A mediados del año pasado, el Ayuntamiento de Aculco colocó nuevas placas de cantera rosa para la señalización de las principales calles de la cabecera municipal. Debo confesar que este hecho me preocupó, principalmente porque las antiguas placas que existen en el pueblo tienen valor histórico, artístico y algunas de ellas contienen incluso fechas que remontan su origen al siglo XIX. En un conjunto urbano incorporado a la Lista del Patrimonio Mundial de la UNESCO, como es Aculco, ese tipo de detalles son justamente parte muy importante de su patrimonio y su pérdida -además de ireemplazable- significa el empobrecimiento de los valores por los que obtuvo dicho reconocimiento.
Aunque al principio algunas de las placas antiguas con los nombres de las calles se retiraron, prevaleció después el buen sentido y fueron conservadas en todos los casos. Sin embargo, el resultado de esta incorporación de nuevas señales, debo decirlo, fue muy poco feliz por varias razones.
El primer problema de las placas tiene que ver con su propio diseño: contienen tanta información en tan corto espacio (la denominación completa de la calle, a veces demasiado largo, el escudo del pueblo ocupando mucho espacio, el nombre de Aculco y la entidad federativa, el código postal) que resultan confusas y contradicen el punto esencial de cualquier señalización: la claridad. Además, salvo el nombre de la calle, todos los demás datos no varían en todo el pueblo, por lo que su inclusión resulta más bien inútil. El labrado y dimensiones, por alguna extraña razón, no fue uniforme. La tipografía elegida no parece la más conveniente para efectos de señalización, pero además su ejecución es muy pobre pues parece desalineada y mal pintada. Todas contienen errores ortográficos pues escriben "Aculco Mex" y no lo correcto, que sería "Aculco, Méx." Otras contienen sus particulares errores del mismo tipo, como la que señala la calle de "Ermenejildo Galeana" en lugar de "Hermenegildo". O, de plano, aquella que nombra a una calle "José Riva Palacio", cuando en realidad debió referirse a Vicente Riva Palacio.
A estas deficiencias de diseño y ejecución debe sumarse, cosa sumamente importante, el que la mayoría de ellas fueron colocadas al lado de las viejas placas, compitiendo inútilmente (algunas de manera bastante desfavorable). El resultado, estéticamente hablando, es de lo más desagradable y ahora nuestras esquinas lucen desordenadas e inarmónicas. Inefectivas. La cereza en el pastel: casi puedo apostar que el INAH, instituto que debe normar todo este tipo de intervenciones en un conjunto urbano protegido por ley, no fue consultado al respecto. Y si el propio Ayuntamiento no cumple con las reglas, ¿qué se puede esperar del resto de la gente?
Esto es lo que resulta cuando las cosas se ejecutan por capricho, por ocurrencia, al chilazo, como se dice.
Sinceramente, si estuviera en mis manos tomar una decisión, retiraría todas las placas nuevas, pues antes que aportar algo al conjunto urbano, se lo restan. Sé muy bien que resulta sumamente difícil para nuestras autoridades de cualquier nivel aceptar cuando se comete un error y veo difícil que se corrija esto, por lo menos en el corto plazo. A pesar de ello, quisiera darles algunos consejos para que por lo menos en el corto plazo se subsane algo de este despropósito:
1. Lo primero que se debe evitar es ese contraste tan incómodo a la vista entre las placas antiguas y las nuevas. Sugiero que en los casos en los que sucede esto, las placas nuevas sean retiradas y colocadas a la mitad de la cuadra, donde su presencia puede también tener sentido. En ningún caso, ninguno, se debe retirar la placa antigua.
2. Quitar todas las placas nuevas con errores ortográficos o de otro tipo en el nombre de la calle.
3. En adelante, cuando se requiera colocar el nombre de la calle en una placa, debe procurarse que tengan un diseño mucho más limpio y cuidado en su tipografía. ¿Por qué no tomar como modelo alguna de las propias placas históricas y reproducirlo? Tómese en cuenta que incorporarle información adicional al nombre de la calle no es ni verdaderamente útil, ni práctico. Las placas nuevas deben verse como un complemento de la señalización histórica, no una competencia con ella.
4. En todo caso, solicítese siempre la autorización al Instituto Nacional de Antropología e Historia, aunque sean autoridad municipal. Así se corre menos riesgo de tomar decisiones desacertadas en materia de imagen urbana pues ellos se dedican cotidianamente a asesorar en estos temas.