sábado, 4 de octubre de 2025

Blas Guller, el penúltimo administrador jesuita de Arroyozarco

El 25 de junio de 1767, las casas de los jesuitas en Nueva España amanecieron rodeadas de soldados. El rey Carlos III había ordenado detener a todos los miembros de la Compañía de Jesús para expulsarlos de los dominios españoles. La operación se preparó con el máximo sigilo para ejecutarse sin tropiezos y de manera simultánea, como había ocurrido meses antes en la metrópoli. Sobre las causas de este decreto se ha especulado y novelado mucho, pero pueden resumirse en una: en tiempos de consolidación del absolutismo monárquico, la creciente influencia de los jesuitas -sustentada en su poder, su riqueza y su voto especial de obediencia al papa- resultaba incómoda y riesgosa para el monarca.

Hubo, sin embargo, jesuitas que lograron escapar en un primer momento de la aprehensión: los destinados a las misiones remotas de Paraguay o California, así como aquellos que administraban las haciendas de la Compañía de Jesús. Aunque no lo sabemos con absoluta certeza, es muy probable que entre ellos se encontrara el hermano Blas Guller y Huarte, penúltimo administrador de la hacienda de Arroyozarco y residente en ella.

Guller había nacido en Estella, Navarra, en abril de 1703. Se le bautizó en la iglesia de San Juan Bautista de ese lugar el día 3 de quel mes y año. Fueron sus padres Blas Guller de Monteagudo y María de Huarte y Gómez (mencionada a veces con el apellido Duarte, Aduarte, Uduarte o Ugarte). Sus padres se habían casado tres años antes en el templo de San Julián y Santa Basilisa de Andosilla, del mismo reino, de donde al parecer eran originarios. Desconocemos cuándo viajó Blas Guller a la Nueva España y a qué se dedicó en su juventud, pues fue hasta pasadas las cuatro décadas de edad, en 1744, cuando ingresó al noviciado jesuita, el 25 (o 23) de mayo de ese año. Ya en 1748 aparece como administrador de alguna de las haciendas jesuitas y se describen sus dotes como "de ingenio y juicio bueno; de alguna prudencia y experiencia; de complexión temperada; de talento para lo del campo y la casa". En 1751 actuaba ya como apoderado del procurador de las misiones de California.

Resulta llamativo que se le confiaran tales responsabilidades cuando aún era novicio, antes de pronunciar sus votos temporales de pobreza, castidad y obediencia, pues no fue sino hasta junio de 1753 cuando se le autorizó a hacerlo. Un año más tarde emitió sus "últimos votos", los definitivos, entre los cuales figuraba el cuarto, propio de los jesuitas: la especial obediencia al Papa. Algunos documentos se refieren a él como "reverendo padre", sin embargo, parece seguro que no se ordenó sacerdote, por lo que el tratamiento correcto sería simplemente el de "hermano".

Desde 1755 Blas Guller se hallaba en Arroyozarco como administrador de la hacienda. Aunque su residencia regular era este lugar, como encargado de una finca perteneciente a las misiones de California se le consideraba adscrito al Colegio de San Andrés de la Ciudad de México (famoso por su hospital), como lo reseñan documentos jesuitas de 1761 y 1764. ¿Cómo era el trabajo de los administradores de las haciendas jesuitas? Sobre eso escribí en mi libro Arroyozarco, puerta de tierra dentro (2003):

El Fondo Piadoso de las Californias tenía como cabeza a un padre Procurador, quien era el supervisor de los padres o hermanos jesuitas administradores nombrados para cada una de las haciendas que pertenecían a la fundación. Él se encargaba de visitar las propiedades, vigilar su explotación y habilitar a los distintos administradores con objetos y mercaderías que les era imposible conseguir en el lugar en que se ubicaban las fincas. Durante ciertos períodos existió un administrador general que ocupaba un puesto intermedio entre el Procurador General y los administradores de las haciendas. Por su parte, los padres administradores estaban directamente encargados de los trabajos de las fincas.

Quizá con el objeto de regular su conducta, se recomendaba que, en lo posible, no se dejara al hermano administrador solo, sino que se designara un capellán como compañía. Por debajo del puesto del administrador se encontraban los mayordomos (de campo y de casa) y después toda una escala de empleados menores como escribanos, caporales, vaqueros, arrieros, pasteros, sirvientes de la labor, ayudantes, carpinteros, herreros, albañiles, cocineras, molenderas, cuida pastos, gañanes, sacristán, cuadrillas de trabajadores forasteros y capataces en tiempo de cosechas, veladores, boyeros, peones, ayudantes, caballerangos, muleros, etc.: todo lo necesario para la subsistencia de un grupo más o menos numeroso de gente dedicada al trabajo agrícola y ganadero. Cada hacienda era en sí misma un pequeño mundo con mayor o menor interacción con el exterior, pero autosuficiente en muchos aspectos, lo cual a veces agudizaba su aislamiento respecto a pueblos y ranchos vecinos pero contribuía a la integración de sus habitantes.

[...]

Tal vez los padres administradores de la hacienda hayan tenido como diversión la lectura de libros piadosos y profanos, acompañándose con chocolate caliente servido al uso de la época, en su taza con mancerina o en un coquito encasquillado en plata, pues todos estos objetos se mencionan en los inventarios de la época. Quizá alguno de ellos practicó la esgrima, pues existía una espada vieja de este ejercicio en las bodegas de la finca. Cada año, el padre administrador debía acudir a ejercicios espirituales y entonces dejaba la hacienda a cargo del mayordomo y sus ayudantes. Antes o después de dichos ejercicios debía rendir cuentas a sus superiores. Se recomendaba que el administrador fuera “observante y fervoroso en la soledad de una hacienda donde no hay Superior que cele, ni campana que llame, ni visitador que registre, no ojos que observen, ni censores que noten la vida de un religioso campista”. y que se levantara temprano, pues “desdice mucho que en una hacienda donde todos madrugan antes del alba, sólo el Administrador duerma hasta después de salido el sol”. Por la noche, el administrador “rayaba” las cuentas de los sirvientes para su posterior pago y daba órdenes al mayordomo sobre los trabajos del siguiente día.

Para el padre administrador, el capellán, algunos hermanos jesuitas convalecientes o de vacaciones y huéspedes que se encontraban en la hacienda se tocaba a comer a las doce del día y a cenar a las ocho de la noche. Quizá la visita o el paso de viajeros importantes añadían alguna compañía interesante al administrador.

En sus años como administrador de Arroyozarco seguramente debió atender innumerables asuntos, pero de los que más documentación ha sobrevivido es de los que se relacionan con límites de tierras. Fue el caso del pleito con los naturales del pueblo de Santiaguito Maxdá, Timilpan, en 1762, o los que tuvo por el sitio de San Juan Ashuatepec, que la hacienda había intercambiado con Santiago Navarrete y que los naturales de Acambay reclamaban en 1753.

Acerca de los espacios que habitó don Blas en la Casa Vieja de la hacienda, escribí también en la mencionada obra:

El extremo norte del ala estaba ocupado por la nave de la capilla, su atrio y una troje de dos naves sobre columnas cilíndricas. Esta área era la única que contaba con una planta alta, que rodeaba al patio principal sólo por los lados norte y poniente, y al que se accedía por una escalera de piedra en el lado norte del patio. Ese piso contaba con dos soleados corredores, que miraban hacia el sur y oriente, soportados por pilastras de cantería; debe haber sido el lugar habitado por los jesuitas administradores y residentes en la hacienda, contaba con tres salas, dos recámaras, una sala de huéspedes (adornada con una bella portada de tezontle con la característica forma de H y con su clave en forma de róleo, ricamente esculpida), despensa, palomar, cocina, letrinas y almacén además de varios cuartos. Una de esas salas debió ser la lujosa “Sala del Administrador”, descrita ampliamente en el inventario de 1776, que estaba adornada con varias imágenes de bulto, como un San José con el niño con potencias, diadema y vara de plata, una Virgen de Loreto con corona de plata y un Santo Cristo pequeño de madera con su baldaquino. Los muros estaban cubiertos por grandes pinturas, como las de Santa María Magdalena y Santa Bárbara, de dos varas de alto, y una de los Cinco Señores, de dos varas y media. Los muebles eran de lo más variado: un reloj despertador con su caja dorada y encarnada, una mesa de dos y media varas de largo con cajón, dos bancas con respaldo, una de ellas servía además de cajón, un par de escritorios, un de ellos de madera de sabino con dos cajoncitos y seis huecos para libros, un baulito viejo, una caja de madera de sabino con chapa, un armero, cuatro pequeñas pilas de agua bendita de estaño, dos escopetas viejas cortas “para caminar” y dos bacinicas de cobre. Cubría el suelo una alfombra grande de colores blanco, encarnado y verde, y los vanos un par de cortinas azules de bayeta. Según lo que mandaban las Instrucciones para los hermanos jesuitas administradores de haciendas, el administrador debió tener ahí una tabla con clavos en los que colgaba las llaves de oficinas y aposentos de la hacienda, con un letrero que indicaba el uso de cada una y a donde debían volver una vez terminado su uso.

Cuando en 1764 pasó por la hacienda fray Francisco de Ajofrín en viaje hacia el norte de la Nueva España, conoció a Blas Guller y dejó unas cariñosas palabras en su Diario:

Es Arroyo Zarco hacienda de los misioneros de California, y su administrador, el padre Blas, me detuvo con mucha urbanidad y cariño hasta otro día, que era la festividad de la Encarnación del Señor, que habiendo dicho misa tomé mi camino (...).

En algún momento posterior a esta visita y antes de 1767, el padre Blas Guller fue relevado de la administración de Arroyozarco, quizá por su edad, reemplazándolo el padre Diego Cárcamo. Sin embargo, algunos documentos nos indican que continuó residiendo en la hacienda.

La hermana de don Blas Guller, María Benita, contrajo matrimonio en España con otro navarro, Bernardo de Ecala Lorente, noble con casa solar en Eulate. Fueron ellos padres de Martín Bernardo de Ecala Guller, nacido también en Estella, quien al cabo del tiempo siguió los pasos del tío y emigró a la Nueva España. Cuando en 1767 cayó la orden de expulsión de los jesuitas, en una decisión quizá algo cuestionable por el parentesco con el hermano Blas, don Bernardo de Ecala fue nombrado como administrador interino de la hacienda de Arroyozarco el 11 de julio y permaneció en el cargo hasta 1773.

Si don Blas estaba en Arroyozarco al momento de la aprehensión de los jesuitas, como es probable, pudo tomar alguna de dos determinaciones: la primera, retornar voluntariamente a su casa del Colegio de San Andrés, con la certeza de que ahí sería detenido; la segunda, esperar en la hacienda, donde posiblemente habría sido obligado a unirse a alguno de los grupos de compañeros de su orden que desde el interior del país viajaban por el Camino Real de Tierra Adentro camino de la expulsión. Como haya sido, lo cierto es que la mayoría de los jesuitas llegaron a Veracruz a lo largo del verano de 1767 y en el mes de octubre se embarcaron hacia España, desde donde se les envió a los Estados Pontificios.

Existe en la Biblioteca Nacional de España un manuscrito con la Lista de los jesuitas expulsados de Indias, llegados al Puerto de Santa María. Puerto de Santa María, [hasta el] 30 de junio de 1769, sin embargo el nombre del hermano Blas Guller no aparece, mientras que Diego Cárcamo, último administrador jesuita de Arroyozarco, sí consta en ella. ¿Habrá muerto antes de embarcar rumbo al exilio?, ¿habrá renunciado a la Compañía de Jesús y permanecido en la Nueva España?, ¿su nombre simplemente se omitió y terminó como sus compañeros de orden? Preguntas, hasta ahora sin respuesta.

 

FUENTES:

"España, bautismos, 1502-1940", FamilySearch (https://www.familysearch.org/ark:/61903/1:1:HZ5H-VWN2 : Wed Mar 05 01:05:26 UTC 2025), Entry for Blas and Blas Guller, 22 Apr 1703.

"España, matrimonios, 1565-1950", database, FamilySearch (https://familysearch.org/ark:/61903/1:1:C9VL-9CW2 : 13 February 2020), Blas Guller, 1700.

"España, matrimonios, 1565-1950", database, FamilySearch (https://familysearch.org/ark:/61903/1:1:C9Q2-Q5MM : 17 February 2020), Blas Guller, 1700.

"España, bautismos, 1502-1940", FamilySearch (https://www.familysearch.org/ark:/61903/1:1:HZ5Q-J7W2 : Wed Mar 05 01:06:28 UTC 2025), Entry for Maria Benita Ecala and Bernardo Ecala, 14 Jan 1730.

Zambrano, Francisco y Gutiérrez Casillas, José. Diccionario bio-bibliográfico de la Compañía de Jesús en México, tomo XV, México, Jus, 1961, p. 268, 732.

"Mexico registros," imágenes, FamilySearch (https://www.familysearch.org/ark:/61903/3:1:3Q9M-CSD2-R3K2-S?view=explore : 8 sept 2025), Imagen 135 de 194; . Número del grupo de imágenes: 007984610

Fr. Ángel de los Dolores Tiscareño. El Colegio de Guadalupe, desde su origen hasta nuestros días, México, La Prensa Católica, 1905, pp. 224 y 137.

Javier Lara Bayón. Arroyozarco, puerta de tierra adentro, Toluca, Instituto Mexiquense de Cultura, 2003.

Ajofrín, Fray Francisco de. Diario del Viaje que hizo a la América en el siglo XVIII el P. Fray Francisco de Ajofrín. México, 1964. Instituto Cultural Hispano - Mexicano. Págs. 127 y 128.

Uruburu de Toro, Francisco. "Lista de los jesuitas expulsados de Indias, llegados al Puerto de Santa María. Puerto de Santa María", 30 de junio de 1769, manuscrito, Biblioteca Nacional de España.

domingo, 28 de septiembre de 2025

La verdadera historia de la muñeca otomí

Uno de los puntos en los que ha insistido más este blog ha sido el de distinguir con claridad las manifestaciones culturales materiales e inmateriales que son auténticas, de aquellas que -por decirlo con franqueza- son inventadas. Lo mismo al desmontar una leyenda que al señalar la falsificación de una tradición o al lamentar la incorporación de construcciones espurias en el tejido urbano del pueblo, en Aculco, lo que fue y lo que es he intentado nombrar las cosas como son, llamando engaño a lo que es engaño y verdad a lo que es verdad. En ese sentido, la propia dirección del blog elaculcoautentico.blogspot.com es una declaración de principios: el Aculco auténtico.

Esta actitud no pocas veces me ha atraído críticas, pues mucha gente la ve como algo negativo, como si la verdad tuviera que estar subordinada a la conveniencia. Como si el inventar leyendas de brujas o aferrarse al mito de que Hidalgo celebró una misa en el Palo Bendito reflejara un verdadero amor al terruño, en lugar de una fantasía ventajosa. O como si se pudieran crear tradiciones todos los días.

Hoy voy a hablarles de un tema que entra precisamente dentro de este ámbito de las "tradiciones inventadas": la muñeca otomí o muñeca Lele, que se ha vuelto famosa en el vecino Amealco, Querétaro, y también, aunque un poco menos, en nuestro Aculco.

Para todos los que tenemos más de cuatro décadas de vida, es claro que esas muñecas surgieron recientemente; que antes no las había ni se realizaba ningún comercio con ellas. Imposible habría sido encontrarlas en 1980 ya no digamos en cualquier mercado artesanal de la región otomí de los estados de México y Querétaro, ni siquiera en las propias comunidades indígenas. Porque no es una artesanía tradicional de esa etnia, sino que se trata de una creación dirigida desde instancias gubernamentales y que surgió en la Ciudad de México. Dos investigadores -Imelda Aguirre Mendoza y Julio César Borja Cruz- han explorado el origen real de estas muñecas:

El origen de esta clase de muñecas tuvo lugar en la década de 1970, cuando el gobierno de la Ciudad de México creó el Centro de Capacitación Mazahua y el Centro Otomí, los cuales tenían como objetivo reducir la venta ambulante del primer cuadro del centro histórico, llevada a cabo por mujeres mazahuas y otomíes emigrantes, que desde los años 40 ya se desempeñaban en dicha actividad. La idea era capacitarlas en la manufactura de colchas, manteles, cubrecamas, etcétera, y que los centros fungieran como intermediarios en la venta, para así evitar que las mujeres recurrieran al ambulantaje.

En este espacio se crea la muñeca que nos ocupa, proyectándose como un producto más para el comercio. Los centros de capacitación no tuvieron éxito, al menos en su objetivo de impedir el ambulantaje, ya que las mujeres continuaron vendiendo en la calle carpetas bordadas, frutas, dulces, cigarros e incorporaron la muñeca de tela.

Un gran número de mujeres otomíes que participaron en estos centros provenían de la comunidad de Santiago Mexquititlán, población localizada en el municipio de Amealco, Querétaro. Cuando ellas regresaron a su lugar de origen, instruyeron a otras sobre cómo hacer muñecas, así, dichos conocimientos se transmitieron entre un gran número de pobladores. Al respecto, Antonia Tomás, mujer otomí de 28 años (Santiago Mexquititlán, 15/08/2014), menciona que fue hace aproximadamente treinta años cuando su mamá salió a trabajar hacia la Ciudad de México. Al poco tiempo regresó a la comunidad trayendo consigo unos moldes para hacer muñecas, así comenzaron a confeccionarlas y a venderlas en Amealco y las poblaciones cercanas.

Por otro lado, durante los años 90, la entonces Comisión Nacional para el Desarrollo de los Pueblos Indígenas (CDI) -ahora Instituto Nacional de los Pueblos Indígenas (INPI)-, promovió este saber entre las mujeres otomíes, al desarrollar una serie de talleres en donde eran instruidas en el arte de hacer muñecas.

Aunque la muñeca se derivó de una estrategia para limitar el comercio informal, paradójicamente se convirtió en una las principales artesanías que las mujeres otomíes venden de manera ambulante, y desde hace varios años se ha conformado como una de las principales fuentes de ingresos para las familias indígenas de la región.

Así, el origen de la muñeca otomí dista mucho de ser antiguo y no nació propiamente al interior de las comunidades otomíes, sino que fue algo que llegó desde la capital. Pero esta artesanía ha pasado por un proceso de patrimonialización como nos cuentan los propios autores: las comunidades las han asumido como propias, les han dado un sentido profundo dentro de su sistema de creencias e incluso llegan a disputar entre ellas atribuyéndose su origen. Y, algo que me parece más interesante: recuperan elementos verdaderamente tradicionales en su vestimenta, que refleja la indumentaria indígena de la zona, incluso con sus variantes locales:

Semejante a la indumentaria de las mujeres otomíes, el vestido de cada muñeca reúne un conjunto de elementos bordados en punto de cruz, entre los que sobresalen las serpientes que “traen agua”; las mariposas que en la comunidad de San Ildefonso Tultepec son consideradas almas de los difuntos y/o antepasados. Otra de las figuras de los bordados es la mata del maíz, el cual, como alimento, tiene especial relevancia en la vida de las poblaciones indígenas y campesinas. Alrededor de este cultivo se pueden apreciar prácticas que develan un conocimiento del entorno: saber cuándo sembrar a partir de la observación de las fases de la luna, cómo medir la humedad de la tierra, qué tipo de grano es el indicado para conservarlo con el fin de sembrarlo en la próxima temporada.

Hay varios diseños para bordar flores: Doni koti, “flor bordada”, Doni noni, k’eñä, “flor dos culebra” y Bola doni, “flor bola”. En San Ildefonso Tultepec, las flores son pensadas como objetos bellos debido a que sus colores, formas y olores se ligan a categorías como vida, fertilidad, abundancia y alegría. En los bordados también se aprecian aves de pie y de perfil. Un ave importante para la cosmología otomí es el águila, la historia fundacional de varios pueblos se encuentra vinculada a la presencia de ésta y su posterior desplazamiento a Tenochtitlán. Arturo Gómez (2012) escribe sobre el águila bicéfala presente en los mitos de la creación del mundo contados en San Pablito, comunidad otomí al norte del estado de Puebla. En esos relatos dicha ave se relaciona con el sol, la luna y el movimiento; su figura es plasmada en los textiles, particularmente en quexquémetls, así como en el papel amate y el papel china con usos rituales.

[...]

La muñeca es de Santiago, concluyó Raúl en la conversación que sostuvimos. Algunas personas de esa comunidad mencionan que “los de Amealco”, es decir, los habitantes de la cabecera municipal quieren robarse el nombramiento de “cuna de la muñeca”. Varios pobladores cuentan la historia de los talleres en la Ciudad de México, subrayan que las mujeres de la comunidad tomaron el diseño inicial y lo adecuaron.

Es claro que entre los habitantes de Santiago Mexquititlán se conformó una noción de patrimonio a partir las acciones gubernamentales; ellos se reconocen como sujetos con legitimidad para hacer uso de la muñeca, pues es parte de “su patrimonio”. En esto también se aprecian ideas sobre la colectividad, los derechos de uso y los deberes que ellos tienen de mantener y transferir esos conocimientos a generaciones futuras. Asimismo, se percibe un reforzamiento de la identidad étnica revelada ante el aprovechamiento que las dependencias gubernamentales y otros actores han hecho de la muñeca.

En el municipio de Aculco, la muñeca otomí se elabora posiblemente desde hace unos 20 años, aunque sólo en los últimos diez ha alcanzado verdadera popularidad. No tienen grandes diferencias con las de Amealco, pero en las de más cuidada elaboración se advierten los típicos bordados otomíes en las blusas de cuello alto con holanes, así como las faldas amplias con encaje y delantal que evocan a las de sus fabricantes, principalmente mujeres. Es curioso que acá también reclaman su origen, que estaría en el pueblo de La Concepción. Al respecto, es muy interesante este video en Youtube, donde podemos escucha a una artesana otomí hablando primero en español y luego en otomí acerca de estas muñecas. Y acá otro video donde se observa un taller dirigido a niños de elaboración e estas muñecas en el centro de Aculco.

En resumen, la llamada muñeca otomí o muñeca Lele es una creación relativamente reciente, originada en la Ciudad de México con fines fundamentalmente comerciales y desde fuera de las comunidades indígenas. Posteriormente fue adoptada por comunidades otomíes de Aculco (Edoméx) y Amealco (Querétaro), que hoy se disputan su paternidad. Su vestimenta, aunque inspirada en la indumentaria tradicional de esas regiones, constituye más un guiño estilístico que una continuidad fiel. En las últimas décadas, la muñeca -siempre elaborada de manera artesanal- se ha consolidado ciertamente como un producto emblemático y ampliamente demandado por el turismo, lo que ha multiplicado su producción y su presencia en ferias, venta ambulante y mercados. Sin embargo, pese a ese reconocimiento y a su creciente arraigo, conviene no perder de vista que se trata de una tradición en gestación, no de un objeto ancestral. Por ello, su declaratoria como "patrimonio cultural intangible" del estado de Querétaro parece, al menos, prematuro y discutible.

 

FUENTE:

AGUIRRE MENDOZA, Imelda y BORJA CRUZ, Julio César. "La muñeca otomí ante el extractivismo epistémico", en Entre diversidades, revista de ciencias sociales y humanidades [online], 2020, vol.7, n.2 [citado 2025-03-06], pp.222-244. Disponible en: . Epub 26-Feb-2024. ISSN 2007-7610. https://doi.org/10.31644/ed.v7.n2.2020.a08.

lunes, 22 de septiembre de 2025

Por la calle de Pomoca

Hay calles de Aculco que parecen siempre haber estado allí y que sin embargo tienen un origen que podemos situar con precisión en el tiempo. Es el caso de la calle llamada Pomoca, que corre desde el Ojo de Agua hasta el santuario de Nenthé y más allá, alcanzando la que se conocía como Milpa del Bondote, hoy parque Estado de México. Su trazo es al principio una franca diagonal hacia el noroeste que luego toma, con cierta irregularidad, dirección al poniente. Se trata de una calle angosta, especialmente en su zona más cercana al centro del pueblo. Más allá debe su amplitud a la reconstrucción de la capilla de Nenthé en la década de 1940, pues se adquieron entonces fracciones frente al templo para desahogarlo un poco.

En los documentos más antiguos, esta vía aparece con los nombres de callejón del Ojo de Agua, callejón de Nenthé o, en ocasiones, simplemente como el callejón que va a Nenthé. Parece que esto últim describía su función casi única hasta principios del siglo XIX: permitir el acceso a la antigua capilla construida en el siglo XVIII en un terreno propiedad de la familia Ramírez. Fue hasta 1826 que su presencia en el entramado del pueblo comenzó a oficializarse y esto sucedió debido a que los propietarios de las fincas que colindaban con el callejón intentarion cerrarlo en alguno de sus tramos en junio de aquel año:

Algunos ciudadanos [...] no hallan por justo el que el callejón de Nenthé, división de las dos casas del finado padre señor don Ignacio Sánchez y del ciudadano Ignacio Zamudio, esté cerrada, y por esto se impida el tránsito que siempre ha sido costumbre y que por esta causa les es gravoso. (1)

Presentada la queja al Ayuntamiento de Aculco a través del síndico procurador, la corporación resolvió a favor del libre tránsito por el punto:

Dictaminamos se les franquée el paso de la calle ya cerrada, abriéndola en los mismos términos que siempre ha estado, sin agrandarla ni disminuarla [sic].

¿Cuando se le cambió el nombre a la calle de Nenthé para bautizarlo como Pomoca? Debió suceder hacia el último cuarto del siglo XIX, cuando casi todas las calles del pueblo recibieron nuevos nombres de personajes de la Independencia y la Reforma. Pero no porque Pomoca haya sido uno de estos héroes, sino que la palabra es el anagrama del apellido de Melchor Ocampo. Fue él mismo quien formó este anagrama y lo usó para bautizar a su fracción de la hacienda de Pateo en Michoacán. Allá en Pomoca, Ocampo fue capturado por el famoso guerrillero Lindoro Cajigas, que lo entregó para su ejecución en Tepeji del Río en 1861. Resulta así una curiosidad que en Aculco tengamos una calle de Pomoca en lugar de una calle de Melchor Ocampo.

El planito de Aculco de 1898 nos muestra la calle ya perfectamente definida en su recorrido de la Plaza del Ojo de Agua hasta un poco más allá de la calle de los Insurgentes, si bien entonces no se había abierto el tramo de la calle de Nicolás Bravo que hace esquina con Pomoca, de modo que el trayecto era entonces de una sola cuadra.

Hacia 1930 la ya nombrada calle de Pomoca seguía siendo en realidad un angosto callejón. Aunque contaba quizá con unas siete u ocho casas, parece que sólo dos de ellas eran habitadas en aquel momento, como muestra el Censo Nacional de ese año. En la marcada con el número 1 vivía el señor Donato Díaz, viudo y comerciante de 52 años, con su hija Paula y las criadas Carmen Díaz y Juana García, de 26, 20 y 25 años, respectivamente. Al lado opuesto de la calle, en el número 5, vivían Pascual (de oficio trapichero, es decir, molinero), Merenciana y Guadalupe, todos de apellido Tovar, de 55, 60 y 35 años.

En la década de 1940 la capilla de Nenthé se reconstruyó pues el templo de tiempos coloniales se había arruinado. La calle de Pomoca se ensanchó entonces frente al nuevo santuario, una ampliación en realidad menor, pero con el cual la calle pasa de los exiguos cuatro metros que tiene en su parte más angosta a unos ocho metros en ese tramo. Aunque el ensanchamiento absorbió sobre todo la orilla de unas milpas apenas cercadas con piedra, también mutiló o destruyó algunas casas cercanas al cruce con la calle de Nicolás Bravo. Una de ellas, aunque arruinada, se mantuvo en pie por muchos años y todavía alcancé a fotografiarla en la década de 1990. Era de dos plantas, construida en piedra blanca revocada y con balcones vacíos en lo alto. Hoy en su lugar se alzan dos feas casas modernas.

En el terreno que se hallaba en el número 7 de esta calle, la familia Rodríguez (no originaria de Aculco, pero que se enamoró de estas tierras) construyó en la década de 1990 una casa de nueva planta con un amplio jardín. A su frente reconstruyeron los arcos de la Casa de don Abraham Ruiz, que estuvieron en pie por largos años in situ tras la destrucción de la casa a la que pertenecieron, y que por fortuna se rescataron para lucir aquí.

A pesar de cambios, mutilaciones y recrecidos lamentables en algunas fachadas antiguas, la calle de Pomoca continúa siendo un lugar evocador del viejo Aculco.

 

FUENTES: 1. Archivo Histórico Municipal de Aculco, Estado de México. Fondo: Ayuntamiento. Actas de Cabildo, Volumen 1, Expediente 1, páginas 68-69.

lunes, 15 de septiembre de 2025

La llegada de Hidalgo a Aculco en las Actas de Cabildo del municipio

Casi quince años despues de la llegada del cura Miguel Hidalgo a Aculco, el 5 de noviembre de 1810, las autoridades muinicipales consignaron en las Actas de Cabildo el primer (y creo que único) testimonio local de este importante episodio de nuestra historia. No es propiamente un acta, sino una carta inserta en el libro de actas. Dirigida a las autoridades superiores del Estado de México, tenía el propósito de solicitar la exención de la contribución directa para los habitantes de Aculco, justificando la petición por el papel destacado que la población desempeñó durante la Guerra de Independencia y por las dificultades económicas que ésta les había acarreado. Esta contribución directa era un nuevo impuesto de carácter personal que gravaba el capital individual de los contribuyentes. No sabemos si la petición tuvo algún efecto, pero el Ayuntamitno volvería a usar argumentos parecidos en otros momentos de su historia, como cuando evitó que Arroyozarco pasara a formar parte del municipio de Polotitlán en la década de 1870.

La narración abarca en realidad tres momentos de la Guerra de Independencia: primero, la llegada de Hidalgo a Aculco, el festejo que la siguió, la batalla del 7 de noviembre y el saqueo del pueblo tras la derrota insurgente; segundo, la etapa en que el coronel independentista José Rafael Polo se enseñoreó de la región, imponiendo exacciones al pueblo que, con un punto de vista ajustado a los nuevos tiempos, se presentan como contribuciones en beneficio de la patria independiente; y tercero, los cupos de dinero exigidos por el capitán realista Manuel Linares para sostener el combate contra los independentistas, estos sí presentados como crueles y excesivos, también de acuerdo a la situación del momento.

La redacción del documento corresponde casi sin duda alguna al secretario de la corporación municipal, don Luis Ronquillo. Se trata de un detalle importante, pues él fue uno de los primeros insurgentes de Aculco ya que se hallaba en armas en noviembre de 1810, bajo el mando del comandante rebelde Villagrán. Más difícil es averiguar si el resto de los integrantes del Ayuntamiento habían favorecido o combatido la insurgencia en aquellos tiempos. Acaso a Pedro Antonio Polo, pariente del coronel Polo, podemos suponerle simpatías por la insurgencia.

En mayo pasado este escrito cumplió ya 200 años. Por eso me ha parecido oportuno mostrarles aquí no sólo su transcripción (cosa que ya había hecho anteriormente), sino también las imágenes del propio documento, aprovechando las fiestas patrias de este 2025.

 

TRANSCRIPCIÓN

(Se respeta la ortografía y puntuación originales)

El Ayuntamto. Constitucional del Pueblo de San Geronimo Aculco, en unión del Cindico Procurador del mismo, ante la integridad de V. S. y con el mas profundo respeto dice: Que el dia cinco de Nove. del año de ochocientos diez, se acampó en este pueblo el numeroso Exercito Americano del Exmo. Señor Dn. Miguel Hidalgo y Costilla, a qn. se recivió con el mayor jubilo y alegria de estos abitantes, no Cesando Repiques generales a buelo y salba de Coetes por el Espacio de diez horas.

A los tres dias se abistaron en este pueblo las Tropas del Antiguo Govierno, y por nuestra suma desgracia, en el ataque que tubieron, triunfaron estas, quedandose aposecionadas de este suelo, quienes sin ninguna caridad ni consideracion, berificaron un Saqueó general, barriendo con alajas, ropa de uso y todo genero de muebles, quedando este Vecindario en la mas deplorable indigencia y miseria.

Subsecivamente, por el Señor Coronel Don José Rafael Polo, Comandante de Tropas Nacionales que fué de este Departamento, fue apencionada esta Jurisdicion con una contribucion mensual mui considerable; y a pesar de la inhavilidad que habia para cumplir esta orden por las circunstancias referidas, se puso el mayor afan exactitud y empeño por contribuir con las cantidades que se impusieron, por emplearse estas, en beneficio de nuestra amada Patria; a que se agregan los Prestamos continuos y exsecivos que excijian los Comandantes Nacionales que trancitaban por este lugar.

Por estos servicios y por estar acampadas estas Tropas, ya en este pueblo, ya en sus inmediaciones y campo de Ñadó, tubo que este Vecindario por el Gobierno opresor, unos Exsecivos prestamos y contribuciones, pues estrechados por la fuerza, nesecitaban estos Vecinos de Endrogarse, para excibir con prontitud, estas insorbitantes gabelas, tolerando con gran rigor y crueldad, los mallores vituperios y priciones por no adoptar su partido.

En los años de 16 y 17 fué rigorosamente compelido este Pueblo y su Jurisdicion por el Capn. Linarz. que se hallaba de Destacamto. en la Hazienda de Arroyco. para que cada uno diese la cantidad qe. se le habia acignado hasta el completo de novecientos pesos, con los que se traerian armas para el Destacamento de este Pueblo, que no se berificó, para lo que fué nesesario sacrificar el honor y los mui cortos intereses que les habian quedado hasta integrar la citada cantidad, temerosos que executara dicho Linarez las amenazas que habia prometido de pasar por las Armas al que no excibiera el cupo que vajo su firma estaba mandado.

En esta atencion, y en virtud á los ningunos arbitrios que hay en este Pueblo por su suma indigencia, suplican á V. Sría., se sirba tener la vondad de Elebar este, al Superior conosimiento del Exmo. Señor Governador del Estado, á fin de impetrar la gracia de que se exsonere este Vecindario de la contribución Directa, la que es imposible se berifique su cobro por la notoria escazes y miseria, sin embargo de manifestar sus buenos deseos; O que sea libre este pueblo, del cobro de la Alcabala, por el tiempo que V.E. tenga a bien, pues este es el mejor medio de que el comercio facilite arbitrios á sus avitantes para su restablecimiento; pues de lo contrario se verá en terminos presicisimos de desolación; Por lo que se suplica a V. Sía., en obsequio de la humanidad, darle el jiro correspondte. a esta peticion, segn. lo excige su eficacia.

Dios y Livertad, su Juzgado Nacional de Aculco- mayo 25 de 1825.

Miguel de la Cueba – Visente Zamudio

Salbador Garcia Requejo – Pedro Anto. Polo

Trinidad Osornio – Viviano Garcia

Jose Cayetano Chaves – Nicolás López

Cornelio Cruz

Luis Ronquillo

Srio.

lunes, 8 de septiembre de 2025

La epidemia de 1824-1825

En diciembre de 1824, una grave epidemia de "matlazáhuatl" -muy probablemente tifus- azotó al Estado de México, especialmente a los partidos de Azcapotzalco, Taxco, Tulancingo, Tula, Acapulco y Huichapan (recordemos que entonces la entidad era todavía enorme y comprendía los actuales estados de Guerrero, Morelos e Hidalgo, además de gran parte del Distrito Federal) (1). Fue una de las primeras veces en que las autoridades estatales bajo el régimen republicano y federal tuvieron que enfrentar una situación de este tipo, y para ello comenzaron por levantar una estadística de la extensión de la enfermedad, la población afectada, así como de los síntomas que se observaban en los enfermos y los remedios que se empleaban para tratarlos. De esta manera, afirmaban, el gobierno podría disponer de "los auxilios precisos". (2)

Aunque Aculco se hallaba cerca de uno de los puntos más afectados -la villa de Huichapan- parece ser que no tuvo gran impacto y en los últimos días de aquel mes la enfermedad se había "calmado". De cualquier manera, el Ayuntamiento respondió puntualmente a la solicitud de las autoridades superiores con un informe que aporta datos muy interesantes acerca de esta "enfermedad epidémica". Con el fin de recabar estos datos, las autoridades municipales encabezadas por el alcalde José Felipe de la Vega y en compañía del cura encargado de la parroquia, don Luis Hurtado, y otros particulares, hicieron personalmente un recorrido por "la orilla" del pueblo, donde al parecer sabían que había algunos casos. Hallaron en efecto tres personas afectadas por esa "enfermedad contagiosa", aunque uno de ellos, al ver la comitiva, "huyó ... con precipitación a esconderse a unas barranquilla inmediata". Las razones de este escape no eran sino una profunda desconfianza, que los funcionarios interpretaban casi como irracionalidad: "son tan contrarios a su felicidad los infelices indios ha quienes ha caído tácito este contagio, que todo bien que se les procura les parece un agravio horroroso". Del examen e interrogatorio de los infectados, además de otros que ya no lo estaban, las autoridades de Aculco recopilaron una serie de síntomas y etapas de la enfermedad:

Comienzan con escalofrío o cernimiento, después se encienden en calentura, sienten muchos dolores en los huesos de todo el cuerpo, especialmente en la cabeza y pies, se les pone el semblante pálido, la lengua en la punta el color es demasiado encendido y la lista del medio muy sarrosa, les brota una especie de sarna o sarpullido, a los tres o cuatro días sienten muchos ardores, cuando les brota, comienzan con dolor de garganta muy vehemente.

Sobre los remedios que se aplicaban a estos enfermos, continuaba el informe, los únicos eran los baños y sangrías.

Los libros sacramentales de defunciones de la parroquia podrían habernos dado algún indicio de cuál fue el efecto real de la epidemia en la población aculquense, dado que entonces no existía aún el Registro Civil. Desafortunadamente, en ese periodo no se registró en ellos la causa de la muerte de cada persona, de manera que sólo un estudio más amplio, que examine el número de defunciones mensuales y anuales por varios años, podría quizá ayudarnos a resolver ese misterio.

 

NOTAS

1. Elvia Montes de Oca Navas. La organización política del Estado de México en 1824: un año difícil, México, El Colegio Mexiquense, 2024, p.21.

2. El resto de la información y las citas directas corresponden al documento que se halla en: Archivo Histórico Municipal de Aculco, Estado de México. Fondo: Ayuntamiento. Actas de Cabildo, Volumen 1, Expediente 1, páginas 56-58.

lunes, 1 de septiembre de 2025

José Carbajal García, el sindicalista de Chalco que nació en Aculco

Hace unos días les contaba acerca de un personaje nacido en Aculco, pero prácticamente desconocido aquí: el general piloto aviador Manuel Bravo Ruiz. Hoy les traigo una historia parecida en ese sentido, la de un campesino que se volvió sindicalista muy lejos de su tierra natal y que alcanzó cierta relevancia, hasta el punto de que existen escuelas y auditorios que llevan su nombre, e incluso existe una fundación que lo recuerda, pero en Aculco nadie tiene memoria de él: José Carbajal García.

Las semblanzas de Carbajal que se pueden encontrar en internet señalan que nació el 4 de julio de 1913 en Aculco y que sus padres fueron Emilio Carbajal y Eufemia García. Sin embargo, una rápida búsqueda en los libros del Registro Civil permite asegurar que nació un mes antes, el 4 de junio, probablemente en la ranchería de Gunyó (donde residían sus padres, de 29 y 30 años respectivamente, quizá originarios de Timilpan) y que fue registrado con el nombre de Doroteo. El "José" pudo haber sido su nombre de bautismo, pero no podemos asegurarlo pues ya no existe el libro sacramental correspondiente a esa fecha en la parroquia de Aculco.

Parece sin embargo seguro que usó el nombre de José toda su vida. El Censo de 1930 lo ubica justamente con ese nombre, viviendo todavía en Gunyó con sus padres y un hermano dos años mayor, llamado Manuel. No mucho tiempo después se habría ido del municipio de Aculco, de manera "precipitada", como narró su hijo José Luis al historiador Jaime Noyola Rocha:

Mi papá se salió de su casa, de su pueblo que es Aculco, Estado de México. A los 13 años llegó a lo que es. Llegó primero a Coapa y ya de ahí se vino para Chalco. Las fechas, el tiempo no lo tengo presente. Pero él llegó aquí a Chalco, me imagino que debe de haber sido como de 14 o 15 años y aquí ya hizo su vida sindical.

Mi padre se sale de su pueblo porque le contestó mal a un caporal. En Aculco, Estado de México, estaba la hacienda Cofradía. Se sale de su pueblo porque salió de problemas con un capataz y el castigo de eso era que el capataz le daba la queja al papá, y el papá le tenía que meter una soberana joda delante del capataz. Y tenía que disculparse con él. Mi papá, como consecuencia, pues ya se caracterizaba como rebelde, en ese aspecto, y prefirió huir.

Dice que él decidió abandonar su casa, su pueblo. En ese entonces entraban muchos carboneros al Distrito y se pegó a uno. Y ahí se vino, se vino como arreador de los burros, manadas grandes de animales y todos venían cargados de carbón. Ya llegó aquí al Distrito, y de ahí empezó a buscar a dónde se empleaba y llegó a Coapa y allí entró como becerrero.

Él llegó trabajando de becerrero aquí a... no era El Escudo, era Casco Viejo [...]. Y como todos, en todos los trabajos, su aspiración de él entonces fue llegar a ser vaquero, les pagaban más, ya había mejores condiciones de trabajo, pues todo lo que conlleva a aspirar a un puesto superior. Y sobre todo el salario que era lo que todo mundo busca, ¿no?, ganar más. De ahí, pues, yo creo que la inquietud, ¿no?, que se tiene dentro de uno, el hecho de seguir superándose.

Decía mi papá: “Yo me acuerdo cuando ya gané para comprarme unos botines como antes, porque antes se estilaba que el botín al caminar y dar el paso rechinaba y ése era buen botín. Ya mi paliacate de lado, mis botines rechinantes. Y luego me metí de boxeador. También en una pelea gané para comprarme unos botines. Yo dije: ‘De aquí soy’. Que le sigo, y un día me pusieron con uno del Distrito; me ha puesto una soberana friega que dije: ‘hasta aquí llego’”

En 1935, con 22 años, trabajaba como vaquero en el Rancho de Santa María en la jurisdicción de Coyoacán. El 16 de diciembre de ese año contrajo matrimonio con la señorita Concepción Castorena y Hernández, de 17 años (su hijara Sara contaría más tarde que tenía sólo 14) y con domicilio en la Hacienda de Coapa. Las semblanzas de Carbajal vuelven a ser erróneas en este punto, al indicar que casó con María Concepción Hernández Romero. La explicación es, posiblemente, que Concepción era hija natural y en algún momento dejó de usar el apellido del padre, José Castorena, ya entonces finado. Por cierto, la madre de Concepción, de nombre Ysidra Hernández, soltera y originaria de Huichapan, declaró en ese acto que era "herbolaria". La pareja tuvo una numerosa familia de nueve hijos.

Fue por la época de su matrimonio, el 15 de febrero de 1935, cuando se fundó Sindicato de Vaqueros, Trabajadores de Establos y Campesinos del Distrito de Chalco, lugar que por entonces era una verdadera "cuenca lechera". Al parecer, José Carbajal García fue uno de los fundadores de esta agrupación y se convirtió en su secretario general en 1945. Cuenta Jaime Noyola:

El Sindicato de Vaqueros al igual que la industria lechera vivió un auge de los años treinta a los sesenta, cuando las oficinas sindicales cada día se encontraban pletóricas de personas que querían un empleo en los ranchos lecheros... Una de las labores frecuentes del sindicato era la intercesión ante los patrones para que dispensara a los vaqueros por alguna falta; por ejemplo: que volvieran a recibir al trabajador y que éste enmendaría su conducta, en otras ocasiones, cuando las cosas habían ido demasiado lejos, que se le liquidara para conseguirle trabajo en otro rancho. El sindicato también defendía al vaquero que había sido despedido sin razón... A diferencia de otros sindicatos de empresas asentadas en la región de Ixtapaluca, Chalco y Tlalmanalco, que tuvieron serios conflictos con los patrones y que ejercieron en varias ocasiones el derecho de huelga, el Sindicato de Vaqueros mantuvo una relación tersa con los rancheros, en gran medida por la actitud conciliadora de don Pedro Trueba, presidente de la Asociación Ganadera Local de Chalco, y de don José Carbajal, por parte del Sindicato de Vaqueros.

José Carbajal García tuvo una extensa e importante carrera en el sindicalismo corporativista de la época, ligado íntimamente al PRI y al Gobierno. Fue secretario general de su sindicato durante 38 años, de 1945 a 1983. También lo fue de la Federación Proletaria del Distrito de Chalco (que agrupaba al Sindicato de Vaqueros con otros cuatro), afiliada a la Confederación revolucionaria de Obreros y Campesinos (CROC), de 1954 a 1984. Su cercanía a la Confederación Nacional Campesina (la CNC) le permitió convertirse en diputado local en 1972. Pero mucho antes había dado ya el salto a la política, primero como regidor y síndico del Ayuntamiento de Chalco, y después como presidente municipal del lugar (1961-1963). Una vida dedicada al servicio público y a la representación de los trabajadores de la que se pueden conocer algunos detalles, junto con algunas pinceladas personales y familiares, en el libro Pedro Trueba Ruiz, una experiencia de vida. (Surgimiento, bonanza y decadencia de la cuenca lechera de Chalco, de Jaime Noyola Rocha, disponible en línea y que les invito a hojear.

Carbajal no rompió por completo su relación con Aculco. Durante varios años solía viajaba a visitar a sus padres, como recordaban sus hijos:

Nos llevaban de paseo hasta 15 días, que no cabíamos en el cochecito, pero ahí nos íbamos a su tierra, donde él nació, porque él no es de aquí de Chalco, es de Aculco, Estado de México. Y le digo, cómo nos gustaba ir porque no hacíamos quehacer, o nos los hacían porque llegábamos de visita. Le digo, lo que no nos gustaba es que nos bañaban en el río. Nos llevaban, llevaba mi mamá su ropa y todo a lavar en el río y ya nos pasaban y nos bañaban, estábamos chiquillas... “Vamos a ir a ver a tu abuelita”, nos decía, “vayan preparando sus cosas porque nos vamos a ver a su abuelita”. Con tal de no hacer quehacer nos íbamos. ¡Ja, ja, ja! ¡Era un contraste! No hacíamos una cosa, pero nos tocaba hacer otra, ajá. Sí, nos íbamos. En una ocasión nos fuimos por Guadalajara, Guanajuato, su tierra y por ahí. Cuando éramos cuatro o cinco ya.

Pero no nos engañemos: para Carbajal, Chalco era su verdadera tierra, donde estaba la familia que había formado y sus intereses laborales, económicos y políticos. Por eso les decía a sus amigos: “Uno es de donde come uno; no de donde nace uno, de ahí es uno”. Una frase que era "una divisa vital" -escribe Noyola Rocha- con la que resumía "con humor sus difíciles orígenes y las dificultades que tuvo que sortear para labrarse un porvenir".

Sindicalista hasta el final, sin hipérbole, José Carbajal García falleció el 11 de febrero de 1984 en un acto de la CROC en Aguascalientes. Al terminar de hablar ante los asistentes, tomó asiento y un infarto lo fulminó. Tenía 70 años.

 

FUENTES:

"México censo nacional, 1930", FamilySearch (https://www.familysearch.org/ark:/61903/1:1:M275-9DF : Sat Aug 02 11:16:26 UTC 2025), Entry for Emilio Carbajal and Eufemia Garcia, 1930.

"México, Distrito Federal, Registro Civil, 1832-2006", FamilySearch (https://www.familysearch.org/ark:/61903/1:1:QGHW-CWSN : Wed Mar 12 00:28:38 UTC 2025), Entry for José Carbajal Garcia and Emilio Carbajal, 16 de diciembre de 1935.

"México, México, Registro Civil, 1861-1941," database with images, FamilySearch (https://familysearch.org/ark:/61903/3:1:33S7-9P16-PW4?cc=1916244&wc=MDPH-KZ9%3A205545901%2C206039501 : 13 March 2018), Aculco > Nacimientos 1910-1916 > image 351 of 676; Direccion del Registro Civil y Notarias de Estado de Mexico (State of Mexico Civil Registry State Archives).

"México censo nacional, 1930", FamilySearch (https://www.familysearch.org/ark:/61903/1:1:M275-9DF : Sat Aug 02 11:16:26 UTC 2025), Entry for Emilio Carbajal and Eufemia Garcia, 1930.

Jaime Noyola Rocha. Pedro Trueba Ruiz, una experiencia de vida. (Surgimiento, bonanza y decadencia de la cuenca lechera de Chalco. Toluca, Secretaría de Educación del Gobierno del Estado de México, 2017.

martes, 26 de agosto de 2025

Un aviador aculquense: el Gral. Manuel Bravo Ruiz

Hace quizá unos dos años, encontré en un ejemplar de la Revista del Ejército y Fuerza Aérea Mexicana el obituario de un personaje nacido en nuestro municipio del que nunca antes había oído hablar: el general Manuel Bravo Ruiz, matrícula 224119:

El General de Ala Manuel Bravo R., dejó de existir el día 24 del presente mes, en esta plaza, a la edad de 81 años. Tan distinguido militar, nació en Aculco, Estado de México, el 24 de octubre de 1908, causando alta en el Ejército Mexicano el 7 de enero de 1929 como cadete del Heroico Colegio Militar, a la edad de 21 años, prestando sus servicios entre otros en los siguientes cuerpos y dependencias: 40/o. Regimiento de Caballería.- Comisión de Estudios Militares. Oficial en Instrucción en la Escuela Militar de Aviación. 1/o. y 2/o. regimientos aéreos. Escuadrones aéreos, 101, 201, 204, у 206. Segundo Comandante del Primer Grupo Aéreo. Jefatura de la Fuerza Aérea Mexicana. Comandante del 2/o. Grupo Aéreo. Comandante de la Base Aérea Militar Número 4. Comandante de la Base Aérea Militar Número 2, de donde causa baja del activo en el año de 1972. Le fueron concedidas las condecoraciones de Perseverancia de 5/a . y 4/a Clase.

Se trataba sin duda de una carrera importante dentro de la aviación militar mexicana, trayectoria desconocida además para sus propios paisanos. Me intrigaba especialmente su pertenencia al legendario Escuadrón 201, que como todos ustedes saben combatió en la Segunda Guerra Mundial contra Japón. ¿Habría participado Bravo Ruiz en ese conflicto?

Decidí investigarlo un poco más a fondo. Desafortunadamente hasta ahora mis esfuerzos han sido en gran medida infructuosos, principalmente porque no he podido consultar los archivos militares. Pero sí he reunido algunos pocos datos interesantes sobre el general que quiero compartirles hoy, especialmente uno: la verdad sobre su origen aculquense.

Tomando como punto de partida la fecha que proporciona el mencionado obituario, busqué su partida en los libros del registro civil de Aculco. Ahí, en efecto, el 24 de octubre se encuentra un registro cuya imagen copio aquí:

Como habrán observado los lectores, este niño no nació precisamente en esa fecha, sino como explica el texto, unos días antes, el 18 de octubre, en Ñadó. Fue registrado como José Manuel y al tratarse de un hijo natural de Cruz Ruiz, soltera, vecina del mismo lugar, llevó sólo su apellido: Juan Manuel Ruiz. Podía tratarse del aviador, ciertamente. La coincidencia de nombre y apellido materno era clara. ¿Pero de dónde habría sacado el apellido Bravo con el que más tarde se le conoció?

Una búsqueda más amplia me llevó a un registro en la ciudad de San Luis Potosí, donde cierto Manuel Bravo Ruiz, entonces ya "capitán segundo piloto aviador de la Fuerza Aérea Mexicana" contrajo matrimonio con la texana Graciela Bonney Soto el 26 de abril de 1939. Este sí era sin duda el aviador que buscaba. Pero en sus antecedentes se leía algo que contradecía su origen: "de treinta años de edad, originario de Uruapan, Michoacán".Poco duró mi desconcierto al leer esto, porque enseguida el papel hablaba de sus padres: "hijo del señor Manuel Bravo Rivera... originario de Celaya, Guanajuato y vecino de Uruapan, Michoacán y de la señora María Cruz Ruiz, originaria de Aculco, México". Aquí un detalle de esa partida:

Claramente era el mismo Juan Manuel nacido en Aculco, hijo de la señora Cruz Ruiz, pero ahora ya tenía un padre. Es difícil saber si ese padre, el comerciante Manuel Bravo Rivera lo había reconocido como hijo o sólo lo adoptó, pero lo cierto es que Manuel Bravo Ruiz tomó su apellido y lo usó como propio. Pero, ¿qué lo llevó además a negar entonces su origen aculquense? Me atrevo a suponer que fue lo irregular de su nacimiento como hijo ilegítimo. Quizá prefería olvidar sus primeros años en este lugar y crearse un origen algo distinto, en Uruapan, donde se asentó su familia y donde murió la madre todavía joven, a los 34 años.

En el momento de su matrimonio, con treinta años cumplidos, seguramente Manuel estaba en un punto importante de su carrera. Como testigos de su enlace presentó precisamente a varios de sus compañeros de la Fuerza Aérea Mexicana: Francisco Rivas Rivera, teniente piloto aviador, Manuel Noble Morales, mecánico piloto aviador, Guillermo Repp, capitán piloto aviador, y Miguel Castillo Torres, sargento segundo mecánico. Por lo menos dos de ellos pasaron por diversos motivos a la historia de la aviación mexicana: en enero de 1945, Manuel Noble, que viajaba com o ingeniero de vuelo, fue uno de los dos sobrevivientes al accidente en el que falleció el embajador de la URSS en México, Constantino Oumansky; por su parte, Miguel Castillo Torres formó parte de la fuerza expedicionaria mexicana, es decir, del mencionado Escuadrón 201 que se incoporó con los aliados al frente del Pacífico al final de la Segunda Guerra Mundial.

Manuel Bravo Ruiz no aparece sin embargo entre los 300 aviadores que formaron ese contingente, creado el 27 de diciembre de 1944. Su pertenencia al Escuadrón 201 que señala su hoja de servicios debió ocurrir así antes o después de la guerra. No participó, pues, en combate contra los japoneses, pero sabemos que estaba en servicio activo. ¿Cuál fue entonces su labor durante los años de la guerra?

En 1941 formó parte de las patrullas de la Fuerza Aérea que vigilaban el Canal de Yucatán, una zona amenazada por los submarinos alemanes. Luego, en noviembre de 1943, lo encontramos con el mismo grado de capitán segundo piloto aviador como parte del Escuadrón A24, conformado provisionalmente para operar los treinta aviones de bombardeo de picada Douglas A-24B Banshee que México recibió de la Fuerza Aérea de Estados Unidos, bajo el mando del hermano de su amigo Manuel Noble, el mayor piloto aviador Salvador Noble Morales. Aunque varios de estos hombres y sus naves pasaron más tarde al Escuadrón 201 (como Graco Ramírez Garrido, Carlos Cervantes Pérez, Julio Cal y Mayor Sauz, Crisóforo Salido Grijalva y Jacobo Estrada Luna), pero como ya dije no fue el caso de Bravo.

Que no haya entrado en acción no fue obstáculo, al parecer, para que se le reconocieran sus méritos, incluso de parte de otros países. Así, por ejemplo, aún antes de terminar la guerra, en 1945, el gobierno de Cuba le concedió la la condecoración de Servicios Distinguidos, seguramente por sus labores de patrullaje en la zona marítima entre México y Cuba.

En los años que siguieron a la guerra, el piloto se nos pierde casi de vista. El 31 de octubre de 1957, el Senado reconoció su nombramiento como Coronel de Aeronáutica Piloto Aviador (publicado en el Diario Oficial en febrero de 1958). Luego, en el 15 de octubre de 1965, le ratificó el grado de General Brigadier (puiblicado en el Diario Oficial en mayo de 1966). En 1966 estaba al mando de la Base Aérea Militar no. 4.en Cozumel, Quintana Roo. Y en 1972 comandaba la Base Aérea no. 2, de Ixtepec, Oaxaca, cuando se retiró del Ejército. Como escribí arriba, murió en 1989, cuando se acercaba a los 81 años de edad.

 

FUENTES:

Santiago A, Flores. Mexicans at War. Mexican military aviation in the Second World War, 1941-1945, Helion & Company LTD, Warwick, 2018.

Revista del ejército y fuerza aérea mexicanos, nos. 10-12, 1989.

Diario de los Debates de la Cámara de Diputados, Legislatura XLVI - Año I - Período Comisión Permanente - Fecha 19650311 - Número de Diario 65.

Diario de los Debates de la Cámara de Diputados, Legislatura XXXIX - Año II - Período Comisión Permanente - Fecha 19450613 - Número de Diario 42.

Diario Oficial de la Federación, viernes de 13 de mayo de 1966.

Hélice. Órgano de difusión de ASPA de México, año X, no. 109, diciembre de 1968.

"México, San Luis Potosí, Registro Civil, 1859-2000", FamilySearch (https://www.familysearch.org/ark:/61903/1:1:QGMY-GPVR : Tue Mar 11 15:56:44 UTC 2025), Entry for Manuel Bravo Ruíz and Manuel Bravo Rivera, 26 de abril de 1939.

"México, México, Registro Civil, 1861-1941," database with images, FamilySearch (https://familysearch.org/ark:/61903/3:1:33SQ-GP1Z-9WWZ?cc=1916244&wc=MDPH-XPD%3A205545901%2C205900501 : 13 March 2018), Aculco > Nacimientos 1906-1909 > image 487 of 675; Direccion del Registro Civil y Notarias de Estado de Mexico (State of Mexico Civil Registry State Archives).

Manuel González Oropeza. Las facultades exclusivas del Senado de la República, México, Senado de la República / Editora Laguna, 2008.

 

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Con este texto, el blog Aculco, lo que fue y lo que es reanuda sus publicaciones con la frecuencia habitual, después de casi un año en que sólo algunos temas urgentes merecieron mi atención en este espacio. Durante estos meses logré -como me propuse- terminar un libro que hace tiempo tenía inconcluso, y ahora estoy en búsqueda de editor. Espero pronto poder darles también aquí la noticia de su publicación. Gracias por su paciencia

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