martes, 12 de abril de 2011

La biblioteca jesuita de Arroyozarco de 1767, versión virtual



A mediados de 1767, los últimos dos religiosos jesuitas que residían en la hacienda de Arroyozarco abandonaron para siempre esta finca, debido al decreto que expulsó a los miembros de su orden de todos los territorios de la monarquía española. Antes de partir, el hermano Blas Guller y el padre Diego Cárcamo entregaron inventariados hasta el mínimo detalle todos los bienes que resguardaban los muros de la hacienda. Entre ellos, se encontraban 55 volúmenes que conformaban una interesante biblioteca, la cual, aunque subisitió todavía por algunos años (de ello dan fe lo sucesivos inventarios levantados hasta que la hacienda fue subastada en 1810), terminó por perderse irremediablemente al cabo del tiempo.

Desde que conocí estos inventarios me pregunté si sería posible volver a reunir ese acervo adquiriendo los volúmenes en librerías de viejo. Este esfuerzo, por supuesto, requeriría años de búsqueda y varias decenas de miles de pesos para adquirir las obras. Pero además, la parquedad con que fueron enumerados estos libros obligaría a decidirse por una u otra edición de las obras, sin poder tener nunca la certeza de haber escogido la correcta. A final de cuentas, aunque lograra reunirse nuevamente la colección, no sería sino una reconstrucción hipotética de la original. Y ello no tendría quizá más valor en los tiempos actuales que el anecdótico o el sentimental.

Sin embargo, la tecnología actual nos da otra oportunidad de emprender esa tarea de manera ciertamente menos concreta (sobre todo para quienes amamos el contacto con el libro físico), pero más rápida, más fácilmente senmendable y perfectibe, más accesible y menos costosa. Así, la biblioteca de Arroyozarco de 1767 en su versión virtual queda aquí disponible en su primera versión (casi podríamos llamarla un borrador) para quien quiera asomarse a las lecturas que tenían los administradores jesuitas de haciendas de campo a mediados del siglo XVIII. Naturalmente, algunas ediciones pueden no ser las correctas, de otras no hemos hallado en las distintas bibliotecas virtuales consultadas ediciones anteriores a la expulsión de 1767, e incluso una obra, a Vida del padre Gaspar Duruzbic, que se encontraba en un volumen manuscrito, creemos que se ha perdido para siempre pues posiblemente se trataba de un inédito. Aún así, por lo menos ahora es posible tomar algunos de aquellos volúmenes, hojearlos en la computadora y hasta llevarlos a casa en una memoria o un CD. Si bien nada en nuestro corazón reemplazará al viejo libro impreso, por lo menos ahora es más sencillo llegar a su contenido.
B
Del Ynventario de la entrega echa al tiempo del extrañamiento por el P. Diego Carcamo a Don Bernardo Ecala Guller de la Hacienda de Arroyozarco perteneciente a las Misiones de California (AGN, Provincias Internas, vol. 213, exp. 15, f. 201-216, 1767)

LIBROS DE VARIAS CLASES

-Diez y seis tomos de cartas edificantes.
Una obra sin duda interesante para los jesuitas que residían en una propiedad vinculada a las misiones de California. La serie de Arroyozarco estaba, al parecer, completa. En internet sólo hemos localizado seis volúmenes:
Cartas edificantes y curiosas, volumen 1.
Cartas edificantes y curiosas, volumen 2.
Cartas edificantes y curiosas, volumen 5.
Cartas edificantes y curiosas, volumen 11.
Cartas edificantes y curiosas, volumen 14.
Cartas edificantes y curiosas, volumen 16.



-Uno de novelas ejemplares.
Las clásicas novelas ejemplares de Miguel de Cervantes Saavedra; Aquí una edición de 1739 notable por sus grabados:
Novelas exemplares.

-Dos de elogios de coadjutores.
Elogios de algunos hermanos coadjutores de la Compañía de Jesús, del padre Juan Antonio de Oviedo S.J. Seguramente se trataba de las dos partes en que se publicó la obra:
Primera parte.
Segunda parte.

-De viaje de Phelipo Quinto.
Una especie de "crónica oficial" del viaje de este príncipe francés, nieto del Rey Sol, que se conviertó en el año de 1700 en rey de España cuando se extinguió la rama española de los Habsburgo:
Succesión de el Rey D. Phelipe V ... en la corona de España : diario de sus viages desde Versalles a Madrid el que executó para su feliz casamiento, jornada a Napoles, a Milan, y a su exercito, successos de la campaña y su buelta [sic] a Madrid

-De desengaños religiosos.
O más bien Desengaño de religiosos, obra piadosa de sor María de la Antigua de la que se puede consultar en línea el manuscrito, así como versiones impresas:
Manuscrito.
Impreso.

-Cuatro tomos del padre Puente.
Parece ser que la subsivisión en tomos y tratados de las Obras espirituales del venerable padre Luis de la Puente, de la Compañía de Jesús no es congruente en las distintas ediciones que tuvo esta obra. De ahí que sea difícil determinar a cuáles de ellos correspondían los cuatro volúmenes arroyozarqueños. Ponemos aquí los que hallamos disponibles en la red:
Tomo Primero
Tomo Quinto
Tratado Cuarto.
Tratado Quinto

-Cuatro dichos de la Corte Santa.
Esta obra constaba de más de los cuatro tomos inventariados, por lo que seguro estaría incompleta en la biblioteca de Arroyozarco:
Tomo I
Tomo II
Tomo IV
Tomo V
Tomo VI
VII

-Uno de Galateo Español.
Se trata de una especie de manual para conducirse bien en los ambientes cortesanos de la época de Felipe II, obra de Lucas Gracián:
Galateo Español



-Uno de Arte de Cocina.
Sería sumamente interesante intentar hallar en este libro algún uso culinario que haya perdurado en esta región:
Arte de cozina, pasteleria, vizcocheria y conservería

-Uno de formulario de Cartas Misivas.
Libro muy popular y práctico, con reediciones hasta el siglo XIX:
Nuevo estilo y formulario de escribir cartas misivas.



-Uno manuscrito vida del Pe. Gazpar Duruzbic.
No he podido hallar huella de esta obra, y ni siquiera el nombre de este jesuita, quizá debido a que la ortografía de su apellido no es la correcta. Dado que esta obra se hallaba en manuscrito pudo ser inédita, y de ser así su pérdida sería la más lamentable de toda esta biblioteca por su carácter ireemplazable.

-Uno mes mariano.
Obra simbólica, de profundo espíritu barroco, escrita por un fraile del convento de la Cruz de Querétaro:
Mes Mariano : Lección mensal Mystico-Panegyrica

-Una vida y milagros de San Ignacio.
Una obra indispensable en una biblioteca jesuita.
Vida, virtudes y milagros de San Ignacio de Loyola.

-Dos comentarios de Phelipo Quinto.
Puede o no tratarse de esta obra, que coincide parcialmente en el nombre y en la división en dos tomos:
Comentarios de la Historia de España e historia de su rey Felipe V, TOMO I.
Comentarios de la Historia de España e historia de su rey Felipe V, TOMO II.

-Uno del padre Falconi.
Las obras espirituales del venerable padre fray Juan de Falconi, de la orden de la Merced:
Padre Falconi

-Uno de Casa de Campo y Pastoril.
Libro de los secretos de agricultura, casa de campo y pastoril, obra también de carácter práctico aunque no sabemos qué tan útil en un clima tan distinto al que conoció su autor, fray Miguel Agustín, prior de la orden de San Juan en la villa de Perpiñán:
Casa de campo y pastoril

-Dos de don Quijote de la Mancha.
Es válido suponer que se trataba de las dos partes de la obra de Cervantes. Aquí, dos ediciones con hermosos grabados:
Primera parte, 1787
Segunda parte, 1723

-Uno de Florilegio Medicinal.
Obra popular y recomendada en las Instrucciones a los hermanos jesuitas administradores de haciendas, con varias ediciones españolas y mexicanas, escrito por un hermano coadjutor jesuita:
Florilegio Medicinal de todas las enfermedades.



-Uno de Madama Fouquet.
Otro libro de carácter práctico sobre medicina, muy difundido en el siglo XVIII:
Madame Fouquet

-Uno del padre Galluzzi.
Este libro circuló en su lengua original, la italiana, en muchas casas jesuitas de España y América. Aquí, en edición romana de 1734 que perteneció al colegio de Alcalá:
Padre Galluzzi

-Uno de vida del padre Ugarte.
Su título completo es Vida y virtudes de el Venerable, y apostólico Padre Juan de Ugarte de la Compañía de Jesús, Missionero de las Islas Californias. El biografiado fue un jesuita de origen hondureño y el autor un jesuita mexicano. Se imprimió en México en 1752 en la imprenta del Colegio de San Ildefonso. Una copia de esta obra se encuentra en la Biblioteca Nacional de México, pero no es posible todavía consultarla en línea.

-Uno Vida del padre Baldinuzi.
El padre Galluzzi o Galucci, cuya biografía aparece también en el inventario, es el autor de esta obra sobre el misionero jesuita italiano.
Vida del venerable siervo de Dios, padre Antonio Baldinucci

-Uno Cristiano instruido en su ley.
Serie de discursos morales y doctrinales, del padre Paolo Segneri, S.J.
Cristiano instruido en su ley

-Uno Reformación Christiana.
Obra del jesuita Francisco de Castro:
Reformación cristiana, así del pecador como del virtuoso

-Uno Retrato Español.
Esta obra nos es todavía desconocida.

-Uno de la anunciación de Nuestra Señora.
Pudo tratarse de esta obra o una muy parecida:
Romance espiritual : historia sagrada, en que se declara el Mysterio de la Encarnacion del Hijo de Dios y Visitacion de su Santissima Madre a Santa Isabel

-Uno de ejercicios para un día de cada mes.
Curiosa variante -también jesuita- de los ejercicios espirituales de San Ignacio de Loyola:
Retiro espiritual para un día cada mes

-Uno su título Vida Espiritual.
Una obra del jesuita Jean de Bussiere que comienza con la frase "ninguna cosa tenemos tan propia como el tiempo, y de ninguna hacemos mayore desperdicios..."
Reflexiones santas o máximas grandes de la Vida espiritual.

-Cuatro libritos de novelas de varios santos.
Resulta plausible suponer que se trataba de varios tomos del Flos Sanctorum ("flor de los santos") del jesuita Pedro de Ribadeneyra:
Primera parte
Segunda parte
Tercera parte
Cuarta parte

jueves, 31 de marzo de 2011

La (casi) desaparecida Casa del Diezmo


La esquina de la Casa del Diezmo en la actualidad, en Google Street View.


La construcción que se ubica en la esquina noreste del cruce de las calles de Morelos y Matamoros, desde que recuerdo, nunca llamó la atención. Sus fachadas de piedra blanca de Aculco y un solo nivel de altura mostraban unos cuantos vanos angostos -varios de ellos tapiados- y sus planos se continuaban con los inmuebles vecinos sin interrupción, por lo que resultaba difícil precisar dónde empezaba y dónde acababa su solar. Ni siquiera la mampostería de de estos muros aparentaba ser demasiado antigua, quizá a causa del rajueleado aplicado en épocas recientes. Y si por fuera por lo menos mantenía en pie sus paredes, por dentro parece ser que casi nada antiguo subsistía ya.

Pese a esta sencíllísima apariencia, al pasar junto a ella no podía evitar el detener la mirada un momento, tratando de interrogar a sus piedras y hallar, siempre sin lograrlo, algo que la relacionara con su hermoso y tradicional nombre de "Casa del Diezmo".


La apertura de esta accesoria significó el ensanchamiento de un vano antiguo y la colocación de una trabe de concreto como dintel.


En efecto, en este sitio se encontraban los almacenes en que la Iglesia colectaba y guardaba las semillas que los vecinos de la jurisdicción parroquial de Aculco entregaban como diezmo, un impuesto que consistía en la décima parte de los frutos de la agricultura o de la ganadería obtenidos cada año, que servía para el mantenimiento del convento, el templo, los frailes y los ministros de cada población. Sin embargo, en la Nueva España el diezmo era cobrado directamente por los funcionarios civiles de la Corona, pues era ésta la encargada directamente de erigir, dotar y mantener las iglesias y parroquias.


Uno de los vanos antiguos que subsisten en el muro de la calle de Morelos.


Como siempre ocurre, más que para los pobres, este impuesto era molesto para los grandes propietarios, por lo que a partir de la independencia se esforzaron por erradicarlo, lo que finalmente lograron al derogar su obligatoriedad con las Leyes de Reforma. Permanece sin embargo hasta la fecha como uno de los mandamientos de la Iglesia, el quinto: "Ayudar a la Iglesia en sus necesidades, ofreciendo el diezmo anual", aunque naturalmente no es ya de un 10%, sino lo equivalente a un día de trabajo.


Campana mayor de la parroquia de Aculco.


Cuenta la tradición que la aculquense Casa del Diezmo sirvió, a fines del siglo XVIII, para fundir la campana mayor del templo, bautizada como "Nuestra Señora de los Dolores", en 1788.


También junto a la calle de Morelos, junto al Hotel Chávez, sobrevive un vano tapiado de la antigua Casa del Diezmo.


Por lo menos hasta 1918 la Casa del Diezmo (que por obvias razones también era conocida como la Troje del Diezmo) permaneció en manos de la parroquia de Aculco, pero debe haberse convertido en propiedad particular pocos años después, quizá a consecuencia de la persecución de 1926-1929. Los inventarios levantados en aquel año señalan un magro ajuar y ninguna existencia de semillas u otros productos:

TROJE DEL DIEZMO.
1 Saranda para cernir maíz.
Varias tablas.
1 Mesa, rinconera.
1 Crucifijo, tamaño de una vara.
2 Percheros madera.


El antiguo inmueble debe haber decaído después ya que, como mencioné líneas arriba, mostraba ya desde hace casi cuatro décadas muy pocas huellas de su antigüedad y función original. Pero aún esos pocos restos han ido desapareciendo en los últimos años, al construirse accesorias con grandes entradas que mutilaron sus vanos originales, y una planta alta que abre sus ventanas a la calle de Morelos. Con ello, lo mejor que restaba de la Casa del Diezmo, sus gruesos muros de piedra blanca, han perdido ya mucho de su original dignidad.


En los últimos años, la Casa del Diezmo no ha dejado de transformarse. Obsérvese la nueva planta alta y el vano tapiado que existe entre las accesorias, sobre el que se empotró la placa con el número "14B".

martes, 22 de marzo de 2011

Las estaciones del Viacrucis


Una de las estaciones del muro norte del atrio.


El visitante atento seguramente habrá advertido que, adosados a los muros interiores del atrio de la parroquia de Aculco, existe una serie de nichos que albergan una cruz en su interior. Aunque no falta quien los haya creído vestigios del cementerio que existió en este lugar hasta la década de 1950, se trata en realidad de las estaciones del Via crucis, es decir, representan los catorce momentos significativos que la tradición cristiana señala en el camino de Jesús desde su aprehensión hasta que fue sepultado:


Dos estaciones y el muro atrial en esta fotografía tomada desde la torre del templo en la década de 1940.


Primera Estación: Jesús es condenado a muerte.
Segunda Estación: Jesús carga con la cruz.
Tercera Estación: Jesús cae por primera vez.
Cuarta Estación: Jesús encuentra a su madre.
Quinta Estación: Jesús es ayudado por Simón el Cirineo a llevar la cruz.
Sexta Estación: La Verónica limpia el rostro de Jesús.
Séptima Estación: Jesús cae por segunda vez.
Octava Estación: Jesús consuela a las mujeres de Jerusalén.
Novena Estación: Jesús cae por tercera vez.
Décima Estación: Jesús es despojado de sus vestiduras.
Undécima Estación: Jesús es clavado en la cruz.
Duodécima Estación: Jesús muere en la cruz.
Decimotercera Estación: Jesús es bajado de la cruz y puesto en brazos de María, su madre.
Decimocuarta Estación: Jesús es sepultado.



Una de las estaciones originales.


Los monumentos que señalan las estaciones en el atrio aculquense son sumamente sencillos: están formados por un nicho practicado en el muro, reforzado por un enmarcamiento de madera, que alberga una cruz de cantera rosa apoyada en una larga peana del mismo material, en la que destaca por su tamaño y mayor ornamentación la "tablilla" del INRI. Sobrepuesto al muro y más amplio que el nicho, un marco de cantera blanca aplanada con cierre curvo, que se prolonga hasta el piso a través de una especie de pedestal-guardamalleta, produce un efecto de abocinamiento. Por su falta de ornamentación siempre he creído que son posteriores a la etapa barroca y que datan del siglo XIX, si bien la traza de los mencionados pedestales mixtilíneos podría indicar, quizá, una fecha anterior.


Estación de reciente factura, una de las construidas para completar las catorce.


Actualmente son visibles doce estaciones del Via crucis. Dos más, que se encontraban junto al muro de la antigua capilla de la Tercera Orden, quizá subsisten aún, ocultas por las buganvilias que fueron plantadas en 1974 junto a ese muro. De la docena que se puede contemplar no todas son originales, pues hace ya varios años se quiso completar su número y fueron construidas varias nuevas estaciones siguiendo con detalle el modelo de las antiguas. Se puede distinguir unas de otras por la calidad de los acabados y por la ausencia del enmarcamiento de madera en las más recientes.


Estaciones que se encontraban adosadas a lo que fue la fachada de la capilla de la Tercera Orden, actualmente perdidas.


ACTUALIZACIÓN 24 de octubre de 2011: Las mismas estaciones que estuvieron adosadas a la capilla de la Tercera Orden, en un dibujo de 1838.

Es de advertirse que en los sitios en que fueron construidas las nuevas estaciones no existían vestigios de la existencia de otras anteriores, lo que muestra cierta irregularidad en la disposición de las originales y que su número posiblemente, era de diez y no de catorce, como cabría esperar. Se puede aventurar una hipótesis para explicar ambas situaciones: quizá las capillas posas que se encuentran en los cuatro ángulos del atrio servían también como estaciones (con lo que quedaría completa la catorcena) y el mayor o menor número de monumentos colocados entre las posas respondería a la intención de adjudicar, a cada una, cierta estación de especial importancia o significado. Las estaciones se distribuían de acuerdo con el carácter procesional del atrio, de manera contraria a las manecillas del reloj; de tal manera, siguiendo nuestra idea, la estación de la capilla posa noreste pudo estar dedicada a la primera caída, la noroeste a la segunda caída, la suroeste a la tercera caída y la cuarta a la muerte de Jesús en la cruz. Es sólo una hipótesis que deberá demostrarse al analizar viejas fotografías y determinar cuál era en realidad el número original y disposición de las estaciones del atrio parroquial de San Jerónimo Aculco.


Esta fotografía muestra las dos últimas estaciones del Via crucis, que son las que muestran una disposición más irregular -se hallan casi contiguas- y sus características constructivas difieren ligeramente del resto, lo que parece explicarse por las remodelaciones y variaciones del nivel del piso.


ACTUALIZACIÓN 24 de octubre de 2011: La misma estación de la fotografía anterior, en este detalle de un dibujo de 1838.

 

miércoles, 16 de marzo de 2011

El Molino de Arroyozarco como locación cinematográfica


Cartel de la película "Eva y Darío".


Hacia el año de 1973, el Molino de Arroyozarco -que albergó en las segunda mitad del siglo XIX la fábrica textil "El Progreso" productora de casimires y otros productos de lana- se hallaba en un lamentable estado de conservación, quizá en el momento de mayor abandono que ha llegado a tener este enorme inmueble. Por fortuna, fue entonces cuando lo adquirió su actual propietario, el Dr. Jorge Girault, quien a lo largo de los años ha venido restaurando algunas de sus secciones y deteniendo el deterioro en el resto, aún cuando la nave principal de la vieja fábrica continúa destechado hasta la fecha, como lo ha estado quizá ya por un siglo.


El área del Molino de Arroyozarco que sirvió como locación, en su estado actual.


No sabemos si antes o después de esa compraventa, pero precisamente en aquel año, el Molino sirvió como locación para una rara película titulada "Eva y Darío". El filme, totalmente prescindible, utiliza un lenguaje que va de lo realista a lo simbólico y se centra en las dificultades sexuales entre los jóvenes protagonistas. Las ruinas del Molino de Arroyozarco son el lugar de sus encuentros y el sitio en el que intentan, sin lograrlo, consumar su unión. Esta escena, que se puede ver en Youtube presionando aquí, se acerca al surrealismo al mostrar a un actor haciendo el papel de Dios, parado en el hueco de una de las ventanas, a una serpiente como símbolo del mal arrastrándose entre las piedras caídas y un par de maderos clavados en forma de cruz.








Cuatro imágenes de "Eva y Darío": la nave de la antigua fábrica, los protagonistas con el cerro de Jurica y el vaso de la presa del Molino perceptibles a través de la ventana, "Dios" en uno de los vanos y los actores en otro lugar del inmueble.


Para nosotros, el mayor valor de esta película es simplemente el documental, ya que retrata el edificio en estado prístino -antes de las restauraciones y adecuaciones del Dr. Girault- y nos permite apreciar el lamentable estado del que fue rescatado, pero también algunas pérdidas como los aplanados del interior, que quiza tuvieron decoraciones murales policromas como las que son perceptibles todavía en el exterior. Incluso, la parte inicial de la obra nos ofrece una vista general del inmueble visto desde el vaso seco de la presa que, sin duda alguna, debemos contar entre las imágenes más hermosas de lugares de nuestro municipio llevadas a la pantalla grande.


Vista general del Molino de Arroyozarco.




FICHA TÉCNICA DE "EVA Y DARÍO"
(Tomada del sitio del CONACULTA)

Tipo de producción/Type of Production
Largometraje/Feature

Año de producción/Production Year
1972

País/Country
México

Duración/Running Time
85 min.

Dirección/Director
Sergio Véjar

Guión/Screenplay
Eduardo Luján, Sergio Véjar

Fotografía/Cinematography
Rosalío Solano

Edición/Editing
Carlos Savage

Sonido/Sound
Francisco Alcayde, Ramón Moreno

Música/Music
Raúl Lavista

Dirección de arte/Art Direction
Raúl Serrano

Compañías productoras/Production Companies
Estudios Churubusco Azteca, Tucsa

Formato/Format
35 mm

Reparto/Cast
Vania Véjar, Héctor Ibarra, Joaquín Cordero, Ana Luisa Peluffo, Lilia Michel, Leticia Perdigón, Cecilia Leger, Arturo Beristáin, José Martí, Mel Vallari, Ángel Di Stefani, Norma Lazareno, Manuel Cepeda, Antonio Cordero, Rocío Palacios, Guadalupe Barrera, Lupita Vidal Pelusa, David Cordero

Locación/Location
San Juan del Río, Querétaro; Distrito Federal (Zona Rosa, Estación Insurgentes del Metro, Patinerama)


Los jóvenes Eva y Darío son novios. En unas ruinas él trata de poseer a Eva sin lograrlo por que se le aparece Dios. Ella lo rechaza y él va con una prostituta y con un médico sin resultados. Por fin encuentra a Silva. Una mujer madura que le enseña que hacer el amor es parte de la realización del ser humano. Tras esa elección busca a Eva y vuelve con ella a las ruinas. Ahora sí puede hacerle el amor.

viernes, 25 de febrero de 2011

Santa Ana Matlavat: un posible punto de la peregrinación azteca

Vista de la capilla de Santa Ana Matlavat desde la parte posterior, como estaba en 1995.

A escasos siete kilómetros al norte de la cabecera de Aculco y dentro de su territorio municipal, se encuentra el antiguo pueblo de Santa Ana Matlavat. Sitio al que en documentos del siglo XVIII se le llama también Santa Ana de la Cañada, debido al gran tajo que nace cerca del cerro de Jurica, en Arroyozarco, y que extendiéndose de oriente a poniente se interpone a medio camino entre aquellas dos poblaciones.

El pueblo de Santa Ana, no obstante su reducido tamaño (hacia 1712 su población no llegaba quizá a los ocho indios tributarios según la Composición de Tierras que se conserva en el Archivo Histórico Municipal), es uno de los más antiguos de la región. De ello da fe en primer lugar el ábside ochavado y almenado de su capilla, indudablemente del siglo XVI, que quizá fue en su origen una capilla abierta aislada. Pero es sobre todo su posible relación con la ruta de la peregrinación de los aztecas hacia el Valle de México lo que podría remontar su origen a unos novecientos años en el pasado.

El glifo de Matlahuacallan como punto de estancia de los aztecas durante su peregrinación hacia el centro de México, Códice Azcatitlán, l. 6 (detalle).

En efecto, Paul Kirchhoff identificó a Santa Ana Matlavat con el Matlahuacallan ("lugar de los matlahuacales", es decir, redes con armazón rígida) o Tematlahualco ("lugar de los poseeores de redes con [las que se lanzan] piedras", esto es hondas) que mencionan las crónicas del éxodo mexica, tales como los Anales de Cuautitlán. El notable etnólogo alemán fue incluso más allá, al pensar que este pueblo podría ser el mismo de Acahualcingo o Acahualtzinco que otras relaciones históricas mencionan en lugar de aquellos parajes. Tras estudiar diversos documentos, en particular mercedes de tierras otorgadas en las últimas dos décadas del siglo XVI en esa zona, es seguro afirmar que se trató de sitios distintos, y que San Jerónimo Acahualcingo se situó escasos kilómetros más hacia el noroeste, muy cerca de San Antonio Polotitlán. Esta discusión no es intrascendente, pues en Acahualcingo, los aztecas “ataron por primera vez la cuenta de sus años”, es decir, comenzaron a medir sus ciclos de 52 años a la manera mesoamericana. Un hecho que simboliza el abandono de las costumbres de los grupos del norte de donde procedían y la adopción de las costumbres más refinadas del centro de México. En su Memorial breve de la fundación de Culhuacan, el cronista indio Domingo Francisco de San Antón Muñón Chimalpahin registra este hecho en el ome acatl xihuitl, año 2.caña, el 1091 de la cuenta occidental, "Nican ypan in yn icceppa yancuican oncan quilpillico yn inxiuhtlapohual huehuetque mexica azteca teochichimeca oncan yn Acahualtzinco ynahuac S[an] Juan del Río.”. Es decir, "aquí en este [año] cuando [por] primera vez primeramente lo atan el su amarre de años los ancianos mexis aztecas teochichimecas allá en el Acahualtzingo cerca de San Juan del Río".

Cruz pasionaria en el remate de la fachada.

Mencionamos líneas arriba que la raíz etimológica principal del nombre Matlavat parece ser matlatl, "red". Sin embargo, creemos que otra posibilidad es la palabra matlactli, que en náhuatl significa "diez". Eso explicaría el numeral 10 representado con círculos en la base de piedra de la cruz pasionaria que corona la fachada de la capilla de este pueblo. Pero si observamos el peculiar labrado de esta base, notaremos que también podría referirse por sus formas al glifo calli, "casa", que agregado al numeral nos daría una fecha calendárica mesoamericana: matlactli calli xihuitl, esto es, "año 10.casa". ¿Es éste el nombre original del pueblo de Matlavat, Matlactli-calli? ¿O la piedra en cuestión es una simple fecha, como las que al modo prehispánico fueron labradas en varios conventos del siglo XVI. En este último caso, y tomando en cuenta los ciclos de 52 años del calendario indígena, podría referirse a los años de 1541 ó 1593 y señalaría quizá la fecha de edificación de la primitiva capilla.


Glifos calendáricos con la cifra 10.casa del Codex mexicanus. Compárense con el pedestal de la cruz pasionaria.

Como ya dijimos, sospechamos que el templo de Santa Ana Matlavat debió ser en su origen una capilla abierta aislada -tipología arquitectónica descubierta y estudiada por el arquitecto Juan Benito Artigas- que se refiere a los templos de las primeras etapas de la evangelización que contaban con un presbiterio techado que se abría hacia el atrio, el cual funcionaba como nave descubierta, y que no eran anexos de una casa conventual o una iglesia techada. Lo creemos así pues el presbiterio -con su ábside ochavado, almenas en el remate, ventana triangular en el testero y cubierta plana sostenida por vigas sobre grandes zapatas- parece ser obra del siglo XVI y anterior a la edificación de la nave, fachada principal y torre.

Ábside ochavado y almenado de la capilla.

Sobre éstas últimas, hay que señalar que se cuentan entre las más sencillas de todos los templos virreinales del municipio. La nave, con una sola ventana en el muro de la derecha, se apoya en tres contrafuertes en cada costado y está cubierta de teja. La fachada principal adopta una curiosa forma piramidal a causa de los contrafuertes inclinados a cada lado y el piñón escalonado del remate, coronado por la cruz pasionaria ya mencionada. A la altura del coro, se abre una sencillísima y pequeña ventan con cerramiento curvo, protegida en la parte superior por una tosca moldura. El acceso se abre bajo un arco apenas moldurado apoyado en impostas soportadas por las poco adornadas jambas. Encima, un cornizuelo descentrado recalca la ingenuidad del conjunto. Es notable la puerta, casetonada y con cruces en sus dos hojas. La torre se desplanta sobre un basamento de la misma altura de la portada, sobre el que se escalonan tres cuerpos de mayor a menor, separados por cornisas, abiertos en sus lados por arcos, con remates quizá de intención ya neoclásica en el segundo cuerpo y un orbe con cruz en la cúspide.

Vista general de la fachada principal. Obsérvese su silueta "piramidal".

Ventana del coro y acceso a la capilla.

Torre de la capilla.

En el atrio, limitado apenas por un murete de poca altura, se encuentra la cruz atrial, sobre un basamento escalonado, resaltado al frente, que, como ocurre con la fachada, le asemeja a una pirámide. En la cara que mira hacia la capilla se abre la hornacina característica de este tipo de monumentos en los pueblos mazahuas y otomíes de los estados de México y Querétaro.

Vista frontal de la cruz atrial.

Aunque no aparece en estas fotografías, al interior de la capilla existe uno de los dos retablos barrocos que sobreviven en el municipio. Se trata de un altar lateral, incompleto, con una hornacina y un par de columnas salomónicas, todo dorado y policromado. Según la tradición, procede de la parroquia de San Jerónimo y fue traído aquí a mediados del siglo XIX, cuando la moda neoclásica reemplazo su decoración original y los despojos que se hallaban en mejor estado de conservación fueron repartidos entre las capillas de la jurisdicción parroquial.

Muro lateral de la nave, apoyado en contrafuertes. Nótese la ausencia de vanos de iluminación.

Frontera a la antigua capilla de Santa Ana Matlavat se comenzó a edificar hace ya varias décadas un nuevo templo de mayo capacidad. Tratando de imitar las formas coloniales sin cuidar las proporciones, técnicas y materiales constructivos, el resultado no podía ser demasiado bueno. Así, su torre de cantera rosa con machones esquineros de mal colado concreto aparente indican descuido en su concepción y construcción; la cúpula acristalada, con su esmirriada e inútil linternilla, es un engendro a medio camino entre la arquitectura tradicional y la contemporánea; la fachada inconclusa con tres accesos es todavía una incógnita y el muro atrial, de arcos invertidos de tabicón con el resalte de los castillos de concreto aparente es ejemplo de un neobarroquismo pobre, ramplón y triste. No podían faltar para complementar el lamentable conjunto el abigarrado grupo de postes de luz y de teléfono, cables, transformadores, botes de basura y tinacos.



Dos vistas de la capilla nueva de SAnta Ana Matlavat.

NOTA: La mayor parte de las fotografías de Santa Ana Matlavat son de Víctor Manuel Lara Bayón.

FUENTES: Kirchhof, Paul. “¿Se puede localizar Aztlán?” en Monjaras-Ruiz, Jesús et al. (recopiladores). Mesoamérica y centro de México. México, 1985. INAH. Pág. 331.

martes, 8 de febrero de 2011

El Hospital Concepción Martínez

El Hospital Concepción Martínez a principios de la década de 1960.

Desde 1954, por decreto de la legislatura estatal, el antiguo pueblo de San Jerónimo Aculco lleva el nombre de Aculco de Espinosa (así, con "s"), en honor a don Ignacio Espinosa Martínez, oriundo de este lugar, quien a su muerte donó parte de su gran fortuna para diversas obras de beneficencia. Don Ignacio, hay que recordarlo, formaba parte del grupo de inversionistas que encabezados por Roberto García Loera adquirieron en 1917 el Ingenio de San Cristóbal, en Veracruz, y gracias a ello vio crecer su ya importante patrimonio. Ello le convirtió también en el personaje más destacado de Aculco en las décadas de 1940 y 1950, si bien mucho de su actuar en el pueblo lo hacía indirectamente, a través de su hermano Mateo que a diferencia de él sí residía en el pueblo.

Patio del Hospital Concepción Martínez en 1959.

El principal legado de don Ignacio a su pueblo natal fue el hospital bautizado con el nombre de su madre, Concepción Marínez, dotado con más de tres millones de pesos de aquella época el 7 de julio de 1953, que inició operaciones en 1956 en un edificio de nueva planta situado en la calle de Matamoros no. 4. Aunque de pequeño tamaño, su equipamiento era de primer nivel, por lo que rivalizaba con los establecimientos hospitalarios incluso de la capital del estado. Sin embargo, largos años de administración deficiente lo llevaron a cerrar sus puertas en la década de 1980.

Exterior del hospital en la actualidad. Frente a su fachada, la antigua casa del padre José Canal.

Por fortuna, un grupo de aculquenses encabezado por los señores Carlos de la Vega Parks y Jorge Lara Morales iniciaron entonces un gran esfuerzo por mantener sus puertas abiertas que se sostiene hasta la fecha. Con recursos más modestos que en su origen -ya que su patrimonio había sido dilapidado, sus activos físicos saqueados e incluso parte de su solar vendido para cubrir deudas- contaron en su tarea con el invaluable auxilio de la congregación de religiosas Hijas de María Madre de la Iglesia.

Pasillo del hospital en la actualidad. Nótese que los corredores han quedado cerrados hacia el patio.

Así, en la actualidad, junto con la atención hospitalaria que se da al público con un costo de recuperación que resulta realmente simbólico, la Fundación de Asistencia Privada Concepción Martínez, I.A.P. promueve cotidianamente la presencia brigadas de salud que han permitido la realización de cirugías a personas de bajos recursos. Esto, además del funcionamiento de una Casa Hogar a cargo de las religiosas.

El frondoso y bien cuidado jardín invita a pasear.

Hace pocos meses tuve la oportunidad de recorrer el establecimiento y la impresión fue inmejorable: aunque en mucho parece todavía anclado en la década de 1950 en que se construyó, el inmueble luce inmaculadamenet limpio, cuidado con mimo y esmero. En su última renovación se dio una reubicación general de las áreas tanto operativas como administrativas, lo que sin duda constribuye a su eficiencia. Los corredores fueron cerrados y acristalados, algo que resultaba indispensable por el clima de Aculco y los requerimientos de higiene de una institución de su naturaleza. El jardín es una delicia y la capilla, que guarda un fragmento del antiguo altar mayor de la parroquia, luce con mucha dignidad.

Capilla con el fragmento del antiguo altar mayor neoclásico de la parroquia.

Si bien el Hospital Concepción Martínez no es un edificio histórico en sentido estricto, guarda como ningún otro la memoria de uno de los más generosos hijos de este pueblo. Su arquitectura, aunque con inequívocos rasgos de modernidad, es un buen ejemplo de la adecuada incorporación, sutil, amable y sin estridencias, respetuosa del entorno, las tradiciones constructivas y los materiales locales, de un edificio contemporáneo en el tejido urbano histórico del pueblo.

Por cierto, el hospital aparece en el anuncio de la Secretaría de Salud federal sobre la vacunación contra la influenza, que puedes ver aquí



Dos vistas más de los jardines

ACTUALIZACIÓN, 1 DE MARZO DE 2012

Dos interesantes fotografías del Hospital Concepción Martínez.

Vista general del hospital, desde su parte posterior. Foto tomada de Estampas de Aculco.

Una capilla interior construida no hace muchos años en los anexos del hospital habitados por las religiosas. Foto tomada del sitio Colecta Aculco 2009.

Otra vista de la capilla interior. Fotografía tomada del blog A Maryland Chicana.

ACTUALIZACIÓN, 3 DE ABRIL DE 2025:

Dis interesantes fotos más: