Aculco y Polotitlan son municipios vecinos del noroeste del Estado de Mexico. De hecho, hasta 1852 fueron una sola entidad municipal, pero en aquel año comenzó un proceso de separación en el que los vecinos se disputaron los territorios limítrofes. Uno de ellos, el más importante por su peso económico, fue la hacienda de Arroyozarco.
Comencemos por hablar del territorio de la vicaría franciscana de Aculco, tal coma lo describio fray Agustin de Vetancurt en 1697, territorio que duplicaba quizá el tamaño que tiene hoy en dia el municipio de Aculco. Sobreponiéndolo a un mapa actual, haría frontera con los estados de Hidalgo, Querétaro y Michoacán pues abarcaba, ademas de los actuales municipios de Aculco y Polotitlan, la mitad sur de Amealco. Si delineramos sobre ese mapa las fronteras modernas entre lPolotitlán y Aculco, encontrariamos ya desde esos tiempos un importante "hecho diferencial" entre las dos zonas: en Aculco se encuentran practicamente todos los antiguos pueblos indigenas de su territorio original mencionados por Vetancurt, mientras que en Polotitlán sólo queda uno: San Francisco Acazuchitlantongo. Esta caracteristica, que nosotros consideramos fundamental para el estudio del origen del municipio de Polotitlán, indica algo que puede comprobarse tambien documentalmente: esta region estuvo compuesta mayormente por ranchos y habitada en consecuencia por rancheros mestizos y criollos, desde aquel Juan Ruano del siglo XVI (que le dio su nombre a la rancheria cercana a Encinillas) hasta el asturiano Juan Luis Polo, de quien vinieron los héroes insurgentes que le dieron nombre a Polotitlán. Hay que señalar también que muchos de estos ranchos fueron más propiedades familiares que personales, en las que solía observarse una organizacion patriarcal.
Hasta mediados del siglo XVIII, la presencia de los españoles, criollos y mestizos se restringe en ese viejo territorio aculquense casi exclusivamente a los ranchos y haciendas. Los pueblos, en cambio, son gobernados por las élites indigenas, los famosos "principales" y "caciques", algunos de los cuales hasta dicen descender de los reyes otomíes de Jilotepec. Sin embargo, a mediados del siglo XVIII la cabecera, Aculco, comienza a sufrir un cambio demográfico importante: las indígenas comienzan a abandonar el pueblo, a vender las casas más importantes y tambien a amestizarse con matrimonios como los dos del rico cacique don Antonio Magos Bárcena y Cornejo, con mujeres españolas. Los beneficiarios de este cambio son sobre todo los criollos y mestizos, muchos de ellos propietarios de ranchos de la zona de Polotitlán. De tal manera, el pueblo de Aculco llega al siglo XIX con una élite gobemante y propietaria que le acerca más a las villas de españoles que a los pueblos de indios y así lo sorprende la independencia. Los primeros ayuntamientos independientes se encuentran formados en gran medida, lo sabemos por sus apellidos, por gente del norte de su jurisdicción, entre los que destacan ya los Polo.
Aculco, fue como se ha dicho muchas veces, un "pueblo de arrieros". Ochenta hatajos de mulas constituían su riqueza y varios de los hombres más ricos de la zona, los Sánchez de la Mejorada, los Del Castillo, poseían su buena cantidad de mulas. Sin embargo, las conmociones de la Guerra de Independencia arruinaron este negocio y alteraron el tránsito por el Camino Real de Tierra Adentro, una de las principales vías de comunicación del país que justamente atravesaba su jurisdicción. Con ello, la economía de Aculco comenzó a morir:
... que este pueblo es carente en todas sus partes de tránsito, comercio, artes y agricultura, pues lo que se obtenía en tiempos anteriores eran ochenta hatajos de mulas al Camino Real, que servía a este país, de lo que ahora carece ...
En esta epoca difícil del inicio de la vida independiente de México, las relaciones entre la hacienda de Arroyozarco y Aculco fueron ríspidas, conmo anticipando los problemas que más tarde llevarían a su separación. En 1822, por ejemplo, las autoridades de Aculco enviaron un pliego para que se reenviara a las autoridades del Imperio y de Arroyozarco lo regresaron con el mensaje de no ser "criados del Ayuntamiento de ese pueblo". De igual manera, las autoridades tenían dificultades para nombrar autoridad auxiliar (lo que ahora seria un delegado municipal) en Arroyozarco, por la misma epoca. Claro que cuando en 1828 se propuso permitir juegos de cartas en Arroyozarco, las autoridades de Aculco se negaron. En 1830, el administrador de la finca pretendia sdemás mantener cierto proteccionismo sobre los productos de la hacienda, al pedir que las autoridades de Aculco no permitieran su venta en el tianguis. En 1832, provocó nuevos disgutos el cambio de día de tianguis en Arroyozarco, del domingo al martes.
Justo en estos tiempos, al norte de Aculco, en lo que se conocia como La Soledad, El Ventorrillo y San Antonio del Río, comienza a desarrollarse un nuevo poblado a la orilla del Camino de Tierra Adentro, el que a pesar de nacer de un régimen patriarcal parece mirar hacia el progreso y el futuro. Es el recién nacido Polotitlán. Los responsables son las familias mestizas y criollas oriundas de esa zona, quienes parecen no resignarse a la debacle de Aculco. Así, en poco tiempo logran constituir un pueblo que rivaliza y supera en muchos aspectos a la cabecera. Para Aculco, el crecimiento de Polotitlán parece ser -como se diría en términos taurinos- la puntilla, pues todo el esfuerzo económico de la zona parece concentrarse en el nuevo pueblo. Casi nada hay en Aculco que haya sido construido entre los años en los que se consolida y crece Polotitlán (con la excepcion de la reconstrucción neoclásica del interior de la parroquia, realizada entre 1843 y 1848). En Aculco quedan, claro, algunas de las viejas familias criollas y mestizas, incluso ramas enteras de apellidos caracteristicos ya entonces de Polotitlán, como Basurto y Garfias, pero los emprendedores migran al nuevo y pujante poblado. Aculco es la capital histórica, pero Polotitlán ocupa pronto el sitio de capital económica.
Un territorio difícilmente puede sobrevivir con dos capitales, sobre todo si son rivales. Polotitlán se separa formalmente de Aculco el 10 de mayo de 1852 y con ello le arrebata una cuarta parte de su territorio. Aculco queda con eso más amargado y mas pobre, pues le han sido quitados los ingresos fiscales del norte de su antigua jurisdicción. A pesar de ello, Aculco conserva todavía las dos haciendas mas grandes de la zona: Arroyozarco y Ñadó.
¿Por qué era tan importante Arroyozarco para Aculco? Porque se trataba de una enorme propiedad que abarcaba quiza una tercera parte de lo que hoy es territorio de ese municipio, pero que tambien se extendía por los de Jilotepec, Timilpan y Acambay hasta abarcar más de 47,000 hectáreas (que en términos comparativos significa tres veces el territorio actual de Polotitlán). Era ciertamente una de las haciendas más importantes del país, sobre todo a partir de que el marqués de Villapuente la compró en 1715 para los jesuitas, como parte del Fondo con el que se evangelizaban las Californias. Tras la expulsión de los miembros de esta orden, Arroyozarco había pasado por manos de los mineros Revilla, del español Francisco Marañón y del empresario de diligencias Anselmo Zurutuza, quien murio en 1852. Deespues de él, se hacen de la hacienda los hermanos Jose Joaquín y Manuel de Rozas, en cuya familia continuaría la propiedad hasta los tiempos de la Reforma Agraria. Hacia 1876, los hermanos Rozas establecieron además una gran fábrica textil en Arroyozarco, cuyas imponentes ruinas aún se pueden contemplar, lo que constituye un hito incomparable en la industrializacion de la zona, que no se repetiría hasta un siglo mas tarde.
Imagínense entonces el balde de agua fría que significó para Aculco el funesto decreto del 25 de septiembre de 1875 que, después de la fuerte pérdida territorial que le significó la separación de Polotitlán, le arrebataba entre 10,000 y 15,000 hectareas más de la parte aculquense de Arroyozarco, la hacienda de Cofradía Grande y las rancherias de Jurica, Fondó, San Francisquito, Encinillas, Thastó, la Cañada, el Tejocote, el Fresno, Loma Alta y la Soledad, para unirlos a aquel municipio, entonces municipalidad. La iniciativa había partido de algunas de las mismas comunidades comprendidas en el decreto, pues decian que
El naciente municipio de Polotitlán ha dado siempre pruebas inequívocas de que atiende con verdadero escrúpulo los ramos todos que constituyen la vida independiente de los pueblos. Se afana por difundir la educación a todas las clases de la sociedad y con particularidad a la más pobre; sus fondos se administran con pureza y emplean verdaderamente en el objeto de su institución y en general se empeña siempre en mejorar su porvenir.
Más allá de estas razones, no nos asombra saber que Arroyozarco se adhirió voluntariamente a este cambio de jurisdicción al recordar las dificiles relaciones con el Ayuntamiento de Aculco en la primera mitad del siglo y al pensar en la circunstancia de que el territorio de Polotitlan se habia formado principalmente por ranchos, lo que lo hacía más parecido y simpatico a Arroyozarco. En apoyo a esta suposición, está el hecho de que el unico pueblo antiguo agregado a Polotitlán, el de San Francisco Acazuchitlaltongo, pidió su reincorporación a Aculco desde 1865. Es parte del viejo tema de la disputa entre ranchos y pueblos del siglo XIX, del que han hablado extensamente muchos historiadores.
Los habitantes de las rancherias de Jurica y parte de la de Fondó protestaron inmediatamente ante el decreto de 1875, afirmando que no se había consultado su voluntad " ... en razón de que con dicho municipio a donde se nos ha anexado no nos ligan ningunas relaciones de familia ni de comercio ni tampoco contamos allá con los auxilios espirituales y civiles tan cerca como en nuestra antigua metrópoli; de ninguna manera estamos conformes con pertenecer a aquella localidad en virtud de que en ella vemos atacada nuestra libertad y los derechos de ciudadanía."
Esa anexión se da en un contexto de crisis económica tras la caída del Imperio de Maximiliano, que afectó muy marcadamente, según los testimonios disponibles, a los pueblos situados sabre el Camino Real. En 1868, el administrador del mesón de Arroyozarco decía, por ejemplo:
... los establecimientos de tienda, hotel y mesón de esta Hda. que son a mi cargo, en la suma de cinco pesos cuatro reales, y siendo en la actualidad el comercio en este punto sumamente pasivo, no puedo por lo mismo reportar tal impuesto sin sufrir un gravamen que daría por resultado la ruina completa de dichos establecimientos, que a más de lo escaso del comercio, es muy limitado el capital que en ellos se gira, llegando a tal estado de miseria, que hay días y no muy raros que no transita un solo pasajero en la diligencia.
Y el celador (o autoridad auxiliar) de Encinillas, explicaba en 1869 que:
... la escasez de recursos en que esta ranchería se encuentra a consecuencia de que, como siempre ha contado con el poco comercio que antes habia con el camino carretero antes establecido, y hoy éste está cortado en su totalidad, y los vecinos de ésta están careciendo de todos recursos.
En Aculco, la probreza llego hasta tal punto que hacia 1875 muchos vecinos de la cabecera demolían sus casas para vender la piedra con la que estaban hechas. En este contexto debemos buscar tambien algunas de las razones por la disputa de Arroyozarco.
En respuesta al decreto, el 31 de diciembre el Ayuntamiento y vecinos de Aculco solicitaron formalmente a la Cámara de Diputados la revocación de la orden, poniendo como argumentos su antigüedad y el lugar distinguido que ocupó el pueblo en las guerras de independencia, asi como la sensible disminución de territorio que le había significado ya la reciente separacion de Polotitlán.
Ante estas razones, la cámara aprobó la reincorporación a la municipalidad de Aculco de las haciendas de Arroyozarco y la Cofradía Grande, con sus rancherias de Thasto, la Cañada, Loma Alta y el Fresno, orden que fue publicada el 8 de octubre de 1877. Meses después, por decreto del 17 de abril de 1878, Aculco recuperaba también las rancherias de la Soledad y el Tejocote. Jurica y Fondó también regresaron a Aculco, aunque desconocemos la fecha de su recuperacion. Permanecieron anexados a Polotitlán la ranchería de Encinillas y el antiguo pueblo de San Francisco Acazuchitlaltongo. Curiosamente entonces, Arroyozarco, que había pedido su unión a Polotitlán, no lo consiguio, mientras que San Francisco Acazuchitlaltongo no pudo volver a ser parte de Aculco, como lo deseaba.
Durante el breve lapso que Arroyozarco formó parte de Polotitlán, el episodio histórico más importante ocurrido en ese lugar quizá haya sido la presencia del general Porfirio Díaz en el frío otoño de 1876, durante su combate contra los últimos opositores al Plan de Tuxtepec, que lo llevó a la presidencia de México. El año en que Arroyozarco regresó a Aculco, coincide por otra parte con el acceso de doña Dolores Rozas a la propiedad de la hacienda y de don Macario Perez a su administración.
¿Cuáles habrían sido las consecuencias de la anexión definitiva de Arroyozarco a Polotitlán para este municipio? En primer lugar, mayores ingresos municipales, pues los impuestos pagados por Arroyozarco le significaban al Ayuntamiento de Aculco la mayor parte de sus entradas fiscales. El cambio también le habría dado automaticamente mayor importancia por la cantidad de territorio y poblacion que habría obtenido. Quizá también se habría beneficiado del éxodo de arrendatarios de Arroyozarco que hacia 1885 se fueron a habitar a Aculco y desplazaron económica y socialmente a las viejas familias que permanecieron en ese pueblo, aunque es difícil saberlo pues tal vez no habrían alcanzado a construirse todavía los necesarios lazos sociales con la nueva cabecera.
El doctor Ignacio González-Polo, cronista de Polotitlán, ha mencionado que la permanencia de Arroyozarco como parte del término municipal de Polotitlén pudo haber sido beneficiosa en el sentido de anexar al sediento pueblo la hacienda junto con sus enormes reservas de agua en las presas de Huapango y El Molino. No estoy tan de acuerdo con este punto de vista, pues Huapango estaba en tierras no de Aculco, sino de Timilpan y no se hallaba comprendida en esta anexión. Además, ni siquiera las el resto de las propiedades de la jurisdicción de Aculco disfrutaban mayormente entonces del agua de Huapango, sino sólo las tierras que pertenecían a la hacienda y únicamente hacia 1868 obtuvieron algo los otros propietarios de esa zona. Y, en fin, Arroyozarco consideraba propia esa agua. A lo largo del siglo XIX le había disputado el agua a Polotitlán y a San Juan del Río y difícilmente dejaría de hacerlo asiía pesar de pertenecer a su jurisdicción.
Por ejemplo, en 1855 la hacienda de Arroyozarco protestó constantemente contra la asignación de aguas a Polotitlán, argumentando que en la solicitud del líquido para este pueblo hecha por don Jose María de Garfias se habia asumido la existencia de un río público, cuando era un arroyo particular de la hacienda. Se decía también que los derrames de la presa de Huapango no solamente no eran constantes ni suficientes, sino que la finca pretendía aprovecharlos, para lo cual llevaba ya construidas mas de 19,000 varas de nuevos canales.
El mismo San Juan del Rio, con derechos centenarios y varias veces probados sobre esa agua, comenzó a depender de la benevolencia de los propietarios de la hacienda de Arroyozarco para hacer uso de ella desde esos tiempos. En 1879 una comisión de su Ayuntamiento "... marchó a Arroyozarco a pedir al señor Macario Perez [padre] dejase venir de la presa, agua para las pequenas sementeras de la ciudad, no encontró en la hacienda al señor Pérez, pero habiéndole puesto un telegrama contestó desde Mexico accediendo como era de esperar de su filantropia, a la solicitud del vecindario y el precioso líquido llegó ya a los sedientos terrenos que tanto lo necesitaban.
Aunque Arroyozarco no podía utilizar todo el líquido de sus depósitos, se reservó siempre su derecho sobre él. Sus propietarios "... argumentaron consistentemente que el gobierno federal no podía intervenir y que no podía reevaluar su derecho sobre el agua. Las fuentes de agua que usaban venian de arroyos y pequeños rios en los valles altos de su propiedad, de modo que sostenían que el agua que usaban no pertenecía al sistema del río; era de su propiedad privada como lluvia que permanecia en sus tierras hasta que ellos permitían que siguiera fluyendo, desde sus presas."
En 1917 el municipio de Aculco protestó por la adjudicación de agua de Huapango a Polotitlán y San Juan del Río, que afectaría sus riegos. Las autoridades se encontraron con que el derecho al agua de Huapango por parte de aquellas dos poblaciones era anterior al de Aculco y de carácter oficial, mientras que el de éste era solamente un favor o una costumbre. Delos 80,767,862 metros cubicos de agua que se calculaba podían contener las presas de Huapango y Teupa, 24,200,000 metros cúbicos correspondían a San Juan del Río y a Polotitlán. Para entonces, la hacienda de Arroyozarco solamente tenía derecho ya a 4 millones y medio de metros cúbicos de agua de esa presa, aunque en otros de sus vasos (Piedras Negras, Lavandera, Palos, San Antonio y El Molino) podía almacenar unos 7 millones de metros cúbicos más. Por otra parte, se había observado que Arroyozarco negaba el agua a las poblaciones con las que tenía conflictos y recogía la quinta parte de la cosecha a quienes regaban con agua de sus presas. Ante esto, Agustin Millán, gobernador del Estado de México expresó que era
de todo punto indispensable quitar a Arroyozarco el manejo de las aguas almacenadas en las presas ya citadas; que el Gobierno se haga cargo directo del manejo y distribución de dichas aguas que le pertenecen.
Poco después, en 1919, cuando comenzaba la efervescencia agrarista, los vecinos de la ciudad queretana solicitaron la adjudicacion de 17,200,000 metros cúbicos de agua de los depósitos de Huapango y Teupan. A esto se opusieron una vez más los habitantes del municipio de Aculco, debido al uso que decian haber hecho siempre de esa agua, de los crecidos gastos que en obras para la conducción del líquido se habian hecho y la pobreza de las tierras del lugar.
Como vemos, Aculco no pudo beneficiarse de esta agua hasta despues de la Reforma Agraria, aunque tampoco le eran tan necesaria como a Polotitlán. Hace poco localicé un documento para seguir profundizando en esta historia que aún no he tenido tiempo de analizar: es el Reglamento de Riego entregado por Arroyozarco a Polotitlán en 1922, del que paso una copia al doctor González-Polo.
Concluyamos dejando estas especulaciones de que habría sucedido si Arroyozarco hubiera pertenecido como deseaba a Polotitlán, pues finalmente su anexión fue muy breve y no parece haber dejado mucha huella. Sí debemos destacar que desde entonces Arroyozarco siempre se ha sentido muy independiente de Aculco, mantiene la rivalidad con su cabecera e incluso ha habido tentativas por constituirse en municipio independiente. También vale la pena comentar que esta historia de anexiones y segregaciones tiene todavia muchos sucesos mas allá de este periodo del que hemos hablado hoy, pues, por ejemplo, el pueblo aculquense de San Pedro Denxi, que se introduce en una peninsula en territorio queretano y es la localidad mas alejada de la cabecera municipal, pidió todavía en los años treinta del siglo XX su incorporación a Polotitlán.
(NOTA IMPORTANTE: Escribí este texto para una conferencia que pronuncié en Polotitlán el 12 de noviembre de 2004. Esta versión tiene ligeras correcciones. Posiblemente faltan algunas tildes ya que tuve que digitalizar el impreso)