El puente esviajado

El puente esviajado, visto desde la barranquilla.

No existe con seguridad en todo el municipio de Aculco un puente con un trazo más extraño que éste. Se conforma por un solo arco que cruza una de las barranquillas formadas por torrentes pluviales que descienden hacia el Arroyo de la Ladrillera, cauce éste que antaño dividía a la hacienda de Ñadó de las tierras comunales de Aculco. El puente fue construido hacia 1895-96 por los propietarios de dicha hacienda como parte de las obras del ferrocarril Cazadero-Solís, que servía para el transporte de carbón y otros productos forestales.

Arco poniente de la bóveda, al parecer de mayor luz que el arco oriente.

Su altura es importante, quizá unos cinco o seis metros, pero no así la luz del arco ni el ancho de la calzada y terraplén construidos sobre él, ya que se trataba de una vía de ferrocarril angosta de 60.5 centímetros. Lo curioso es que, al atravesar la quebrada en diagonal, el arco resultó oblicuo o esviajado, lo que le da su interesante apariencia. Adicionalmente,a simple vista parece ser mayor el radio de la bóveda de cañón hacia el poniente (en dirección al cerro de Ñadó) que hacia el oriente, lo que haría de ella una bóveda abocinada.

El terraplén y calzada que pasan por el puente; debido a la finalidad con que fue construido, el puente nunca tuvo un pretil.

Aunque los terraplenes y la calzada casi han desaparecido, dándole el aspecto de un arco en medio de la nada, el puente esviajado del ferrocarril Cazadero-Solís se encuentra en buen estado de conservación y permite comunicar el camino carretero que une a Aculco con la carretera Panamericana, con las tierras de cultivo y casitas que se encuentran en este sitio, perteneciente ahora al Ejido de San Jerónimo. Es, por cierto, uno de los ya contadísimos testimonios materiales de la existencia de aquella vía férrea, algunos de los cuales habremos de dar a conocer en su estado actual de conservación en este blog en los próximos días.

Otra vista del puente esviajado.