miércoles, 11 de agosto de 2010

Malas noticias: el claustro cubierto

En nuestra última visita a Aculco y gracias al descuido de los operarios que están restaurando la planta alta de la antigua portería del convento, quienes dejaron abierta la puerta que da al claustro, pudimos entrar a éste sin necesidad de solicitar permiso (y al final no obtenerlo, que es lo que sucede casi siempre a últimas fechas). Nuestra sorpresa fue grande al ingresar y advertir que el viejo patio conventual ha sido completamente cubierto por una armadura metálica que soporta una techumbre formada por láminas alternadamente opacas y traslúcidas.

Definitivamente es una pésima idea. Si se tratara de una construcción provisional, pensada para disminuir la humedad y los daños ya muy severos que venían sufriendo desde hace muchos años los terrados del claustro alto, en tanto se emprende su correcta restauración, nos parecería entonces magnífico y digno de elogio. Pero las hechuras de esta estructura hacen ver se trata más bien de dejar permanentemente cubierto este patio, y entonces resulta verdaderamente lamentable por diversas razones.

En primer lugar se encuentra la razón estructural: ¿de qué manera se realizó el anclaje de las viguetas de hierro que soportan este techo? ¿Apoyándose en los viejos muros de piedra ya dañados por la humedad? ¿Qué pasará en caso de vientos fuertes o sismos, se hicieron los cálculos necesarios para que la construcción no resulte dañada?

Se encuentra también la razón histórico-arquitectónica, importantísima por ser el antiguo convento un monumento histórico catalogado (nótese que el el conjunto conventual franciscano es el monumento histórico más importante de este lugar y es también, por cierto, el único claustro colonial que sobrevive en la región noroeste del Estado de México): la cubierta altera la concepción espacial del claustro, ha provocado el retiro de partes funcionales del mismo, como son los canales de piedra que desaguaban sus azoteas e impide por completo la vista hacia el reloj de sol de 1789, uno de los elementos más importantes, valiosos y reconocidos del convento de Aculco; ahora sería absolutamente necesario subir a las azoteas para poder contemplarlo.

Finalmente, pero no menos importante, está la razón estética: el techo resulta agresivo para la antigua construcción (parece el de una bodega o de una fábrica), y la disposición de los tubos de PVC aparentes que sirven ahora para desaguar los terrados de los corredores aportan un fuerte ingrediente de fealdad y ramplonería al conjunto.

En fin, ya veremos si la inclusión de Aculco en la lista del Patrimonio Mundial de la UNESCO como parte del Camino Real de Tierra Adentro sirve por lo menos para reparar desaguisados como éste. Los culpables de este atentado tan francamente estúpido a un patrimonio que ya no sólo es aculquense, ni mexiquense, ni mexicano, sino universal son -cosa rara- los "sospechosos habituales": el Ayuntamiento de Aculco (por autorizar la obra), el párroco de Aculco (por realizarla), el Centro INAH Edomex (por hacerse el desentendido), la Secretaría de Turismo del Estado de México (que se supone lleva la batuta del proyecto del Camino Real de Tierra Adentro en el Estado de México). Queda muy claro que ninguno de ellos entiende cabalmente de qué se trata una declaratoria de esta especie.

Aspecto del claustro, antes de ser "raspado" para descubrir su mala mapostería, en la década de 1950 o principios de la de 1960.

El claustro como lucía hasta hace poco.

El claustro con su nueva cubierta.

Vista general de la nueva cubierta. Adviértase que los antiguos canales de piedra que desaguaban las azoteas han sido removidos y se han colocado tuberías aparentes de PVC para desalojar el agua de lluvia.

Una vieja fotografía en la que se advierte cómo se podía admirar el reloj de sol desde el claustro bajo. Con la nueva cubierta, la vista hacia el reloj se hace imposible.

Obsérvese el interesante juego de volúmenes arquitectónicos de claustro e iglesia (ahora no apreciables gracias al nuevo techo) en esta foto publicada en el libro Conventos mexiquenses: esplendor del arte virreinal, publicado recientemente por la Biblioteca Mexiquense del Bicentenario

Una inscripción reaparecida

Hace ya más de un año, en marzo de 2009, publicamos en este blog "Aculco, lo que fue y lo que es" una entrada acerca de la desaparecida inscripción que se hallaba grabada en una lápida a un lado de la entrada poniente del atrio de la parroquia, misma que fue retirada de su ubicación original al ampliarse aquélla en el año de 1974.

La inscripción "desaparecida", fotografiada por Elisa Vargas Lugo en 1954

Hasta la semana pasada la considerábamos definitivamente pérdida y por ello también creíamos casi imposible determinar el sentido real de su texto, ya que la interpretación que le dio en 1954 la Dra. Elisa Vargas Lugo en su ensayo "La Vicaría de Aculco", publicado en el número 22 de los Anales del Instituto de Investigaciones Estéticas de la UNAM, difiere del que nosotros proponemos: mientras ella creyó poder relacionarla con la secularización del antiguo convento a mediados del siglo XVIII, nosotros creíamos leer únicamente un testimonio de la construcción del muro del atrio, un siglo antes.

La lápida, en su ubicación actual.

Por fortuna la lápida existe aún: fue empotrada en algún momento en el muro poniente interior del claustro del antiguo convento y sólo hasta hace poco fue redescubierta (según se observa en el aplanado del muro alrededor de ella) y malpintadas sus letras en negro, aunque no todas. Esta vez presentamos no sólo las fotografías de este testimonio pétreo en su ubicación actual, sino una lectura más precisa de la inscripción, que en términos generales concuerda con la que nosotros propusimos anteriormente, es decir:

...en ocho días del de marzo de … seiscientos y sesenta y seis aos siendo guar.dn de … fr. Joan de Vázquez se hizo … pader al cementerio desta S. Iglesia en presencia de fr. Francisco...

Ahora, al revisar nuevamente la inscripción y a pesar de las dificultades de lectura que sigue ofreciendo, podemos asegurar con razonable certeza que dice:

en ocho días del de marzo de mil
y seiscientos y sesenta y seis a
ños siendo guardn (ilegible) p. fray
Joseph Vasques se hiso esta
pader del simenterio desta S. Y
glecia y en presencia yo Don
Franco...q a... y d... A..s q a del..



Detalle de la lápida en la que aparece la fecha del 8 de marzo de 1666.

Esto confirma nuestra suposición de que se trata de una lápida conmemorativa de la construcción del hermoso muro atrial que existe actualmente(a la que se llama pader en lugar de pared, vulgarismo muy frecuente incluso en nuestros días), documento equiparable con la otra lápida fechada que se encuentra al extremo opuesto del convento, en el muro de la huerta que mira hacia el oriente, que corresponde a 1699. Fue ésta época -segunda mitad del siglo XVII y primeros años del XVIII- una de las de mayor actividad constructiva en este inmueble, ya que los cimientos del templo actual se echaron en 1685, su fachada fue concluida en 1701 y en 1708 se construyeron (o reconstruyeron) las posas y la cruz atrial del atrio, así como los corredores del claustro.

Esta nueva fecha ahora comprobable, 1666, es la más temprana de todas las que tenemos registradas en esa etapa y nos permitirá comprender aún mejor el proceso y tiempos constructivos por los que ha pasado el antiguo convento de San Jéronimo Aculco desde el siglo XVI hasta la actualidad.

martes, 10 de agosto de 2010

El retablo del Hospital: vestigios del antiguo altar mayor de la parroquia

El retablo desde el exterior de la capilla del Hospital Concepción Martínez

Hace ya muchos meses publicamos en este blog un texto sobre el desaparecido ciprés o baldaquino neoclásico de la parroquia de San Jerónimo, lamentándonos de su completa desaparición en la década de 1950. Pero esto ha resultado no ser completamente cierto: gracias a las antiguas fotografías hemos podido constatar que unos cuantos de sus elementos constructivos sobrevivieron para ser adaptados a la capilla del Hospital Concepción Martínez, bello y útil inmueble edificado por el filántropo local don Ignacio Espinosa en 1956.

Vista general del único cuerpo del retablo

Nosotros ya sabíamos que este retablo, casi desconocido aún para los aculquenses, procedía de la parroquia. Nos lo habían confirmado así varias personas y muchos detalles constructivos así lo evidencian. Sin embargo, en ninguna fotografía antigua del interior del templo aparece un altar con similares características y disposición, esto es: un banco ante el que se alza la mesa del altar (labrado el frente de esta con medallones, guirnaldas, pebeteros y ménsulas); un único cuerpo que se desplanta sobre dos gradas interrumpidas al centro por el sagrario (cuya puerta, pintada al óleo, parece respresentar la adoración del Sagrado Corazón del Niño Jesús); sobre las gradas, cuatro columnas sin pedestal, abalaustradas en su parte inferior, estriadas, y con unos alargados capiteles compuestos que apoyan sobre el ábaco un angosto y extraño entablamento de planta lobulada. Las imágenes de la Virgen de Guadalupe y del Niño Jesús vestido de médico son contemporáneas y evidentemente no forman parte del retablo original.

Capitel compuesto

Fragmento inferior de la columna, de tipo abalaustrado

Detalle del Sagrado Corazón del Niño Jesús en la puerta del sagrario

Ángeles en la parte inferior de la misma pintura

Visto así, en su apariencia actual, parece una versión pequeña y de un estilo neoclásico aún más popular de los retablos laterales de la parroquia.

El antiguo altar mayor

Ha sido una antigua fotografía del baldaquino que sirvió de altar mayor en la parroquia de San Jerónimo Aculco a lo largo de una centuria, desde mediados del XIX la que nos ha dado la pista final de su procedencia. Obsérvese primero en la vieja fotografía que la mesa del altar es la misma, lo que se aprecia por el relieve central.

Mesa del antiguo altar mayor de la parroquia

Detalle de la mesa del altar del Hospital

Ahora, observemos esa especie de pequeño templete que se hallaba bajo la bóveda del baldaquino: aunque la foto no permite verlo a detalle, se percibe fácilmente que sus columnas, abalaustradas, son las mismas del retablo del Hospital. Uno de los pocos ejemplos que existen en nuestro país del uso de este tipo columnas lo tenemos en la fachada de la Catedral de Querpetaro (antiguo Oratorio de San Felipe Neri), construida a principios del siglo XIX.

Templetillo en el interior del antiguo baldquino con la comparación de sus elementos constructivos con los del retablo del Hospital

Columnas del segundo cuerpo de la fachada de la Catedral de Querétaro, de estilo de transición entre el barroco y el neoclásico, con columnas muy parecidas a la de este retablo.

Finalmente, el sagrario también parece ser, por sus características formales, obra del siglo XIX y perteneciente al antiguo altar mayor, aunque en este caso no es posible demostrarlo ya que en la fotografía antigua se advierte sólo la silueta del adorno, aunque a simple vista parece reproducir los contornos de la pintura descrita. El resto de los elementos de madera del actual retablo del Hospital también parecen haber pertenecido al viejo ciprés.

Puerta del antiguo sagrario

Puerta del sagrario

En conclusión; más allá de los documentos gráficos que reproducen el aspecto del desaparecido ciprés neoclásico de Aculco, así como de los varios baldaquinos construidos en iglesias de su jurisdicción parroquial que intentaron reproducirlo y que se conservan como testimonio del original, podemos tener un conocimiento aún mayor de esta interesante obra perdida por una decisión incomprensible hace más de medio siglo.

lunes, 9 de agosto de 2010

Niebla matutina

Niebla en La Hortaliza

La semana pasada hice un viaje inesperado y urgente a Aculco. Pese a que no llegué a estar 24 horas allá y a que su causa no ofrecía ninguna posibilidad de disfrute, acabó por ser una de las visitas más enriquecederas de las que he hecho en los últimos años en lo que respecta al tema de su patrimonio histórico. Ya iré dando cuenta en este blog de varios de los hallazgos de ese mal contado día, si es que "hallazgo" se le puede llamar a lo que más bien nos sale al paso.

Por lo pronto, les comparto algunas fotografías que tomé de la zona baja de Aculco: la Hortaliza, la Huerta, el Ojo de Agua y la Alberca, con la niebla matutina de esta época del año. Zona de humedales, manantiales, arroyos, canales y acueductos, antaño prácticamente un pantano, es hoy en día una de las áreas ambientales e históricas más importantes del pueblo, pero también una de las más amenazadas por la expansión urbana.

En la delimitación llevada a cabo para la participación de Aculco en el proyecto del Camino Real de Tierra Adentro, una pequeña parte de este bajío quedó incluido en la zona de amortiguamiento, pero mientras no exista un plan de manejo del área patrimonial esto no significa nada. Pero hacemos votos porque esta designación aporte algo para que espectáculos naturales como éste, así sencillos y triviales como pueden parecer, no se pierdan por el simple afán de lucro.

Hacia la fábrica


En primer término la casa de don Evodio Ángeles, al fondo, el rancho y capilla de San José

Los últimos cedros que quedan a la orilla del río



domingo, 1 de agosto de 2010

Aculco en la Lista del Patrimonio Mundial


Ya es un hecho. El día de ayer, domingo 1o de agosto de 2010, el Comité del Patrimonio Mundial de la UNESCO votó a favor de la inscripción del Camino Real de Tierra Adentro en la Lista del Patrimonio Mundial, dentro de la categoría de itinerario cultural. De esta manera, casi un centenar de sitios a lo largo del trazo de esta antigua ruta, desde la ciudad de México hasta la frontera con los Estados Unidos, han sido reconocidos como testimonios irrepetibles de la historia humana, dignos de ser protegidos, estudiados y conservados. Entre estos sitios está el pueblo de que es sucursal virtual este blog: Aculco, Estado de México.



"El Camino Real de Tierra Adentro en el Estado de México", puntualiza un anuncio insertado hace unas semanas por la Secretaría de Turismo del Estado en la Guía arqueológica del Estado de México publicada por la revista Arqueología Mexicana, "espera que hagas una pausa en Tepotzotlán, pueblo mágico que resguarda el imponente Coelgio Jesuita de San Francisco Javier, hoy convertido en Museo Nacional del Virreinato; y en Aculco, pueblo de arrieros que ofrecía a los viajeros servicios de hospedaje en sus mesones, pero sobre todo, daba la garantía de llegar a la última frontera sin contratiempos por el conocimiento que tenían para transitar por el también llamado Camino Nacional".



En efecto, trece manzanas de la zona central del pueblo de Aculco conforman el área patrimonial núcleo que ha sido incluida como parte del Camino Real de Tierra Adentro. Debido al pésimo grado de conservación de muchos de los puntos importantes de esta ruta dentro del Estado de México, en esta entidad solamente este pueblo y el de Tepotzotlán pudieron ser integrados al proyecto. Incluso el importantísimo Mesón de Arroyozarco (que ya hemos visto en el blog El Bable cómo se ha deteriorado en los últimos años) quedó fuera de él, aunque formando parte de la lista indicativa de sitios, esperando que en algún momento las autoridades municipales, estatales o federales se decidan a intervenir para detener su destrucción.



Es en verdad un motivo de alegría que Aculco haya recibido ese reconocimiento y que acceda así al mayor grado de protección posible para un conjunto urbano patrimonial de acuerdo con las leyes mexicanas y los acuerdos internacionales, y más para nosotros puesto que su conservación es la razón de ser fundamental de este sitio de Internet. Nos enorgullece también nuestra pequeña o grande aportación al proyecto, ya que la propuesta inicial para incluir al pueblo así como la elaboración de la sección histórica del expediente técnico que trata sobre el pueblo se deben al autor de este blog Aculco, lo que fue y lo que es. Pero, ¿será suficiente para su preservación el que pertenezca a un sitio del Patrimonio Mundial?

Calle Corregidora, en Aculco. Detalle de la publicidad de la Secretaría de Turismo del estado.

Si normalmente hay mucha distancia entre el la letra de la Ley y su cumplimiento, en nuestro país esa distancia se vuelve a veces un verdadero abismo insalvable. Y no se diga en materia patrimonial: un vistazo a cualquier pueblo o ciudad mexicana nos permite advertir innumerables violaciones acumuladas a la Ley Federal de Sitios y Monumentos Arqueológicos, Artísticos e Históricos. Y curiosamente la mayor parte de esos atentados contra nuestro patrimonio histórico han ocurrido en tiempos de vigencia de la Ley (expedida en 1972) y durante la existencia del organismo encargado de velar por él, el INAH (fundado en 1939). Aún las poblaciones pertencientes al Patrimonio Mundial sufren en nuestro país con demasiada frecuencia intervenciones, alteraciones o francas destrucciones que las van demeritando, incluso con la participación de los gobiernos locales, como ocurrió con la destrucción de la casa de Regina 97, del siglo XVII, en la ciudad de México (ocasión en la que la inefable Alejandra Moreno Toscano, autoridad del Centro Histórico, nos regaló su extraño concepto sobre conservación de nuestro patrimonio edificado). Peor resulta cuando los funcionarios del INAH se coluden para avalar estos hechos, como ya lo hemos visto en Aculco en los últimos años, en el caso de los Lavaderos Públicos y la Casa de Hidalgo.



Visto esto, ¿qué puede esperarse para Aculco si en vísperas de su designación como Patrimonio Mundial hemos denunciado serios daños intencionales a su arquitectura histórica (esta vez, casi por excepción, suspendidos afortunadamente por el INAH)?




Por una parte, el que Aculco sea uno de dos únicos sitios mexiquenses incluidos en la ruta debería garantizar la atención especial de las autoridades de la Secretaría de Turismo del Estado de México, la instancia estatal que conduce la iniciativa. Pero esto mismo también nos hace recelar un poco. ¿Por qué se acordó que fuera la Secretaría de Turismo la encargada de llevar la batuta en el Estado de México y no un área gubernamental más acorde al proyecto como el Instituto Mexiquense de Cultura? ¿Será porque se tiene una visión más turística que histórica o cultural de esa ruta? Si es así, el riesgo de que esta dependencia se incline en lo que respecta a nuestro pueblo más por lo pintoresco que por lo histórico y original de su patrimonio construido es clara. Y esto no es mera especulación, pues ¿no fue la propia Secretaría de Turismo la responsable del programa "Pueblos con Encanto del Bicentenario" que dejó a Aculco con una lamentable reconstrucción de sus antiguos lavaderos en lugar de los originales o un portal inventado, de pésima factura, frente a la casa del siglo XVIII en que pernoctó Miguel Hidalgo durante su campaña de 1810? Y en cuanto al resto de las insituciones participantes, ¿qué esperar del Centro INAH Edomex que avaló aquellos desaguisados y que incluso niega que exista un dictamen que lo inculpa? Al Ayuntamiento actual, por lo menos, podemos darle el beneficio de la duda, aunque la posibilidad de que haya concedido licencia para efectuar las destrucciones más recientes juega en su contra.



¿Qué pasará con Aculco? ¿Se conservará su patrimonio arquitectónico e histórico? ¿En qué grado, con qué condiciones? En verdad nadie puede adelantarlo porque ni siquiera existe todavía (que sepamos) un Plan de Manejo, a pesar de ser un requisito indispensable para su designación como Patrimonio Mundial. Todo puede pasar: lo mismo podría ser que se deje al pueblo en el abandono en que languideció antes de la década de 1990, que una fiebre y abundantes recursos por "remodelarlo" (que no restaurarlo) contribuyan a subrayar la imagen pintoresca (y falsa) que ha querido dársele últimamente; de igual modo lo mismo puede suceder que se comience a regular su crecimiento urbano para constituir las nuevas zonas en un adecuado marco del área patrimonial, o que empiece un indiscriminado fraccionamiento de tierras a diestra y siniestra para aprovecharse de la "fama" que traerá consigo la declaratoria.

Camino carretero que unía a Aculco con Polotitlán, cerca de Santa Ana Matlavat, Aculco. Detalle de la publicidad sobre el Camino Real de Tierra Adentro de la Secretaría Turismo del estado.

En fin, en los meses y años por venir veremos qué tanto pesa una declaratoria de este tipo para la conservación de un poblado pequeño como es Aculco, experiencia ajena todavía a México, donde los sitios del Patrimonio Mundial son ciudades de mediana o gran importancia, o bienes prácticamente aislados de su entorno. A mi parecer, nueve serán los puntos para evaluaren un futuro próximo si dicha declaratoria contribuyó a preservar los valores urbanos, históricos, arquitectónicos, paisajísticos y culturales por los que nuestro pueblo ha sido incluido:

1. La conservación estricta de los edificios históricos del área protegida del poblado, aún de aquellos que sin tener un valor excepcional (que son la mayoría) forman parte integral y original de su entramado urbano. Aculco es un pueblo tan reducido en su extensión que no admite ya más pérdidas patrimoniales.

2. La conservación del valor paisajístico de su entorno natural. A saber: la vega o bajío que va desde las puertas mismas del pueblo hacia el norte, hasta llegar a las lomas de Gunyó, en la que se encuentran además diversas construcciones históricas como el Molino Viejo, la hacienda de Cofradía, la capilla y rancho de San José, el Puente Colorado, el Puente Blanco, la troje de La Huerta, un sistema de riego casi íntegro de mediados del siglo XIX, etc.; la Loma y carril de Cofradía, punto en que se celebran las tradicionales carreras caballos del 17 de septiembre y en el que se desplegó el ejército insurgente para presentar batalla el 7 de noviembre de 1810; la sierra de Aculco, que se encuentra al sur del pueblo.

3. La subordinación del pintoresquismo al carácter histórico de Aculco en todas las intervenciones urbanas que se realicen en el poblado. Punto de especial sensibilidad en Aculco, donde el pintoresquismo y no el carácter histórico ha sido un valor apreciado por la gente y estimulado por los gobernantes.

4. La conservación de los espacios interiores de los inmuebles del área protegida, evitando el fachadismo que ha destrozado a tantas ciudades mexicanas.

5. La preservación del área protegida como zona habitacional con actividad comercial no intensa; la descentralización de los servicios municipales que evite la concentración de automóviles en la Plaza de la Constitución.

6. El cuidado de las zonas de amortiguamiento que rodean a la zona núcleo, de modo que se preserven los inmuebles históricos que existen en esas zonas y el resto de las construcciones muestre un aspecto homogéneo.

7. La influencia positiva en las comunidades que rodean a Aculco en lo que se refiere a conservación y preservación de sus bienes patrimoniales y dignificación de sus entornos. Específicamente en Arroyozarco, Santa María Nativitas y los pueblos de San Lucas Totolmaloya, Santa María Concepción, San Pedro Denxhi y Santiago Toxhié, en donde se conservan algunos de los inmuebles y obras de arte más valiosos del municipio.

8. La publicacíón de nuevas obras escritas o visuales que nos permitan adentrarnos mejor la historia de Aculco.

9. El estudio, conservación y difusión de otros de sus patrimonios históricos y culturales de valor, como el Archivo Parroquial (con documentación a partir de 1606), el Archivo Municipal, las zonas arqueológicas de El Tixhiñú, San Pedro y La Concepción, las haciendas de Cofradía, Arroyozarco y Ñadó, etcétera.

En fin, esta declaratoria es el final de un camino, pero también el inicio de otro. Nada desearíamos más que partir de este momento nuestro humilde blog pudiera variar su tono fundadamente pesimista y encontrara cada día nuevos motivos para celebrar que Aculco es ya parte del Patrimonio Mundial.

Por ahora, ¡enhorabuena, Aculco!

miércoles, 23 de junio de 2010

El embarcadero de El Azafrán

Hace más de 128 años, el 1o de enero de 1882, se realizó en la hacienda de Arroyozarco un magno festejo por la reapertura de su fábrica de textiles "El Progreso", situada en el edificio conocido como El Molino, del que ya hemos hablado anteriormente. Un acontecimiento que mereció el calificativo de "de verdadera "fiesta del trabajo" y que incluyó un concierto, brindis, discursos y, particularmente importante, una "gran comitiva agrícola-industrial" en cabezada por don Macario Pérez (bajo cuya administración estaba la finca después de haber sido heredada por su prima Dolores Rozas, entonces de 21 años de edad, y que actuaba prácticamente como su dueño), los maestros de los departamentos de la fábrica, los operarios, 25 carretas adornadas tiradas por bueyes, 100 yuntas (50 de ellas de bueyes negros y 50 de bueyes amarillos), "tlacualeros" (repartidores de alimentos a los trabajadores del campo), cuadrillas de trabajadores de los aserraderos, albañiles, mayordomos y, en fin, todo el escalafón de trabajadores de la hacienda.

Don Macario Pérez (con el sombrero bajo el brazo), suegro de Francisco I.Madero, fue administrador de la hacienda de Arroyozarco en dos períodos distintos entre 1877 y 1909.

Si bien la detallada descripción de este acontecimiento -publicada en el periódico El Hijo del Trabajo, año VII, no. 285, el 15 de enero de aquel año- está llena de datos interesantes sobre la gente, las costumbres y los edificios que de otra manera se habrían perdido, uno de los detalles que nos han parecido más interesantes se refiere a un pequeño barco que, como veremos más adelante, aunque no se conservó dejó huella de su existencia en otros vestigios materiales que aún existen en Aculco:

"A esta vistosa procesión seguían los carros de transporte, yendo en uno de ellos el bote marino que sirve al propietario de la fábrica para sus paseos a la laguna de su hacienda de Huapango, finca que mide siete leguas de longitud por tres de latitud, con su correspondiente capitán y seis marinos con remos sirviendo de escolta..."

Por el número de sus tripulantes se puede suponer que aquel "bote" de don Macario Pérez Sr. no era poca cosa, aún cuando era impulsado con remos. Y en realidad un vehículo así resultaba muy útil en una propiedad en la que se localizaba, justo al centro de su enorme extensión de 47,000 hectáreas, la mencionada presa de Huapango, que es aún hoy en día el mayor vaso extendido de todo el Estado de México.

Mapa de la zona

Huapango fue en su origen una "laguna hermosa" (como la llamó fray Agustín de Vetancurt a fines del siglo XVII) rodeada por terrenos cenagosos en los que llegaba a hundirse el ganado, que antes de 1602 fue drenada y canalizada por el encomendero Pedro de Quesada. Más tarde, hacia 1715-1716, los jesuitas levantaron al extremo norte de la "sabana de Huapango" una cortina para convertir aquellos terrenos en estanque artificial, lo que provocó el enojo de los habitantes de San Juan del Río pues precisamente en este sitio están las fuentes del Río de San Juan (que se convierte después en el Moctezuma y finalmente en el Pánuco, antes de desembocar en el Golfo de México).

La presa de Huapango

Por la poca pendiente de la zona, quedó inundada una amplísima superficie quizá cercana a las 5,000 hectáreas que en realidad poco benefició a la hacienda, pues las mejores tierras quedaron bajo el agua. La presa, aún con su poca profundidad, es capaz de almacenar hoy en día más de 120 millones de metros cúbicos de agua, aunque lamentablemente nunca llega ya a esos niveles. Es más, en su porción sur, la más cercana a San Andrés Timilpan, se le dividió por la construcción de una nueva cortina que evita que aquella zona quede seca la mayor parte del año. Los terrenos que ya no se inundan se han convertrido en tierras de labor e incluso se han edificado casas, con el riesgo que esto implica no sólo si un buen o mal día el nivel de la presa se elevara, sino también por el riesgo sísmico.

Aún cuando diversas fuentes afirman que la presa alcanza una longitud de hasta 29 kilómetros, lo cierto es que su poco sinuosa figura llegará apenas a los 20, si incluimos también las áreas que en la actualidad ya no se llenan de agua. Resulta aún así una longitud muy respetable y se comprenderá así por qué significaba un enorme obstáculo para alcanzar los ranchos de la hacienda de Arroyozarco que se encontraban en sus riberas oriente y sur: el rancho de Huapango, los aserraderos de Bucio y Cañada de Lobos, etcétera. Por ello no es de extrañarse que don Macario, industrioso y emprendedor como era, decidiera adquirir un navío para recorrer su gran extensión.

El embarcadero de El Azafrán

Decíamos líneas arriba que ha quedado huella material de esta "navegación interna", que aunque particular de la hacienda Arroyozarco servía para vincular de algún modo a los cuatro municipios (Aculco, Acambay, Timilpan y Jilotepec) en que se encontraban sus tierras. Se trata del notable embarcadero de piedra ubicado en la comunidad aculquense de El Azafrán, muy cerca de la cortina de la presa de Huapango. Aunque es muy probable que existan restos de embarcaderos en otros puntos de la gran presa, lo más seguro es que hayan sido edificaciones de menor importancia pues ésta, como veremos enseguida, servía también de cobertizo para resguardar el barco de las inclemencias del clima.

El embarcadero de El Azafrán, situado en una pequeña ensenada en la orilla occidental de la presa, está formado por un par de muros paralelos, ciegos y de mampostería de "piedra maciza", que se extienden desde la orilla hasta unos 25 metros al interior del vaso, en dirección noroeste-sureste, con una separación entre ellos de cerca de cuatro metros. Estos muros no tienen la misma altura, pues el que se encuentra al norte es unos centímetros más alto (alcanza los 3 metros aproximadamente, por unos 2.5 metros del muro sur). Esto, debido a que se apoyaba en ellos una techumbre a un agua con inclinación hacia el sur, de la que no ha quedado resto alguno más que los huecos de sus vigas en los muro, pero que por la poca elevación que debió tener permite presumir que el barco no pudo haber contado con navegación a vela, ya que sus mástiles no habrían podido entrar al cobertizo.

Vista interior del embarcadero

Por su parte interior, se extendían a lo largo de ambos muros un par de banquetas de unos 50 centímetros de ancho, que seguramente servían para abordar la nave. En la sección del embarcadero más cercana a la orilla, parece haber existido algún elemento más, tal vez una portada, un muro en ángulo o tal vez contrafuertes, de los que apenas queda rastro en los cimientos y piedras caídas. No resulta fácil averiguar por las dimensiones del embarcadero el tamaño el barco que albergó, principalmente debido a que las fluctuaciones de altura de la presa posiblemente dejaban fuera del agua en algún momento más de la mitad de su longitud. Aún así, lo más probable es que el navío no fuera mayor a los tres metros de manga y diez de eslora.

Una de las actuales lanchas de pescadores de El Azafrán, junto al antiguo embarcadero

*** Las fotografías del embarcadero de El Azafrán mostradas aquí provienen de la galería de Sitios Turísticos de la página de Aculco en Facebook.

ACTUALIZACIÓN, 14 de diciembre de 2011:

Un artículo del diario El Telégrafo de 1882 proporciona algunos detalles más sobre la "flota" de la hacienda de Arroyozarco en las aguas de la presa de Huapango:

Hay en las aguas de esta laguna un botecito de vapor, una gran canoa de veinticinco varas de largo por tres de ancho, un bote de vela y varias canoas muy útiles para ciertas operaciones del tráfico de la hacienda y que facilitarán el transporte de maderas de los montes que rodean la laguna para la hacienda cuando empiece su explotación.

ACTUALIZACIÓN, 19 de marzo de 2014:

Aquí el detalle de un mapa procedente de la Mapoteca Manuel Orozco y Berra, de principios del siglo XX, que muestra el embarcadero del Azafrán.

jueves, 17 de junio de 2010

El puente de Arroyozarco



Aunque el Puente Colorado es más grande y más elegante, el Puente Blanco resulta por su abandono y pequeñez más poético, y los puentes gemelos Santa Anita y La Magdalena (de los que hablaremos algún día) son de mayor mérito ingenieril, el Puente de Arroyozarco supera a todos estos puentes del municipio de Aculco en antigüedad, solidez, significado histórico e incluso ornato.

Su antigüedad es evidente por sus características constructivas: un gran arco escarzano de mampostería de tezontle y piedra maciza, muy semejante en su labor y acabado a la cercana "Casa Vieja" de la hacienda de Arroyozarco, construida en 1723. Su pertenencia al siglo XVIII se confirma por los detalles de su ornamentación de inspiración barroca, compuesta por un par de nichos sobre la parte central de los pretiles con la parte superior en forma de concha, acompañados por sendos pares de almenas ya un poco destruidas. Al interior de estos nichos se conserva el aplanado de cal y arena, perdido en el resto del puente, que deja ver que en algún tiempo estuvo pintado de amarillo.



Tres vistas de los nichos del pretil.

Hacia el oriente, ambos pretiles muestran un estrechamiento que parece no explicarse fácilmente, hasta que se comprende que sirvió para ubicar una puerta que al abrirse no sobresaliera del muro. Según se cuenta, esta puerta servía para cobrar la alcabala o el pejae y sólo se abría cuando el transportista o arriero cubría la cuota. Se dice que era el punto en el que el famoso Lindoro Cajigas (administrador de la hacienda, guerrillero conservador bandolero y captor de Melchor Ocampo) extorsionaba a los viajeros y entonces sería este mismo el sitio en que su cabeza fue clavada en unos maderos puestos en cruz, después de ser fusilado en 1861.

Estrechamiento en el que encajaba una de las hojas de la puerta.

Cosa en verdad notable es que el puente ha conservado su empedrado centenario, en el que se advierte la huella de las ruedas de los miles de carros que transitaron por el Camino Real de Tierra Adentro. Por lo demás, pese a algún grafiti en sus muros y a la sobreposición de un muro nuevo de piedra a una parte del arranque de su pretil, y a los deterioros propios de su edad, el puente se conserva en excelente estado. El lugar en que se encuentra, rodeado de casas de agradable construcción, cercana la cortina de una pequeña y antigua presa, resulta sumamente grato.

El vetusto empredrado del puente.

Agradezco los datos proporcionados por el señor Amauri Lara Sainz, a quien mucho debe este puente por haber gestionado la prohibición de circulación del tránsito pesado sobre sus venerables piedras.

La calzada sobre el puente, vista hacia el oriente.