sábado, 12 de enero de 2019

Había una vez dos balcones...

La antigua casa de la esquina de Hidalgo y Rivapalacio, que a fines del siglo XVIII pertenecía a don Faustino Donato Ruiz Peña, el hombre más rico de Aculco en aquel tiempo, era tan extensa que su superficie se aproximaba a los diez mil metros cuadrados: casi una hectárea en pleno centro del pueblo. Su misma enorme superficie propició, sin embargo, que con el correr de los años se fuera fraccionando.

Primero perdió su huerta y corrales (donde contaba inclusive con una pequeña plaza de toros), y después la parte principal de la casa se dividió en dos porciones: la llamada Casa de don Abraham Ruiz y la Casa de los Terreros. Tan importante era la casa original, que estas otras dos formadas por su división fueron todavía por separado dos de las más importantes casas antiguas de Aculco hasta la década de 1980. Porque precisamente en esos años la casa de don Abraham Ruiz fue estúpidamente demolida, mientras que la Casa de los Terreros comenzó en la década de 1990 su propio proceso de desintegración que nos ha dejado prácticamente sólo la fachada de la propiedad, muy maltratada y dividida en accesorias para negocios de bajo calado. Algunos de los interiores (entre ellos su magnífico horno) fueron adaptados para construir el Hotel Hidalgo.

Aquella antigua casa tenía un par de balcones gemelos hacia la calle de Rivapalacio. Aunque idénticos, cuando la casa se fraccionó cada uno quedó en distinta propiedad. Todavía en 1974, cuando se tomó la fotografía que aparece arriba (del lado derecho), estos dos balcones se mantenían en su sitio. Diez años más tarde, sin embargo, la demolición de la casa de don Abraham Ruiz dejó al balcón de la Casa de los Terreros en solitario, como se ve en la fotografía inferior.

Estos dos balcones eran sobriamente hermosos: sin enmarcamientos de cantera, con un repisón sencillísimo (apenas un caveto), toda su ornamentación se concentraba en sus protecciones de fierro colado, característicos del siglo XIX. Eran, de hecho, los más lujosos entre los escasos ejemplos que existen en Aculco de este tipo de herrería. Las puertas que cerraban estos balcones eran, con todo, mucho más antiguas: sus entablerados nos remitían al Virreinato, seguramente al siglo XVIII. Aquí una foto del balcón sobreviviente:

Hace unos días que estuve en Aculco y pude constatar que, lamentablemente, el balcón sobreviviente ha empezado su propio, quizá imparable camino hacia la ruina. Su mejor ornato, la reja que lo cubría, ha desaparecido y sólo quedan en su sitio los laterales. Podría apostar que en algún tiempo veremos también a éstos desaparecer y en su lugar se colocará una reja nueva sin valor alguno. Porque así sucede casi siempre en Aculco, pese a declaratorias y nombramientos. Quede aquí, por lo menos, su historia.

domingo, 6 de enero de 2019

Un Aculco casi irreconocible

Esta vieja foto fue colgada en Facebook por alguien que no recuerdo hace varios años. Aunque las letras escritas sobre la misma dejan bien claros la fecha y el lugar ("2-10-1932. Aculco") y permiten investigar sobre el fotógrafo "J.M.S") no pude identificar de inmediato el sitio en que fue tomada. Por mucho tiempo la mantuve guardada, esperando poder dedicarle un rato a identificarla, pero sólo me ha sido posible hacerlo en estos últimos días en que me tomé unos días de vacaciones.

Al principio, al volver a ver la fotografía, tuve nuevamente esa molesta sensación de hallarme desubicado. Caray, tantos años de recorrer el pueblo, tantas fotografías antiguas que he visto y no era capaz de reconocer un lugar que, además, por lo que se ve en ella era muy transitado. Y no era posible que se tratara de otro pueblo, pues claramente dice que es Aculco... Y entonces me fijé en la parte de la fotografía que lleva precisamente esa leyenda. La presencia del letrero me había llevado antes a no tomar en cuenta el fondo en que está escrita, donde se encuentra el único punto de fácil identificación con el actual perfil de Aculco: ese fondo oscuro sobre el que se escribió no era otra cosa más que el muro lateral poniente de la antigua casa de don José María Sánchez Silva, actual Hotel Jardín.

Esta fotografía actual está tomada casi desde el mismo punto que la antigua. Véase a la derecha el mismo paredón oscuro del Hotel Jardín con su característica inclinación. La casa de la izquierda, de la familia Lara Mondragón, tuvo desde la década de 1950 el portal que cubre toda su fachada y sobrevive en ella el vano con una cornisilla apenas esbozado bajo un par de canales en la vieja imagen. Sigue, en la misma dirección, la casa que fue de don Evodio Ángeles, que ganó una planta alta hacia la década de 1940. Y finalmente, la casa que fue de la familia Arciniega Basurto, de la que sólo asoma la entrada, antiguamente una ventanita que también se ve en la fotografía de 1932.

Y bien, ¿qué es el desfile o procesión que se observa en la antigua imagen? No tengo la menor idea. Las fechas no ayudan, pues nada se suele festejar en Aculco el 2 de octubre. Ni el 10 de febrero, si es que el fotógrafo usó el orden inglés en la fecha. Hay niños, hay adultos (al parecer autoridades), hay ramos o flores. Quizá algún día logre averiguar también de qué se trata.

jueves, 3 de enero de 2019

Consejos que nadie pidió

No cabe duda de que el nombramiento de la anterior presidente municipal de Aculco, Aurora González Ledezma, como titular la Secretaría de Turismo del Estado de México, abre una nueva perspectiva para el desarrollo turístico de Aculco. Qué importante es también que su llegada a ese cargo coincida con la próxima renovación del Ayuntamiento, que estará encabezado desde el 1o de enero por Jorge Osornio Victoria, lo que factiblemente llevará consigo ajustes en las políticas municipales que quizá se orientarán a aprovechar este momento favorable.

Todos quienes me conocen saben que no he sido porrista de ninguna administración local e incluso que con algunos presidentes municipales he tenido fuertes desacuerdos. Saben también que cuando las autoridades han pedido mi apoyo lo han recibido siempre y de manera desinteresada. Desde esta posición felizmente independiente, pienso que los tres años del gobierno de Aurora fueron muy importantes en materia cultural y turística para Aculco. No crean que al decir lo anterior trato de ignorar otros graves problemas del municipio: en esos mismos tres años he sentido -como muchos otros aculquenses- miedo por la creciente criminalidad y siempre queda la duda de que las autoridades estén haciendo todo lo que está en sus manos para combatirla. Pero ahora sólo quiero hablar de aspectos de cultura y turismo, puesto que su nueva responsabilidad tiene que ver precisamente con ello y esos dos ámbitos están en la vocación de mi blog.

Como ya lo he expresado antes, creo que la creación del Festival Internacional Cultural Tierra Adentro (FICTA) en 2016 fue una excelente idea, y que vincular el turismo con la cultura es una apuesta afortunada para nuestro pueblo. Aunque el más reciente festival resultó un poco más reducido que los dos anteriores, en conjunto han sido una experiencia grandiosa que además ha ido perfeccionándose. Me consta que Aurora tomó en cuenta bastantes observaciones sobre el primer festival para mejorar los siguientes y eso habla bien de su disposición para escuchar y aceptar opiniones (algo muy difícil de encontrar en quien tiene poder de cualquier tipo). Cuando se acercaba el fin de su administración y ya con un nuevo gobernador del estado en funciones, pensé que el festival corría el riesgo de no sobrevivir, ya que requiere sin duda del respaldo del gobierno del estado. Pero supongo que ahora es posible augurarle más años de vida (de hecho he visto ya avisos que invitan a integrar el programa de este 2019), en los que debe buscarse sobre todo su consolidación y hallar formas de asegurar su permanencia a largo plazo.

En materia de restauración de edificios históricos (algo que es de gran importancia para Aculco, porque, no lo olvidemos: si está en la Lista del Patrimonio Mundial de la UNESCO es por ellos y lo principal que vende el pueblo al visitante es su imagen arquitectónica y urbana, de la esos edificios forman parte esencial) se dieron tres importantes obras con el apoyo del FOREMOBA: la restauración de la torre de la parroquia de san Jerónimo, la recuperación de la techumbre de la capilla de Santiago Oxthoc Toxhié y la restauración de la fachada principal y crujía frontal del antiguo mesón u Hotel de Diligencias de Arroyozarco. Quizá hubiera sido posible hacer más, aprovechando la actitud propicia del FOREMOBA hacia Aculco en estos años, pero más allá de ello es evidente que existió un compromiso del Ayuntamiento con nuestro patrimonio histórico que debe ser reconocido.

También, aunque todavía está pendiente su inauguración por razones que desconozco, se construyó el Museo Vivo del Camino Real de Tierra Adentro con el apoyo de FONATUR y el Gobierno del Estado de México. En este caso me falta naturalmente conocerlo y observar su operación para poder comentar algo con justicia. Sin embargo, en un destino cuya oferta turística se ha orientado a lo cultural, la existencia de un museo resulta indispensable y por ello podemos esperar que contribuya tanto a ampliar los atractivos de Aculco como a favorecer la llegada y pernocta de turistas.

Así, de manera optimista podemos esperar que con la llegada de Aurora González Ledezma a la Secretaría de Turismo del Estado de México pondrá todavía un mayor interés en el desarrollo turístico y cultural de Aculco en los próximos años. O, cuando menos, será más cuidadosa la atención a sus necesidades particulares en ese sentido por su conocimiento del lugar. Para ello se necesitará también, naturalmente, que el nuevo gobierno municipal encabece y apoye las iniciativas en esas áreas. Existen muchas oportunidades en ello, y seguramente tanto la nueva secretaria de Turismo como el próximo alcalde tienen o elaboran ya propuestas concretas que en su momento seguramente conoceremos (y que en este blog se criticarán a favor o en contra pero de buena fe, como siempre). Mas quiero aprovechar esta oportunidad para exponer algunas ideas y temas que pueden contribuir a enriquecer sus proyectos.

Son, como escribí en el título de esta entrada, "consejos que nadie pidió" o quizá mejor sería decir opiniones lanzadas al aire.

AUTOS Y ESTACIONAMIENTOS. En un día de alta afluencia turística (y aun en un fin de semana normal) se advierte un exceso de automóviles tanto en tránsito por el centro del pueblo como estacionados, principalmente en la Plaza de la Constitución (donde además la forma de aparcarlos alrededor del jardín y en batería en su costado norte, dificulta el paso y complica el problema). Es una situación que se vuelve por momentos verdaderamente molesta y que contradice la tranquilidad que el visitante busca en un destino como Aculco.

En este tema pueden tomarse ciertas medidas con las que se tiene experiencia exitosa en otros sitios tanto de México como del resto del mundo, si de verdad quiere dársele a Aculco una orientación turística. Medidas que al inicio pueden suscitar la molestia de algunos habitantes del pueblo, pero que a mediano y largo plazo tienden a beneficiarlos. Medidas que, además, son fáciles de revertir en caso de que no funcionen. Estas son:

-Prohibir el estacionamiento en la vía pública en el área central del pueblo en cierto horario (por ejemplo, de 8:00 AM a 8:00 PM) los sábados y domingos, así como días festivos tales como Semana Santa, 15, 16, 17 y 30 de septiembre. Volverlo así perfectamente transitable para los peatones.

-Restringir en esos mismos periodos en todo lo posible la circulación por el centro del pueblo, para propiciar que se vuelva principalmente peatonal. Podrán circular libremente y a velocidad moderada, por ejemplo, los autos de vecinos que entren o salgan de sus cocheras, los taxis y autobuses.

-Con lo anterior, necesariamente se habrán de acondicionar áreas de estacionamiento con costo para los visitantes en las afueras del pueblo (lo que favorece la derrama económica y la creación de empresas y empleos). Es interesante por ejemplo la experiencia en este sentido del pueblo de Bernal, Querétaro, donde un gran terreno a la entrada del pueblo que se usa como estacionamiento permite que éste se recorra andando de manera muy agradable. En estos estacionamientos debería hallarse algún mecanismo para permitírsele estacionar gratuitamente a los vecinos en caso de que lo necesiten en dichos horarios para no hacerlo en las calles céntricas. Remarco que se deberá procurar que estos estacionamientos para visitantes no estén en el centro del pueblo, sino en las orillas.

¿Quieren una idea para comenzar? Cierren los domingos al tránsito vehicular las calle de Abasolo y Rivapalacio.

MEJORAMIENTO DE IMAGEN. Aunque Aculco ha sabido conservar gran parte de su imagen arquitectónica y urbana tradicional (sobre todo si lo comparamos con casi cualquier otro pueblo mexicano de su tamaño), es muy cierto también que ya requiere una intervención general para enmendar gran cantidad de errores y desaciertos cometidos tanto por los particulares como por las administraciones municipales a lo largo de los últimos 44 años. La mayor parte son detalles cosméticos: banquetas rotas, árboles y jardines descuidados, mobiliario urbano impropio (en el que incluyo los transformadores de la Plazuela Hidalgo y la calle Canal, los medidores colocados sobre columnitas salomónicas de cantera e incluso casi todas las placas con los nombres de las calles colocadas en 2015), cables, tinacos, antenas y tuberías a la vista, muros sin aplanados, construcciones sin terminar, construcciones realizadas o modificadas sin apego a las normas de imagen urbana establecidas en los Bandos Municipales, anuncios, toldos, etcétera. Buscar además en lo posible que las reglas de imagen se apliquen en la totalidad del pueblo y no sólo en su centro, de modo que éste cuente con un marco digno y además que los beneficios de la armonía urbana de Aculco alcancen a todos.

En este mismo sentido, resulta muy importante procurar que los cambios a la imagen de Aculco se den de manera muy cuidadosa. Es muy lamentable cómo el tramo final de la calle Hidalgo se ha convertido ya en una calle-tienda llena de locales, cortinas metálicas y vanos enormes en que lo único que parece respetarse respecto al estilo de construcción aculquense esel color blanco de los muros, indistinguible de lugares que hace tiempo perdieron su atractivo, como Atlacomulco o Jilotepec. La autoridad en sus reglamentos (y en sus licencias e inspecciones) debe aplicar estrictamente criterios de proporción, espaciamiento, materiales y acabados. De hecho, en la Dirección de Obras Públicas podría darse un servicio de asesoría gratuito o a precio moderado para el diseño arquitectónico de obras particulares, especialmente aquellas ubicadas en el área patrimonial del pueblo, así como para la tramitación de licencias ante el INAH.

Por cierto, uno de los grandes desaciertos de anteriores gobiernos municipales fue el hacer más estrechas las banquetas de ciertas calles (Morelos e Hidalgo, entre otras). Un pueblo turístico lo que necesita son siempre banquetas más anchas.

AMPLIAR Y DISPERSAR LOS ATRACTIVOS. Me atrevo a decir que actualmente la presencia de turismo en Aculco se concentra casi únicamente en tres focos: la Plaza de la Constitución, los lavaderos públicos, el mercado y la cascada de La Concepción. El ampliar los atractivos de Aculco hacia otros puntos y guiar a los turistas a ellos tendría el efecto de distribuir mejor el flujo de personas y vehículos, impedir la saturación de comercios en el centro de Aculco, llevar la derrama económica a lugares especialmente necesitados de ella, favorecer la pernocta al extender la oferta de actividades, entre otros beneficios. En este sentido se ha dado ya un avance con la construcción del Museo Vivo del Camino Real de Tierra Adentro, que puede tener una importante influencia. También la tendría el antiguo mesón de Arroyozarco si se convierte en un sitio visitable por el público, aprovechando su restauración y su vinculación con el Camino real de Tierra Adentro. Pero creo que se debe tratarse sobre todo de formar itinerarios y circuitos novedosos. Por ejemplo, al visitante del Museo Vivo del Camino Real de Tierra Adentro puede sugerírsele con señalización turística que en su camino se detenga a conocer el Puente Colorado, la capilla de San José en Gunyó, y que tras visitar el museo prolongue su recorrido para conocer la capilla de Santa Ana Matlavat. Una ruta por algunas de las capillas de las comunidades del municipio (Santa María, La Concepción, Santa Ana, San Lucas, San Antonio y San Joaquín, por señalar las más cercanas y por ello fáciles de visitar) podría ser también interesante. Incluso dentro del propio pueblo hay varios puntos casi ignorados por el turista, que deberían señalizarse discretamente para alentar su visita recorriendo las calles del lugar: el santuario de Nenthé, el Puente Colorado, la Plaza Per-Sa, el panteón, el lienzo charro Garrido-Varela, la calle Corregidora-. La ubicación de los estacionamientos en las orillas del pueblo que sugerí en el primer punto puede propiciar también que en el camino que tomen los peatones para acercarse al centro hallen restaurantes y tiendas, de manera que no sólo las que rodean la Plaza de la Constitución se vean beneficiadas.

CONTROLAR EL COMERCIO INFORMAL. Esto es muy difícil de combatir y resolver, sobre todo cuando uno ve que la mayor parte de las personas que ofrecen su mercancía (casi todas mujeres) provienen de las comunidades más pobres del municipio e incluso de municipios vecinos como Amealco. ¿Cómo negarles una parte de los beneficios del turismo a los más necesitados, quienes además elaboran productos típicos y artesanías que dan originalidad y color al comercio local? Y, sin embargo, es algo que debe enfrentarse pues se corre el riesgo de que su proliferación termine por causar perjuicios a todos. Lo mejor es regularlo con reglas claras y fáciles de cumplir: prohibir el comercio de todo producto que no sea típico o artesanal, prohibir la instalación de puestos fijos o semifijos, o bien concentrarlos en un mercado artesanal (que creo ya ha sido planeado en el antiguo mercado), etcétera. En todo caso, debe investigarse acerca de experiencias exitosas en ese sentido y procurar aplicarlas antes de que el comercio informal se convierta en un verdadero problema.

REAPERTURA DE LA ALBERCA MUNICIPAL. Resulta increíble que por tres largos años la alberca haya permanecido cerrada al público. Ni siquiera es totalmente claro para mí qué fue lo que pasó y cómo se llegó a esta situación, pues las versiones que han llegado a mis oídos son contradictorias. Lo cierto es que uno de los atractivos más estimados de Aculco está por el momento en el total abandono, imposible de utilizar y sin que su recuperación se vea próxima. Mi sugerencia aquí es que se haga todo lo posible por ponerla nuevamente en servicio de la manera más rápida posible.

APLICAR ESTRICTAMENTE LAS REGLAS DE DESARROLLO URBANO. Uno de los principales problemas en el crecimiento de Aculco, especialmente notorio para quienes no vivimos ahí, es la construcción desordenada de los alrededores del pueblo. De hecho una gran parte del tramo entre Arroyozarco y Santa María Nativitas parece ya un "pueblo calle", es decir, un asentamiento alargado en que las viviendas y negocios se alinean a los lados de la carretera sin más profundidad. Además de su fealdad intrínseca, en que la vista al campo desaparece para mostrar al viajero una calle inacabable, este modelo urbano representa serios problemas a futuro, entre los que se cuentan por supuesto la provisión de servicios públicos, la apertura o la ampliación de las vías de comunicación, pero de manera más importante la convivencia y el desarrollo social. Por ello, debe evitarse en lo posible que se siga esta tendencia lamentable y por el contrario los asentamientos tengan una forma más compacta. Las leyes y normas al respecto (licencias de construcción, zonificación, uso de suelo) existen y están en las manos de las autoridades municipales aplicarlas.

Además, hay que considerar que esos alrededores en los que se ha dado un crecimiento desordenado son la primera impresión que recibe el visitante al llegar a Aculco. Por ello sería muy conveniente la remediación de lo ya construido aplicando también un programa de mejoramiento de imagen urbana en esos sitios, por más que no formen parte del área central y patrimonial del pueblo. De hecho, propongo que esa remediación se lleve a cabo de manera profunda en Santa María Nativitas, donde la construcción de restaurantes "de orilla de carretera" y la instalación de vendedores ambulantes da una pésima impresión, cuando el sitio podría ser una magnífica parada para conocer su antigua capilla. Con un adecuado proyecto de imagen (que además debería incluir al lamentable kinder edificado junto a la carretera) podrían coexistir los restaurantes, los vendedores, la gasolinera y el atractivo turístico-cultural. Si todo esto ya existe, hay que sacarle provecho, pero de manera que no parezca un tianguis de Ecatepec. Un plan semejante puede realizarse a mayor escala en Arroyozarco.

CONTEMPLAR LA IDEA DE UN MUSEO DE ACULCO. Más allá del Museo Vivo del Camino Real de Tierra Adentro, Aculco merece un museo dentro del pueblo que explique tanto a sus habitantes como a los turistas su historia y desarrollo. Aculco tiene una historia muy rica que podría exponerse en ese lugar y no es necesario contar de entrada con una colección propia de objetos, sino construirla. En ese sitio podrian exponerse reproducciones de mapas, documentos y objetos, elaborarse maquetas, solicitar al INAH objetos de época de los que tienen en bodega para ambientar algunas salas, pedir la cooperación de los vecinos para formar una colección etnográfica de artefactos utilizados en Aculco en el pasado (entregados al museo en préstamo o donación). Sería magnífico además que para ubicar un museo así se seleccionara una de las casas antiguas de Aculco en riesgo de perderse por el abandono y que fuera convenientemente restaurada. Un sitio de este tipo elevaría sin duda los atractivos de Aculco a otro nivel.

INSTITUCIONALIZAR TRADICIONES NUEVAS. No soy un fanático de las fiestas del Día de Muertos, pero debo decir que vi con mucho agrado la cabalgata que en ese día se ha venido realizando en el pueblo, con los jinetes y acompañantes maquillados como esqueletos. Ese tipo de "nuevas tradiciones" (valga la contradicción) deben ser estimuladas para ocupar así más momentos en el calendario del que señalan las viejas tradiciones de septiembre, Semana Santa y la reciente del FICTA. Si el visitante encuentra con frecuencia festejos atractivos en el pueblo en más momentos del año, su experiencia será seguramente más interesante. Además, si estos festejos se realizan en la tarde o noche se propiciará la pernocta.

Aquí quisiera señalar solamente una cosa: no se trata de multiplicar actos o festejos oficiales, sino más bien populares y festivos. Por cierto, ahora que menciono los actos oficiales, pienso que ha sido desafortunado el hecho de utilizar con frecuencia la Plazuela Juárez para ello, no por los actos en sí mismos, sino por la colocación de una carpa en un espacio que por su naturaleza es y debe seguir siendo abierto. No hay que abusar de ello.

 

***

 

Estas opiniones harán que más de uno levante la ceja, considerándolas una locura. Otros más pensarán "¿por qué si tal cosa se permite en todo México, en Aculco tiene que estar reglamentada o restringida? ¿Por qué Aculco no puede ser como Atlacomulco, Jilotepec, Ecatepec o Iztapalapa?". Lo que les respondo es que Aculco es diferente y debe procurarse que lo siga siendo: ése es uno de sus grandes valores. Mucha gente en el pasado procuró que el pueblo conservara su imagen, sus construcciones, su sabor provinciano, sus atractivos naturales, culturales, gastronómicos: todo lo que hoy aprovechamos. Y lo hicieron a contracorriente de un país en que el "desarrollo" significaba quitar empedrados y pavimentar calles, levantar edificios de muchos pisos, destruir portadas de cantera para hacer accesorias comerciales con entradas desproporcionadamente grandes, colocar anuncios luminosos y grandes espectaculares, pintarrajear sus casas para anunciar negocios, hacer de los centros históricos lugares inhabitables, sucios y degradados, etcétera. Los viejos aculquenses conservaron su pueblo porque ellos sabían que Aculco es diferente. Sigamos siendo así, diferentes, no dejemos que nuestro pueblo siga las modas, sino su propio camino, hagámoslo diferente del resto de México en el respeto a la ley, a las normas de desarrollo, de imagen, de cuidado del medio ambiente, de convivencia.

Si lo piensan bien, verán que lo que hace a Aculco diferente es lo que nos hace enorgullecernos de él.

lunes, 10 de diciembre de 2018

En camino a la ruina: la capilla de Santa Ana Matlavat

Ennegrecida por los escurrimientos de lluvia, con sus paredes desconchadas y cuarteadas, los cabezales de las vigas de su cubierta podridos, sus tejas dilapidadas y rotas, la ventana de su fachada cegada con una lámina corrugada como si fuera un establo o un gallinero, sus vitrales rotos, permitiendo el paso de las palomas al interior del templo, la casa anexa a punto de caer: tal es el lamentable estado de la capilla del pueblo de Santa Ana Matlavat en diciembre de 2018.

A pocos parece importarles que esta capilla sea una de las edificaciones más antiguas de Aculco, quizá en efecto la más antigua. Ningún otro templo en todo el municipio tiene características constructivas tan claramente del siglo XVI: su ábside poligonal, sus almenas en lo alto, la curiosa ventana triangular del testero -herencia de la arquitectura gótica y románica-. Pocos parecen interesado en que este lugar esté ligado a la llamada "peregrinación azteca", como he señalado antes en este blog (si es que en efecto es el Matlahuacallan de las crónicas). A nadie parece decirle algo que este templo a punto de arruinarse contenga uno de los dos únicos retablos barrocos salomónicos de Aculco. Quizá casi nadie sepa que su presbiterio puede tener restos de pintura mural novohispana.

En otros templos de esta región el deterioro suele aparecer más por efecto del tiempo, del uso constante e incluso también por los esfuerzos mal encaminados para preservarlos. Pero parece como los vecinos de Santa Ana hubieran decidido simplemente abandonar esta capilla a su suerte, para que caiga y se olvide. Atravesando el atrio hay otro templo de construcción mucho más reciente, grande, vulgarmente suntuoso y estéticamente horrible, en la que la gente concentra sus cuidados, sin percatarse de que deja que se pierda lo verdaderamente valioso, lo irrepetible, lo que forma la raíz del lugar y que una vez que se destruya jamás podrá reconstruir.

Con todo, sé que hay algunos santanenses que buscan conservar su legado histórico. Este es el momento en que deben actuar, buscando de todas las maneras posibles que la comunidad y las autoridades se involucvren en su conservación y restauración. Sería muy lamentable que la capilla de Santa Ana Matlavat, única y con casi 500 años de vida, muriera en esta generación después de haber visto pasar tantas otras.

miércoles, 21 de noviembre de 2018

Un plano desconocido de la Batalla de Aculco

La casa Louis Morton subastará mañana 22 de noviembre un extraordinario y desconocido plano de la Batalla de Aculco del 7 de noviembre de 1810. Se trata sin duda de una pieza de gran valor histórico, no sólo por su tema y antigüedad (ya que data precisamente de la época de la batalla), sino porque proviene de una fuente distinta a la de otros planos conocidos de aquel enfrentamiento entre insurgentes y realistas, y aporta además información mucho más detallada que aquéllos.

Según el catálogo de la subasta (el que, por cierto, muestra en su portada un fragmento del plano), la pieza está pintada a mano sobre papel, sus medidas son 44 x 33 centímetros. Lleva el título de "Batalla dada en S.Gerónimo de Aculco pr. el Exercito del Rey al de los Reveldes en 7 de Nove. de 1810". Está firmado por su autor, Fermín Reygadas y dedicado al virrey Francisco Xavier Venegas. La mitad superior corresponde propiamente al plano, mientras que la inferior contiene una explicación de los puntos señalados con letras en el dibujo y una extensa nota que dice:

Nota. El Exercito Real estuvo al cargo del Sor. General D. Félix Callexa Brigadier de los Reales Exercitos de S. M. y componía el número de seis mil y quinientos hombres de los Cuerpos: regimiento de la Corona, Columna de Granaderos Provinciales, dos Esquadrones de Lanceros, Dragones de España, México, Puebla, S. Luis, y dos Compañías de Querétaro, con un cuerpo de Patriotas. Toda la Caballería estuvo al cargo del Sor. Coronel D. Miguel Emparan y la Columna de Granaderos al cargo del Señor Jalon. El Segundo General fue el Sor. d. Manuel de Flon: Todos Militares muy acreedores al aplauso de la posteridad. El Exercito de los Reveldes ascendía a más de 40 mil hombres de a pie y de a caballo, pero la mayor parte de Yndios, mandados por el Apostata y sedicioso Cura Miguel Hidalgo, y sus subalternos Ygnacio Allende, Juan y Ygnacio Aldama (hermanos), José Mariano Abasolo, y otros Cabecillas que levantaron el Estandarte de la Rebelión contra Dios, contra el Rey, y contra su Patria y Sangre, en el Pueblo de Dolores en 16 de Septe. de 810. Perdiendo esta acción 8 días después de la de las Cruces.

A su lado, una adición a esta nota, explica, añadiendo además el pitipié o escala, la dedicatoria y la firma del autor:

Otra. Se liberaron en esta Batalla los Sres. D. Diego García Conde, Don Manuel Merino, El Conde de Casa Rul, y otros muchos Europeos que llebaban Prisioneros los Rebeldes, cuyo perberso Gefe prostituido a la barbarie declararon la guerra mas cruel a aquellos mismos a quien pertenecen por origen y sangre, atentando el mas singular que puede hallarse en toda la historia de las naciones. Dedicase al Exmo. Señor D. Francisco Xavier Venégas, Virrey de esta N.E. Reygadas.

El plano, a diferencia de los otros mapas conocidos de la Batalla de Aculco, muestra el encuentro en perspectiva: al fondo se yerguen las cumbres identificadas como "Cerro de Ñadó" y "Cerro Pelón", con la hacienda de Ñadó en sus estribaciones. Más abajo, al centro del plano, se encuentra Aculco: un grupo de casas blancas alineadas alrededor de una iglesia. A la derecha se desarrolla propiamente la batalla. Mientras en una loma rectangular (la loma de Cofradía) los insurgentes despliegan su ejército -con la infantería rodeando un "quadro de caballería" y su artillería en los bordes-, del otro lado del barranco los realistas concentran a sus hombres entre milpas o corrales señalados por líneas punteadas. Además de unas cuantas casas en este lado del campo de batalla, el dibujante agregó las figuras de un realista a pie y otro a caballo, ambos uniformados, sable en mano y con su sombrero montado.

El detalle más curioso es, con todo, la figura que aparece rodeada por un resplandor y marcada con la letra "a" en el ángulo superior derecho. Se trata de una nube en forma de palma, que según algunos relatos de la época apareció milagrosamente en el cielo en varias de las batallas que enfrentaron a los insurgentes con los realistas, indicando la victoria de éstos y la proximidad de la paz. En algún próximo post me gustaría platicarles más sobre estas palmas milagrosas.

Acerca del autor del mapa, lo que se sabe es que era español, leal a la Corona, minero con poca fortuna en en Temascaltepec (aunque representó largos años a ese distrito) y que estuvo prisionero entre los insurgentes justamente en los días de la Batalla de Aculco, lo que lo convierte en testigo privilegiado de los hechos. Gran enemigo de los insurgentes, publicó un "Discurso contra el fanatismo y la impostura de los rebeldes de Nueva España" en 1811, que fue elogiado por su censor, el canónigo Mariano Beristáin y Souza ("ninguno excede en mérito al que escribe y presenta don Fermín Reygadas", escribió al comparar los escritos anti insurgentes de la época). Reygadas elaboró otros mapas, como el "Plano topográfico que comprende el territorio Occidental de México hasta la distancia de 35 leguas" (1810).

La poca resolución de las imágenes con las que cuento me impiden leer lo que indican muchas de las letras del mapa, pero lo que se puede entender indica que se trata de un documento de suma importancia, especialmente para la historia local de Aculco pues el autor muestra un mayor conocimiento del lugar que los autores de los otros planos existentes. Digno de formar parte de la colección de un hipotético Museo de Aculco. Desafortunadamente es inalcanzable para mí: su precio de salida está establecido entre los $70,000 y los $90,000 pesos. Pero ojalá en algún momento pueda conseguir por lo menos una digitalización con más alta resolución para profundizar en su estudio y ofrecerles aquí mismo más información.

¿Qué será de este mapa ahora? Seguramente será adquirido por un coleccionista particular, que lo mantendrá lejos de la vista de los estudiosos durante un buen tiempo, hasta que vuelva a salir a subasta quizá en 20 años. Difícil, aunque no imposible, será que algún acervo documental público o privado abierto a la investigación lo adquiera, haciendo posible entonces profundizar en sus secretos.

miércoles, 24 de octubre de 2018

Las brujas (una leyenda del siglo XIX)

Aquella pequeña bola de fuego se columpiaba en el aire de izquierda a derecha, subiendo y bajando a intervalos irregulares. En efecto, se columpiaba: sólo si pendiera de un hilo podría explicarse aquel movimiento de ida y vuelta, ese vaivén por los cielos. Pero también se alejaba y acercaba, subía y bajaba a distintas alturas o en un segundo retrocedía cientos de metros hasta hacerse apenas perceptible. De pronto, pareció que la bola se había acercado y su luz resultaba más intensa, pero no era así. Se trataba de otra esfera luminosa que se columpiaba de igual manera contra el cielo despejado de aquella noche de octubre. Clavando los ojos en el horizonte, Felipe pudo ver otras muchas luces como aquellas, que a gran distancia se movían semejando luciérnagas.

“Son las brujas”, le dijo Atanasio, y Felipe sintió un escalofrío. Felipe venía de la Ciudad de México, había estudiado en la Escuela Nacional Preparatoria y la filosofía positivista de Gabino Barreda se le había metido hasta las venas, carcomiendo aún su fe en Dios, que juzgaba ahora como simple creencia infantil, indigna de cualquier adulto y más aún de un hombre ilustrado. Felipe se consideraba un científico, sólo creía en la ciencia positiva, tenía por cierto que no había efecto sin causa y que lo que la ciencia no podía explicar simplemente no existía o se debía a errores en la apreciación. El siglo XX estaba por nacer y no podía, no debía sorprender a la humanidad sumida todavía en supersticiones. Aquellas luces que flotaban por el aire serían fuegos fatuos, cualquier cosa... pero ¿brujas, como sugería su amigo?, ¡imposible!

Con ademán pedante, Felipe respondió a su amigo:

-Pero qué interesante fenómeno atmosférico acontece en tu pueblo. Debe tratarse de alguna condensación de electricidad, una suerte de centellas.

Atanasio sonrió, pues en la explicación de Felipe creyó entrever más bien una justificación para alejar su miedo.

-No sé si puedas calificarlo de fenómeno atmosférico, pero yo las he visto de cerca y no me lo han parecido.

-¿De cerca? ¿Qué tanto?

-No más de diez metros.

-¿Y tenían alguna forma o eran simples esferas como se les observa desde aquí?

-No sabría decirlo... Te lo contaré: Cabalgaba de madrugada por el rumbo del cerro de Jurica aquella madrugada. Mis negocios me habían detenido hasta hora muy avanzada en el despacho del administrador de la hacienda de Arroyozarco y regresaba por ese solitario camino a mi casa en Aculco. En medio de la oscuridad, apenas alumbrado el camino por las estrellas que por momentos aparecían entre los celajes del cielo, creí ver a lo lejos una antorcha que se aproximaba por el mismo camino pero en dirección contraria a la mía. Repentinamente, aquella luz avanzo a increíble velocidad hasta detenerse a tiro de piedra de donde yo me encontraba. El caballo se asustó y volvió grupas hacia Arroyozarco. Apenas pude controlarlo, pero parecía tan fuera de sí que desmonté y me dispuse a cabestrearlo. La bola parecía vigilarnos desde el mismo punto donde se había detenido. Despacio, casi imperceptiblemente se fue acercando, poco a poco, hasta que la tuvimos a una distancia realmente corta. El caballo bufaba, los ojos muy abiertos, los ollares dilatados, intentaba arrebatar el cabestro de mis manos y huir. Asustado yo hasta el terror, busqué algo en mis bolsillos y sólo encontré un par de tijeras. Pero entonces una idea brilló en mi mente, aquél ser diabólico debería ahuyentarse ante los símbolos del verdadero Dios. Tomé las tijeras y las puse en cruz. Extendí mi brazo hacia aquella bola de fuego, que por un momento pareció hincharse y después se alejó describiendo extrañas figuras en el cielo hasta perderse de vista. Era tal mi terror que solté el caballo y me tendí en el piso casi desmayado. Pasaron horas y finalmente el alba anunció el nuevo día. Sólo entonces me di cuenta de que había dormido en el borde de una barranca y que, de haber intentado huir en la oscuridad habría caído irremisiblemente al precipicio.

Felipe guardó silencio. La narración y la vehemencia con la que Atanasio narraba su encuentro con aquellas bolas de fuego le molestaban.

-Mira aquella esfera -continuó Atanasio. Esa bruja ha encontrado ya a su víctima. Mira cómo desciende suavemente, en una espiral cada vez más cerrada sobre aquel tejado que ilumina la luna. Ya lo verás: no tardará en desaparecer para mostrarse otra vez en unos minutos, su luz mucho más intensa que ahora.

Tal como Atanasio lo dijo, la luz pareció posarse en tierra y desapareció. Pasaron diez, quince minutos y Felipe guardaba silencio. Parecía murmurar algo, pero ningún sonido salía de sus labios. Cuando la luz brilló nuevamente y se remontó a lo alto, una exclamación de sorpresa rompió el helado silencio.

-¡No es posible..!

Poco a poco, todas aquellas luces fueron desapareciendo. La noche se llenó de calma y a Felipe le pareció que todo había sido un sueño. Las explicaciones científicas volvieron a su cabeza y sonrió de buena gana al recordar el miedo que había sentido antes. Burlándose de sus propios miedos se retiró a dormir, no sin antes pedirle a su caballerango le tuviera ensillado su caballo para su paseo matinal.

***

La hermosa mañana se desparramaba generosa sobre los trigales espigados en la vega de Aculco. El dorado de las milpas contrastaba contra un cielo intensamente azul al que las nubes blancas apenas le restaban limpidez. Jinete en un hermoso caballo retinto, Felipe había atravesado ya el Puente Colorado y después de ejercitar su caballo en los barbechos de los planes, se dirigió hacia la cuesta del camino de Santa Ana, de donde retornó tomando el derrotero del rancho de San José. Lo tenía ya a la vista cuando observó en las cercanías a un grupo que llenaba el pobre portal de una casucha, de la que parecía salir el llanto de varias mujeres.

Felipe ordenó a su caballerango que inquiriera qué sucedía ahí, pues aunque las señales de duelo indicaban sin duda que alguien había muerto, le parecía extraño que todos expresaran su dolor tan ruidosamente. El mozo bajó de su caballo, entregó el cabestro a su amo y se dirigió, chocando las espuelas en las piedras, hasta la entrada del jacal. Con respeto se quitó el sombrero y se dirigió a un hombre acongojado que sentado en un tronco y con la vista perdida tardó en darse cuenta de que alguien le hablaba.

Felipe miraba desde lejos la conversación entre su mozo y aquel hombre. Después de unos momentos, el mozo volvió a calarse el sombrero y con aire apesadumbrado caminó hacia su cabalgadura.

-Dicen, mi señor, que anoche la bruja entró a esa casa y se chupó a la hija de uno de los peones de San José, una niña de diez años.

Volvió entonces a la mente de Felipe el espectáculo de luces que en compañía de su amigo Atanasio había contemplado la noche anterior. Con horror y angustia reflejados en su rostro, se percató en aquel momento de que estaban precisamente en la loma sobre la que había visto bailar las bolas de fuego la noche anterior. Sintió que perdía el aire y después los ojos se le nublaron, recargó su cuerpo sobre la cabeza de la silla y después todo fue oscuridad.

El mozo de estribo llegó a la casa de Atanasio cabestreando el caballo sobre el que venía, de bruces sobre el cuello, el pobre Felipe. Rápidamente lo desmontaron entre varios peones y lo recostaron al interior de la casa en una gran cama de latón. Gracias a las fricciones con alcohol, en algunos minutos recuperó la conciencia. Pero después de eso no habló mucho. Al día siguiente, a pesar de que su amigo insistía en que permaneciera en el lugar hasta su completo restablecimiento, tomó una carretela con rumbo a la estación del tren de Cofradía y partió de ahí de regreso hacia la Ciudad de México. Meses después se supo que había abandonado la Escuela Nacional Preparatoria, retornado a su fe y humildemente se había presentado ante el guardián del monasterio de Churubusco solicitando el hábito de lego.

sábado, 8 de septiembre de 2018

El "altar roto" de Santa Ana Matlavat

Hace ya más de 30 años, cuando comenzaba a interesarme en la historia y patrimonio cultural de Aculco, mi tio Juan Lara Mondragón me habló de lo que él llamaba el "altar roto" de la capilla de Santa Ana Matlavat: un fragmento de retablo colonial colocado en uno de los muros laterales de aquel templo, que era el último resto de la decoración barroca que alguna vez tuvo la parroquia de San Jerónimo Aculco. Sustituida dicha ornamentación hacia mediados del siglo XIX por los altares de estilo neoclásico que hoy tiene, ese altar fue enviado a Santa Ana, donde por fortuna se conservó.

Pocos años después conocí el "altar roto". No recuerdo por qué, pero en aquel momento no llevaba mis anteojos, por lo que en la penumbra de la nave me fue difícil percibir sus detalles. Sólo me quedó el recuerdo del nicho y sus columnas salomónicas. Desde entonces no lo he visto más: cada vez que he regresado a Santa Ana Matlavat he encontrado la capilla cerrada y en creciente deterioro. Es una pena porque se trata quizá del templo que conserva vestigios de mayor antigüedad en todo el municipio. De ello da fe su ábside ochavado y almenado del siglo XVI.

Pero gracias a una fotografia algo borrosa, colgada hace algunas semanas en Facebook, he podido ver nuevamente y con detenimiento este retablo. No es posible estudiar sus detalles ya que la imagen no tiene la calidad para ello, pero sí para darse una idea general de su estado actual y deducir sus características originales.

Estructuralmente, más que "roto", el retablo se observa fragmentado. Se conserva en primer lugar la mesa del altar con sus guardamalletas, róleos, conchas y medallones, y el espacio para el ara. Sobre ella se encuentra el sagrario, lamentablemente ya sin su puerta, flanqueado por dos relieves de gusto manierista. A ambos lados, un par de ángeles atlantes policromados sostienen los pedestales de la columnas. A este mismo nivel, se extiende la predela con relieves fitoformes más allá del ancho de la mesa.

Por encima del sagrario se abre un nicho que en su momento debió albergar la escultura de algún santo. La parte frontal del nicho se halla ornamentada con relieves vegetales y lo mismo sucede con las paredes internas, salvo el fondo. Cubre el nicho un arco abocinado con ornamentación radial que no alcanza a convertirse en una concha.

Las columnas a cada lado del nicho son estilo salomónico, con sus senos bien marcados, basas áticas y capitel corintio. Estas columnas resultan muy esbeltas, especialmente si las comparamos con las del otro retablo barroco salomónico que subsiste en Aculco: el de la capilla de La Concepción. Otra diferencia con aquél (e incluso con la fachada de la parroquia de Aculco) es que en éste las columnas no se presentan en pares.

Las columnas soportan cada una un dado, que es parte de un friso perdido. Una cornisa muy elaborada remata el conjunto, aunque falta la parte centra que debido a la mayor altura del nicho debió formar una curva o polígono como otros muchos retablos de la época. Salvo la mesa, pintada de un desteñido rojo almagre, y los angelitos atlantes, el resto del retablo está dorado. Tiene una altura aproximada de tres metros.

El barroco salomónico se desarrolló especialmente en la segunda mitad del siglo XVII y la primera mitad del siglo XVIIII. Por ciertos detalles tardíos, como la mesa del altar y la esbeltez de las columnas, me parece a mí que el retablo de Santa Ana se podría fechar alrededor de 1750.

Ahora bien. Dado que sólo se conserva fragmentariamente, ¿cómo sería en su origen el retablo completo? La anchura que señalan la cornisa y la predela nos indican casi con seguridad que contó con calles laterales que muy posiblemente enmarcaban pinturas. Además, debido a esa misma anchura, el altar habría resultado desproporcionado de no contar con un segundo cuerpo, o hasta un tercero, o por lo menos un gran remate, por lo que también se puede inferir su existencia. Después de revisar varios retablos contemporáneos, considero que se le pude comparar con uno de los retablos laterales de la iglesia de san Agustín de Oaxaca. Aunque se trata de un retablo bastante importante de tres cuerpos, y es muy posible que el de Santa Ana fuera mucho más humilde, en la estructura del primer cuerpo se pueden apreciar sus semejanzas y con ello imaginar su aspecto original.