de los pueblos y ciudades: el sitio donde el Ayuntamiento se reunía, en que se guardaba el arca con el dinero de la corporación municipal y donde se resguardaba el archivo civil. Nombradas también "casas reales" o "casas de comunidad", a veces contaba también con anexos tales como el corral del concejo, cárcel, escuela, trojes, matadero, etcétera y solía situarse en la Plaza Mayor del lugar. Se trataba, pues, de lo que ahora llamaríamos el Palacio Municipal.

Aunque en muchos lugares del país los palacios municipales ocupan exactamente el mismo sitio que sus antiguas casas de cabildo, no es éste el caso de Aculco. Las razones exactas las desconozco. Consta en documentos que en 1790 había ya problemas con respecto al archivo, pues el escribano público Luis García intentó llevárselo a su casa particular cuando hasta entonces había estado "en una pieza pública de aquellas casas reales”. El cabildo aculquense elevó una protesta al intendente de México, pero antes de que llegara a esa instancia intervino el subdelegado de Huichapan, Manuel Alonso de Valenzuela y Aguilar, quien ordenó a García devolver el archivo, además de dar acceso público en horario fijo: “deberá abrirlo diariamente desde las ocho de la mañana hasta las doce de ellas, y desde las tres de la tarde hasta las seis horas si fuere necesario” (AGN, Oficios vendibles, vol. 12, exp. 6, 1790, F. 218-233v). Con todo, el archivo terminaría por perderse, parece ser que a causa de un incendio antes de 1819; por ello el actual Archivo Histórico Municipal sólo guarda papeles a partir de 1820. Sin embargo, ese incendio no parece haber llevado entonces a una mudanza, pues como veremos todavía en 1838 ocupaban su sitio original. Creo que lo más probable que en algún momento de suma necesidad, hacia la mitad del siglo XIX, el Ayuntamiento decidiera la venta del inmueble donde había despachado por cerca de 300 años, tras lo que el padre Nicanor Basurto le prestó la vieja "Casa de Ejercicios" de las calles Juárez, Pípila y Manuel del Mazo. En 1875 el licenciado Nicolás Basurto confirmó el préstamo y nueve años después el municipio adquirió finalmente la propiedad en 400 pesos. Este segundo edificio Municipal resultó bastante dañado en el terremoto de 1912 y terminó por ser demolido en 1947 para construir la Escuela Venustiano Carranza (hoy Casa de la Cultura) y el Teatro Municipal. Nuevamente el Ayuntamiento quedó entonces sin sede permanente, hasta que don Alfonso Díaz donó con ese fin la Casa del Quisquémel unos años más tarde, demolida a su vez en 1974 para levantar el actual Palacio Municipal.

De esta ajetreada historia resultó también que la ubicación original de las casas de cabildo de Aculco pasara al olvido. Cuando empecé a investigar el tema, algunas referencias sobre el sitio que ocupó parecían señalar vagamente al lado norte de la Plaza de la Constitución, pero sin la suficiente precisión para lanzar alguna hipótesis. Por ejemplo, están estas compraventas de propiedades del pueblo en el siglo XVIII:

Don Antonio de Morales, albacea del cacique indígena Antonio Magos Bárcena y Cornejo, vendió el 5 de agosto de 1769 a Manuel Sánchez una casa y solar que fue de éste, ubicada "en la plaza del pueblo de Aculco, linda con el camino que va para la alberca del pueblo (muy probablemente la hoy calle Corregidora)", lo que nos ubica en la manzana al norte de la actual Plaza de la Constitución (Catálogo de protocolos de la notaría no. 1 de Jilotepec, agosto 5, Ca. 1, Leg. 13, Fs. 62v-66).Pero Manuel Sánchez era sólo un intermediario y tres días mas tarde vendió a su vez esta propiedad a don José Joaquín de Chávez Navas. En esta ocasión el documento de compraventa afirma con mayor precisión que casa y terreno "linda con las Casas Reales del pueblo" (Catálogo de protocolos de la notaría no. 1 de Jilotepec, agosto 8, Ca. 1, Leg. 13, Fs. 66-68v). En otra escritura, de 1776, José Miguel Sánchez vende a don Manuel García una casa y solar que "linda por el norte con la calle que va a la alberca y por el sur con las Casas Reales" (Catálogo de protocolos de la notaría no. 1 de Jilotepec, diciembre 17, Ca. 1, Leg. 20, Fs. 77v-79).

Sin embargo, el documento que finalmente parece darnos la solución al enigma es el dibujo acuarelado de la Plaza Mayor de Aculco en 1838, a la que muchas veces me he referido en este blog pues aporta muchísima información valiosa sobre nuestro pueblo en la primera mitad del siglo XIX. En este dibujo, del lado izquierdo al espectador aparece, justo al lado de la casa en la que pernoctó Miguel Hidalgo, una entrada enmarcada en cantera señalada con la letra H, que en el pie corresponde al "juzgado". Y sucede que justamente por aquellos años, desde que en 1836 las Leyes Constitucionales de la República Mexicana establecieran el centralismo en lugar del sistema federal de la previa Constitución de 1824, los estados se habían convertido en departamentos y los municipios en juzgados de paz. Es decir, en 1838 la forma de referirse al edificio de la autoridad local -las antiguas casas de cabildo- era precisamente como juzgado.

Establecida ya la ubicación general de este edificio administrativo en el costado norte de la Plaza de la Constitución, queda sin embargo por determinar a qué construcción de nuestros tiempos corresponde exactamente. Porque el dibujo, a pesar del gran detalle que ofrece, resulta en ciertos puntos desproporcionado y por otra parte los límites entre casas contiguas pueden haber variado con el tiempo (algo relativamente frecuente por la compra y venta de pequeñas fracciones de terreno).

Si hacemos caso al dibujo, el acceso al juzgado estaba tan cercano a la entrada de la "Casa de Hidalgo" que se podría creer que más bien ocupaba una accesoria del mismo inmueble. Sin embargo, considero más probable que como en otras partes del dibujo, el autor haya "comprimido" lo que entonces era sólo un muro ciego sin puertas ni ventanas (tal como se puede ver en las más antiguas fotografías de la casa) con el fin de permitir que por lo menos asomara el inmueble vecino, dada su importancia como sede del gobierno. Así, el juzgado, antiguas casas de cabildo de Aculco, habrían estado situadas en mi opinión y con base en estas consideraciones en el edificio que hoy día alberga al Hotel Jardín.

Y físicamente, ¿qué queda actualmente de las antiguas casas de cabildo en este sitio? Para empezar, según la evidencia documental estas Casas Reales no ocupaban todo el terreno del actual Hotel Jardín, sino solamente su mitad sur, que da hacia la plaza. Además, el inmueble fue modificado a principios del siglo XX, y adaptado justamente como hotel en 2008. En todo caso, solamente la planta baja dataría de tiempos coloniales. La crujía que da hacia la plaza parece ser la parte más antigua de la casa y el salón que ocupa casi todo este frente pudo bien haber sido la sala de cabildos, sitio de reunión de la corporación municipal en pleno. En cuanto a las portadas de cantera de la fachada, tengo la impresión de que la que enmarca el acceso principal se remonta a aquellas épocas; las tres portadas pequeñas, en cambio, serían mucho más tardías, y la de la extrema derecha señalaría sólo por su posición la que el dibujante de 1838 plasmó en su obra.