viernes, 18 de septiembre de 2020

"Fiestas patrióticas" (1895)

En el pueblo de Aculco, Estado de México, se nota gran entusiasmo por la próxima celebración de las fiestas de la Patria.

La Junta Patriótica, presidida por el Sr. D. Francisco Sánchez y Ramírez, ha acordado que los gastos que se eroguen, sean costeados por la misma, y todos y cada uno de las que la forman han aprontado gustosos sus cuotas con las que han formado un fondo competente.

Se preparan salvas e iluminaciones, discursos alusivos, carros alegóricos, fuegos artificiales, cucañas y jaripeo, no quedándose sin tomar parte las señoras y señoritas de la localidad, pues fueron invitadas por la Junta para sacar el carro de "La Libertad", invitación que aceptaron gustosas, y bajo la dirección de las Sras. Matiana Martínez de Basurto, Austreberta Quintanar de Ruiz y Apolonia Arciniega de Jasso, hacen ya sus preparativos correspondientes.

 

Fuente: El Tiempo, 12 de septiembre de 1895.

lunes, 14 de septiembre de 2020

La hacienda de Arroyozarco en 1882

A principios del año de 1882, el periódico capitalino El Telégrafo publicó una serie de tres artículos acerca de la hacienda de Arroyozarco, su situación, recursos y producciones, firmado por "V, Ramírez". Si bien la información que proporciona el texto es de gran interés, éste no es obra de una gran pluma: la redacción es mediocre y enredada, la puntuación mala, y hasta sus metáforas (como la de unos "cimientos que caminan") resultan deplorables. Se intuye que se trata de un texto escrito por encargo, seguramente a petición de los dueños de la hacienda, por algún periodista de medio pelo, con el fin de promover sus productos, especialmente los casimires que salían de los telares de su fábrica, que en vivía entonces su mejor época.

Estos artículos aparecieron en los números 214 a 216 de El Telégrafo, los días 26, 27 y 28 de enero de 1882. Aquí los copio sin interrupciones, como un texto continuo:

La Hacienda de Arroyozarco

En la era de paz porque hoy cruzamos no faltan, como es natural, ciudadanos activos y emprendedores que den grande impulso a la industria y por medio del trabajo derramen el bienestar een las clases proletarias. Entre estos ciudadanos tan útiles a su patria y a sus semejantes, podemos contar con justicia al Sr. Macario Pérez, quien con asiduo empeño dirije desde hace tiempo la conocida iglesia de Arroyozarco, habiéndola convertido en un filón de oro.

Conocida es la hacienda de Arroyozarco de la mayor parte de los habitantes de la República pues que, aun hace doce años, era el paraje de las diligencias que de esta capital salían hacia el interior, y situada en esa importante carretera era el paso preciso para los viajeros que venían o iban al centro de la República o a la frontera. Con este motivo, también ocupa un lugar en la historia patria pues que en su recinto ha habido imporatntes conferencias políticas y viajeros ilustres han hecho de ella mención al encontrarla a su paso llena de recursos históricos y demostrando la importancia de su riqueza, elementos agrícolas y abundancia de agua.

Desde el año de setenta dejaron de pernoctar allí las diligencias, y el tránsito para el interior se dividió por aquel camino y el de Tula.

Esto podría haber hecho decaer a la hacienda, pues que el tráfico de las diligencias, carros y pasajeros le producía importantes sumas, fue reemplazado por otras mejoras para lo que tanto se presta aquella finca, y sobre todo por el establecimiento de una fábrica de tejidos de lana donde actualmente se fabrican los mejores casimires del país habiendo logrado competir con los extranjeros en clase y dibujo y aventajándolos en duración.

***

Tiene la hacienda de Arroyozarco poderosos elementos de riqueza siendo en la actualidad los principales y que se explotan y son manantiales de dinero, los siguientes: -El agua. -El monte. -Y la fábrica.

Anexa a la hacienda de Arroyozarco y formando de ella una parte integrante, está la hacienda de Huapango, a quien ha dado nombre una presa que allí existe. Esta presa mide en su longitud siete leguas de agua estrechándose y ampliándose en su latitud según los accidentes del terreno, pero en su mayor parte tendrá media legua.

La cortina de esta presa medirá como cien varas de largo y en su mayor altura doce y en esa proporcional pequeñez puede contener la gran cantidad de agua que contiene debido a lo bien situada que está entre la principal cañada de un largo llano limitado por un círculo de cerros de donde en las lluvias descienden las aguas que la surten teniendo permanentes las confluencias de siete importantes manantiales que la abastecen y otros varios pequeños que también le dan sus aguas, siendo los principales los conocidos con los nombres de Bucio, Lavanderas y Huapango.

A la altura a que está colocada la presa baña todos los terrenos de la hacienda, y una de las zanjas para riego forma una preciosa y poética cascada en la estancia de San Francisco, cayendo a un arroyo para venir de nuevo a la zanja y servir para parte del riego y movimiento de la fábrica y formando con sus desperdicios lo que es el río de San Juan y que pasa a la orilla de la ciudad de este nombre.

Esta presa, que como he dicho, baña todos los terrenos de la hacienda, riega los ranchos y hacienditas del municipio de Polotitlán, Aculco, algunas del de Nopala, pudiendo regar todas éstas y las de Huichapan, cuyas cosechas, en estas últimas, serían muy productivas si comprasen esta agua.

La hacienda de Arroyizarco tiene una gran renta con la venta de su agua para riegos, sin más gasto que el desenzolve de las zanjas, y cuya renta de día en día aumenta el activo del Sr. Pérez, construyendo obras y zanjas para riego.

La abundancia de agua de esta hacienda es prodigiosa, siendo de notar su limpieza debido a que es en gran parte de manantiales, habiendo sin duda tomado por esta razón la finca el nombre de Arroyozarco.

La laguna de Huapango se extiende en su longitud hasta lamer con sus ondas la base de una loma donde está situado el pueblo de San Andrés Timilpa.

Hay en las aguas de esta laguna un botecito de vapor, una gran canoa de veinticinco varas de largo por tres de ancho, un bote de vela y varias canoas muy útiles para ciertas operaciones de tráfico de la hacienda y que facilitarán el transporte de maderas de los montes que rodean la laguna para la hacienda cuando empiece su explotación.

Tanto la abundancia de agua como los accidentes de aquel terreno se presentan de una manera muy ventajosa para establecer en ellos fábricas, teniendo por motor el agua, lo cual es una importante eocnomía por no erogar los cuantiosos gastos de combustible que necesita el vapor.

Los montes de la hacienda de Arroyozarco, cuidadosamente conservados, están asegurando una positiva riqueza al tener lugar su explotación, lo cual debe empezar en ests días en que los caminos de fierro necesitan grandes cantidades de durmientes y las locomotoras de leña para combustible.

La altura que guarda la hacienda de Arroyzarco sobre el nivel del mar, es una de las primeras de la república, motivo por el cual su clima es frío y la vegetación de sus montes gigantesca y exuberante.

Diversas clases de encinos, desde el duro roble hasta el encino blanco, todos corpulentos y gigantescos pinos son los que en compacta asimilación, pueblan aquellos bosques, haciéndose verdaderamente impenetrables en la aglomeración de sus árboles los rayos del sol de medio día.

Los montes más ricos en madera de esta finca, son los conocidos con el nombre de Bucio, Madó y Huapango, teniendo otros de menos importancia como San Juanico y la Cañada Oscura.

Bien pueden sacarse de los montes referidos doscientos mil durmientes, sin que queden destruidos ni se talen de una manera notable, aprovechando los desperdicios naturales de la labrada de los durmientes como leña para combustible de las máquinas.

En nuestro humilde concepto, creemos que ningunos montes como los de Arroyozarco oueden surtir de durimientes y leña a las empresas ferrocarrileras, pudiendo hacer con ella ventajosas contratas, pues los elementos con que cuenta que son, varios motores de vapor para aserrar maderas y trenes de carros con que hacer el transporte , y sobre todo brazos y dinero con que hacer la explotación, garantizan a las empresas, que con ella contraten, del cumplimiento de sus obligaciones.

Pocos días hace que la Compañía del Ferrocarril Central, hacía presente por medio de un informe de sus representantes, que sus trabajos caminaban con menos actividad de la que debían tener por falta de durmientes, pues aún cuando habían verificado varias contratas, no daban a ellas cumplimiento.

Nosotros creemos que si la mencionada empresa tuviera ofertas más aceptables para pago de durmientes, éstos non escasearían asegurándole desde luego en la hacienda de Arroyozarco un buen abasto.

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Por lo que hemos dejado asentado comprenderán nuestros lectores la importancia de la propiedad agrícola y natural de nuestro país pues que, solo en esta finca se encuentran tan cuantiosos elementos y los más que ligeramente vamos a enumerar, dejando para cuando tratemos de la agricultura práctica en nuestro país, en otra serie de artículos, los elementos con que en este sentido cuenta Arroyozarco, así como la cría de todos sus ganados, siendo notable el lanar, sus grandes plantíos de magueyes y las clases de siembras que allí se pueden emprender con brilante éxito; ocupándonos sólo por ahora de la fábrica de tejidos que tan justo renombre ha adquirido a pesar del poco tiempo que tiene de estar establecida.

***

En los años de mil ochocientos sesenta a sesenta y dos, siendo propietarios de la hacienda de Arroyozarco los ricos capitalistas don Joaquín y don Manuel de Rosa [sic pro Rozas], se construyó esa fábrica que hoy es un modelo de la industria de nuestro país.

A un cuarto de legua hacia el poniente de la finca de Arroyozarco y la falda de una loma de pequeña elevación, se alza en robustas paredes de cal y canto y ayudada también por los tajos de la loma, la fábrica en la que hoy se solaza nuestra industria y que con justicia se le acaba dar el nombre de "Fábrica del Progreso".

La finca material de esta fábrica es de una solidez notable y se encuentra dotada de todas las comodidades apetecibles para tener las diversas oficinas que la componen, pues sus amplios salones de cardas, mulas, telares, depósito, lavadero y tintorería están perfectamente situados y tienen la amplitud y condiciones que se pueden apetecer siendo muy notable y de suma importancia el taller de mecánica donde se montan los aparatos, las máquinas, y se perfeccionas las piezas que las componen y vienen de Inglaterra, Francia y los Estados Unidos.

La fábrica tiene seis mulas de catorce metros cada una, quince cardas inglesas y americanas, seis grandes telares automáticos, varios de mano, lavaderos y acaladuría, y talleres de tornería y herrería.

Toda la maquinaria de la fábrica, así como las seis piedras que tiene el molino de harina que tiene allí unido, reciben movimiento de una turbina donde cae un grueso de agua de veinticuatro pulgadas de diámetro.

La fábrica elabora casimires, franelas y cobertores.

Los casimires son de varias clases, siendo admirablemente trabajados los de primera clase, cuyos dibujos, clase, vista y duracion supera a los casimires extranjeros.

Los casimires de tercera clase que son los corrientes y que usan nuestros artesanos, están perfeccionados de tal manera que imitan perfectamente a los casimires ingleses y en más de un aparador de las tiendas de esta capital los he visto pasar como tales a los ojos del público.

Desde el año de 1862 en que empezaron los trabajos de esta fábrica a la fecha, algunas ocasiones se han suspendido con motivo de la revolución, habiendo entrado en un trabajo no interrumpido hace diez años.

El dia primero del actual tuvo lugar en Arroyozarco una fiesta con motivo del perfeccionamiento de varias obras de la fábrica: de esta fiesta, nuestro estimable colega "El Hijo del Trabajo" ha hecho una minuciosa reseña y de la cual tomo aquí una pequeña parte que da ligera idea de la importancia de aquella finca y la fiesta.

"Después se organizó una gran comitiva agrícola-industrial, compuesta de todos los operarios de la fábrica, presididos por el propietario Sr. Pérez, yendo a su lado los maestros de los respectivos departamentos, sirviéndoles de descubierta la música; seguían después veinticinco carretas tiradas por bueyes, adornados con lazos de colores, pañuelos y enradamada; cien yuntas, cincuenta negras y cincuenta amarillas, también adornadas vistosamente; los tlacualeros con sus canastas y jarros a la espalda; la cuadrilla de trabajadores del monte, conduciendo unos pequeños durmientes adornados con lazos de colores; los albañiles con sus cubos y herramientas adornadas, y por último los mayordomos, picadores o quebrantadores y mozos de estribo, todos vestidos lujosamente y montados en magníficos caballos con excelentes sillas.

"A esta vistosa procesión seguían los carros de transporte, yendo en uno de ellos el bote marino, que sirve al propietario de la finca para sus paseos a la laguna de la hacienda de Huapango, finca que mide siete leguas de longitud por tres de latitud, con su correspondiente capitán y seis marinos con remos sirviendo de escolta; las acémilas, parte del ganado de pelo y lana y, en una palabra, todo lo que constituye una finca de campo".

***

Los trabajos de la fábrica y hacienda de Arroyozarco dan vida al vecino pueblo de Aculco y algunos otros pueblos de indígenas que la rodean, pues en esta finca encuentran perennemente trabajo con buen pago de jornal.

La hacienda tiene sobre ochocientos ranchos que arrienda cobrando a razón de diez pesos por fanega de siembra de temporal y, y veinte de riego.

Las cosechas de trigo son ahí abundantes, haciéndose la siega por medio de brazos y de máquinas; teniendo tres trilladoras con motores de vapor de las afamadas fábricas de Ruston, Proctor &. Ca. y de Ramson, Sines &. Head.

Esta hacienda modelo, es a no dudarlo una de las primeras de la República, y bajo la sombra de la paz y de la buena dirección del Sr. D. Macario Pérez, llegará a su perfecto engrandecimiento dando a la vez que recursos y bienestar por medio del trabajo a las clases proletarias, honra y prez a la nación, que tiene en su seno estable, cimientos que caminan a la altura de nuestros siglos y que ofrecen la prosperidad por el más grato y sublime de los medios que es LA INDUSTRIA Y EL TRABAJO.

V. Ramírez

Enero 27, 82.

jueves, 3 de septiembre de 2020

"Moralitos": Un raro cuento arroyozarqueño

José Ferrel Félix fue un político y escritor mexicano nacido en 1865. Aunque era originario de Hermosillo, Sonora, su vida estuvo más ligada al estado de Sinaloa, especialmente a la ciudad de Mazatlán donde pubñicó dos de sus tres novelas: Los de la mutua de elogios (1892) y La caída de un ángel (1893). En su juventud fue todo un personaje romántico: "bullicioso y agresivo individualista supremo, burlador de maridos celosos, hábil duelista y escritor", como lo describió el historiador José C. Valadés.

Estudió derecho, pero su actividad se inclinó más por el periodismo. Publicó sus primeros trabajos en el diario mazatleco El Correo de la tarde (en el que entonces publicaba también Amado Nervo). Después viajó a la ciudad de México donde fue director del periódico Patria y fundó otros tres más: El Intransigente, El progreso Latino y El Demócrata. Su trabajo periodístico lo llevó a ser detenido en dos ocasiones, la primera en 1893 con todo el personal de El Demócrata, acusado por Arturo Paz (tío del premio Nobel Octavio Paz) por difamación, cumpliendo una breve condena pues se negó a aceptar el indulto del gobierno. El asunto en realidad se arregló con un duelo a espada entre Paz y Ferrel en el que resultó ganador el primero. La segunda vez no llegó a pisar la cárcel pues fue absuelto por un jurado popular.

A pesar de esas y otras peripeciasen que intervino la justicia porfirista, Ferrel no era un opositor radical al régimen, sino más bien un opositor leal dentro de las estructuras políticas vigentes que tomaba partido por Bernardo Reyes (aspirante a suceder a Porfirio Díaz) en sus disputas con el ministro de Hacienda José Yves Limantour. Debido precisamente a ello, aunque fue electo diputado no terminó su periodo al ser desaforado tras increpar en la Cámara a Limantour. En 1909 contendió en las elecciones a gobernador de Sinaloa y a pesar de haber sido derrotado por Diego Redo de la Vega, su movimiento (muy popular y que logró reunir a importantes personajes opositores como Heriberto Frías) se ha considerado precursor de la Revolución en el estado. Durante la campaña de Francisco I. Madero a la presidencia, la actitud de Ferrel fue ambigua: Madero declaró que Ferrel era antireeleccionista pero no se adhería a su grupo por no compromneterse, pero Ferrel no permitió entre sus partidarios la fundación de clubes antireeleccionistas como proponía Madero.

Por haber colaborado con la dictadura de Victoriano Huerta, la Revolución lo relegó pese a su papel precursor. Confinado al periodismo, siguó escribiendo en diversos periódicos hasta 1920 y falleció en la Ciudad de México en 1954.

José Ferrel publicó el cuento que les traigo hoy en El Demócrata el 16 de abril de 1893. El autor sitúa la acción en Arroyozarco, si bien no hace casi ninguna referencia a las características del lugar, savo brevemente al río, ni a las razones por las que decidió que la hacienda fuera el escenario de su cuento. Quizá fue sólo una ocurrencia, aunque el título del cuento "Moralitos", alude a un apellido que era frecuente en el municipio de Aculco por esos años. Como sea, no deja de ser una curiosidad digna de sumarse a las verdaderas historias o leyendas tradicionales del viejo Arroyozarco.

 

MORALITOS

I

Si por la hermosura la querían coger, no había quien se le pusiera por delante a Victoria, la muchacha más hermosa de Arroyozarco y uno de los mejores partidos para los jóvenes casaderos. Ya ella lo había comprendido y a más de cuatro que la adoraban, nunca se supo si por su dinero o por su belleza, había dejado con un palmo de narices, porque Victoria era el vivo diablo. Y si alguno de los habitantes de Arroyozarco tuvo en duda la existencia de su majestad caída, al ver a Victoria por fuerza tuvo necesidad de creer en el ángel expulsado del cielo como súbdito pernicioso.

Ni la lengua de los empleados destituidos que suele ser de todas las lenguas la más venenosa y ruin, osó nunca decir una palabra que pudiese lastimar la honra de Victoria. Cosa extraña, por cierto, pues que no han faltado ni fañtan en Arroyozarco ni en ninguna otra parte del globo infelices que quieran manchar con su aliento la reputación que envidian.

Pero a Victoria la estimaban, porque todos decían que era muy buena y que en medio de sus locuras y calaveradas revelaba un corazón de oro, siempre dispuesto al bien y jamás sordo a las voces de los desgraciados, y por eso, y no por otra cosa, era por lo que hasta las muchachas envidiosas se hacían de la vista gorda, cada vez que sabían alguna travesurilla de Victoria, como por ejemplo que se iba a pasear sola con Moralitos por el cascajal que bordaba las márgenes del arroyo, no precisamente a la hora en que el sol no permite secretos, sino cuando ni aún la luna asomaba por el cortinaje negro de la noche su ojo blanco como un plato de porcelana.

II

Pero también hay que convenir que Moralitos era poco menos que un santo, por lo menos para la familia de Victoria.

Los papás de ésta veían en el muchacho facultades, disposiciones y talentos que, además de Victoria y de sus papás, y de los papás del muchacho, nadie había descubierto. Pero tantas bellezas surgen y mueren ignoradas que nadie debe de culpar a los vecinos de Arroyozarco por no haber consziderado a Moralitos en todo su valer.

Y era Moralitos un muchacho más valedor que una peonza; hablaba y se retorcía como imitando una espiral, y a lo mejor tronaba sus dedos sobre la cabeza y se ponía a bailar una jota, no porque supiera bailar, sino porque le habían dicho que la bailaba bien, y porque bailándola creía que jugaba un gran papel la falda rabona de su levita, porque hay que confesarlo, para que nadie se dé por engañado, que Moralitos era el elegante de Arroyozarco; el único que usaba fistol en la corbata y el único que se engrasaba el pelo todos los días. Por eso las muchachas decían, cuando hablaban de él:

-Ah, Moralitos es un joven muy simpático.

-Ah, Moralitos aquí y en cualquier parte se ha de distinguir.

-Ah, Moralitos tiene gracia especial para vestirse.

-Ah, Moralitos es un buen partido.

III

Pero otro mejor le salió a Victoria. Un muchacho tan honradote como trabajador; casi casi era uno de los capitalistas de Arroyozarco; pero no era ni bonito ni elegante, aunque no era feo para ser hombre, ni descuidado en su traje hasta ser desaseado. No usaba fistol, pero tampoco usaba corbata los días de trabajo y no sengomaba los cabellos, porque ni el domingo tenía rizos sobre la frente.

Enamoróse de Victoria, la cortejó, se enamoró de su trato como se había enamorado de su humanidad y sin pensarlo mucho, para no arrepentirse de su resolución, resolvió casarse con Victoria. Los padres de ésta, perdida un tanto la esperanza de que Moralitos dejara de bailar jotas para dejar de ser aturdido, y viendo que el tiempo pasaba rápidamente y que Moralitos no le decía Victoria "por ahi te pudres y antes de que te pudras me caso contigo", pensaron seriamente en casar a la muchacha con Santiago Mantequilla, que la solicitaba para mujer.

-Si no me quiero casar todavía, dijo.

-Pero muchacha, ¿te has fijado bien en el sr. Mantequilla? -repuso la mamá.

-Sí, señora...

-Pues debes de quererlo, -agregó el papá- es un hombre de buena posición; joven, juicioso y muy puntual en sus pagos.

-¡Ay!, ¿y yo me voy a casar con un señor que se llama Mantequilla?

-Reflexiona, niña, que no te vas a casar con el apellido.

-Ya lo sé, mamá.

-Mira, hija, que con Moralitos no estás sino perdiendo el tiempo y es necesario que ya vayas pensando en escoger, porque cuando una llega a cierta edad muchas veces no nos queda ni el recurso de que nos escojan.

-Pero yo soy joven todavía.

-Por eso es que te lo advierto ahora que es tiempo.

-Pues lo voy a pensar.

-Sí, piénsalo y resuélvete, y no te olvides de que el sr. Mantequilla es dueño de la tienda "La Palma Sola", antiguamente "La Reforma".

Y como por más cara que pongan las mujeres cuando se les habla de matrimonio, al fin la ponen buena si el pretendiente insiste, Victoria se dejó vencer y consintió en admitir por marido a Santiaho Mantequilla, prometiéndose para sus adentros que no olvidaría a Moralitos, por quien sentía el cariño que ciertas muchachas tontas y casquivanas sienten por los que con femenil coquetería se saben prender el fistol y lucir los puños de la camisa.

IV

Llegó el día del casorio y desde temprano pudo notarse en casa de los novios un movimiento inusitado; en casa de Mantequilla se preparaban para recibir a Victoria y en casa de ésta se disponían a despedirla, y Moralitos que en todo se metía y que bailaba jotas cuando menos se necesitaban, aquel día amaneció tristón y serio; se asustaba cuando le dirigían la palabra y se ponía a temblar cuando algún amigo se le encaraba y le decía:

-Pero Moralitos, ¿qué tienes tú hoy?

Los papás de Victoria notaron la tristeza de Moralitos y si los sucesos les hubieran dado tiempo se habrían arrepentido de no haber esperado a que Moralitos les hubiera pedido a la muchacha para casarse con ella.

Ya esperaban por momentos que se presentara el novio y ya se habían recibido noticias en casa de Victoria de que Mantequilla había estrenado sombrero y leontina cuando, ¡cataplum!, la muchacha se enfermó y se fue a meter en la cama, recomendando que le dijeran a Mantequilla que no se desesperara y que tuviera paciencia. Y el pobre de Santiago la tuvo, y después de estar con la enferma que conversaba con Moralitos para distraer los dolores de la repentina enfermedad, se due a su casa y guardó cuidadosamente el sombrero nuevo y la leontina.

Ni un minuto se despegó Moralitos de la cabecera del lecho de Victoria y si no hubiera sido por su traje, y por seis pelillos que a fuerza de cosméticos parecían dos espinas clavadas sobre el labio superior, cualquiera hubiera dicho que Moralitos era la madre de Victoria.

Aquella noche no se pegaron los párpados de Mantequilla. ¡Qué había de dormir el pobre, si tiempo le faltaba para estar pensando en las dichas que le esperaban! Apenas amaneció, se puso su traje nuevo y se dirigió a la casa de su prometida. Encontró llorando a su futura suegra, y Mantequilla, que tenía un corazón más blando que su apellido, hizo un puchero y se acercó a la señora diciendo:

-¿Qué le pasa a usted, mamá..?

-¡Ay, don Santiago, qué desgracia!

-¿Sigue mala Victoria?

-No, Señor Mantequilla. ¿Quién lo había de decir?

-¿Pues qué sucede?

-Victoria... Victoria... señor Mantequilla.

-¿Murió? ¡Contésteme usted!

-No, señor. ¡Ojalá se hubiera muerto!

-Déjeme usted pasar, ¡la quiero ver!

-¡Ya no la verá usted, don Santiago!

-¿Por qué?

-¡Porque anoche se la robó Moralitos!

V

Deducción: Los papás que hayan educado a sus Victorias para los Moralitos no quieran después casarlas con Mantequillas.

JOSÉ FERREL.

miércoles, 2 de septiembre de 2020

La muerte de Lindoro Cajigas

Lindoro Cajigas, el español administrador de la hacienda Arroyozarco, emparentado con sus propietarios, que capturó a Melchor Ocampo en su rancho de Pomoca en Michoacán y lo condujo preso hasta entregarlo en Huapango a Leonardo Márquez, quien lo fusilaría en Tepeji del Río, es en esta región del noroeste del Estado de México un personaje casi legendario. Edgar Serrano Pérez, cronista de Acambay, ha hecho un recuento puntual de sus acciones de mayo a diciembre de 1861, que pueden leer en esta liga. Sobre él he escrito también varias veces (aquí pueden encontrar algo), especialmente sobre su muerte en Acambay en diciembre de 1861, reuniendo diversas versiones que incluso se contradicen. Esta vez les traigo una nueva versión que descubrí hace poco, publicada en el diario El Mundo en junio de 1897, con motivo de la exhumación de los restos de Ocampo del Panteón de San Fernando en la Ciudad de México para su traslado a la Rotonda de los Hombres Ilustres de la propia capital. A diferencia de otras versiones, esta procede de un testigo presencial, Trinidad Aranda, sargento primero en el cuerpo del ejército que sorprendió y ejecutó a Cajigas. Esta es su historia:

 

EL APREHENSOR DE OCAMPO

¿Cuál fue su fin?

ENTREVISTA INTERESANTE

En otro lugar, al referirnos a la prisión y muerte del Sr. Melchor Ocampo, hemos mencionado el nombre de Lindoro Cajigas, individuo acerca del cual tenemos curiosos datos que comunicar, merced a una entrevista de nuestros reporters celebró ayer con D. Trinidad Aranda, ex-sargento primero que presenció el fusilamiento del cabecilla conservador.

Aranda es un hombre que revela franqueza en su carácter, él mismo dice con satisfacción que fue chinaco, refiere los trabajos que pasó durante la guerra de tres años y creemos que es digno de crédito, por lo que aceptamos la narración que nos hizo de este episodio de su vida y la transcribimos íntegra.

"Pertenecía yo -dice- al escuadrón de Lanceros de Guanajuato, en cuyo cuerpo hice toda la campaña de los tres años, al mando del teniente Coronel Francisco Díaz Barriga, que era hermano político del general Degollado. Tenía yo el grado de sargento de la Plana Mayor; nos encontrábamos de guarnición en Arroyozarco cuando una tarde, acabándose de dar el toque de lista de seis, se presentó en el cuartel un joven como de 20 años. Su semblante revelaba la gran indignación de que estaba poseído y las únicas palabras que pronunció fueron éstas: 'Necesito un arma para defender mi honor y matar al bandido Lindoro Cajigas, que acaba de raptarse a una hermana mía".

Al oir el nombre de Lindoro comenzamos a interrogar al joven, ofreciéndole que se le ayudaría a perseguirlo, como en efecto lo hicimos con todo tesón, pues ya había llegado a conocimiento de nuestro jefe el decreto del Congreso en que se declaraba fuera de la ley y de toda garantía a Cajigas, hombre audaz, español, todavía joven valiente, bien parecido y tan listo, que nos parecía imposible que cayera en nuestro poder, no obstante que lo perseguíamos con empeño. Habíamos tenido varios encuentros con él y estábamos convencidos de lo necesario que era capturarlo para librar a las poblaciones de los constantes atropellos e insaciable pillaje del cabecilla español, que secundado por otros paisanos suyos, si se encontraba con las armas en la mano era sólo para ejercitar el más escandaloso bandidaje, pues nada podía importarle nuestra patria.

Sin pérdida de tiempo ordenó el jefe que saliera el escuadrón guiado por el joven para perseguir a Cajigas, lo cual se hizo, habiendo llegado en la misma noche a inmediaciones del pueblo de San Miguel Cambaya [sic pro Acambay], donde nos aseguró que se encontraba nuestro perseguido.

Se preparó la sorpresa y apenas se acababa de tocar diana, en las primeras horas de la mañana siguiente, cuando la fuerza, dividida en fracciones, penetró por las calles del pueblo, llegando hasta la casa municipal donde Cajigas había penetrado [sic pro pernoctado].

La sorpresa fue completa; la caballada estaba encadenada en la plaza pues los doscientos hombres que llevaba consigo el cabecilla iban a salir ese día y su defensa tenía que ser deficiente; pero Cajigas no era hombre que se dejara matar sin hacer resistencia y su esfuerzo fue tal que poco faltó para que lograra escapar.

Nos recibió a balazos lo mismo que los suyos, y pretendió montar en una magnífica yegua para huir; pero el animal se encabritó, Cajigas cayó al suelo y levantándose violentamente corrió hacia una barranca donde todavía estuvo haciendo fuego hasta que se logró herirlo.

Entonces se llevó hasta su cama y allí mismo dentro de su alojamiento se le acabó de matar, cortándose enseguida su cabeza, que nos llevamos para Arroyozarco, donde se le colgó de una alcayata en un paraje público.

Tan poco respeto inspiraba aquel hombre y era tanto lo que se le odiaba, sobre todo después de que aprehendió a Ocampo, que Aranda refiere que uno de los soldados, sabiendo que Cajigas usaba dentadura postiza, subió al árbol donde estaba pendiente la cabeza y le sacó de la boca la dentadura, tirando después la cabeza.

Al poco tiempo el gobierno hizo venir a México al escuadrón y se repartió entre los aprehensores del cabecilla español la prima de diez mil pesos que se tenía ofrecida.

 

FUENTE: "El aprehensor de Ocampo", El Mundo, México, viernes 4 de junio de 1897, p. 1.