Cuando compré este antiguo adorno de chapa (el nombre técnico creo que es "escudo"), más que poner atención al detalle de la figura que representa lo puse primero en su precio, pues el vendedor de fierros viejos que lo ofrecía pedía por él mucho menos de lo que a simple vista se advertía que debía valer. Ya en mis manos, comencé a observar su elaborado diseño en lámina calada de hierro y entonces quedé verdaderamente intrigado por lo que aquello podría representar.
Cariátides grotescas del ex convento de San Agustín, Querétaro.
Al principio y por un buen tiempo, pensé que se trataba simplemente de una figura grotesca de carácter barroco, mitad humano y mitad planta o animal, semejante, digamos, a las que realizadas en cantera adornan el claustro del exconvento de San Agustín de la ciudad de Querétaro. Me parecía difícil llegar más allá en la identificación del emblema, aunque por supuesto de vez en cuando encontraba imágenes que enseguida me lo recordaban en mayor o menor medida. Por ejemplo, en algunos momentos me pareció que podría tratarse de un fitomorfo o green man, pero pronto deseché esa idea. Otras veces pensé que representaba claramente un fauno con sus cuernos ovinos y grandes orejas, idea a la que contribuían además los róleos casi célticos marcados a punzón que lo adornan en varias partes. Y también en cierta ocasión casi me convencieron de que aquello era más bien un demonio con su cornamenta de macho cabrío, pechos de mujer y guadaña en la mano. Quizá fue entonces cuando me propuse identificar más claramente la figura, pues créanme que no me hacía mucha gracia tener a un diablo guardando la puerta. Ahora creo haber conseguido comprender su verdadero simbolismo.
Los dos rostros de Jano en la chapa.
El elemento que sorprendentemente pasé por alto durante mucho tiempo y que fue definitivo en la identificación es el rostro de la figura. O, más bien, sus rostros: nótese cómo aquello que me parecían a mí en un principio las largas orejas del fauno no son sino dos caras contrapuestas vistas de perfil, adornadas con enormes narices. Al percatarme de esto recordé naturalmente a Jano, el dios romano que se representaba precisamente de esa manera. Entonces comencé a investigar más sobre él, su papel en la mitología y sus símbolos, hasta convencerme de que el adorno es realmente una interpretación barroca y novohispana de esta deidad bifronte.
Dibujo del dios Jano, portando la llave que tiene por atributo.
Según Wikipedia:
Jano (en latín Janus) es, en la mitología romana, un dios que tenía dos caras mirando hacia ambos lados de su perfil, padre de Fontus. Jano era el dios de las puertas, los comienzos y los finales. Por eso le fue consagrado el primer mes del año (que en español pasó del latín Ianuarius a Janeiro y Janero y de ahí derivó a Enero). Como dios de los comienzos, se lo invocaba públicamente el primer día de enero (Ianuarius), el mes que derivó de su nombre porque inicia el nuevo año. Se lo invocaba también al comenzar una guerra, y mientras ésta durara, las puertas de su templo permanecían siempre abiertas; cuando Roma estaba en paz, las puertas se cerraban. Jano no tiene equivalente en la mitología griega.
Jano medieval con dos llaves.
Lo anterior explica por qué se colocó a Jano en esta cerradura de puerta. Ahora bien, los símbolos que se solían asociar a Jano eran la corona (a veces una corona de laurel), la llave en la mano derecha, el cetro, una lanza, una espada o una hoz en la otra y un gallo. A veces -sobre todo en las representaciones medievales- eran dos las llaves: una para abrir el pasado y otra para el futuro.
En esta chapa la corona, junto con el cabello, parece estar confundida y estilizada en esa especie de tocado con perfil de flor de lis adornado con escamas que se encuentra sobre las cabezas. La llave -una llave de verdad- está puesta precisamente en el agujero que corresponde a la cerradura y hacia ella parece alargar la mano diestra. La otra mano se levanta llevando la hoz hasta tocar la corona. Los róleos sobre el pecho pudieran no estar representando senos de mujer, sino los adornos de una armadura, de manera parecida al Jano del grabado de Meisner que, además, lleva una hoz como la de nuestra chapa.
Jano del grabado del monasterio del Escorial realizado por Meisner en el siglo XVII. Nótese la hoz que porta en la mano y la parte superior de la armadura.
A veces los dos rostros de las representaciones de Jano no eran idénticos, pues se intentaba expresar en ellos la unión (o quizá sería mejor decir la transición) entre lo opuesto: el ayer y el mañana, la juventud y la vejez, lo interno y lo externo, lo masculino y lo femenino. En este último caso, el rostro femenino solía asociarse a la diosa Diana. En esta chapa, aunque las caras difieren notoriamente por su tamaño, lo que parece determinar la diferencia entre ellas es el doble róleo que se prolonga desde la unión de las caras hacia el lado izquierdo, el que en mi opinión representa la cabellera del rostro femenino.
La "proa" con el ojo.
Jano construye una nave en un grabado renacentista.
Moneda romana con Jano al frente y la proa de una nave en el reverso.
La mitad inferior de la chapa aún espera una interpretación clara. Me parece a mí, sin estar muy convencido de ello, que el róleo en el que Jano apoya el codo izquierdo es la proa de una nave romana, incluso con el ojo pintado en ella como se acostumbraba en la antigüedad. Según el poeta Ovidio, en el reverso de las medallas dedicadas a Jano se veía una nave, o simplemente una proa como ésta, como recuerdo de la llegada de Saturno a Italia en una nave construida por el dios bifronte. Las ondas bajo esa proa representarían el mar. Pero el resto sigue siendo, todavía, un enigma.
La parte inferior de la chapa, todavía sin interpretar.