Los templos de la región en la que se asienta Aculco se caracterizaron durante los años del Virreinato por sus techumbres de viguería, mismos que reflejaban por una parte la abundancia de madera y por otra la falta de capacidad técnica o económica para la construcción de bóvedas y cúpulas. Las bóvedas se limitaron durante esa época a contadas edificaciones de tamaño más bien menor, como las capillas posas del atrio de la parroquia de san Jerónimo. Incluso el templo parroquial -la construcción colonial más importante del municipio- conservó su cubierta de madera hasta 1843, cuando se inició la construcción de la bóveda de cañón y la cúpula actuales.
Siguiendo la moda adoptada en la parroquia, algunos templos de la jurisdicción parroquial aculquense se enriquecieron también con este tipo de cubiertas durante la segunda mitda del siglo XIX y principios del XX. La capilla de Santa María Nativitas, por ejemplo, se reedificó hacia 1858 siguiendo muy de cerca del modelo parroquial, mismo caso fue el de San Lucas Totolmaloya en 1857, y el de San Pedro Denxhi en fecha indeterminada. En las capillas de La Concepción y Santiago Oxthoc Toxhié sólo se reemplazaron las techumbres del presbiterio con cúpulas. En cambio, las capillas de Nenthé (la antigua, no el actual santuario), la de la hacienda de Arroyozarco y la de Santa Ana Matlavat conservaron íntegras sus viguerías coloniales, si bien protegidas por tejados superpuestos estas dos últimas.
Precisamente estos techos de vigas resultan especialmente vulnerables, tanto por su propia antigüedad como por la facilidad con que pueden deteriorarse a causa de la humedad y de los insectos, pero también porque son fácilmente reemplazables por losas de concreto (como ha sucedido en innumerables ocasiones en las casas de Aculco). Cuando esto sucede, con gran frecuencia los nuevos techos de concreto y varilla resultan demasiado pesados para la construcción antigua y con el tiempo provocan un daño mayor. Incluso, en caso de un sismo, los techos de concreto apoyados en muros de piedra o adobe antiguos pueden provocar el colapso de la estructura.
Por todo lo anterior, resulta especialmente importante la feliz culminación de la restauración de la cubierta de madera de la capilla de Santiago Oxthoc Toxhié, de la que les hablé en anteriores entregas de este blog. Ahora les presento nuevas fotografías que muestran ya la obra finalizada.
Como podrán observar, se mantuvo en esta obra el criterio de conservar la mayor cantidad de madera original posible, reemplazando en una buena proporción de las vigas antiguas solamente los cabezales podridos con injertos de madera nueva, con uniones reforzadas con soleras de acero atornilladas. Al mismo tiempo, se retiraron las capas de pintura que cubrían la viguería para dejarla al natural con un acabado con aceite de linaza y cera natural de abeja.
Se trata de una restauración que considero ejemplar, pues no sólo mantuvo materiales y formas, sino la propia autenticidad y originalidad de la techumbre histórica, tratándola como un elemento valioso en sí mismo, digno de ser protegido. Resulta importante señalar esto pues, aunque el resultado es muy bello y atractivo, con gran sabor para quienes gustamos de la arquitectura colonial, a los ojos de algún espectador común puede parecer desconcertante que se haya buscado mantener la rusticidad del techo y no mejorar artificialmente los acabados puliendo, resanando, pintando o barnizando las vigas. Pero lo que se buscó fue recuperar, sin falsear, la apariencia con la que debieron verlo sus constructores hace quizá 300 años; de ninguna manera darle un aspecto cercano al gusto estético actual.
Así, la techumbre restaurada de Toxhié sigue siendo la original, la misma que ha albergado en sus oraciones a muchas generaciones de habitantes de aquél poblado y que esperamos cobije muchas generaciones más. Mi agradecimiento al arquitecto Lázaro Frutis no sólo por las fotografías que me comparte, sino principalmente por haber llevado a cabo esta obra tan significativa. Mi reconocimiento también al FOREMOBA y al Ayuntamiento de Aculco por los recursos aportados para la restauración.
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