Son escasas las noticias de personajes pertenecientes a la nobleza española ligados a Aculco. Entre ellos, destacan principalmente don José de la Puente y Peña Castrejón, marqués de Villapuente, quien en 1715 donó la hacienda de Arroyozarco a los jesuitas para el sostenimiento de las misiones de Baja California. Como gratitud, su retrato adornaba uno de los salones de dicha hacienda a mediados del siglo XVIII. Noble también fue el primer administrador de la misma hacienda después de la expulsión de los jesuitas en 1767, don Martín Bernardo de Ecala Guller, perteneciente a un antiguo linaje navarro, descendiente del marqués de San Martín y emparentado con los Iturbide y los Huarte, apellidos del primer emperador mexicano y de su esposa. En la batalla de Aculco del 7 de noviembre de 1810 estuvieron presentes en el lado realista el conde de San Mateo de Valparaíso, con sus lanceros del Jaral, y don Manuel de Flon, conde de la Cadena. El conde de Casa Rul estaba prisionero de los insurgentes en una casa de Aculco en aquel mismo momento. Pero, ¿un título nobiliario que llevara el nombre de nuestro pueblo? Hasta hace poco me parecía imposible.
Don José de Jesús Núñez y Domínguez, autor del libro La virreina mexicana, doña María Francisca de la Gándara de Calleja (UNAM, México, 1950, pág. 256) escribe en dicha obra que don Félix María Calleja del Rey (Medina del Campo, España, 1755 – Valencia, España, 1828), ya de regreso en la Península Ibérica después de haber sido el más importante de los generales realistas (había vencido a Hidalgo y de Morelos), y tras ocupar el cargo de Virrey de la Nueva España, hallándose
un tanto decepcionado por la inacción en la que se le tenía, se aminoró su descontento cuando se le agració con las grandes cruces de Isabel la Católica, San Fernando y San Hermenegildo; y su alegría debe haber subido de punto cuando por real decreto, de 27 de mayo de 1818, ya petición del Ayuntamiento de México se le hizo merced del título de Conde de Calderón, para sí y sus hijos, herederos y sucesores, en premio a sus campañas de México y por su "fidelidad y acertado gobierno". Antes, ya había obtenido el de Vizconde de Aculco "en atención a sus numerosos hechos de armas". El 13 de agosto siguiente se le expidió el real despacho relativo.
Todos mis esfuerzos por corroborar esta información han sido vanos: no he hallado más huella del título que esa breve mención, ni en los nobiliarios españoles, ni en las biografías de Calleja. Es posible que el título de Conde de Calderón haya opacado completamente el otro y por ello no fue recogido por otros historiadores, más aún cuando Calleja se hallaba ya en España, lejos de los acontecimientos que llevaron a la independencia mexicana. De cualquier manera, queda como anécdota curiosa en la historia de nuestro pueblo que en los últimos años del dominio español en México y debido a la derrota que Calleja infligió a Miguel Hidalgo en estas tierras, existió quizá una vez el título de Vizconde de Aculco.
Plano de la Batalla de Aculco del 7 de noviembre de1810, en la que Calleja triunfó sobre las tropas insurgentes de Miguel Hidalgo.