viernes, 22 de septiembre de 2023

Cuando el telégrafo llegó a Arroyozarco

A lo largo de las primeras décadas del siglo XIX, se experimentó en Europa y en Estados Unidos con la transmisión de mensajes a larga distancia a través de líneas eléctricas. Diversos avances tecnológicos fueron empujando el desarrollo de estos ensayos, a los que pronto se les dio el nombre de telegrafía, es decir, "escritura a distancia". A pesar de que fueron muchos los científicos y técnicos que participaron en estos desarrollos, el sistema ideado por el estadounidense Samuel Morse se impuso rápidamente a los otros, más aún a partir de la construcción de la primera línea experimental de telégrafo entre las ciudades de Washington y Annapolis en 1844.

En nuestro país, el gobierno concedió en abril de 1849 el primer permiso para la instalación del telégrafo de la Ciudad de México a Veracruz al español Juan de la Granja. Al año siguiente se empezaron a tender los postes y cables, y los capitalinos asistieron a una demostración pública del sistema con una transmisión entre el Palacio Nacional y el Palacio de Minería. En mayo de 1852, finalmente, la principal urbe mexicana y el más importante puerto del territorio quedaron conectados por el telégrafo. Tanto las autoridades como los empresarios particulares advertían la necesidad de crecer esta red telegráfica hacia nuevos puntos en el interior del país:

A fines de 1853, una nueva iniciativa privada consideró la apertura de otra línea para comunicarla parte centro-oeste del país. El diputado Octaviano Muñoz Ledo propuso el enlace de la Ciudad de México con Guanajuato, entidad de la que había sido gobernador. Conocía la demanda económica y con la inluencia de su pasado político buscaba dirigir el telégrafo a Guadalajara y a San Blas en la costa del Pacífico. La nueva línea, conocida como “Del interior”, conectaba con su trazo a la capital mexicana con Cuautitlán, Tepeji, Arroyozarco,San Juan del Río, Querétaro, Celaya, Salamanca, Irapuato, Guanajuato, Silao y León. Esta línea,abierta en 1854, fue establecida con capital privado,contaba con once estaciones, su propia tarifa y la longitud de 427 km al servicio de los inversionistas de esa región interesados en las importaciones de bienes de consumo y las exportaciones de metales preciosos organizadas desde la Ciudad de México a través de la ruta marítima de Veracruz conectada con los Estados Unidos y Europa (1)

Así, la hacienda de Arroyozarco quedó integrada al naciente sistema telegráfico mexicano. Aquellos inicios debieron ser difíciles, entre las dificultades técnicas, los pocos clientes que usaban el servicio y hasta la desidia de los operarios. Gustavus Ferdinand Von Tempsky, viajero prusiano que pasó por el lugar poco tiempo después de instalado el telégrafo, el 24 de enero de 1854, nos describe esta escena:

Tuvimos que andar todavía trece leguas hasta Arroyo Zarco; pero el camino era bueno y nuestros caballos estaban de excelente humor. Siguiendo la carretera estaba la línea de altos postes por donde pasa el cable del telégrafo eléctrico, y pronto llegamos a un lugar donde el más misterioso de todos los cables se había roto y estaba humildemente tendido en el suelo, donde mulas y asnos lo pateaban en el polvo del camino -un símbolo sorprendente del destino de las mayores bendiciones de la civilización entre un pueblo que aún no está preparado para ellas. Semejante innovación prematura sólo puede producir un florecimiento artificial exterior, cuando hay algo podrido en el centro. Por la tarde llegamos a la hacienda de Arroyo Zarco, donde un mesón espacioso y bien construido ofrecía “buen entretenimiento para hombres y bestias”. Este era al mismo tiempo una estación para el coche de correos y una oficina para el telégrafo eléctrico. Pensé que le contaba algo nuevo al advertirle del estado del cable al funcionario gubernamental encargado de este último, pero él respondió fríamente; “Siempre se rompe, por eso ya no nos molestamos más con él, ¡ya que ya no hay necesidad de hacerlo desde que se usó por primera vez!" (2)

A pesar de todo, muy pronto el telégrafo se mostró como un importantísimo valor tanto para la paz como para la guerra. Todos sabemos que la noticia de la victoria del Ejército Mexicano sobre las tropas de Napoleón III en Puebla el 5 de mayo de 1862 fue comunicada precisamente mediante un telegrama al presidente Benito Juárez. Un dato curioso: en 1855 era jefe de la oficina del telégrafo en Arroyozarco el señor Agustín Olaeta Caravantes, a quien se ha llamado el "telegrafista de todas las confianzas de Juárez". Él, junto con Miguel Vázquez Mellado y Cristóbal Ortiz, fue uno de los primeros telegrafistas mexicanos de la Línea del Interior. Antes de llegar a Arroyozarco, en 1854, estuvo a cargo de la oficina de Celaya y volvería a ella en 1859 y 1860. Durante la Guerra de Reforma y la Intervención Francesa acompañó a Juárez "en su triste peregrinar, cuando el Benemérito llevaba en sus manos, ante el acoso del invasor y la traición interna, a la República misma". Incluso fue el responsable de restablecer el servicio telegráfico para uso de los republicanos durante el Sitio de Querétaro de 1867 (3).

Muchos y muy variados fueron por supuesto los telegramas que se enviaron o recibieron desde Arroyozarco. Entre ellos, por ejemplo, están los que puso Porfirio Díaz entre el 16 y el 18 de diciembre de 1876, durante la rebelión que lo llevaría al poder. Aquí algunos de esos mensajes tomados de una edición de su Epistolario:

Y este otro, transcrito en el papel original de la época, que da cuenta al Ministerio de Guerra y Marina en Palacio Nacional de la llegada de una conducta de caudales procedente de Guadalajara el 8 de marzo de 1874:

 

NOTAS

 

(1) (PDF) El territorio y la innovación: la red telegráfica mexicana, 1850-1910. Available from: https://www.researchgate.net/publication/275578159_El_territorio_y_la_innovacion_la_red_telegrafica_mexicana_1850-1910 [accessed Sep 21 2023].

(2) Gustavus Ferdinand Von Tempsky. Mitla : a narrative of incidents and personal adventures on a journey in Mexico, Guatemala, and Salvador in the years 1853 to 1855; with observations on the modes of life in those countries. Londres, Longman, Brown, Green, Longmans, & Roberts, 1858, pp. 187-188.

(3) José Félix Núñez Enciso, Breve historia de las telecomunicaciones en Baja California Sur, 1773 a 2015, Institudo Sudcalioforniano de Cultura, 2016, p. 18. Revista telegráfica mexicana, num. 13, segunda época, enero-febrero de 1963, p. 6. Enrique Cárdenas de la Peña, El Telégrafo. Historia de las comunicacionesy transportes en México, Secretaría de Comunicaciones y Transportes, México, 1987. p.35 y 37, 48.