jueves, 22 de enero de 2009

¿Futuro para el Molino de Arroyozarco?

Publicidad de la hacienda de Arroyozarco en el libro Toluca antigua y moderna / Álbum descriptivo del Estado de México (1901).

El Molino de Arroyozarco, además de ser propiamente un molino perteneciente a la hacienda del mismo nombre, fue también una de las primeras grandes industrias del Estado de México: la fábrica textil "El Progreso", productora de hilados y tejidos de lana. Construida en 1862 por don José Joaquín de Rozas Irazábal, a la sazón propietario de la hacienda de Arroyozarco y de la fábrica de hilados y tejidos "El Dique", de la ciudad de Xalapa, supuso una inversión de 80,000 pesos (de aquellos) en su edificación y maquinaria. La fábrica usaba para mover sus telares el agua que le proveía la enorme presa de Huapango, también perteneciente a la hacienda, que se almacenaba para regular el flujo en la pequeña presa de San Antonio:

En el Distrito de Jilotepec, Municipalidad de Aculco, existe una caída artificial en la hacienda de Arroyo Zarco, producida por las aguas de la presa de San Antonio, que se utiliza en un molino de harinas y con una fuerza de 40 caballos. (1)

Sin embargo, este suministro no fue suficiente. En sus últimos tiempos tuvo incluso que transformar su sistema hidráulico a uno de vapor en el que se utilizaba carbón como combustible. No fue una empresa exitosa. Desde los primeros años del Porfiriato interrumpió la producción de manera intermitente por períodos más o menos largos y hacia 1903 cerró definitivamente. Toda la maquinaria despareció. Según parece, fue vendida a la textilera queretana Hércules. El edificio, por el contrario, subsistió, abandonado y destechado, pero como un ejemplo prácticamente único de la arquitectura e ingeniería industrial pre-profiriana, ya que prácticamente no se le hicieron modificaciones (acaso alguna ampliación) desde los tiempos de su construcción. Hace 40 años, el Molino fue adquirido por el Dr. Girault, quien sólo dos décadas después inició su restauración parcial, efectuada por el despacho de arquitectos Gutiérrez Cortina entre 1985 y 1986. Esta obra, sin embargo, comprendió sólo una sección menor del edificio, lo que fueron oficinas administrativas y que es ahora una agradable casa habitación. El resto permaneció prácticamente en el mismo estado, salvo la adaptación de algunas áreas como caballerizas y corrales.

Pero parece ser que pronto el viejo Molino de Arroyozarco tendrá nueva vida. El Dr. Girault está decidido a convertir el vasto edificio en hotel con tintes ecológicos que será alumbrado, por ejemplo, con electricidad producida con biogás obtenido del estiércol de borrego. Este proyecto en particular, tiene ya un avance importante que puede conocerse en la presentación que hace el propio Dr. Girault en este video. y en este archivo de powerpoint. Y lo mejor, su intención es realizar una restauración enfocada a la preservación del carácter histórico del edificio y una adptación respetuosa del mismo para sus nuevos fines. Mientras el proyecto se concreta, ofrecemos aquí a los lectores de este blog una secuencia de fotografías actuales de este interesante edificio. Vista general de la fábrica de Arroyozarco, desde la presa "El Molino", que se encontraba vacía cuando fue tomada la fotografía. Nótense las más de 50 ventanas que se abren en su fachada. Esta debió ser la entrada principal al Molino de Arroyozarco, en dirección al casco de la hacienda. Actualmente es una suerte de "entrada trasera" para automóviles. Este es el aspecto que muestra la nave de la fábrica desde el patio del molino. La planta baja está ocupada por caballerizas. Chimenea de sección rectangular. Al parecer, se encuentra desmochada, ya que para dispersar adecuadamente el humo debió haber tenido mayor altura. Estado actual de la nave industrial. Desaparecieron los entrepisos, la cubierta ha desaparecido y la maquinaria fue retiarada hace quizá ya un siglo. Esta bonita fachada ecléctica, que lleva en una de sus piedras la cifra del año 1862, debió haber sido una especie de área administrativa. La fecha de construcción del edificio. El decorado de esta pared, que pertenece a la misma área de las fotos anteriores, no es un relieve, como aparenta, sino pintura. Los restos de policromía son precisamente una de las características más interesantes del edificio. Aquí se observa, de arriba hacia abajo, una pared con sillares simulados, una falsa balaustrada y una cornisa que aparenta estar construida con mármoles. Desde El Molino se disfruta una vista hermosísima hacia la presa y el cerro de Jurica. El ala actualmente restaurada es mínima en comparación con la dimensión del edificio. Aquí, la entrada al salón. Esta escalerilla conduce del actual acceso principal (para peatones) hacia el patio del edificio. En la restauración se empleó un color similar al que mostraba El Molino en su origen. El patio cuenta con varios estanques y canales que servían para almacenar y conducir el agua con la que trabajaban los telares.

Un anuncio de 1880 de la tienda de ropa EL Surtidor, que empleaba textiles de la fábrica de Arroyozarco.

NOTAS

Trentini, Francisco. El florecimiento de México, México, Tip. de Bouligny & Schmidt sucs., 1906, p. 166.

lunes, 12 de enero de 2009

Restos rescatados



Sobre la Calle Corregidora, incrustada en el muro posterior de una hermosa casa que tiene su fachada principal hacia la Plaza de la Constitución, existe una pequeña y antigua portada de cantera rosa. El estilo de su dintel y las bases de sus jambas, pertenecientes al barroco entablerado, nos hacen suponer que data de fines del siglo XVII o principios del XVIII. Su ubicación actual no es la original. Se encontraba antiguamente en una vieja y derruida casa de la calle de Aldama de la que sólo quedan ya algunos muros como parte de una construcción màs moderna.

José Marìa Sànchez Silva, "don Chema", fue propietario de ambas casas a mediados del siglo XX. Curiosamente, él realizó un "intercambio" entre ellas de elementos que aún pueden observarse: de una trajo a la otra la portada que hemos mencionado; de ésta llevó a aquella el gran portón de madera del siglo XIX que aún cierra su entrada principal.

Lamentablemente, la portada parece no haber llegado completa a su nuevo emplazamiento. El ojo observador nota rápidamente la ausencia de una moldura o cornisa como remate. Es posible que esta ausencia se deba, sobre todo, a que el abandono y las filtraciones de agua habían dañado ya demasiado las piedras que la componían, pues las cornisas son los elementos más sensibles de una fachada.

A pesar de ello, este elemento rescatado, colocado en un muro de tezontle que por su material destaca entre las paredes de piedra blanca que caracterizan a esta calle, al lado de un gran contrafuerte y con la hiedra que los cubre en parte, conforma uno de los rincones màs bellos de Aculco. Rincón que sólo demerita la puerta metálica pintada de rojo.

martes, 18 de noviembre de 2008

Insensatez anunciada: la casa de los Lara Mondragón

La casa de los Lara Mondragón ocupa el tercio central del lienzo norte de la Plaza de la Constitución de Aculco. Un portal de teja de 25 metros de largo abarca toda su larga fachada, que tiene la particularidad de ser una de las pocas en el pueblo que conserva sus dimensiones originales, de 30 varas de largo, ajustada desde que se repartieron los solares para los vecinos de Aculco en el siglo XVI. Comprende un terreno que va de calle a calle: desde la plaza hasta la calle Corregidora.

Además del portal, obra de los años 50, esta fachada tiene pocos destalles notables. Uno de ellos es la portada de acceso, en cantera, con un antiguo portón de madera que perteneció originalmente a la casa de don Juan Lara Alva. Otro detalle es la portada del siglo XVIII en una de sus accesorias, la más occidental.

En el interior, la casa es un excelente ejemplo de vivienda media de Aculco con restos del siglo XVIII, pero predominantemente del XIX. En su gran patio, destaca un hermoso pozo recientemente restaurado. Alrededor, se despliegan los dos corredores en forma de L, a la manera tradicional del pueblo. Los corredores conservan sus pisos originales de ladrillo -lo mismo que todas las habitaciones- y se cubren con un tejado, apoyado en columnas de piedra con capiteles de ladrillo, todo enlucido.

Las habitaciones conservan sus techos de viguería y terrado. La única incorporación moderna es el comedor, construido sobre las antiguas cocinas, en el extremo norte del patio, que desentona un poco del conjunto. Sus corrales, a pesar de las modificaciones recientes, son quizá los más típicos de los que sobreviven en Aculco.

Lamentablemente, esta casa está ya en proceso de segregación, provocada por sus mismos dueños. Seis eran los herederos de esta propiedad y, desatinadamente, decidieron que a cada uno correspondía una angostísima franja de poco más de cuatro metros de una fachada a la otra; es decir, el espacio que hay entre pilar y pilar del portal de la fachada.

Naturalmente, esto no sólo va contra el sentido común -que habría propuesto en todo caso como mejor solución una copropiedad del tipo de condominio horizontal, que permitiría conservar en su disposición como áreas comunes el acceso y el patio, con terrenos con unas dimensiones más aprovechables- sino que va contra la propia ley: el Plan de Desarrollo Urbano Municipal no permite en esta zona del pueblo subdivisiones de terreno menores a ocho metros de frente.

Pero, ¿la ley? Si hemos visto al propio presidente municipal de Aculco violarla impunemente, si es algo que vemos en México entero todos los días, ¿podría impedir la ley esta sinrazón?

Por lo pronto, algunos de los dueños ya han colocado malla ciclónica marcando sus terrenos. Es así como la ambición llevará seguramente en poco tiempo a la destrucción de esta antigua casa.

El portal de la casa, como quedó tras la remodelación de 1974.

Acceso principal de piedra labrada, con portón de principios del siglo XX.

Portada de piedra de la habitación más occidental de la casa. Como se puede observar, fue ensanchado hace muchos años, desplazando para ello la jamba a la derecha.

Vista del patio desde el cubo del zaguán. Obsérvese, ala derecha, el interesante brocal del pozo.

Otra vista del pozo, restaurado recientemente.



Dos vistas de los corredores. Como era tradicional en las casas aculquenses, no rodean totalmente al patio, sino que forman una escuadra.

El corral es una de las partes más interesantes de esta casa. En esta fotografía, de 1996, ya acusaba cierto deterioro. Nótese la gran pila de piedra y, al fondo, la escalera que sube al troje.

Otra vista del corral. En 1980, cuando se encontraba en perfecto estado de conservación, sirvió de locación a la película "La Casa de Bernarda Alba", basada en la obra de Federico García Lorca y dirigida por Gustavo Alatriste.

Fachada posterior de la casa, hacia la calle Corregidora. ¿Cuánto tiempo más conservará esta casa su originalidad, antes de verla partida en pedazos?

sábado, 8 de noviembre de 2008

Arroyozarco, Puerta de Tierra Adentro

Javier Lara Bayón (con la colaboración de Víctor Manuel Lara Bayón) Arroyozarco, puerta de Tierra Adentro Toluca, Instituto Mexiquense de Cultura, 2003 400 pp., ilustraciones y mapas

La hacienda de Arroyozarco llegó a ser a principios del siglo XX la segunda propiedad más extensa del Estado de México, detrás sólo de la legendaria hacienda La Gavia. Pero más que una finca agrícola y ganadera, Arroyozarco fue un complejo económico que llegó a contar con ferrocarril propio, aserraderos, un conjunto de grandes represas... No en vano ya desde fines del siglo XVIII esta posesión fue calificada como "la mejor del reino".

Su situación sobre el viejo Camino Real de Tierra Adentro, justamente a la mitad del trayecto entre las ciudades de México y Querétaro, le atrajo las ventajas económicas del intenso tránsito por esa vía, pero también la convirtió en punto estratégico para las operaciones militares que desde la Guerra de Independencia y hasta el Porfiriato llenaron el siglo XIX mexicano.

A través de las páginas de Arroyozarco, puerta de Tierra Adentro, el lector podrá adentrarse en un rico pasado de más de cuatrocientos años de vida de este latifundio, en el que se engarzan los hechos, las leyendas y la tradición oral.

Arroyozarco, puerta de Tierra Adentro, obtuvo el Premio Banamex "Atanasio G. Saravia" de Historia Regional Mexicana 1998-1999, en la categoría de investigaciones no académicas.

lunes, 3 de noviembre de 2008

Las banquetas de Javier Venancio

Si estuviera en sus manos, amable lector, ¿qué haría por las banquetas de un pueblo de pretendida vocación turística? ¡Claro! darles precisamente transitabilidad: evitar hoyos, quitar mobiliario que obstruya el paso, incluso darles más anchura para hacer aún más agradable el paseo. Precisamente el ensanchar las aceras es una tendencia mundial en las ciudades más importantes, donde se intenta ya rescatar para el peatón algo de lo mucho que le ha robado el automóvil. En los últimos años, hemos visto aplicada esta idea incluso en México, tanto en la ciudad capital como en la ciudad de Querétaro.

Pero, ¿y Aculco..? Pues todo lo contrario: ahora que el Ing. Javier Venancio cuenta con abundantes recursos para "arreglar" las aceras del pueblo, lo que hemos visto es que los aplica para volverlas intransitables. Véase si no el caso de la Calle de Morelos, en particular el tramo comprendido entre Matamoros y Comonfort. Ésta banqueta, anteriormente de un ancho que la hacía bastante transitable, es ahora una tripa por la que no cabe más que una persona. Y eso, haciendo esfuerzos por pasar de costado en algunos puntos, como aquellos en los que existe un poste o donde ha sido colocado uno de los simpáticos e inadecuados arbustitos plantados por la administración municipal.

Así lucían hasta hace algunos meses las banquetas de la Calle Morelos, con una anchura adecuada para el tránsito peatonal.

Así lucen ahora las renovadas banquetas. Obsérvese la disminución de anchura, la colocación de arbustos que más parecen trampas para el peatón y el extraño borde, totalmente inadecuado para un sitio con las acaracterísticas urbanas de Aculco.

Por lo que se ve, don Venancio aspira a atraer un turismo que pase en su automóvil rápidamente por el pueblo y, sin poderlo recorrer a pie, continúe su camino como llegó. Y lo peor es que ya está comenzando a aplicar la misma receta en la calle Manuel del Mazo, que, por cierto, está siendo totalmente empedrada, lo que sí reconocemos y celebramos.

miércoles, 29 de octubre de 2008

El Palacio Municipal de la calle Juárez

La historia de las distintas sedes que han tenido los ayuntamientos de Aculco todavía está por escribirse. En tiempos coloniales, existió una Casa de Cabildo situada en la Plaza Mayor de Aculco, pero cuyo sitio preciso no hemos podido precisar. Años después, por motivos que no quedan muy claros, la autoridad aculquense quedó sin edificio propio, por lo que el padre Nicanor Basurto les entregó en préstamo gratuito el inmueble conocido como la Casa de Ejercicios, que era de su propiedad. Esto sucedió hacia la mitad del siglo XIX.

En 1875, el licenciado Nicolás Basurto Sánchez, hijo del padre Nicanor (nacido antes de que tomara las órdenes, aclaro para los mal pensados), cedió totalmente la casa para que sirviera no sólo a la "Sala Municipal", sino también a los juzgados conciliadores, escuela nacional, cárcel pública y corral de concejo.

Esta gran casa, que fue por lo tanto sede del Ayuntamiento de Aculco por cerca de cien años, tenía labrada en una de sus piedras la cifra 1787, que muy probablemente señalaba el año de su construccíón. Tenía tres fachadas hacia las calles del Águila (la actual Juárez), del Calvario (hoy Manuel del Mazo) y hacia el "callejón que va a Ñadó" (actualmente Pípila). Era un gran inmueble de dos plantas que ocupaba prácticamente la mitad de la manzana. Sus principales salones se hallaban alfombrados en rojo y negor, y en su enorme patio llegaron a presentarse funciones de circo.

Para ser que el temblor de noviembre de 1912 dejó un poco deteriorada esta casa. Lo cierto es que, cuando el gobierno del estado decidió construir el edificio de la Escuela Primaria Venustiano Carranza y el teatro anexo (hoy Casa de la Cultura, Archivo Municipal y otras dependencias) en 1947, la antigua casa fue casi totalmente demolida. Sobrevivió solamente la fachada, muy deteriorada, que daba hacia la calle Juárez, con dos portadas de cantera rosa del inmueble original, y un pequeño tramo hacia Pípila.

Es todo lo que resta de aquel magnífico edificio.

Esta portada de piedra, con dintel curvo un poco irregular, es la más cercana a la esquina de las dos que sobreviven. Hoy en día tapiada, antaño tuvo una hermosa puerta claveteada.

A diferencia de la anterior, esta portada aún sirve de entrada a una bodega. Sus jambas, demasiado gruesas para un vano de sus dimensiones, así como la falta del dintel original -reemplazado por una trabe de concreto- hacen suponer que pudo tratarse de una portada más grande que fue reducida al cambiar de uso.

A los viejos muros restantes del viejo Palacio Municipal se les han abierto infinidad de vanos en años recientes.

Esta sección del antiguo Palacio Municipal se encuentra hoy en día arruinada y sin uso.

viernes, 24 de octubre de 2008

La Casa del Puente


A espaldas de la Presidencia Municipal, en la Plaza José María Sánchez y Sánchez, se pueden admirar todavía los restos de lo que fue una de las casas más elegantes de Aculco: la Casa del Puente.

Aunque muchos creen que su nombre deriva del portal de tres arcos que tiene al frente, y que comunica la plazuela con la calle de Iturbide, parece ser que en realidad su nombre deriva de un verdadero puente que se construyó a su frente hacia fines del siglo XVIII o principios del XIX para salvar las barranquillas que formaban los arroyos pluviales en este sitio, y que formaban un sumidero usado como basurero. Este descampado fue llamado Plaza José María Sánchez y Sánchez en 1912 en hornor a un memorable vecino de Aculco que en tiempos de malas cosechas adquirió grandes cantidades de maíz para su venta en el pueblo, sin obtener por ello utilidad alguna.

Hacia la segunda década del siglo XX, un Ayuntamiento vendió la parte más irregular de esta plaza, el sumidero del que hemos hablado arriba, a los propietarios de la casa que conocemos como de don Loreto Alcántara, quienes lo bardaron de inmediato. Con ello quedó fuera de la vista la barranca, pero la plaza se transformó en sólo una calle ancha que remataba precisamente en el portal de la Casa del Puente y éste quedó como único paso hacia la calle Iturbide.

Muchos años después, en 1974, cuando se construýó el nuevo Palacio Municipal en el sitio de la Casa del Quisquémel, se creó a sus espaldas una plaza al quedar inconcluso el proyecto por el que se habría levantado ahí una segunda ala del edificio. Con ello, el nombre de Plaza José María Sánchez y Sánchez volvió a cobrar sentido.

Al intentar rastrear la historia de la Casa del Puente, hemos encontrado que pudo tratarse de la casa de don Bernardo Ecala Guller, a la que a principios del siglo XIX se hacía referencia como "El Puente de don Bernardo". Ecala, navarro de origen y perteneciente a la nobleza de España, primo de Tomás de Ecala, propietario de la casa más hermosa de la ciudad de Querétaro, llegó a Arroyozarco como sobrino de uno de los jesuitas que administraban la hacienda, el padre Blas Guller. Tras la expulsión de los jesuitas en 1767, Ecala quedó a cargo de la administración de Arroyozarco, aunque con poca fortuna atribuida a su juventud e inexperiencia.

Extrañamente, al concluir su encargo en Arroyozarco, Ecala permaneció en la zona. Compró el rancho de El Judío (que aún conserva el nombre) y, presuntamente, La Casa del Puente. Hizo testamento en 1819, residiendo en Aculco, gracias al cual conocemos todos estos datos.

Durante la primera mitad del siglo XX, la casa pertenció a los Jasso, dueños también del rancho de Ávalos, cerca del salto de la Concepción. Según cuentan, era una casa muy elegante, con sótanos (lo que la distinguía de cualquier otra casa aculquense), paredes cubiertas con papel tapiz, una escalera digna de un palacio de la que todavía conocimos los restos y un gran patio rodeado por corredores con pilastras toscanas. En la segunda planta, la azotea del portal servía como terraza, mientras que sobre la calle de Iturbide se abría un mirador con columnas de madera. Esta casa era notable también por albergar el único piano de cola que existía en Aculco.

En los años 60, la casa fue adquirida por un nuevo propietario, quien parecía más interesado en hacer caso a las historias de dinero enterrado comunes a cualquier casa antigua que a conservar la casa. La demolió casi en su totalidad. Solamente se conservó la planta baja de la fachada, el gran portón claveteado, parte del cubo de la escalera, dos habitaciones hacia la calle de Iturbide y parte de los sótanos. El terreno fue fraccionado en dos porciones, una que abarca todo el portal y otra con fachada hacia la calle de Iturbide.

Así llegó a la remodelación de 1974, cuando se pintó el exterior, se arregó el portal y el interior siguió en ruinas. Por más de veinte años permaneció en ese estado, deteriorándose día a día los elementos sobrevivientes, como el gran portón de madera que desapareció hacia 1995. Poco después, los propietarios de la segunda porción que da hacia la calle de Iturbide demolieron los restos que quedaban ahí y levantaron en su sitio una casa de aspecto rústico, que reutilizó las piedras existentes en el solar.

La primera porción de la casa, la del portal, continúa abandonada. Al parecer, un litigio por herencias ha impedido la construcción de un nuevo inmueble en su lugar.

Al fondo, la Casa del Puente a principios de la década de 1970.

Este era el aspecto interior del portal de la Casa del Puente a principios de la década de 1960. El arco del fondo se abre hacia la calle Iturbide, que tiene como remate el Ojo de Agua. Nótense a la izquierda las vigas que sostenían el balcón del mirador de esta casa.

En esta fotografía de 1959, la casa muestra ya algún deterioro, pero se conserva íntegra. Obsérvese la segunda planta que asoma sobre el portal y, a la derecha, a un nivel ligeramente más bajo, parte del mirador con columnas de madera.

Fotografía actual tomada desde el mismo punto que la anterior. Como se observa, toda la construcción de la Casa del Puente tras el portal ha desaparecido. Sólo como detalle, nótese que los canales de piedra que desaguaban el propio portal fueron removidos durante la remodelación de 1974.

La remodelación de 1974 dio este limpio aspecto a lo que sobrevivía entonces de la Casa del Puente. A la derecha, la casa de don Loreto Alcántara, que al extenderse en la década de 1920 hacia la Plaza José María Sánchez y Sánchez la dejó prácticamente convertida en una calle.

Esta fotografía muestra lo que en 1974 se conservaba de la fachada principal de la casa: el portal y la portada principal en la primera de las fracciones en que se divisió la casa y dos cuartos hacia la calle de Iturbide, a los que corresponden los tres vanos de la derecha.

La misma vista, en la actualidad. Los restos de la segunda fracción de la Casa del Puente han sido demolidos y en su lugar se ha levantado una casa nueva que reutiliza algunas piedras antiguas (como las jambas y dinteles de los vanos de la planta baja). Aunque la volumetría de la casa se acerca a la original, los acabdos rústicos difieren mucho.

Aunque la fracción de la casa que corresponde al portal está tan abandonada como hace 34 años, el deterioro de este tiempo en los pocos restos subsistentes es notable: el portón de madera, conservado hasta la década de 1990, se ha perdido. En su lugar, los vanos han sido tapiados con piedras provenientes del interior de la casa. Incluso en el pequeño acceso de la izquierda se aprecia el capitel de una pilastra toscana.

Detalle de la cruz patriarcal labrada en la clave de la portada principal de la Casa del Puente. Expuesta a la humedad y al abandono, ¿cuñanto tiempo podrá sobrevir este detalle histórico y artístico de nuestro pueblo?

Vista desde el portal de la Casa del Puente en nuestros días. El espacio abierto a espaldas de la Presidencia Municipal, en el que originalmente debíó haberse construido una segunda ala de ésta, le ha dado sentido nuevamente al nombre de Plazuela José María Sánchez y Sánchez.