viernes, 13 de febrero de 2009

Pinturas murales de Ernesto Icaza II

Continuando con la serie dedicada a las pinturas murales de Ernesto Icaza en la hacienda de Cofradía, hablaremos ahora de la segunda de éstas, de acuerdo, repetimos, al orden en que las presenta Luis Ortiz Macedo en su libro Ernesto Icaza, el charro pintor.

Mural 2

En esta pintura aparecen seis caballos en libertad en una pradera a inmediaciones de un arroyo. No se observan figuras humanas. Según la tradición, se trata de los caballos más estimados de don Macario Pérez, que de izquierda a derecha son: un caballo rosillo, lucero, dosalbo delantero y trasero de la mala; un caballo moro o rosillo aceitero, dosalbo trasero; un caballo alazán jilote, lucero, unalbo trasero de la mala; un caballo colorado, lucero, unalbo trasero de la mala; un caballo alazán tostado, cara blanca y, finalmente, un caballo tordillo melado.



La imagen superior proviene del libro de Ortiz Macedo. Inexplicablemente, no se encuentra reproducida entre las fotos que acompañan al texto de Xavier Moyssén.

martes, 10 de febrero de 2009

Pinturas murales de Ernesto Icaza I

Como ofrecimos en nuestro anterior post, comenzamos ahora una pequeña serie dedicada a las pinturas murales de Ernesto Icaza en la hacienda de Cofradía. Para comenzar, debemos remitir a nuestros lectores a los dos estudios que se han hecho sobre estas obras: Pinturas murales de Ernesto Icaza, de Xavier Moyssén, publicado en el número 34 de los Anales del Instituto de Investigaciones Estéticas y disponible para su consulta en línea, así como Ernesto Icaza, el charro pintor, de Luis Ortiz Macedo, editado en la colección "circulo de arte" del CONACULTA. Lamentablemente, el libro de Ortiz Macedo presenta las obras en un formato muy pequeño, mientras el texto de Moyssén las incluye en blanco y negro y, en el caso de ambas, se reproducen incompletas.

Mural 1

Este mural es quizá el más importante e interesante de todos, no sólo por sus dimensiones y por la cantidad de personajes montados que aparecen retratados en él (14), sino por la calidad y detalle con los que Icaza lo pintó la escena. En realidad, se trata de cinco escenas de distintos momentos relacionados con la faena del herradero, ubicadas en distintos planos dentro de un mismo corral. De izquierda a derecha, se observa en primer lugar a un jinete coleando un toro, auxiliado por otros dos vaqueros, enseguida, parecen dos vaqueros arreando un toro, uno de ellos al galope, y uno más intentando azuzarlo con su sombrero, mientras un cuarto hombre a pie corre a protegerse tras un burladero. En primer plano, la tercera escena muestra el momento en el que los vaqueros derriban un toro, mientras, a la derecha y un poco retrasada, la cuarta escena presenta el momento justo en el que un vaquero impone el fierro de marcar en la paleta del animal. En el extremo de la obra, un jinete sobre una mula lanza su lazo hacia un toro que aparentemente escapa libre, tras ejecutarse la faena.



Este mural aparece completo en el libro de Ortiz Macedo, como se puede advertir en la foto superior. No así en el de Moyssén, en el que sólo aparecen completas las escenas 2, 3 y 4, como se observa en la siguiente foto.



Es difícil apreciar verdaderamente la escena en su conjunto en estas malas fotografías. Por ello, resultará interesante concentrarnos en algunos de los detalles capturados en las siguientes fotografías, cortesía del Dr. Jorge Girault.

El personaje más cercano al observador este vaquero, jinete en un caballo tordillo de hermosa estampa. Aparece montado con aplomo, llevando correctamente en su mano izquierda la rienda y la reata, mientras en la derecha lleva la lazada. La silla es de esqueleto, de fuste buchón con enreatados blancos (que tanto le gustaban a Icaza). El charro no porta chaparreras, sino un traje azul-grisáceo de tapabalazo de gamuza, sin aletón. El bigote gris indica que es un hombre ya entrado en años, posiblemente el caporal que dirige toda la faena.

En este detalle, dos charros estiran con sus reatas a cabeza de silla a un toro lazado por la cabeza y las manos, mientras un tercero a pie lo hierra con la marca de la hacienda. Los jinetes montan sendos caballos colorados, el primero con una silla de cantinas, fuste "Zaldívar" (cuya invención se atribuye al propio Ernesto Icaza) Y enreatados blancos. Este charro porta chaparreras y un sombrero de fieltro. El orto jinete, que se ve de espaldas, lleva también chaparreras, sombrero de palma y chaqueta de gamuza.


Este detalle es un complemento de la escena anterior, y muestra al charro que estira a cabeza de silla al toro lazado por las patas. Monta un caballo alazán, lucero, unalbo bajo trasero de la mala, ensillado con una silla de esqueleto sin sudaderas y con fuste de cabeza de bola.

Según la tradición oral, al ejecutar estos murales Icaza retrató a la gente que en efecto trabajaba en la hacienda de Cofradía por aquellos años. Ciertamente, algunos de los personajes muestran rasgos característicos que podrían identificarlos con personas reales. Uno de estos personajes, el más enigmático, es la mujer que asoma a puerta de corral. Vestida con falda de montar de gamuza, rebozo azul en bandolera y sombrero femenino, monta un caballo ya de color indeterminado por lo desvaído, extrañamente adornado con moños en la cabezada, el pechopretal y aún en el fuete que lleva la mujer en la enguantada diestra, mano con la que también sostiene la rienda. ¿Quién es ella? ¿Qué hace tan cercana a una faena peligrosa? Preguntas quizá imposibles de responder.

lunes, 9 de febrero de 2009

La hacienda de Cofradía y sus murales

Publicidad de la hacienda de Cofradía en el libro Toluca antigua y moderna / Álbum descriptivo del Estado de México (1901).

La hacienda de Cofradía tiene su origen en tierras pertenecientes a la nobleza otomí, cedidas más tarde (en el siglo XVII) por la india cacique Rosa María Francisca de los Ángeles a la Cofradía de la Purísima Concepción (de indígenas) fundada en la entonces vicaría y hoy parroquia de San Jerónimo Aculco.

Conforme a la Ley de desamortización -privatización- de los bienes comunales y de "manos muertas", promulgada en 1856, los bienes de las cofradías pasaron a propietarios particulares, en el caso de esta hacienda a las de la familia Romero, y poco despúes a don Ramón Pérez, administrador de la hacienda de Arroyozarco, quien la heredó a su familiar Macario Pérez, el primero de este nombre.

Macario Pérez Sr., también administrador de la hacienda de Arroyozarco, pasaría a la historia local como el prototipo del hacendado porfiriano: cruel, ventajoso, comprador de jueces, y con muchos "ahijados" sin padre conocido... Entre los cuatro hijos que sí reconocio se encontraba una niña, hija de Velina Romero: Sara. Años después, en 1903, se convirtió en esposa del que sería caudillo iniciador de la Revolución Mexicana, Francisco I. Madero.

La muerte de Macario Pérez en 1909 dejó la hacienda de Cofradía en propiedad de sus hijos y administrada por uno de ellos: Macario Jr. Fue él quien le dio mucha de su fisonomía actual, entre otras cosas con la elaboración de los diez murales que el pintor charro Ernesto Icaza ejecutó en los años de 1910, 1916, 1920 y 1923 -aunque Luis Ortiz Macedo opina que datan de entre 1908 y 1913- en los corredores del patio principal. Aunque el mayor, no es éste su único tesoro. En lo que se refiere a lo arquitectónico, el patio de la hacienda de Cofradía guarda la más hermosa serie de columnas toscanas que existe en el municipio, y el portal exterior de la casa principal es una bella muestra del trabajo de los canteros de principios del siglo XX.

En lo que respecta a lo histórico, la propia hacienda es en sí misma un documento, pero existe además en ella, empotrada en un muro de la capilla, la gran piedra con la leyenda "Aquí celebrando misa", sobre la que supuestamente el cura Miguel Hidalgo celebró la eucaristía en visperas de la Batalla de Aculco del 7 de noviembre de 1810. Esta piedra fue llevada de su emplazamiento actual desde el punto conocido como "El Salto".

Después de Macario Pérez, la propiedad -ya muy mermada por la reforma agraria, pues quedó reducida prácticamente al casco de la hacienda- fue vendida a don Armando Hernández, banquero, en cuya descendencia se conserva. Don Armando remodeló algunas viejas trojes para convertirlas en habitaciones, capilla, etc., y construyó las chimeneas que alegran los tejados de la vieja casa.

Lamentablemente, parece ser que el interés de sus actuales propietarios por la hacienda de Cofradía ha decaído mucho. Nos llegan noticias de que su deterioro avanza y que incluso el servicio eléctrico ha sido suspendido. También nos informan que su rescate ha sido propuesto a Rafael Tovar y de Teresa, hasta hace poco titular de la Comisión del Bicentenario, y aún a Carlos Slim, sin que se haya concretado nada. Incluso parece ser que quienes elaboran actualmente el expediente del Camino Real de Tierra Adentro para su designación como Patrimonio de la Humanidad, que incluirá al casco antiguo de Aculco, no han puesto suficiente atención a la importancia de esa hacienda.

Curiosamente, aunque por lo menos tres publicaciones desde la década de 1960 han reproducido los murales de la hacienda de Cofradía, ninguna de ellas ha presentado a los once existentes. Por ello, en próximos posts habremos de mostrarlos completos aquí, si bien algunos de ellos a partir de fotografías muy deficientes.

En fin, va esta llamada de alerta cuando aún es tiempo de rescatar este monumento histórico y sus pinturas murales. Ojalá no tengamos que lamentarnos en el futuro por su desaparición.

Vista general de la hacienda de Cofradía desde el patio de acceso. Al fondo, después de trasponer la entrada y a la izquierda se encuentra la casa principal.

La hacienda desde el extremo opuesto de la senda de acceso. Tras el arco que lleva en la clave el fierro de marcar de don Armando Hernández (una H en forma de freno de caballo), se ve la arquería del portal de la casa principal.

Detalle de la arquería del portal de la hacienda de Cofradía.

Vieja foto del patio de la casa principal de la hacienda de Cofradía. Obsérvense las hermosas columnas toscanas, la fuente (una de las pocas relativamente antiguas de Aculco) y, al fondo, los murales que asoman en las paredes del corredor.

Una vista reciente del patio en la que se observam varios de los murales de sus corredores.

Detalle de una de las pinturas murales de Ernesto Icaza en Cofradía, que muestra el asalto a una diligencia.

Don Macario Pérez (con el sombrero bajo el brazo) fue propietario de la hacienda de Cofradía hasta su muerte en 1909.

viernes, 6 de febrero de 2009

El Molino "La Industria"

Publicidad del molino "La Industria" en el libro Toluca antigua y moderna / Álbum descriptivo del Estado de México (1901).

En nuestras más recientes contribuciones a este blog, hemos hablado ya del Molino de Arroyozarco y del "Molino Viejo". Para continuar con la serie dedicada a este tipo de establecimientos en nuestro municipio de Aculco, ahora hablaremos un poco acerca del molino "La Industria".

El inmueble que ocupó esta empresa se encuentra exactamente frente al Ojo de Agua, en la esquina que forman las Calles de Corregidora e Iturbide. En su origen, fue propiedad de don Francisco Sánchez y Ramírez, y después de su hijo, el ilustre vecino don José María Sánchez y Sánchez, presidente municipal de Aculco en seis ocasiones en los años de 1871, 1876, 1878, 1882, 1886 y 1888. Estaba dedicado a la molienda de trigo. Posteriormente, pasó a ser propiedad de la familia Terreros, y dado que en esa generación la mayor parte de los hermanos eran mujeres, se le conoció popularmente como el "Molino de las Terreros".

Es difícil precisar cuál era la disposición original de los espacios en esta construcción cuando aún prestaba sus servicios, pero en su forma actual consiste en un gran patio o corral con entrada sobre la calle Corregidora y un cuerpo de construcción de dos plantas paralelo a la calle Iturbide. Frente a esta ala, con cubierta de teja a un agua, se levanta una especie de portal que abarca ambas plantas del edificio, pero que no tiene vanos a nivel del suelo, sino un muro cerrado limitado por arcos invertidos, sobre los que se yergue una serie de pilares de piedra blanca, con basas y capiteles de mampostería o concreto. Al norte de este cuerpo constructivo, existían varias piezas sencillas cubiertas de teja y un gran estanque. Parte de esta área, incluyendo este último, fue vendida en la década de 1980 para incorporarla a la casa de la familia Chávez, ya reseñada en nuestro blog.

Parece ser que la cubierta original del inmueble, respondiendo a su uso industrial, fue de lámina metálica. Así permaneció hasta el año de 1974, cuando fue arreglado bajo el Programa Echeverría de Remodelación de Pueblos y recibió la cubierta de tejas que muestra actualmente.

Desde hace muchos años permanece prácticamente sin uso. En algún momento, hace quizá 15 años, se instaló un servicio de lavado y engrasado que no prosperó. Actualmente, luce el deterioro de la desocupación.

Calle Iturbide en 1974, recién concluidas las obras del Programa Echeverría de Remodelación de Pueblos. A la izquierda, se observa el la columnata del Molino "La Industria con su nueva cubierta de teja, y la pequeña entrada con un arco que también pertenece a este inmueble."

Vista reciente del edificio del molino desde la plazuela del Ojo de Agua.

En esta mala copia de la fotografía de 1901 es posible distinguir a grandes rasgos el edificio de "La Industria" en estado prísitino. Compárese con la fotografía anterior y se notará un ligero cambio en el perfil de los tejados, la desaparición de un acceso que daba hacia el Ojo de Agua muy parecido al que existe todavía sobre la calle Iturbide y la ausencia de las chimeneas.

Acceso por la calle Iturbide.

Interior del molino. A la derecha se observa el arranque de una escalinata y, arriba, una polea que es quizá un vestigio de la maquinaria del viejo molino.

Tras la construcción con dos ventanas que se ve en primer plano, asoma la larga nave paralela a la calle de Iturbide que constituye el elemento más notable del molino "La Industria". Nótense, a la derecha, los rastros del letrero que anunciaba, en azul, el "Servicio Automotriz Ojo de Agua".

Esta fotografía es casi un detalle de la anterior, en la que se ve con mayor claridad el letrero mencionado. El largo portón metálico que se ve en la parte inferior también pertenece a este inmueble y da acceso a su patio por la calle Corregidora. Al fondo, los lavaderos publicos ya destruidos y mal reconstruidos por el Ayuntamiento de Aculco.

Este primer plano de los tejados del molino da una idea de su deterioro actual. Se puede observar también la reutilización de las viejas láminas metálicas que cubrían la nave principal en tejavanes de poca monta. A la izquierda, asoma el patio nuevo de la casa de la familia Chávez, extendido a expensas del molino en los años 80. Todavía se observan en el muro del fondo las huellas de tejados que antiguamente existieron ahí.

Como se observa en esta imagen, el molinio cierra bellamente la perspectiva desde la calle de Pomoca, que es continuación de la calle Iturbide.

jueves, 5 de febrero de 2009

El Molino Viejo

La historia del "Molino Viejo" parece remontarse al año de 1622, cuando los habitantes de Aculco obtuvieron la merced para construir un molino en tierras de la comunidad. Este edificio se encuentra un poco apartado del casco histórico del pueblo, al otro lado del arroyo que corre a mitad de la vega y justo en donde entronca el camino que comunica a Aculco y Gunyó con "La Calzada", o "La Ceja", hermosa vía bordeada de cedros que llevaba precisamente del "Molino Viejo" a la hacienda de Cofradía, y que fue construida cuando ambas propiedades pertenecían al mismo dueño, Macario Pérez Sr. (suegro de Francisco I. Madero), a fines del siglo XIX o principios del XX.

"La Ceja" o "La Calzada", camino bordeado por cedros trazado por don Macario Pérez para comunicar sus propiedades del Molino Viejo y la hacienda de Cofradía.

Hasta los años de 1940 ó 1950, el molino tenía el aspecto de un viejo y destartalado caserón de dos plantas y cubiertas de teja a dos aguas. Frente a él, aprovechando un desnivel del arrroyo en el que se formaba una pequeña cascada natural, se había construido una represa (cuya cortina subsiste) de la que partía un pequeño acueducto con arcos que conducía el agua hasta la gran rueda hidráulica que movía la maquinaria. Pero en aquellos años su nuevo propietario, don Mateo Espinosa (hermano de don Ignacio Espinosa, filántropo y epónimo de la cabecera municipal) realizó en él importantes reformas para que, sin perder su rusticidad y encanto, sirviera de cómoda residencia. De esa época data la gran entrada principal y su portón casetonado de cedro, los corredores interiores con columnas de madera (al estilo de los porches de la arquitectura sureña de los Estados Unidos), el arreglo del jardín y las grandes huertas de peras, manzanas y otros frutos en las tierras vecinas al edificio.

Acceso principal al Molino Viejo. Entre grafiti, construcciones parásitas y arbustos resecos, el hermoso portón de cedro apenas destaca.

De las manos de los Espinosa, el "Molino Viejo" pasó a las de don Alfonso Díaz de la Vega y, de las suyas, a unos inversionistas que le compraron esa y muchas otras fincas que le pertenecían en Aculco, en los años 80. Desde entonces, "El Molino" ha estado alternativamente ocupado por arrendatarios o en el abandono, lo que ha provocado el deterioro que ya acusa en muchos de sus rincones.

Para mayor daño, el arroyo comenzó a ser utilizado formalmente para el desalojo de aguas negras en 1974, cuando se construyó el drenaje de la cabecera municipal y todos los desechos fueron conducidos hacia esa corriente, que los llevaba a cielo abierto. Hace muy pocos años intentó corregirse esta situación, grave por la contaminación y malos olores que producía -especialmente en tiempo de secas-: se construyó un nuevo drenaje cerrado, que corre paralelo al arroyo y que lleva las aguas negras hasta una planta de tratamiento construida en un terreno aledaño a "La Ceja". Lo lamentable es que esta planta se encuentra parada y a partir de ella las aguas contaminadas vuelven a correr a cielo abierto desde ese punto hasta llegar a la presa de Cofradía.

Como sea, para todos aquellos que pudimos ver todavía correr esas aguas limpias y precipitarse formando una cascada frente al Molino, en aquel rincón hermoso por su fronda y por el histórico edificio asentado a su vera, el abandono actual no puede ser más deprimente. Sin duda es uno de los puntos de Aculco que fueron más hermosos hasta hace poco más de treinta años, y que hoy se encuentran más degradados.

Como casi cada rincón del pueblo, el "Molino Viejo" tiene su leyenda: para evitar que los niños entraran a las huertas a comer la fruta, don Mateo Espinosa propagó el cuento de que en esa zona habitaba un extraño ser, al que yo imagino como un fauno, llamado "El patas de burro". No sólo los niños se creyeron la historia, sino aún muchos adultos, que pensaban que el grito de los pavorreales que vagaban por sus jardines era el reclamo de aquella criatura.

Desafortunadamente, no cuento con imágenes actuales del "Molino Viejo", pero van algunas fotos viejas que seguramente les parecerán interesantes.

Esta fotografía muestra el aspecto general del "Molino Viejo" hacia 1870 ó 1880. Se trata de una de las fotografías más antiguas de Aculco. Los personajes que aparecen portan todavía tradicionales sombreros de chinaco, anteriores al jarano de copa alta popularizado en los últimos años del siglo XIX. Nótese el acueducto y la construcción con sólo dos plantas.

Don Mateo Espinosa colocó el letrero "Quinta Molino Viejo" al reformar el edificio, como se observa en esta fotografía de los años 50. Nótese la planta agregada sobre las antiguas, así como los corredores que asoman tras el cuerpo principal de la construcción. Obsérvese también que en esa zona ha desaparecido el ala perpendicular, cubierta de teja, que se ve en la fotografía previa.

Esta fotografía es de los mismos años de la anterior y ofrece una vista del "Molino Viejo" desde el inicio de "La Ceja". Nótese la frondosidad de los ailes, tepozanes y otros árboles que rodean al edificio. A la derecha, entre el peatón y el jinete, se ve un machón del puente cruza el arroyo.

martes, 3 de febrero de 2009

Corrupción en el INAH, negligencia en la SFP

Corrupción y negligencia. De otra manera no se entiende. Todo parece indicar que "maicearon" al Centro INAH Estado de México y que el órgano interno de control de la Secretaría de la Función Pública en dicho instituto no tiene el menor interés en investigarlo. Juzgue usted si no es así.

El pasado 1 de septiembre envié al mentado órgano interno de control, el documento que a continuación copio, en el que no sólo aporto razones, sino pruebas, de la posible existencia de un contubernio entre el Ayuntamiento de Aculco y el Centro INAH Estado de México para tapar la destrucción que el presidente municipal Ing. Javier Venancio hizo de los Lavaderos Públicos entre marzo de 2007 y febrero de 2008. Aquí mi carta:


ATENCIÓN
SECRETARÍA DE LA FUNCIÓN PÚBLICA
ÓRGANO INTERNO DE CONTROL EN EL
INSTITUTO NACIONAL DE ANTROPLOGÍA E HISTORIA

Me dirijo a ustedes con todo respeto para denunciar las irregularidades en las que ha incurrido el Centro INAH Estado de México, en relación con obras realizadas en la cabecera del municipio de Aculco.

1. A través de la solicitud de acceso a la información número 1115100003908, presentada el día 12 de febrero de 2008, pedí me fuera proporcionada copia del informe presentado por la arqueóloga Beatriz Zúñiga, adscrita al INAH, a dicho Centro, acerca la inspección realizada en agosto de 2007 a las obras al inmueble conocido como “Lavaderos Públicos” u “Ojo de Agua” (monumento histórico por determinación de ley al tratarse de un edificio destinado al servicio público construido en el siglo XIX), que en aquel momento estaba siendo intervenido por el Ayuntamiento de Aculco. Cabe mencionar que en dicha inspección yo estuve presente.

2. En respuesta a esta solicitud recibí, con fecha de 7 de marzo de 2008 el documento INAH-CI-004 EXP 39 08 en el que se me hace saber de la INEXISTENCIA de la información solicitada, pues según afirman “en los archivos de esta Institución no obra dicha información.” Ver documento anexo.

3. Después de algunos meses, entré en contacto con la Arqueóloga Zúñiga, quien se mostró sorprendida de lo anterior y me hizo llegar el informe que yo había solicitado y que se me había negado. Dicho informe fue presentado al Lic. Héctor Martínez Sánchez, responsable del Centro INAH Estado de México el 20 de agosto de 2007 y enviada una copia a Ana Luisa Elías, actual subdirectora del Centro INAH Estado de México, según me indica la propia arqueóloga. Anexo este informe.

4. En consecuencia, la negativa a proporcionarme información existente, argumentando su inexistencia, constituye por sí misma una irregularidad que debe ser investigada.

5. Pero lo verdaderamente importante es que el contenido del informe en cuestión pone en entredicho la actuación del Centro INAH Estado de México en este caso, pues demuestra:

a) Que las obras llevadas a cabo por el Ayuntamiento de Aculco en dicho inmueble iniciaron mucho antes que la concesión de una licencia de “remodelación” por parte del INAH con fecha del 8 de noviembre de 2007, lo que advierte de la existencia un delito del orden federal por realizar obras en un monumento histórico sin autorización PREVIA de este instituto.

b) Que las obras eran francamente destructivas, pues la arqueóloga Zúñiga testifica en su informe el desmantelamiento del techo de teja (que no se encontraba ya caído, como argumentó después el Centro INAH), que se eliminaron los aplanados de las bardas y se colocó un rejoneado “que no corresponde a la arquitectura tradicional de Aculco” (que más tarde el centro INAH justificó afirmando que existen en Aculco inmuebles antiguos con dicho acabado, lo cual es totalmente falso), que se eliminaron los lavaderos y el piso de losetas de barro, que la mayor parte de los lavaderos que se conservaban in situ tenían afectaciones (desportilladuras), etcétera. De lo que concluye que “el edificio ha sido severamente alterado”

c) Que el Centro INAH, al permitir la continuación de las obras en noviembre de 2007, simplemente se limitó a validar las obras destructivas ya llevadas a cabo y a aceptar gratuitamente los criterios “escenográficos” denunciados por la arqueóloga Zúñiga, adoptados por el Ayuntamiento de Aculco.

d) Que más allá que se pudiera argumentar que El INAH aprobó en su licencia criterios de restauración válidos que difieren de los de la arqueóloga Zúñiga (que no es el caso), existe la prueba concreta del carácter destructivo de la obra: en su inspección la arqueóloga Zúñiga constató la existencia de una losa con la inscripción que señala las obras de 1921 y solicitó su recuperación, pues se hallaba en el escombro. Dicha petición no fue atendida y la lápida se ha extraviado, lo que puede comprobarse con una visita al monumento.

6. Dado lo anterior, sorprende que en el acta circunstanciada levantada ante el Ministerio Público, producto de la denuncia presentada ante la PGR por un servidor por daños a un monumento histórico, el Centro INAH Estado de México haya declarado que no existía daño alguno a este inmueble. Y lo que es peor, que haya permitido que el edificio prácticamente se perdiera, pues lo que hoy subsiste bajo una remodelación de pésima calidad no conserva sino un 10% a lo más de la obra original.

Por todo lo anterior, me parece que merece la atención de la Secretaria de la Función Pública la actuación del Centro INAH Estado de México en este caso, pues no sólo no tomó en cuenta el informe presentado por la arqueóloga Beatriz Zúñiga, sino que actuó parcialmente a favor de quienes llevaron a cabo su destrucción, ocultó el informe mencionado y se convirtió prácticamente en cómplice del Ayuntamiento de Aculco en el delito federal de destrucción de un monumento histórico, a lo que podría sumarse los delitos de falsedad de declaraciones y obstrucción de la justicia.

En vista de esto, solicito atentamente lo siguiente:

1. Se analice la actuación del Centro INAH Estado de México en el tema de la destrucción de los “Lavaderos Públicos” u “Ojo de Agua” de la cabecera municipal de Aculco, a la luz del informe de la arqueóloga Beatriz Zúñiga y de los elementos que proporciono en esta carta.

2. De hallarse irregularidades en dicha actuación, solicito se actúe legalmente en contra de quienes son responsables de las mismas e incluso que el propio INAH reponga de algún modo la denuncia que presenté ante la PGR por los daños al inmueble mencionado y que por las declaraciones realizadas ante el Ministerio Público por parte del Centro INAH fue desestimada.

3. Se haga valer la Ley Federal de Sitios y Monumentos Arqueológicos, Artísticos e Históricos para que el inmueble sea restaurado con criterios adecuados que permitan la recuperación de su verdadera apariencia, con fondos de su destructor, el Ayuntamiento Municipal de Aculco, Estado de México.

4. Se revisen las actuaciones del Centro INAH en el mismo municipio de Aculco en los últimos meses, dado que los elementos aquí proporcionados mueven a considerar la posible existencia de contubernio con las autoridades municipales en las obras realizadas en este lapso. A saber:

a. La construcción de un portal nuevo, con arcos mal trazados, al frente del inmueble conocido como “Casa de Hidalgo”, catalogado como monumento histórico; obras que alteraron su fachada y mutilaron los vanos de su planta superior y los de un inmueble aledaño del siglo XIX, y que aparentemente se efectuaron apoyándose en una licencia de “restauración del portal poniente” de la plaza, lo que no corresponde ni a su ubicación (pues el portal nuevo se halla al norte, viendo al sur), ni a su historia, pues no existió nunca en dicho punto un portal que pudiera ser “restaurado”.

b. La destrucción del pretil del reloj público de 1904 y su reconstrucción con formas y materiales modernos.

Agradezco mucho su atención a la presente y quedo a sus órdenes para presentar en el momento en el que me sean requeridos los documentos y fotografías que demuestran lo aquí asentado.

Atentamente...



Hasta aquí mi carta. Considero que todo esto merecía por lo menos un análisis cuidadoso de la situación y una respuesta puntual a cada una de mis aseveraciones y a cada una de mis peticiones, así fuera un "no procede". Pero vea usted la respuesta que he recibido ayer por parte de la SFP:


ÓRGANO INTERNO DE CONTROL EN EL INSTITUTO NACIONAL DE ANTROPOLOGÍA E HISTORIA
ÁREA DE QUEJAS
EXPEDIENTE No. SO-000193/2008
OFICIO No. 11/010/DRQ/1982/2008

México, D.F. a 26 de septiembre de 2008

Hago referencia a su correo electrónico recibido en esta Área de Quejas el primero de septiembre de dos mil ocho, mediante el cual solicita se verifique lo tocante al trámite para la autorización de obras en el inmueble conocido como los "Lavaderos Públicos" u "Ojo de Agua" de la cabecera municipal de Aculco, Estado de México.

Sobre el particular, hago de su conocimiento que esta autoridad administrativa mediante oficio No. 11/010/DRQ/1781/2008 de fecha dos de septiembre de dos mil ocho, solicitó al Centro INAH Estado de México, un informe pormenorizado respecto a la problemática planteada; por lo que se recibió el oficio No. 401-725-2/1924AJ/08 de fecha veintidós de septiembre del año en curso, suscrito por el Director del Centro INAH Estado de México, el Lic. Luis Alberto González Batani, en el cual informó lo siguiente:

"…Que en fecha 12 de septiembre de 2007, mediante oficio 343, el Ing. Francisco Javier Venancio Ramírez, Presidente Municipal Constitucional de Aculco, Estado de México solicita se oriente en la realización de mantenimiento de techumbre, cambio de lavaderos, posición original de muros de contención, levantamiento de pisos para su nivelación y cambio de piezas dañadas y mantenimiento en el sistema electrónico y cambio de lamparas dañadas.

Una vez que se comisionó a personal del área competente, (Monumentos Históricos) de este Centro, y con base en dictamen de fecha 30 de octubre de 2007, suscrito por el Arq. Martín Trejo Flores, se autorizaron al Ing. Francisco Javier Venancio Ramírez, Presidente Municipal Constitucional de Aculco, Estado de México, realizar trabajos de remodelación en el inmueble citado, mediante licencia número 401-725-2/345F/07 de fecha 8 de noviembre de 2007; con el seguimiento a la misma..."

Por tal motivo, esta autoridad administrativa considera que el referido Centro INAH Estado de México conforme a su ámbito de atribuciones llevó a cabo las acciones tendientes a proporcionar atención la problemática planteada por usted, sin embargo de estimarlo pertinente podrá establecer contacto con dicho Centro INAH ubicado en Av. Morelos Ote. 502, Colonia San Sebastián, Toluca, C.P. 50090, Estado de México, Tels: (722) 2157080 y (722) 2158569 Ext. 101 y 102 o bien, vía correo electrónico direccion.mex@inah.gob.mx para cualquier aclaración o precisión al respecto.

Sin otro particular, reitero a usted mi más atenta y distinguida consideración.
A T E N T A M E N T E
EL TITULAR DEL ÁREA DE QUEJAS
LIC. ISRAEL ALBERTO CHÁVEZ BARBAZÁN




O sea que, en llanas palabras, le preguntaron al Centro INAH, el mismo al que yo estaba denunciado, si había obrado bien o mal. Y como ellos contestaron que habían obrado bien, entonces -concluye la sabia Secretaría de la Función Pública- obraron bien. Triste y lamentable. Si ya el INAH ha demostrado su inutilidad en la preservación de nuestro patrimonio monumental en toda la geografía de México, ahora se le suma la Secretaría de la Función Publica.

Indignado, respondí inmediatamente con el siguiente mensaje:


Lamento mucho que no se hayan tomado la molestia de leer mi queja y responder a cada uno de los cuestionamientos que puntualmente hice en ella. Este oficio no responde en absoluto a lo que solicité, puesto que da informacíón que ya conocía. Resulta absurdo que me contesten con un "puesto que el Centro INAH Edomex afirma que actuó con apego a la ley, entonces el Centro INAH Edomex actuó con apego a la ley". Lo siento verdaderamente. Ustedes son parte de la misma corrupción.



La reconstrucción de los Lavaderos Públicos de Aculco inventada por Javier Venancio Ramírez (después de destruir los originales) y avalada por el Centro INAH Estado de México.

jueves, 22 de enero de 2009

¿Futuro para el Molino de Arroyozarco?

Publicidad de la hacienda de Arroyozarco en el libro Toluca antigua y moderna / Álbum descriptivo del Estado de México (1901).

El Molino de Arroyozarco, además de ser propiamente un molino perteneciente a la hacienda del mismo nombre, fue también una de las primeras grandes industrias del Estado de México: la fábrica textil "El Progreso", productora de hilados y tejidos de lana. Construida en 1862 por don José Joaquín de Rozas Irazábal, a la sazón propietario de la hacienda de Arroyozarco y de la fábrica de hilados y tejidos "El Dique", de la ciudad de Xalapa, supuso una inversión de 80,000 pesos (de aquellos) en su edificación y maquinaria. La fábrica usaba para mover sus telares el agua que le proveía la enorme presa de Huapango, también perteneciente a la hacienda, que se almacenaba para regular el flujo en la pequeña presa de San Antonio:

En el Distrito de Jilotepec, Municipalidad de Aculco, existe una caída artificial en la hacienda de Arroyo Zarco, producida por las aguas de la presa de San Antonio, que se utiliza en un molino de harinas y con una fuerza de 40 caballos. (1)

Sin embargo, este suministro no fue suficiente. En sus últimos tiempos tuvo incluso que transformar su sistema hidráulico a uno de vapor en el que se utilizaba carbón como combustible. No fue una empresa exitosa. Desde los primeros años del Porfiriato interrumpió la producción de manera intermitente por períodos más o menos largos y hacia 1903 cerró definitivamente. Toda la maquinaria despareció. Según parece, fue vendida a la textilera queretana Hércules. El edificio, por el contrario, subsistió, abandonado y destechado, pero como un ejemplo prácticamente único de la arquitectura e ingeniería industrial pre-profiriana, ya que prácticamente no se le hicieron modificaciones (acaso alguna ampliación) desde los tiempos de su construcción. Hace 40 años, el Molino fue adquirido por el Dr. Girault, quien sólo dos décadas después inició su restauración parcial, efectuada por el despacho de arquitectos Gutiérrez Cortina entre 1985 y 1986. Esta obra, sin embargo, comprendió sólo una sección menor del edificio, lo que fueron oficinas administrativas y que es ahora una agradable casa habitación. El resto permaneció prácticamente en el mismo estado, salvo la adaptación de algunas áreas como caballerizas y corrales.

Pero parece ser que pronto el viejo Molino de Arroyozarco tendrá nueva vida. El Dr. Girault está decidido a convertir el vasto edificio en hotel con tintes ecológicos que será alumbrado, por ejemplo, con electricidad producida con biogás obtenido del estiércol de borrego. Este proyecto en particular, tiene ya un avance importante que puede conocerse en la presentación que hace el propio Dr. Girault en este video. y en este archivo de powerpoint. Y lo mejor, su intención es realizar una restauración enfocada a la preservación del carácter histórico del edificio y una adptación respetuosa del mismo para sus nuevos fines. Mientras el proyecto se concreta, ofrecemos aquí a los lectores de este blog una secuencia de fotografías actuales de este interesante edificio. Vista general de la fábrica de Arroyozarco, desde la presa "El Molino", que se encontraba vacía cuando fue tomada la fotografía. Nótense las más de 50 ventanas que se abren en su fachada. Esta debió ser la entrada principal al Molino de Arroyozarco, en dirección al casco de la hacienda. Actualmente es una suerte de "entrada trasera" para automóviles. Este es el aspecto que muestra la nave de la fábrica desde el patio del molino. La planta baja está ocupada por caballerizas. Chimenea de sección rectangular. Al parecer, se encuentra desmochada, ya que para dispersar adecuadamente el humo debió haber tenido mayor altura. Estado actual de la nave industrial. Desaparecieron los entrepisos, la cubierta ha desaparecido y la maquinaria fue retiarada hace quizá ya un siglo. Esta bonita fachada ecléctica, que lleva en una de sus piedras la cifra del año 1862, debió haber sido una especie de área administrativa. La fecha de construcción del edificio. El decorado de esta pared, que pertenece a la misma área de las fotos anteriores, no es un relieve, como aparenta, sino pintura. Los restos de policromía son precisamente una de las características más interesantes del edificio. Aquí se observa, de arriba hacia abajo, una pared con sillares simulados, una falsa balaustrada y una cornisa que aparenta estar construida con mármoles. Desde El Molino se disfruta una vista hermosísima hacia la presa y el cerro de Jurica. El ala actualmente restaurada es mínima en comparación con la dimensión del edificio. Aquí, la entrada al salón. Esta escalerilla conduce del actual acceso principal (para peatones) hacia el patio del edificio. En la restauración se empleó un color similar al que mostraba El Molino en su origen. El patio cuenta con varios estanques y canales que servían para almacenar y conducir el agua con la que trabajaban los telares.

Un anuncio de 1880 de la tienda de ropa EL Surtidor, que empleaba textiles de la fábrica de Arroyozarco.

NOTAS

Trentini, Francisco. El florecimiento de México, México, Tip. de Bouligny & Schmidt sucs., 1906, p. 166.