Entre los temas que dejé de comentar durante mi ausencia de este blog está la remodelación del Teatro Municipal, llevada a cabo en 2012, a fines de la administración encabezada por el presidente municipal Marcos Sosa Alcántara.
Este inmueble forma parte del conjunto de la actual Casa de la Cultura -la antigua escuela Venustiano Carranza edificada en 1947- y en su origen fue concebido para cumplir al mismo tiempo una doble función: auditorio de la propia institución educativa y teatro-cine para el público en general. Adosado al costado oriente de la escuela, su fachada principal mira a la calle del Pípila, una vía secundaria pero con gran valor patrimonial, especialmente en ese tramo. Su autor fue el ingeniero Armodio de Valle Arizpe, hermano del famoso cronista de la ciudad de México, Artemio de Valle Arizpe, y constructor de numerosas obras públicas en el Estado de México, como el Monumento a la Bandera en la ciudad de Toluca. Aunque aquel monumento lo construyó en 1941 en un sobrio estilo Art Déco, para el edificio aculquense eligió sabiamente un estilo neocolonial con reminiscencias barrocas y materiales propios de la arquitectura tradicional del lugar, como la piedra blanca y la cantera rosa.
El teatro naturalmente sobresalía por su altura respecto de los inmuebles vecinos, todos de una sola planta, y por encima de la propia escuela. El ingeniero De Valle Arizpe, antes que intentar disimular su elevación, la hizo resaltar aún más con una bella cornisa de piedra blanca con perfil mixtilíneo que corona su azotea por los cuatro costados. Por el contrario, su fachada se ejecutó con gran simplicidad y, más allá de los resaltes de los tres arcos que enmarcaban el acceso principal y dos ventanas a sus lados, no mostraba ornamentación alguna. Algo raro si se compara con la fachada de la escuela, con ventanas enmarcadas en cantera blanca y un gran acceso de cantera rosa que evoca las formas del siglo XVIII. Personalmente, siempre me pareció que había algo de inconcluso en ella, como si los recursos destinados a su construcción se hubieran agotado antes de poder darle un acabado más digno.
Su interior, más que simple, resultaba pobre: la entrada enrejada daba acceso a un pequeño vestíbulo al que se abrían dos puertas por las que se entraba al salón principal, que en suave declive llegaba hasta el proscenio; más allá de alguna molduración en los canecillos simulados en las vigas de concreto, el sitio carecía de toda ornamentación.
La remodelación efectuada en 2012 incluyó tanto el exterior como el interior del teatro. En su fachada principal, los resaltes de concreto fueron sustituidos por otros de cantera laminada que siguen el mismo trazo que tuvieron aquellos: tres arcos rebajados apoyados en pilastras-jambas sobre un pedestal ligeramente más ancho y moldurado. Por encima del acceso principal se colocó un escudo municipal también de cantera, orlado con la leyenda "TEATRO MUNICIPAL H. AYUNTAMIENTO 2009-2012". A sus lados, sobre la clave de los arcos que cobijan las ventanas, se colocaron sendos faroles de agradable factura. La reja del acceso principal también fue renovada, agregándole mayor ornamentación y, principalmente, un gran escudo nacional de lámina calada al centro de la composición.
En el vestíbulo, los accesos al salón fueron enmarcados también con cantera laminada, lo mismo que la entrada a los baños. Se les colocaron puertas de madera entablerada y labrados con formas florales. Una placa de cantera con el escudo municipal y el logotipo del CONACULTA conmemora aquí mismo la "rehabilitación" del teatro en octubre de 2012.
Al interior del salón principal, los páneles de madera de los muros, antes cubiertos de pintura blanca, fueron retocados y se les dio color de madera oscura. Se colocó nueva iluminación con lámparas colgantes y se colocaron balaustres de madera a las escaleras que acceden al proscenio. El arco de éste fue forrado también en madera. Se conservaron las viejas butacas de la década de 1940. El piso fue cambiado por losetas de cerámica comercial.
Probablemente se debió estudiar más la intervención en un inmueble como éste, obra de uno de los constructores más importantes del Estado de México a lo largo de cuatro décadas. Sin embargo, desde el punto de vista estético el resultado es muy agradable gracias al color de la cantera, su colocación cuidadosa y el reemplazo de elementos sin gran valor -barandillas, pisos, lámparas, puertas- por otros más acordes con la arquitectura neocolonial del edificio. La nueva reja, cuyo escudo nacional me parece evoca los viejos teatros de pueblo construidos durante el Porfiriato, en años cercanos al centenario de la Independencia, es también una curiosa muestra de arte popular, naïf, realizada con herramientas industriales, que a mí en lo personal me gusta. Sin duda, el nuevo aspecto del Teatro Municipal de Aculco es un acierto.
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