La "iglesia vieja" de San Ildefonso Tultepec, ubicada a unos 1500 metros del actual templo del pueblo, se ha convertido en años recientes en uno de los sitios más frecuentemente visitados del circuito turístico compartido entre el vecino municipio de Amealco, Querétaro, y el nuestro de Aculco. Ciertamente es un lugar muy pintoresco: en medio de los campos de cultivo, alejado de las construcciones modernas, se yergue una iglesia de mayores dimensiones y mejor orientada que la que se conserva en culto, destechada, en ruinas, vandalizada con grafiti, pero con sus altos muros de piedra parda prácticamente intactos.
Su planta es de una sola nave con cabecera recta y una torre a los pies del templo, del lado izquierdo de la fachada. Su entrada principal, que mira hacia el poniente, es un arco de cantera de medio punto con jambas que se prolongan hasta la cornisa; su derrame interior está labrado en forma de concha. La ventana del coro, rectangular y con enmarcamiento de cantería, tiene un alféizar soportado por un par de ménsulas con mascarones y encima una cornisa apoyada en ménsulas simples. Su dintel, monolítico, posee un resalte circular con una flor inscrita. Más arriba de esta ventana se observa un relieve con una custodia al centro.
En el interior, es notable el esbelto arco que separa la nave del presibterio, apoyado en pilastras molduradas, y un pequeño altar adosado al muro posterior, formado al parecer con piedras tomadas de otras partes del templo. El inmueble no tiene actualmente anexos, aunque una entrada lateral en el presbiterio parece construida con el propósito de acceder a una sacristía, destruida o nunca edificada. A su frente está un atrio delimitado por con un muro de piedra de poca altura. Fuera de este espacio, hacia el poniente, se levanta una cruz del clásico tipo otomí, sobre un pedestal de dos cuerpos, el más alto de los cuales tiene horadado un nicho que mira a la fachada de la iglesia.
En los muros del viejo templo sólo se abren tres ventanas, todas en su fachada sur, pequeñas, muy elevadas y de trazo mixtilíneo. A la altura del arco del presbiterio se colocaron al exterior dos contrafuertes, quizá tardíamente, para evitar que dicho arco se abriera más, pues sus dovelas se observan un poco fuera de su lugar.
El dintel del acceso a la sacristía muestra la única inscripción que encontramos en el edificio: "Jesús María + de 1616 años". Al observar un poco, sin embargo, se advierte que esa fecha sólo nos permite situar parte de su construcción, pues el edificio es obra de varias etapas constructivas con cambios estilísticos y materiales, que posiblemente abarcan desde el siglo XVI hasta el XIX. Pero, ¿por qué está este templo aquí?, ¿se abandonó o nunca se concluyó?, ¿perteneció a San Ildefonso o se trata de otro pueblo ya desaparecido?.

Dintel en el acceso a la sacristía, con la inscripción "Jesús María + de 1616 años" bajo el grafiti.
La propia tradición del lugar explica su origen básicamente como lo hace una mujer habitante de San Ildefonso en una entrevista informal que se puede ver completa aquí:
Es de mil seiscientos y algo... por ahí hay una piedra que tiene el año.
Sí vienen [a esta iglesia] especialmente los que tienen las mayordomías. Para las fiestas importantes hacen lo que llamamos "el Alba". Es un encuentro de los cargueros en la iglesia, donde hacen oración, danzas, y de ahí antes se acostumbraba mucho a venir a esta iglesia a rezar un rato y regresarse. Todavía hay eventos que se realizan aquí, en torno a la fiesta de la Navidad: se vienen y comparten comida, tamales. Vienen y hacen oración, danza y comparten la comida. [Se hace] en la fiesta de la Navidad, el 23 de enero, de la Virgen de Guadalupe, se celebra el 12 de diciembre. Pero días antes a eso, se vienen para acá también a hacer oración. No hay una fecha específica porque se van moviendo [...]. Hace todavía varios años, me tocó todavía ver, que todos los niños recién nacidos que fallecían sin el bautismo los traían para enterrarlos aquí. Les buscaban como el sentido de que se guarden en un lugar sagrado. Entonces hay varios chiquitos por aquí enterrados. Pero ya últimamente los llevan a todos en el panteón de la comunidad.
No, no se terminó de construir, porque al momento de estar construyéndose, se vio que se humedecía mucho la parte de abajo, y de hecho por aquí cerquita pasa el río, y cuando trae mucha, mucha agua, se desborda y llena esto. Aunque no la tire, pero se moja todo. Se inunda. Y pues la gente dijo "aquí no va a servir". Dice la leyenda que san Ildefonso al ver eso no quiso estar aquí. La imagen del patrón de San Ildefonso. Entonces por eso ya no siguieron construyendo, porque pues la imagen no quería estar aquí. Se movía. Lo traían y lo dejaban aquí, al otro día ya estaba hasta por allá arriba.
Y también hay otra leyenda más atrás, pues más antigua, que decía que aquí la voluntad del Creador no era éste, y entonces por medio de una águila se iba y se posaba hasta allá arriba.
Esto es lo que nos cuenta la tradición local, junto con algunos detalles como que la capilla llegó a estar techada con paja (lo que no es en absoluto descabellado en el contexto de la arquitectura de los pueblos otomíes de la región en el Virreinato). Pero veamos ahora lo que nos dice la historia.
San Ildefonso Tultepec, como otros antiguos poblados pertenecientes a la Provincia de Jilotepec, contó seguramente con un templo construido tras la conquista española en el siglo XVI. Es posible que este templo no haya sido una iglesia completa, sino sólo su ábside: una capilla abierta como las que dieron origen a otros edificios religiosos de la región a los que se añadió una nave tiempo después, por ejemplo la iglesia de Santa Ana Matlavat. Pero a finales del siglo XVI, después de las grandes epidemias que diezmaron a la población indígena de la Nueva España, San Ildefonso como muchos otros pueblos se halló casi despoblado. Los virreyes de la época ordenaron que los sobrevivientes de los llamados "pueblos de indios" de juntaran -es decir, se congregaran- para que la dispersión no obstaculizara la vida cotidiana y la evangelización. Se señalaron para estas congregaciones los sitios mejor provistos en cada zona, que en este caso fue el pueblo de San Gerónimo Aculco. Allí se trasladaron, en otros pueblos con escasos vecinos, los pueblos de San Juan Aculco, Santa María Xiponeca, San Lucas Totolmaloya, Santa Ana Matlavat y San Ildefonso Tultepec. Los habitantes de estos lugares dejaron abandonados casas y templos, aunque siguieron reivindicando la propiedad de las tierras que les pertenecían alrededor de ellos. Esta congregación ocurrió entre 1593 y 1605.
En algunos casos, los pueblos congregados desaparecieron por completo y su memoria se perdió, como fue el caso de San Juan Aculco (que estaba cerca de Arroyozarco) y Santa María Xiponeca (al lado del cerro de Ñadó). Pero otros tuvieron mejor suerte y se repoblaron cierto tiempo después, continuando así su existencia. Así sucedió con los pueblos de Santa Ana, San Lucas y precisamente San Ildefonso. Es en este proceso de éxodo y retorno en el que una serie de documentos redactados un siglo después de los hechos, a partir de 1707, sitúan el abandono del viejo templo de San Ildefonso y la construcción del nuevo. Los papeles se refieren a un pleito de tierras entre don Lucas Magos Bárcena y Cornejo, "cacique de la provincia de Jilotepec, teniente gobernador y alcalde del pueblo de San Gerónimo Aculco" y los naturales de San Ildefonso, que sucedió más o menos así:
Don Lucas Magos compró un sitio de ganado mayor y dos caballerías de tierra por 400 pesos a Marcos Lorenzo y Juana de Ávalos y Granada, su madre (propiedad que estaba amparada con títulos de una merced concedida a Baltasar García en 1596) en el año de 1706. Las tierras se ubicaban "a un cuarto de legua del dicho pueblo [de San Ildefonso]", en una cañada donde existían unos paredones, junto al río, sitio que sin gran dificultad se puede reconocer como el mismo donde se levanta la "iglesia antigua", pero cuyos vestigios don Lucas identificaba sólo como "las casas que se demuestra hubo en aquel tiempo de dicho don Baltasar, aunque con el transcurso del tiempo apenas se reconocen sus cimientos". Al año siguiente, sin embargo, cuando don Lucas intentó tomar posesión de esas tierras, los vecinos de San Ildefonso "lo impidieron y se sublevaron". Argumentaban que esas tierras eran suyas y presentaron para probarlo el amparo que el virrey marqués de Montesclaros le había concedido en 1605 a San Ildefonso, "sin embargo de estar despoblado por entonces" y la posesión que les había dado en 1662, una vez repoblado San Ildefonso, el teniente de alcalde mayor, don Manuel de Texeira y Zúñiga, a quien los indios habían "demostrado por su iglesia antigua", la anterior a la congregación, aquellos paredones junto al río.
Y que por ser nosotros, congregantes en este dicho para pueblo de San Ildefonso, y tener títulos y mercedes de tierras en su contra no podemos ser damnificados, por cuya razón hablando con el debido respeto, contradecimos, una y dos y tres veses, y todas las que el derecho nos concede, las dichas medidas y demás diligencias que se pretenden por el mucho daño y perjuicio que se le sigue a nuestro pueblo y congregación.
Don Lucas Magos, naturalmente, rechazó tales afirmaciones. Aseguraba que las paredes no eran vestigios de un templo, pues San Ildefonso "donde hoy se haya poblado que es a donde siempre fue [su] fundación" y que en cambio todavía podían apreciarse los verdaderos vestigios de la iglesia antigua mucho más cerca del nuevo templo:
La antigua iglesia que tuvieron primitiva cuando fueron congregados al pueblo de San Gerónimo Aculco era la que de presente demuestra su ruina, que está de esta iglesia como cincuenta varas a la parte del poniente, que todavía se perciben los restos del cuerpo de la iglesia, cementerio y sacristías, de que se han aprovechado dichos naturales de toda la más fábrica que tenía para la reedificación de la actual iglesia, como están de presentes unas piedras de cantería las que están en las gradas de la puerta que sale para el sur.
Para concluir, don Lucas señalaba de las otras ruinas más alejadas situadas junto al río, "que está a un cuarto de legua de este pueblo, nunca fue iglesia como se demuestra [...] porque fue una fábrica que nunca se acabó, ni sé cómo más lo justifica su fábrica que hasta ahora están por adentro las piedras con los picos que para su trabazón eran necesarios". Presentó además como testigos a dos indios de la zona, uno de Aculco y otro de san Ildefonso, que informaron lo siguiente:
Juan Nicolás, vecino de Aculco: "Y siéndole preguntado que si sabe o ha oído decir cuál fue la primera iglesia de los naturales de este pueblo que tenían antes de que fueren congregados al pueblo de San Gerónimo Aculco, dijo que aunque no vió la más fábrica antigua en pie, conoce y ha visto dónde estaba la primera iglesia que antes de su congregación tenían y ha visto desde que tiene uso de razón que es más adelante de la que ahora esta actual que está como a un tiro de mosquete hacia la parte del poniente que esta su ruina de manifiesto con sus señales de cuerpo de iglesia y el cementerio que tuvo y su sacristía, cuya fábrica fue de cal y canto, de donde han sacado muchas piedras labradas dichos naturales para la reedificación de la otra".
Sebastián Pérez, indio de San Ildefonso: "Siéndole preguntado si sabe fijamente dónde estaba la iglesia antigua, que tenían antes que fuesen congregados sus del causantes al pueblo de San Gerónimo Aculco, dijo que lo que sabe desde que tiene uso de razón y le dijeron sus padres que la iglesia antigua que tuvieron antes de dicha congregación es dicha ruina que está como a un tiro de arcabuz para la parte del poniente junto a la casa de un Gerónimo Gaspar, cantor de la iglesia, donde está de manifiesto la señal de su fundación y todavía con la muestra de su cementerio, sacristía y lo demás, donde alcanzó este testigo algunos pedazos de pared y en la tapia de dicho cementerio que era alcanzó este testigo un ciprés grande copado; Y en dicha fábrica este testigo y los mas naturales de este pueblo han aprovechado la más piedra de dicha fábrica en la reedificación de la que hoy tienen, y de donde este testigo sacó con otros más piedras de cantería labradas que están por gradas en la puerta del cementerio que sale al sur".
La expresión "a un tiro de mosquete" o "a un tiro de arcabuz" es vaga para señalar una distancia, pero según la RAE podría oscilar entre los 50 y los 250 metros. De tal manera, esas ruinas seguramente se encontrarían donde hoy se levantan algunas de las casas del pueblo y al parecer no son ya visibles en la superficie.
Las autoridades de la Provincia de Jilotepec ordenaron una visita al lugar. El encargado de la diligencia, Juan Sánchez García, inspeccionó los restos del edificio en disputa y dejó constancia por escrito de esa diligencia:
Estando en el campo en cuarto de legua del pueblo de San Ildefonso a la parte del poniente en una cañada donde está un edificio de paredes junto a un río en medio de dichas sementeras de los naturales del pueblo de San Ildefonso en veinte y cuatro días del mes de mayo de mil setecientos y siete años. Yo, dicho teniente y los testigos de mi asistencia. Vi y reconocí si se demuestra haber sido iglesia, y no hallo señales que conduzcan haberlo sido en ningún tiempo, por que tan solo tiene los dos lienzos de su cuerpo en largo a la parte del poniente y su respaldo al oriente, por arriba de dicha pared algo más levantada y según se demuestra nunca tuvo efecto el que techasen como está de manifiesto; y por la parte de adentro en dichas paredes con piedras largas que dejaron para la trabazón que se le había de seguir que según parece se habría formado para jacal de trigo, ni consta que haya tenido muestras de cementerio, ni otra fábrica alguna que es la que dicen los naturales demostraron por su iglesia antigua.
Ante tal conclusión, escribió Sánchez García, "se amotinaron los dichos naturales en que cesó esta diligencia". Don Lucas naturalmente no pudo tomar posesión de las tierras, que siguieron en poder de la comunidad de San Ildefonso. Éstos, además, procedieron en 1710 a regularizar cualquier deficiencia que tuvieran en sus tierras por la vía de la "composición": un proceso en el que reconocían ante las autoridades un excedente de tierras para las que no tenían títulos y ofrecían una cantidad de dinero para subsanar esa falta de documentos. Consiguieron en ese proceso una nueva "vista de ojos" y recorrido por el terreno, en el que esta vez obtuvieron un resultado favorable: "habiendo ido hacia la parte del poniente por una loma abajo, se reconoció al pie de ella una vega y en ella unos paredones que según su fábrica parece iglesia vieja". Pidieron después a la autoridad se le notificase la posesión que habían tomado de esas tierras a don Lucas Magos, con quien se mantenía el litigio, "para que no les inquietase en la posesión... y que ocurriese a la Real Audiencia si tuviere que pedir".
Para 1714, don Lucas se había dado ya por vencido. Creía firmemente que el asunto era una "estafa" de los indios de San Ildefonso, pero como le había sido imposible tomar posesión decidió actuar contra quien le había vendido las tierras: Marcos Lorenzo, puesto que su madre ya había fallecido. Reclamaba que era responsabilidad del vendedor "sanear" la venta para evitar reclamaciones, y puesto que no lo había hecho debía compensarlo. Lorenzo accedió a devolverle el dinero o a darle otras de sus tierras a cambio, pero no hizo lo uno ni lo otro. De tal manera, don Lucas lo denunció y Marcos Lorenzo acabó preso en la cárcel de comunidad de Aculco, puesto que San Ildefonso pertenecía entonces a este pueblo. Luego se le embargó una de sus propiedades, el Rancho de Ávalos, para con su remate pagar lo que le adeudaba a Magos. Así, no continuó con su pelea por las tierras con los paredones junto al río, que quedaron desde entonces en posesión del pueblo de San Ildefonso.
Seguramente los lectores ya habrán notado algo muy interesante en esta historia: los vestigios de tal "iglesia vieja", si le creemos a los habitantes de San Ildefonso, o los restos de una casa o troje para almacenar trigo, si nos inclinamos por la opinión de don Lucas, eran tan poco notables como para generar precisamente esa duda. Nada que ver con los restos de la actual "iglesia antigua", mucho más importantes y que inequívocamente se reconocen como un templo completo, con su nave, presbiterio, torre y atrio. ¿Qué sucedió entonces?
Entramos aquí al terreno de la especulación. Sospecho que los propios vecinos de San Ildefonso procuraron reforzar la idea de que ahí había existido el templo anterior a su congregación en Aculco reedificándolo, construyendon quizá sobre los mismos paredones antiguos, y dotándolo de una imagen que nunca más hiciera sospechar que no había sido una iglesia. Eso explicaría los detalles ligados al estilo barroco que encontramos en las ventanas mixtilíneas, el derrame en forma de concha del acceso principal, la molduración de su portada y las pilastras del arco del presbiterio. Pero la construcción se habría prolongado por lo menos hasta mediados del siglo XIX, época a la que parece pertenecer la ventana del coro, la torre (con una calidad distinta en su mampostería) y el campanario de cantería. Los muros, llenos de mechinales abiertos (esos hoyos en los que se colocaban vigas para sostener los andamios durante la construcción), indican claramente que todo aquel esfuerzo quedó a pesar de todo inconcluso. Acaso sólo el presbiterio llegó a techarse, pues cuenta con canales para desaguar su ya inexistente azotea y en la parte posterior posee todavía una cornisa que indicaría la finalización de esa zona de la iglesia. La leyenda de que llegó a estar techada con paja sería así sólo un falso recuerdo.
Pero en esta conclusión se mantiene un misterio: la fecha de 1616 labrada en la entrada a lo que debió ser la sacristía. No es una fecha que corresponda a una iglesia anterior a la congregación, sino más bien a los tiempos de la repoblación de San Ildefonso. Y si estaba ahí, ¿por qué en ninguna de las dos visitas de las autoridades al sitio se consignó su existencia, que quizá les habría servido para el establecer el origen del edificio en el tiempo? ¿Quizá estaba ese dintel labrado ya caído en tierra entonces y sólo al reconstruir el templo se le descubrió y volvió a colocar? ¿O habrá venido de otro lugar, tal vez la otra iglesia vieja que don Lucas señalaba como la verdadera, para darle autenticidad a este otro edificio? ¿O del templo nuevo? Preguntas hasta ahora sin respuesta, pero que no hacen más que aumentar el interés que produce la "iglesia antigua" de San Ildefonso Tultepec.
FUENTES:
AGN/Instituciones Coloniales/tierras/vol.1794/expediente 5.
AGN/México independiente/ Gobierno y relaciones exteriores/ Archivo de buscas y traslado de tierras/ volumen 46286/92/expediente 1
* Buena parte de las fotografías con las que ilustro este texto son de Neftalí Sáenz Bárcenas, cronista de San Juan del Río, Querétaro.
** Después de terminar este texto hallé que Yesenia Martínez Maldonado había utilizado estos mismos documentos para su tesis "Justicia, autoridad y territorio en la historia de San Ildefonso Tultepec, una comunidad ñañhö del sur de Querétaro" con el que obtuvo el grado de Doctora en Estudios Interdisciplinarios sobre Pensamiento, Cultura y Sociedad de la Universidad Autónoma de Querétaro. Sin embargo, no coincido en su interpretación de dichos documentos, pues ella identifica plenamente la "iglesia vieja" que describió Lucas Magos con la que hoy existe, sin percatarse de la disputa por ello con los naturales de San Ildefonso. La tesis se puede consultar aquí.



















No hay comentarios:
Publicar un comentario
Nota: solo los miembros de este blog pueden publicar comentarios.