domingo, 15 de marzo de 2015

La torre que nadie ve

Si dijera así, de golpe y sin mayor explicación, que la parroquia de Aculco tiene dos torres, seguramente quienes conocen este templo y lo ven todos los días pensarían que estoy bromeando. Sin embargo, con un poco de observación y las indicaciones adecuadas, cualquiera puede darse cuenta de que esa segunda torre existe, aunque casi nadie la ve.

¿Pero dónde está esa invisible segunda torre? Pues donde debe estar: al lado derecho de la portada de la parroquia -la torre que todos conocemos está del lado izquierdo- y en un plano retrasado respecto de aquella, lo mismo que su par. La diferencia está en que sus dimensiones son ciertamente menores que las de la torre principal (excepto por su longitud este-oeste, ligeramente mayor), también que carece de un campanario de tres cuerpos como el de la torre mayor, y que se encuentra prácticamente embutida en el cuerpo del curato. Es por ello que resulta muy difícil distinguirla y menos fácil interpretarla precisamente como una torre.

Esta torre tan desconocida parece ser además uno de los más antiguos vestigios del convento de Aculco. De ello da fe la portadilla al estilo del siglo XVI que se halla en su interior y da acceso al coro de la parroquia. Se trata de un prisma rectangular con cubierta plana con su lado menor hacia la fachada (poniente) y cuya altura llega a un nivel intermedio entre las azoteas del convento y la cota más baja de la bóveda del templo. Es complicado interpretar su estructura interior original, pero en su estado actual tiene dos entradas desde el claustro: por la de la planta baja se accede a una bodega (que no conozco porque nunca he entrado en ella), mientras que por la de la planta superior se puede entrar al coro de la iglesia, como dijimos antes, y subir por una escalerilla hasta las azoteas.

La torre se distingue fácilmente en la ilustración más antigua que existe de la parroquia de Aculco: el dibujo de 1838 que varias veces hemos utilizado en este blog. Entonces era más fácil advertirla ya que no se habían construido todavía las viejas oficinas de la notaría parroquial al fondo del portal de peregrinos, como advertí ya en un texto anterior, dedicado al bautisterio viejo. Curiosamente, la torrecilla muestra una cubierta de teja a dos aguas que ya no existe y, aparentemente, una ventila o mirilla en su paramento oeste.

Algunas fotografías a partir de la década de 1950 nos muestran que en esos años se le construyó una espadaña para sostener una campana, parecida a la que existe todavía a un lado de la cúpula de la parroquia. Intencionalmente o no, con ello la torre recuperó notoriedad y es muy probable que en quienes la conocieron con ese añadido advirtieran más fácilmente que hoy en día que se trataba de una construcción con carácter propio. Esta espadaña desapareció en las obras de remodelación de 1974.

Aunque en su uso actual como acceso al coro y subida a las cubiertas del templo y del curato, su presencia se puede explicar fácilmente, creo yo que la construcción de esta torre tuvo otros motivos. Regresemos al dibujo de 1838 y a lo que he empezado ya a esbozar en el texto sobre el bautisterio viejo: la parte baja del actual portal de peregrinos parece haber tenido un uso ritual previo del que, tanto dicho bautisterio como la torre que ahora señalamos, debieron ser parte integral y que limitaban este espacio en sus extremos. Me refiero, como algunos de ustedes ya lo habrán comprendido, a una capilla abierta. En un texto próximo hablaré con más detalle y claridad de esta idea.

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