El retablo desde el exterior de la capilla del Hospital Concepción Martínez
Hace ya muchos meses publicamos en este blog un texto sobre el desaparecido ciprés o baldaquino neoclásico de la parroquia de San Jerónimo, lamentándonos de su completa desaparición en la década de 1950. Pero esto ha resultado no ser completamente cierto: gracias a las antiguas fotografías hemos podido constatar que unos cuantos de sus elementos constructivos sobrevivieron para ser adaptados a la capilla del Hospital Concepción Martínez, bello y útil inmueble edificado por el filántropo local don Ignacio Espinosa en 1956.
Vista general del único cuerpo del retablo
Nosotros ya sabíamos que este retablo, casi desconocido aún para los aculquenses, procedía de la parroquia. Nos lo habían confirmado así varias personas y muchos detalles constructivos así lo evidencian. Sin embargo, en ninguna fotografía antigua del interior del templo aparece un altar con similares características y disposición, esto es: un banco ante el que se alza la mesa del altar (labrado el frente de esta con medallones, guirnaldas, pebeteros y ménsulas); un único cuerpo que se desplanta sobre dos gradas interrumpidas al centro por el sagrario (cuya puerta, pintada al óleo, parece respresentar la adoración del Sagrado Corazón del Niño Jesús); sobre las gradas, cuatro columnas sin pedestal, abalaustradas en su parte inferior, estriadas, y con unos alargados capiteles compuestos que apoyan sobre el ábaco un angosto y extraño entablamento de planta lobulada. Las imágenes de la Virgen de Guadalupe y del Niño Jesús vestido de médico son contemporáneas y evidentemente no forman parte del retablo original.
Capitel compuesto
Fragmento inferior de la columna, de tipo abalaustrado
Detalle del Sagrado Corazón del Niño Jesús en la puerta del sagrario
Ángeles en la parte inferior de la misma pintura
Visto así, en su apariencia actual, parece una versión pequeña y de un estilo neoclásico aún más popular de los retablos laterales de la parroquia.
El antiguo altar mayor
Ha sido una antigua fotografía del baldaquino que sirvió de altar mayor en la parroquia de San Jerónimo Aculco a lo largo de una centuria, desde mediados del XIX la que nos ha dado la pista final de su procedencia. Obsérvese primero en la vieja fotografía que la mesa del altar es la misma, lo que se aprecia por el relieve central.
Mesa del antiguo altar mayor de la parroquia
Detalle de la mesa del altar del Hospital
Ahora, observemos esa especie de pequeño templete que se hallaba bajo la bóveda del baldaquino: aunque la foto no permite verlo a detalle, se percibe fácilmente que sus columnas, abalaustradas, son las mismas del retablo del Hospital. Uno de los pocos ejemplos que existen en nuestro país del uso de este tipo columnas lo tenemos en la fachada de la Catedral de Querpetaro (antiguo Oratorio de San Felipe Neri), construida a principios del siglo XIX.
Templetillo en el interior del antiguo baldquino con la comparación de sus elementos constructivos con los del retablo del Hospital
Columnas del segundo cuerpo de la fachada de la Catedral de Querétaro, de estilo de transición entre el barroco y el neoclásico, con columnas muy parecidas a la de este retablo.
Finalmente, el sagrario también parece ser, por sus características formales, obra del siglo XIX y perteneciente al antiguo altar mayor, aunque en este caso no es posible demostrarlo ya que en la fotografía antigua se advierte sólo la silueta del adorno, aunque a simple vista parece reproducir los contornos de la pintura descrita. El resto de los elementos de madera del actual retablo del Hospital también parecen haber pertenecido al viejo ciprés.
Puerta del antiguo sagrario
Puerta del sagrario
En conclusión; más allá de los documentos gráficos que reproducen el aspecto del desaparecido ciprés neoclásico de Aculco, así como de los varios baldaquinos construidos en iglesias de su jurisdicción parroquial que intentaron reproducirlo y que se conservan como testimonio del original, podemos tener un conocimiento aún mayor de esta interesante obra perdida por una decisión incomprensible hace más de medio siglo.
¡Ole!, Carajo, ¡Qué emoción!, ¿no?.
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