Hasta hace no demasiados años se podía ver a la distancia, desde la carretera que lleva de Aculco a la autopista México Querétaro a la altura de la comunidad de El Colorado, esta fachada como único vestigio de un gavillero que perteneció a la hacienda de Arroyozarco. La fachada sigue ahí, por fortuna, pero el crecimiento de dicha comunidad -sin plan alguno, como una tripa que se extiende lo largo de la carretera- ahora prácticamente la oculta y sólo si uno sabe dónde mirar puede atisbarla al transitar por ahí.
Desde que lo conocí, hace más de treinta años, el gavillero se había derrumbado y sólo quedaba la fachada. También desde entonces su portada, que debió ser de cantera labrada, había sido ya expoliada y quizá se halle en algún lugar cercano, adornando la entrada a un rancho. Lo que asombra es que en tantos años no se haya desmoronado del todo y que este muro aparezca tan sólido a la vista, cuando de los otros tres casi no hay restos.
Construido en mampostería de lo que en Aculco llamamos "piedra maciza", sus ángulos muestran sillares mejor labrados. Sobre el hueco de la desaparecida porrtada, las piedras forman un tosco arco de descarga algo rebajado, que en buena medida es lo que ha evitado su hundimiento. Dos óculos en forma de rombo, algo irregulares, se abren en lo alto. Es fácil advertir que su cubierta fue de dos aguas, seguramente de viguería y teja. El edificio nos dice que los alrededores debieron ser tierras de cultivo de la hacienda y que en él se almacenaron quizá granos, tal vez sólo pastura.
Por lo poco que sobrevive es difícil calcular su edad. ¿100, 200, 300 años? Su hermana lejana, la troje o "galera" de Las Ánimas data de la década de 1850, pero en realidad son muy distintas. Quizá nunca lo sepamos.
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