miércoles, 1 de abril de 2009
La cruz atrial de San Lucas Totolmaloya
San Lucas Totolmaloya es una localidad muy pequeña, dispersa, situada al poniente del pueblo de Aculco y dentro de su jurisdicción. Es, junto con los pueblos de Santiago Toxié, San Pedro Denxhi y La Concepción, uno de los reductos de la etnia otomí en nuestro municipio.
San Lucas Totolmaloya en un plano de 1611.
Este poblado posee una hermosa capilla con bóveda de cañón y cúpula, en la que se pueden observar algunos de los elementos ornamentales más interesantes de la época novohispana en Aculco. Es el caso, por ejemplo, del par de remates de los extremos de su fachada, con sendos relieves en los que aparece un toro, símbolo del evangelista San Lucas. O, más importante aún, su cruz atrial.
La cruz atrial de la capilla de San Lucas Totolmaloya se levanta sobre un pedestal de mampostería de aspecto primitivo, muy parecido al de numerosas cruces atriales del siglo XVI, como la del convento (hoy catedral) de Cuernavaca. Consta de un primer cuerpo en forma de prisma cuadrangular, sobre el que se construyó otro prisma de menor tamaño, en cuyas esquinas se levantan cuatro almenas, y sobre él un tercer cuerpo piramidal trunco.
Vista de conjunto de la cruz atrial.
Colocada sobre este pedestal se encuentra la base de la cruz, que muestra en sus cuatro caras decoración foliada con cruces al centro y un gracioso achaflanado en los dos vértices que miran hacia la fachada del templo. Encima de esta base se desplanta la cruz, monolítica, que lleva en el palo vertical, cerca del arranque, dos elementos curvos de aspecto vegetal que recuerdan algunas representaciones del maíz en los códices indígenas e incluso a la famosa cruz foliada de Palenque. A esta semejanza contribuyen también los remates en forma de penachos o plumeros en su cúspide y travesaño.
Cara anterior de la cruz atrial.
En la parte del palo vertical que toca con la base, se observa un relieve en forma de pequeños arcos contiguos y sobrepuestos, con aspecto de "panal de abeja". Esta ornamentación puede estar relacionada con la forma de representar el vocablo altépetl/andehentoho (literalmente agua-cerro, con el significado de "poblado") en los códices prehispánicos y coloniales, o bien con la representación de los granos del maíz. Las caras principales de la cruz muestran labrada en bajorelieve una cruz inscrita, con su propio pedestal. Al centro de esta cruz inscrita, en la cara que mira hacia la capilla, se labró un extraño símbolo en forma de estrella de cuatro picos, con un círculo en cuyo interior se despliega otra circunferencia formada por "puntos".
Cara posterior de la cruz atrial.
En nuestra opinión, esta cruz no data del Siglo de la Conquista (aunque en ese mismo pedestal pudo haber existido una cruz atrial anterior), sino más probablemente del siglo XVIII, ubicándose en el contexto del "barroco tequitqui" o "barroco otomí" al que pertenece la mayor parte de las obras del virreinato que sobreviven en Aculco. En de subrayarse su gran sabor indígena, que en su caso no lo dan solamente las proporciones o la calidad del labrado de la piedra, sino también la presencia de elementos significativos que, intencionalmente o no, nos remiten vivamente a la glífica de raíz prehispánica. Una interpretación más atrevida podría concluir que, al mostrar al "árbol de la cruz", el autor otomí de esta escultura terminó por representar al maíz, la planta más importante del universo indígena, en un sincretismo que sin duda merece un estudio más profundo.
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