Vidó es un topónimo de origen otomí que según Rubén García (Rincones y paisajes del México maravilloso) significa "Piedra Roja", traducción que no nos satisface del todo pues aunque ciertamente "dö" en esa lengua significa piedra, rojo se diría más bien "thëni". A falta de una mejor interpretación conviene dejar abierta aquella posibilidad. Pero, sea cual fuere su significado preciso, lo interesante aquí es que recibía este nombre una milpa con una pequeña casita de piedra que se extendía en el extremo oriente de Aculco, limitada por la Calle del Sol, el camino que lleva al pueblo de Santa María Nativitas, la prolongación de la Calle José Canal y el arroyo llamado también Vidó que desciende desde la Sierra de Aculco a lo largo del Barrio de la Soledad.
El único tramo de la calle del Sol, antaño la vía más oriental de Aculco. Esta calle se prolonga al norte por el Callejón del Sol, que tiene distinto alineamiento.
La milpa de Vidó era -apenas puede creerse hoy en día- uno de los sitios de recreo del Aculco viejo. A orillas del arroyo se formaba una playa de arena fina y en sus pozas nadaba la gente (principalmente los niños) en el calor de la primavera, única época del año en que el frío clima permitía solazarse de esta manera.
La limpieza personal está en razón directa de la cultura de estas gentes, pues las hay que casi nunca se bañan, ni siquiera lavan sus ropas. Las personas de la afueras del pueblo se bañan en el río, las mujeres cubren sus cuerpos con una sábana, o con sus enaguas bañándose por debajo de ellas" (Dr. Enrique Rojas López, "Informe general sobre la exploración sanitaria del municipio de Aculco, Méx.", 1943)
Existía en esa milpa una sola vivienda, como dijimos arriba: una casita de piedra cubierta de teja que tenía la única particularidad de contar con una alacenda donde, asegura la leyenda, su dueño halló dinero enterrado. Sea que el dinero tuviera su origen en este entierro o en su trabajo (en el que debemos incluir el puesto de Diputado local), el propietario edificó allí mismo en la década de 1970 una amplia y hermosa casa moderna con detalles neocoloniales, de piedra blanca, bóvedas esféricas de ladrillo, jardín al frente y un simpático torreón, que si bien no se inspiró directamente en la antigua arquitectura aculquense, por lo menos se adaptó al entorno de manera tersa, sin estridencias.
Muro norte de Vidó, hacia el camino entre Aculco y Santa María Nativitas.
Una vista más extensa de este muro en Google Steetview. A la izquierda, a la orilla del arroyo, se extendían las pequeñas playas que hicieron localmente famosa a esta milpa.
Si de la antigua casita no sabemos si quedó huella, en cambio se conservan a la vista en Vidó otros restos importantes que datan de los primeros años del siglo XX. El más importante de ellos es un gran arco de piedra que libra perpendicularmente el arroyo y que fue construido por don Abraham Ruiz Lara para conducir el agua de riego proveniente de la presa de Ñadó hacia los terrenos que poseía en la margen derecha de esta corriente. El arco nunca llegó a cumplir con su función, de hecho parece ser que nunca llegó a construirse el canal de la parte superior. En cambio, sirvió para que algunos charros de antaño hicieran gala de la habilidad propia y la de sus caballos para transitar por tan estrecho paso; así lo hacía, por ejemplo, don Luis del Castillo.
El arco de Vidó, edificado en piedra blanca.
Las dimensiones del arco resultan verdaderamente notables.
El arco prolonga el muro sur -que sirve de lienzo a la Calle José Canal- al otro lado del arroyo de Vidó.
Sillares del estribo oriente del arco. Aunque están construidos en suave piedra blanca, su desgaste es mínimo.
Hoy en día, Vidó es un terreno cercado por todos sus lados. Aunque la casa construida en los setentas ocupa buena parte de su superficie, en otra sección existen unos baños públicos y una enorme área a orillas del arroyo permanece como espacio abierto, sin edificar. No sé a qué se deba, será seguramente que el camino no lleva a ninguna parte, pero el tramo final de la calle José Canal que corre a lo largo del muro sur nunca ha sido empedrado y, en los últimos tiempos, se le utilizado como excusado, basurero y hasta para descargar cascajo. Todos estos desechos se deben sortear si uno desea acercarse a la orilla del ahora maloliente arroyo (gracias a las descargas del drenaje en el mal urbanizado barrio de La Soledad) para apreciar el grandioso arco de Vidó, quizá el arco exento de mayor radio construido nunca en el municipio de Aculco.
Muro de Vidó hacia la calle José Canal. El remate de lomo de toro con una cornisilla de ladrillo era característico de las construcciones antiguas del pueblo.
La prolongación de la calle José Canal hacia el arroyo de Vidó ha sido respetada por los colindantes como lugar público, pese a no estar empedrada y constituir prácticamente un baldío.
Esquina norponiente de Vidó (Calle del Sol y Avenida Morelos), sitio donde se encuentran actualmente unos baños públicos. Fotografía de Google Street View.
Muro frontero a Vidó, en la esquina de José Canal y Calle del Sol.
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