Más que la cantera, más que la teja o la madera, más que la cal que blanquea sus muros enlucidos, es sin duda la piedra blanca de Aculco el material histórico de construcción más representativo de este pueblo. No sólo sus casas antiguas están construidas con ella, sino que el subsuelo mismo está formado por este tipo de roca y de allí su abundancia y amplio uso desde los orígenes de este poblado hasta nuestros días.
La piedra blanca de Aculco es una toba volcánica, roca ígnea que procede de erupciones muy violentas que producen flujo piroclástico (nube ardiente), el cual, al enfriarse, conforma grandes depósitos de muchos metros de profundidad, a veces ubicados a decenas de kilómetros de su fuente. A simple vista se observa que contiene gran cantidad de fragmentos de piedra pómez de distintos tamaños, ceniza, cristales y fragmentos de otras rocas. Suele aparecer formando columnas o paredes verticales (como se ve en el Salto de la Concepción), así como esferas que antes eran extraídas cuidando su forma como simple curiosidad.
Antigua mina de piedra blanca en el barrio de San Jerónimo, usada después como tiradero de escombro.
Seguramente las primeras construcciones del pueblo se levantaron con piedra blanca extraída del propio lugar. Consta incluso que hasta la década de 1950 se extrajo piedra blanca de la casa ubicada en la Plaza de la Constitución no. 12 para aprovecharla en el mismo inmueble. Pero conforme Aculco crecía seguramente se fueron buscando yacimientos un poco más apartados. Uno de ellos sigue en explotación y se ubica en la zona que conocemos como Los Puentes, en el límite poniente del Barrio de San Jerónimo. El aprovechamiento de los yacimientos situados entre el pueblo de La Concepción y su cascada parecen ser mucho más recientes. El color de la piedra extraída de cada sitio varía ligeramente con respecto a los otros, a veces es más blanca, más amarillenta, azulosa o rosada, aunque casi nadie se percata de ello.
La piedra blanca se aprovechaba principalmente para formar muros de mampostería. Se labraba de forma irregular y los ángulos rectos se reservaban sólo para los marcos de puertas y ventanas, así como para los ángulos de las construcciones. Algunas veces, cuando se le extraía de yacimientos en donde su conformación era más compacta, se le podía tallar casi como cantera para obtener superficies más pulidas. Hoy en día es quizá en forma de sillares cortados con maquinaria como se comercializa más, si bien es muy fácil comprarla en bruto directamente en los yacimientos para construir muros de mampostería tradicional. Un camión de piedra blanca bruta (aproximadamente cien piedras) tiene en estos tiempos uno costo de entre 1,400 y 1,800 pesos.
Esta piedra resultó un magnífico material de construcción: abundante, ligera, fácil de labrar, reutilizable, con una rugosidad que favorece el agarre del lodo o la cal con que se unía en las viejas casas. Los muros construidos con ella son térmicos, pues permiten conservar la temperatura interior de los cuartos sin grandes variaciones, así en el frío como en el calor. Pero, además, la piedra blanca tiene una particular belleza, lo mismo acabada de labrar, cuando se muestra en toda su blancura, como cuando tras años de exposición a la intemperie va tomando al oxidarse un agradable tono dorado.
¿Desventajas? Bueno, una es que es que su suavidad la hace poco apta para usarla en suelos, especialmente si es mucho el tránsito. La lluvia la hace además resbaladiza, especialmente para los automóviles. Cuando la humedad es permanente, como en un desagüe mal atendido, la piedra blanca ennegrece con facilidad y hasta se vuelve verde por el crecimiento de musgo. Otro problema es que resulta mucho más quebradiza que la cantera. También que por su suavidad es poco apta para dejarla a la vista en el interior de las habitaciones, pues con cualquier frotamiento desprenderá arenillas. La última, que por su porosidad permite con alguna facilidad el ascenso capilar de la humedad, por lo que en terrenos húmedos se solia construir un cimiento alto de "piedra maciza" antes de elevar los muros de piedra blanca.
Las grandes y antiguas bardas de piedra blanca que todavía existen en el pueblo de Aculco, especialmente en sus extremos norte y oriente, deberían considerarse patrimonio histórico y arquitectónico, y exigirse su conservación en cualquier proyecto de construcción o remodelación. No sólo las que muestran la piedra a la vista, sino también donde se encuentra cubierta de aplanados. Para mí resulta increíble que, muy recientemente, los dueños de algunos terrenos que tenían por único adorno el lujo de una barda así hayan preferido derruirla en lugar de aprovecharla para vincular una nueva construcción con sus raíces aculqueñas.
Bardas de piedra blanca de la década de 1980 en la prolongación de la calle Pípila hacia el oriente.
Como simple dato curioso, la piedra blanca de Aculco es muy similar a la piedra que se conoce como sillar de Arequipa, que se extrae en la ciudad peruana de ese nombre. Arequipa es llamada también la "ciudad blanca" pues la gran mayoría de sus edificios históricos están construidos con esa piedra clara. Haz una búsqueda en Google y te encontrás con imágenes de la Arequipa colonial que sin duda te recordarán algunos sitios de Aculco debido a la semejanza de materiales.