El 26 de diciembre de 1880, alrededor de las siete de la noche, en el paraje de Las Adjuntas, cerca de San Ildefonso Tultepec y en el límite entre los municipios de Amealco y Aculco, Andrés Fernández caminaba en compañía de Catalino Obregón cuando fueron asaltados por un grupo de entre cuatro y seis individuos. Sin saber si se trataba de un robo o un ataque por alguna otra causa, los dos trataron de huir. A la mañana siguiente, el comisario de San Ildefonso halló el cadáver de Fernández y se presentó ante el prefecto de Amealco para informar del asesinato. Inmediatamente, la prefectura "dio órdenes al jefe de acordada de este distrito para que procurara la captura de los malhechores". (1)
Fernández, de 52 años, agricultor y vecino de la hacienda de la Muralla, era de nacionalidad española. (2) El asunto provocó un gran escándalo especialmente por ello, pues acontecimientos como éste solían provocar problemas diplomáticos, alarmaban a las comunidades extranjeras asentadas en el país y preocupaban a la sociedad por afectar la imagen internacional de México y los mexicanos, tan frecuentemente calificados de "bárbaros" debido a la violencia que había dominado al país desde 1810 hasta 1876. El periódico El centinela español dio así la noticia el 2 de enero:
Entre Amealco y San Juan del Río ha sido asesinado por dos indios el súbdito español don Andrés Fernández. Aun no tenemos pormenores, pero no tardaremos en recibirlos y entonces repetiremos las reflexiones que hace tiempo venimos haciendo sobre estos desgraciados sucesos. (3)
Dos semanas después, la misma publicación añadía algunos pormenores bajo el título "Otro español asesinado", aunque según parece algo adornados por la pluma del redactor hasta convertirlos en una novela de intrigas:
El asesinato -nos dicen- estuvo horrendo: volvía el sr. Fernández de un pequeño viaje, cuando a una legua de su ranchito de La Muralla le salieron unos indios en número de 18 a pie y a caballo, y le asesinaron a machetazos y a palos; fue reconocido por la ropa, pues su cara estaba horriblemente mutilada. Su cadáver permaneció 24 horas abandonado en el campo, hasta que un vecino de Amealco tuvo la caridad de levantarlo y darle sepultura. Ignoro lo que habrá hecho después la autoridad en averiguación del hecho, en caso de que se haya ocupado de este suceso. Como el Sr. Fernández no tenía enemigos, pues era hombre pacífico, creemos que el asesinato se llevó a cabo con objeto de apoderarse del valor del ya citado rancho, que su dueño hacía poco había vendido, y acababa de recibir su importe, dándolo probablemente a alguna persona para que se lo guardara; el depositario encontró fácil hacer desaparecer al Sr. Fernández y apropiarse de su depósito, convencido de la impunidad en que quedaría el crimen; hay que advertir que al sr. Fernández le fue antes robada una cartera, que contenía las noticias de todos sus negocios. (4)
Ante las quejas de otro periódico de la comunidad española, La voz de España, el diario oficial del estado de Querétaro, La sombra de Arteaga, se sintió obligado a responder:
Debemos significar al estimable colega español que el funesto acontecimiento a que se refiere no tuvo lugar en el estado de Querétaro, sino en el de México, que, no obstante esta circunstancia, se han dictado y dictan enérgicas providencias, conducentes todas a esclarecer el hecho a fin de castigar a los culpables. Por fortuna para Querétaro, para su buen nombre y civilización, no se registran hace mucho tiempo sucesos como el que lamentamos y bien pudiéramos, sin hipérbole, aseverar que Querétaro es hoy una localidad importante por la seguridad indiscutible que se disfruta en su territorio. (5)
Las investigaciones se llevaron en realidad con gran rapidez. Antes de transcurrido un mes, el 18 de enero de 1881, el prefecto de Amealco, Rafael Velarde, comunicaba a los diarios la aprehensión de los responsables:
En las averiguaciones que el juzgado de letras de este distrito ha hecho con el fin de descubrir los autores del asesinato perpetrado a la persona del súbdito español D. Andrés Fernández aparece que los indígenas José y Joaquín María de Jesús Martínez, vecinos del pueblo de San Pedro Denxhi de la jurisdicción de Aculco en el Estado de México, fueron los que asaltaron al expresado Fernández, y hasta ayer se logró aprehenderlos, siendo puestos inmediatamente a disposición del juez respectivo, a quien a pesar de tener bastantes causas, que según la ley deben concluirse en término perentorio, está instruyendo el proceso con actividad, según le consta a esta prefectura. (6)
No sé en qué habrá acabado el proceso contra ese par de aculquenses, si eran verdaderamente culpables y si actuaron por su cuenta o como parte de una conspiración contra Fernández para apropiarse del dinero de la venta de su propiedad. Pero hay un misterio final en el caso: aunque su partida de defunción señala que Andrés Fernández era soltero, unos meses después de su asesinato fue bautizada en San Juan del Río la niña María Melitona Cresencia, hija póstuma de Ana María Correa y un Andrés Fernández, difunto. (7)
FUENTES:
(1) La sombra de Arteaga, 13 de enero de 1881, p. 4.
(2) Partida de defunción del señor Andrés Fernández, Amealco, 30 de diciembre de 1880.
(3) El centinela español, 2 de enero de 1881, p. 3.
(4) El centinela español, 20 de enero de 1881, p. 3.
(5) La sombra de Arteaga, 13 de enero de 1881, p. 6.
(6) La Voz de México, 10 de febrero de 1881, p. 3.
(7) Partida de baustismo de María Melitona Cresencia, parroquia de san Juan Bautisa de San Juan del Río, Querétaro, 19 de abril de 1881.