jueves, 21 de agosto de 2008

La casa de don Abraham Ruiz

La casa que se ubica en la esquina de las calles de Hidalgo y Rivapalacio fue quizá la más importante (arquitectónicamente hablando) y extensa de Aculco. Ocupaba una superficie aproximada de diez mil metros cuadrados y en sus enormes corrales existió incluso una pequeña placita de toros. La estructura general era del siglo XVIII y en un muro se hallaba escrita la cifra de 1776, que seguramente correspondía a la fecha de su construcción.

Ya desde el siglo XIX, esta enorme propiedad fue dividida en dos secciones principales. Una, formada por el portal esquinero y el ala que daba hacia la calle de Hidalgo (conocida como Casa de los Terreros); la otra, con fachada sólo hacia la calle de Rivapalacio, que se conoció como Casa de don Abraham Ruiz, su propietario a principios del siglo XX.

La Casa de don Abraham Ruiz era notable por su arquería edificada hacia 1905, su pozo de cantera rosa y, sobre todo, su bella portada principal barroca, la más importante y hermosa de todas las que existieron en el pueblo.

Lamentablemente, su propietario demolió totalmente esta notable edificación a mediados de la década de 1980. Subsistieron por algún tiempo in situ los arcos de sus corredores, que más tarde fueron adquiridos por una persona interesada en su conservación y reconstruidos en su casa de la calle de Pomoca, por el rumbo de Nenthé. Otro aculquense adquirió también poco antes la mayor parte de las piedras de su bella portada y las guarda celosamente, esperando el momento y lugar para que vuelvan a lucir su belleza.

En el sitio de la casa de don Abraham Ruiz, dividido en por lo menos cuatro fracciones y con una calle - privada de Rivapalacio - partiéndolo por mitades, se encuentra ocupado actualmente por un aborreccible edificio de tres pisos con fachada forrada con adoquines de cantera rosa, una casa a medio construir edificada con sillares de tepetate, una quesería en la que se conservan unas pocas piedras antiguas restantes (entre ellas, las dos columnitas de cantera rosa de un mirador) y algunas casas particulares. En suma, nada que se compare con lo perdido.

Esta fotografía muestra la portada como se encontraba en 1960. Compárese con la fotografía inferior, de una casa situada en San Juan del Río, que parece haber compartido el mismo modelo aunque la aculquense era mucho más sobria y nunca tuvo su notable entablamento y el pequeño nicho que adornan a ésta.



Portada de la casa de don Abraham Ruiz en 1960.


Así de hermosa lucía la casa después de la remodelación de 1974.


De aquella limpia imagen de 1974, ésto es lo que queda. Tómese como punto de referencia el segundo balcón con reja de la derecha de la fotografía anterior, que es el que aparece aquí. Esta fotografía demuestra la gran estupidez que significó demoler la antigua casa para construir estos edificios sin valor.


Desde la Plaza de la Constitución, la Calle de Rivapalacio mostraba este atractivo rostro, que iba desde el Portal de los Terreros, pasanado por la imponente casa de don Abraham Ruiz y continuando hacia casas más sencillas ocpuadas por pulquerías.


Compárese la foto con la anterior. La Casa de don Abraham Ruiz ha desaparecido. En su lugar, construcciones mediocres.


Las dos columnas de cantera del mirador que se ve al fondo es lo único que resta de la casa de don Abraham Ruiz. A la derecha, el deplorable edificio construido en su sitio.

ACTUALIZACIÓN

En marzo de 2010 el vestigio arriba mencionado de la casa de don Abraham Ruiz fue echado por tierra, ésto en vísperas de que se discuta la inclusión de Aculco en la lista del Patrimonio Mundial como parte del Camino Real de Tierra Adentro. Esto demuestra que, en realidad, ni al INAH ni a las autoridades municipales les interesa la verdadera protección del patrimonio arquitectónico aculquense.

La demolición del último fragmento de la casa.


La portada de la casa de don Abraham Ruiz fue rescatada del escombro, pero permanece aún desarmada en otra casa del pueblo. Aquí, la clave de su dintel.


Casa en San Juan del Río, Querétaro, con una disposición semejante a la portada de la casa de don Abraham Ruiz.

La arquería de la casa, después de estar por años abandonada, fue rescatada por don Ángel López Rodríguez a principios de la década de 1990 y rearmada en su casa, cercana a la capilla de Nenthé. "Los arcos se alzan como desafiando la estupidez", comentó al ver una foto de ellos mi primo Octavio Lara.

martes, 5 de agosto de 2008

La Casa del Quisquemel

Vista de la Casa del Quisquémel desde "Los Arcos", hacia 1950. A la izquierda asoma el portal de la Casa de los Terreros.

Al costado poniente de la Plaza Mayor (Plaza de la Constitución) de Aculco, se levantaba antaño una casa que ocupaba por completo la pequeña manzana limitada por la propia plaza, la Calle Hidalgo, la Plazuela José María Sánchez y Sánchez, y la calle de Iturbide. Era una de las cinco únicas casas de esta plaza (de doce) que a principios del siglo XX contaban con un portal a su frente. Se le conocía popularmente como la "Casa del Quisquémel" (en referencia a esa prenda indígena que viene siendo como un poncho o sarape que apenas cubre el torso y los brazos) sin que quede muy claro el motivo. Acaso fue nombrada así por su planta arquitectónica.

No sabemos gran cosa de su historia, excepto que fue propiedad de la familia Pérez, tan famosa en estos lares porque uno de ellos, Sara, casó con el líder revolucionario y presidente de México, Francisco I. Madero, en 1903. Más tarde, pasó a manos de don Alfonso de la Vega, rico vecino de Aulco, quien la donó al Ayuntamiento para que se estableciera ahí el Palacio Municipal, después de que la destrucción de la antigua presidencia de la Calle Juárez en 1947, para levantar la escuela primaria Venustiano Carranza, actual Casa de la Cultura.

Su arquitectura era la típica de una casa aculquense: de un solo nivel, con muros de piedra blanca enlucida, ventanas y puertas con marcos de cantera rosa (con dintel curvo las de la fachada principal y recto en las otras), rejas de hierro abombadas, patio central y corredores, así como un corral en la parte posterior. Al frente se levantaba el portal ya mencionado, que según se ve en la siguiente fotografía - que data de principios de los años 30 - tenía gruesas pilastras de cantera a intervalos regulares acompañadas de otras más delgadas, de madera o fierro, en sus intercolumnios, sosteniendo todas un techo plano de viguería.


Interesante y rara fotografía que muestra el aspecto antiguo del portal, cuando aún era la casa particular de los Pérez, hacia 1933.

En los años veinte se le agregó a esta casa un portalito más pequeño al lado norte, del que no conozco ninguna fotografía, pero que se dice era muy hermoso. Probablemente muy poco tiempo después de haber sido convertida en Palacio Municipal, el portal de la Casa del Quisquémel fue modificado de manera desastrosa: se rebajó el nivel de su techumbre, se le cubrió con una losa de concreto, y se le inventó una serie de arcos chaparros de ladrillo. Esta era la imagen que presentaba transformado de tal manera:


El descuidado aspecto de la Plaza Mayor de Aculco en los años cincuenta incluía una cancha de basquetbol.


El portal de la Casa del Quisquémel. Obsérvense las ventanas y las rejas de su fachada.

Para los arquitectos que realizaron la remodelación de Aculco en 1974, dentro del "PLan Echeverría de Remodelación de Pueblos", el Palacio Municipal - gracias quizá a tan chabacano portal - carecía de valor y lo echaron abajo sin más. Todavía algunos recuerdan el agradable olor que se expandió por Aculco cuando sus grandes vigas de cedro fueron quemadas como basura.


A la derecha, la fachada sur de la Casa del Quisquémel, pocos años antes de su destrucción.

Compárese esta vista actual con la anterior. Además de la desaparición de la Casa del Quisquémel, se advierten otros daños a la arquitectura, como las modificaciones a la Casa de los Terreros.


Esta mala foto nos permite ver un balcón de la fachada norte de la Casa del Quisquémel. Es la única fotografía que conozco que retrata este ángulo.


A la derecha, el muro posterior de la casa el Quisquémel. Al fondo, la Casa del Puente.

En su lugar se levantó una construcción de supuesto estilo colonial que en nada tiene que ver con el viejo edificio. Es un inmueble con dos cuerpos de construcción en piedra blanca con balcones de cantera rosa, que se unen por medio de un cuerpo central remetido de dos plantas, la superior cubierta con un tejado. En este cuerpo central, se halla un hall al que se accede a través de unos arcos muy bajos. Desde el principio, este nuevo Palacio Municipal fue demasiado pequeño, en buena medida porque no se construyó su mitad posterior, en cuyo sitio se dejó una especie de plazuela que de alguna manera volvió a darle sentido al nombre de "Plaza de José María Sánchez" que a principios del siglo XX recibió el espacio que mediaba entre la fachada norte de la Casa del Quisquémel y el inmueble frontero, antes de que la venta de una franja de terreno irregular (una pequeña barranca) que era usado como basurero y formaba parte de esta plaza, la convirtiera prácticamente en una calle.


Esta fotografía está tomada prácticamente desde el mismo punto que la que encabeza este texto. La fachada de lo que fue la Casa del Quisquémel aparece ahora casi oculta tras los pilares y arcos que en 1974 se superpusieron -est sí afortunadamente- a la fea casa de don Ismael Martínez Arciniega (después casa de don Alfonso de la Vega).


El nuevo edificio de la Presidencia Municipal, construido en 1974, no guarda relación alguna con lo que existió antes en el mismo lugar.


Fachada nortes y poniente del nuevo edificio. Nótese que a la derecha existe un espacio abierto en donde debió construirse un ala del edificio y que ahora justifica el nombre de Plazuela José María Sánchez y Sánchez que recibe esta zona.


El último añadido de data apenas de los primeros meses de este año, cuando se ganó un poco de espacio para oficinas entre los dos cuerpos de piedra blanca aparente con estos arcos cerrados que dan a la parte posterior del inmueble. Compárese con la fotografía anterior, en la que aún no existían.