martes, 23 de mayo de 2023

"Aculco 1522": el vino que celebra los 500 años de este pueblo

La pasada Semana Santa estuve unos días en Aculco y una tarde fui a comer al restaurante Jäpi en la Plazuela Hidalgo, que se encuentra en lo que es posiblemente la mejor ubicación del pueblo por lo que respecta a la belleza del entorno y a la histórica casa que lo alberga. En ella se han aprovechado sabiamente los salones, corredores, patio y hornos para ofrecer un ambiente sosegado y amable, auténtico, que aunado a la deliciosa comida que ofrece (la tabla de quesos es una joya) invitan a regresar.

Nuestro anfitrión, Enrique Gutiérrez, nos atendió con la amabilidad que es parte esencial de su personalidad. Debo decir que conocí a Enrique apenas en septiembre, pero es una de esas personas de las que uno se hace amigo inmediatamente. Basta decir que nos despidió con un obsequio especial: una botella del vino "Aculco 1522" que él mismo está produciendo y que en su nombre conmemora los 500 años de la fundación de nuestro pueblo.

Este vino artesanal es toda una celebración del origen de Aculco: en su etiqueta vemos el glifo toponímico de Antamehe que proviene del Códice de Huichapan y que es el símbolo otomí de este lugar. En la parte posterior observamos que este antiguo nombre ha servido para bautizar a la casa productora, Bodegas Antamehe, título que aparece escrito con grafía parecida a la manuscrita del siglo XVII. "Néctar precioso del mestizo fruto, rica cosecha del suelo otomí, del alma aliento, dulce alimento", reza una frase en esta botella que revela el cariño que se ha puesto en su elaboración.

El vino se elabora ahora con uvas de la zona vinícola de San Juan del Río-Ezequiel Montes, pero existe el proyecto de producirlo en un futuro con uvas cosechadas en tierras aculquenses (hay antecedentes suficientes de producción de uva en Aculco para creer que es totalmente factible). Ojalá sea así y pronto se convierta en un clásico de nuestro pueblo.

El vino tinto "Aculco 1522" está a la venta en el mismo restaurante Jäpi (palabra otomí por cierto, que significa "bendición"). Además del buen sabor del vino, la botella es tan agradable a la vista que seguramente se convertirá por sí misma en un bonito souvenir, un buen regalo para amigos y familiares tras una visita al pueblo. Creo que esta iniciativa de Enrique Gutiérrez merece todo nuestro apoyo y difusión, pues contribuye a ampliar el abanico de productos propios de Aculco y lo hace con enorme dignidad y buen gusto.