Permítanme que, después del texto publicado en este blog hace unos días -que desbordaba entusiasmo por la existencia todavía de sitios poco conocidos, recónditos y bien conservados en Aculco- regrese ahora al pesimismo acerca de la preservación de su patrimonio arquitectónico. Porque a veces resulta más util señalar lo que está mal, lo que se pierde o daña, para crear conciencia de la constante dilapidación de una riqueza cultural que ha sido incluida en la Lista del Patrimonio Mundial de la UNESCO.
Esta portadita de piedra blanca da acceso a un inmueble ya reseñado aquí, en el texto "La otra alberca", situado en el número 10 de la calle de la Corregidora. Aunque el edificio en su conjunto se hallaba en muy mal estado, por lo menos conservaba su integridad y originalidad. Pero hace casi un año el propietario decidió colocar una nueva puerta que sustituyera a la muy maltrecha que estaba ahí, que de tan deteriorada había dejado de servir para su fin. Y, seguramente por razón de la poca altura de esa entrada, procedió a "recortar" las piedras que formaban su gracioso dintel curvo para dejarlas en recto. Como remate de la poco pulcra y destructiva intervención, quedaron ahí las plastas de cemento manchando la piedra blanca de las jambas y del resto del dintel.
Ante lo pequeño del detalle patrimonial que se ha perdido con esta intervención, algunos creerán que exagero al lamentarme por ello. Quizá piensen esa portada de piedra blanca es muy secundaria o poco visible. O que el sentido práctico obligaba a recortarla. O que el daño es muy menor. O que, en todo caso, resulta relativamente fácil reconstruirla. Pero déjenme recordarles cuatro cosas. La primera, que estos detalles forman parte significativa de un conjunto urbano que está en la Lista del Patrimonio Mundial de la UNESCO y su conservación debería estar asegurada. La segunda, que el patrimonio arquitectónico de Aculco no es tan grande como para que podamos considerar a estas pérdidas poco importantes: en realidad, es la suma de estos detalles patrimoniales sencillos lo que da valor al conjunto urbano aculquense. La tercera, que siempre existirán alternativas que no signifiquen destrucción. Y cuarta, que una de las características de un bien del Patrimonio Mundial es su originalidad: si se trata de una reconstrucción su valor nunca será el mismo. Lo perdido, perdido está. Y esto ya se perdió.