martes, 19 de octubre de 2010

Este otoño se acabó "La Primavera"

El Portal de la Primavera en 2008.

Hasta fines del siglo XIX el límite oriente de la Plaza Mayor de Aculco quedaba señalado únicamente por los muros con arcos invertidos del atrio parroquial, que precisamente ahí alcanzaban su mayor altura y se mostraban imponentes. Sin embargo, para los ayuntamientos de aquella época, utilitarios y mercantilistas, ese espacio vacio frente a la vieja pared colonial desperdiciaba su gran potencial, ya que siendo la corporación propietaria de la plaza podía vender ahí un solar sin que en ello pudiera haber queja de los vecinos y contribuir así aliviar un poco las siempre vacías arcas municipales. Perdido entonces mucho del respeto hacia la Iglesia y sus propiedades por efecto de la Reforma, y recién estrenado un nuevo cementerio junto a la ermita del Calvario para reemplazar al que albergaba el atrio, seguramente no hubo gran oposición para ocultar aquella vista y privatizar un espacio de la plaza, que perdió así cerca de 500 metros cuadrados de superficie divididos en dos solares.

ACTUALIZACIÓN 26 de octubre de 2011: El solar en el que se levantaría el Portal de la Primavera como estaba en 1838. Adosado al muro del atrio se encontraba un "chapitel", especie de capilla abierta hacia la plaza principal.

En el muro posterior de la casa del Portal de la Primavera se observa una extraña diferencia en los planos del muro, que posiblemente se debe a que se apoya en los restos del chapitel.

A la derecha, La Primavera, cuando contaba sólo con la planta baja (antes de 1932).

El solar que quedaba hacia el norte de la escalinata del atrio tardaría todavía muchos años en cercarse y terminarían por instalarse en él las carnicerías, acompañadas de su habitual suciedad, grasosos cazos de chicharrones, fuegos encendidos a la intemperie, etcétera. En cambio, el solar del lado sur fue rápidamente edificado con gran esmero, apreciable en sus detalles de cantería, y el resultado fue una nueva e interesante perspectiva de la plaza, así como el que es quizá el más bello de los portales de Aculco (posteriormente imitado en su gemelo, el Portal de las Carnicerías, de 1974, y en el mucho más reciente y burdo portal nuevo de la Casa de Hidalgo, de 2008).

La Primavera en 1948. Se le ha agregado una planta alta abierta al frente.

No sabemos quién sería el propietario original de este edificio, pero debió ser él quien bautizó a la tienda ubicada ahí como "La Primavera". Desde entonces, tienda y portal fueron conocidos con ese nombre, que se ha conservado hasta nuestros días.

La primavera a principios de la década de 1960. La galería alta ha sido cerrada. Nótese también el cambio de la cubierta plana por un tejado.

Otra vista del edificio en la misma época.

Originalmente, la Casa y Portal de la Primavera constaban de una sola planta, por lo que el remate del muro atrial debió ser visible todavía desde la plaza y la torre del Reloj Público de 1904 se apreciaba desde ella en toda su altura. En su interior sólo existía espacio suficiente para la tienda, con sus portadas de cantería labrada, y alguna bodega. Lo más interesente era el ya mencionado portal de inspiración clásica, con circo arcos carpaneles al frente y dos en sus costados, apoyados en pilastras de correcto estilo toscano sin pedestal. En los ángulos, sendos machones de gran gosor se prolongaban un poco más arriba de la cornisa formando un pretil. En las enjutas de los arcos y sobre los vanos se apreciaba una sencilla decoración de rombos incisa en los aplanados.

La Primavera en la actualidad.

A principios de la década de 1930, la casa fue adquirida por don Evodio Ángeles Morales, uno de los principales propietarios de fincas urbanas en Aculco por aquelllos años. Fue él quien le agregó una segunda planta (resolviendo así el problema del reducido espacio interior) y dejó testimonio del hecho en una lápida colocada en su costado sur. En un principio, esta segunda planta repetía la disposición de la planta original, es decir, habitaciones en la parte posterior y una galería abierta al frente, con dos cuepos laterales cerrados en los que aparecía repetido el trazo de los arcos de los bajos.

Fachada posterior, hacia el atrio de la parroquia.

Detalle sobreviviente de la antigua decoración, sobre uno de los balcones que dan al atrio.

Tal disposición no habría de durar mucho tiempo, ya que don Evodio terminó por cerrar la galería dejando la fachada principal en su disposición actual, con balcones alargados por encima de cada uno de los antiguos arcos. Naturalmente estos cambios afectaron también la fachada posterior, donde se abrieron cuatro balcones y una ventana con cerramiento curvo directamente hacia el atrio, lo que lamentablemente cercenó los arcos invertidos de su muro.

Lápida que conmemora la reedificación de 1932.

Tristemente, esta segunda etapa constructiva del edificio se efectuó con menos recursos que la original y el resultado quedó a al vista: no hubo más detalles de cantería labrada, sino la mampostería simple. Incluso los sillares de los machones del portal se interrumpen en el mismo punto en el que llegaban originalmente y a partir de ahí se edificaron en piedra blanca cubierta de aplanados. A partir de estas transformaciones la tienda recibió el nombre de "La Reforma de la Primavera", aunque en el uso diario todo mundo siguió refiriéndose a ella con su nombre antiguo.

El último letrero que lució la tienda. Fotografía de Aldar Adame tomada de Flickr.

Fachada sur. Con el paso de los años, el sereno aspecto original de esta fachada se ha convertido en una babel de ventanas a la que se suma el caos de cables y postes.

El Portal de la Primavera tuvo gran presencia cívica a lo largo del siglo XX. Fue el sitio elegido por los Ayuntamientos de la décadas de 1940 a 1960 para efectuar el "Baile Popular" con el que se celebraba cada año el aniversario de la Independencia de México (el otro baile, por invitación, se hacía en la Presidencia Municipal). En sus paredes interiores se colocaba el tablón en el que, todavía en nuestros días, se fija el Bando Municipal y otras disposiciones edilicias. La tienda, por su parte, era un caso extraño, siempre llena de clientes y medio vacía de mercancías. El mal surtido era proverbial: se cuenta que alguna vez don Evodio se negó a vender alguno de los efectos a un cliente, y preguntándole este por la razón le respondió "si se lo vendo hoy, ¿qué venderé mañana?".

Detalle del machón sur. En sus sillares se aprecian los daños sufridos por choques de automóviles, filtración de humedad, desgaste mecánico, malas restauraciones y hasta una fallida intención de cubrirlo con aplanado.

Aún así sus bancas siempre estaban llenas de hombres tomando refrescos o cervezas y el mostrador lleno de mujeres comprando. Una de las razones era de índole práctica, pues cuando la lengua otomí aún estaba muy difundida y no existían tiendas en los pueblos y comunidades del municipio, los habitantes de esos puntos acudían a la cabecera los domingos para asistir a misa y realizar ahí sus compras. Y era precisamente esta tienda el único sitio donde los indígenas otomíes eran comprendidos, ya que don Evodio y sus hijos hablaban su idioma. De hecho, ellos deben haber sido los últimos mestizos del pueblo que llegaron a aprenderla. Años después, cuando el otomí ya no era una razón de peso, en los tiempos en que yo la conocí, "La Primavera" seguía a pesar de todo tan llena y tan mal surtida como antes. Si alguien sabe las razones, que me lo explique.

En meses recientes, la deteriorada cubierta fue retirada para evitar un colaopso de la planta alta. Sin embargo, parece no haber una seria intención de restaurarla.

La mermada salud de Gustavo Ángeles Pérez, el hijo menor de don Evodio y propietario de la tienda a su muerte, llevó a que el comercio se transformara hace pocos años hacia el formato de autoservicio, sin cambiar por ello su nombre habitual. Pero el cambio parece haber sido poco favorable económicamente, ya que hace apenas unas semanas La Primavera ha cerrado definitivamente. Se ha perdido así una más de las típicas y últimas "tiendas de pueblo" que antaño significaban todo el comercio de Aculco.


Dos vistas del nuevo restaurante "El Rincón del Viejo", en el antiguo local de La Primavera.

Ahora se han abierto de nuevo las viejas puertas con un restaurante, "El Rincón del Viejo" (que se adivina agradable aunque falto todavía del encanto que sólo el tiempo puede dar), que ha iniciado operaciones con gran entusiasmo por parte de sus propietarios y hasta con promoción en las redes sociales como Facebook. Son definitivamente ya otros tiempos. Ojalá "El Rincón del Viejo" tenga éxito y logre al paso de los años crear su propia tradición como la tuvo la antigua tienda. Y hacemos votos para que, por lo menos, el portal nunca pierda su viejo nombre de "La Primavera".

Vista nocturna.

3 comentarios:

  1. Al momento de leer las líneas de esta entrada, me acompañaba la música de Gleen Gould... más de una lágrima se asomó por los recuerdos. Definitivamente son otros tiempos.
    Yo llegué a ir a jugar maquinitas en esos portales y tienda. Cómo olvidar la atención y las pláticas con "Doña Raque" y sus hijos.
    Ahora toca a las nuevas generaciones darle presencia y vida a ese portal que no sólo ha visto pasar los camiones, sino el paso inexorable del tiempo.
    Saludos desde la memoria.

    PD: sigo haciendo mi tarea.

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  2. Parece mentira, pero hasta en lo que parece sólo ser simple comercio cuando las puertas que acostumbramos a ver abiertas un día dejan de abrir, no sé si es como si algo despedimos dentro de uno, como si parte de uno mismo se perdiera ¿ nuestro paisaje? ¿nuestro rumbos?...¿ lo nuestro, nuestra gente, los nuestros?. No tengo duda- y lo digo porque hace poco me pasó en Querétaro con una librería muy querida para mi porque pocas cosas me hacían gozar tanto como sentarme a fumar y a platicar o mejor dicho a escuchar al sabio hombre propietario de la librería, por eso es que no tengo duda que cuando cosas asi pasan se abre un hueco en el alma.
    Ya me puse triste pero es verdad lo que dices...¿a qué ibamos muchos a los portales? A gastar. ¿qué ? el tiempo: a ver la vida pasar, o a dejarse ver, o a ver "qué salía", ya fuera una gachí con un andar rumboso, ya fueran algún amigo que tuviera mejor plan que sólo mirar y mientras, un cigarro un refresco no venía mal.

    Recuerdo con mucha gracia algunas anécdotas de don Evodio muy simpáticas que me contó mi papá, como cuando sus hijos cobraban en la tienda y lanzaban la moneda con fuerza a la caja- para con el sonido de las lucas dar certeza que el dinero caía a la caja- pero ¿qué es una moneda más una menos?, y algunas rebotaban y no ingresaban en la cobranza del día, a lo que don Evodio decía al escuchar el ruido, algo que vale para la vida misma: "que caigan, aunque no suenen". Es decir que las cosas sean auténticas, efectivas, aunque no haya ruido o alharaca, que sean de verdad.

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  3. Gracias por los buenos deseos para el negocio, esperamos si formar parte de algo importante en ello, existe un proyecto de remodelaciòn que implica varias cosas, no pretendo que publique esto en el Blog, pero si me encantarìa contactarle para promover con su experiencia dicha remodelaciòn y buscar con la mayor dignidad conservar lo que vale la pena conservarse, estilos, tradiciones e historias, así mismo solicito su venia para publicar este blog dentro de las instalcaciones, imprimiendo solo la parte histórica.
    Saludos y nuevamente gracias por sus buenos deseos.

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