La casa numerada antiguamente con el número 8 de la tercera calle de Capuchinas (que después sería, ya con numeración corrida, Capuchinas 65 y actualmente Venustiano Carranza 65), en la ciudad de México, está profundamente ligada a la historia de Aculco a través de la hacienda de Arroyozarco. De sobrio exterior neoclásico -aunque hay algo en sus proporciones que parece revelar un origen anterior al del apogeo de ese estilo- se levanta sobre una planta baja de poca altura y tres pisos, el último de los cuales es seguramente un añadido del siglo XX. Lo más bello de esta fachada son los tres balcones del segundo piso que alternan frontones triangulares con el central curvo, así como las ménsulas en las que se apoyan las molduras que dividen cada cuerpo. Sus paramentos están enteramente cubiertos de cantera de chiluca.
Detalle de los balcones de la casa.
Probablemente era ya propiedad de don José Joaquín de Rozas cuando, junto con su hermano Manuel, adquirió aquella hacienda en 1858. Lo cierto es que en 1867 el Directorio de Comercio del Imperio Mexicano lo menciona como su domicilio. Al morir José Joaquín en 1872, Manuel quedó como tutor de su hija Dolores -de apenas 12 años de edad- y la cuestión de la propiedad de Arroyozarco se resolvió al transferirse toda ella a poder del hermano sobreviviente, pero reconociendo una hipoteca de la que era beneficiaria la niña. Sin embargo, al paso de los años quedó claro que Manuel no podría liquidar el adeudo, por lo que la situación se invirtió, quedando la hacienda de Arroyozarco en manos de Dolores Rozas en 1877 y reconociendo esta un tercio del valor de la propiedad a sus herederos.
Dolores nombró inmediatamente como administrador de la hacienda a su medio hermano Macario Pérez. Él, aprovechándose sin duda de la corta edad de Dolores (a quien le llevaba unos 15 años), abusó de su nueva situación y del ampkio poder con que le dotó la heredera, actuando en la finca como si fuera propia. En particular, le interesó el manejo de la fábrica de casimires y la comercialización de sus productos en una amplia accesoria de la casa familiar de Capuchinas. Ante todos, Macario aparecía como el dueño de ambos negocios.
Una parte del Plano del Directorio Comercial de la ciudad de México, de Julio Popper Ferry (1883), que muestra los comercios establecidos en el centro de la capital.
Detalle del anterior, que muestra el almacén de la fábrica de Arroyozarco.
Publicidad de la fábrica de casimires de Arroyozarco, cuando era dirigida por Macario Pérez.
Sin embargo, hacia 1885 María Dolores Rozas Sánchez contrajo matrimonio con el conocido abogado sinaloense Agustín Verdugo, hombre muy ilustrado, famoso por los juicios civiles que había llevado y con una notable obra escrita. Gracias a ello y por intervención de don Agustín, Dolores recuperó el control efectivo de Arroyozarco y, aunque después de un breve período Macario regresó como administrador, ya nunca volvíó a ostentarse como dueño. Precisamente en la casa de Capuchinas se estableció el matrimonio Verdugo-Rozas y en ella instaló don Agustín su vasta colección de libros, una de las más importantes bibliotecas privadas a fines del siglo XIX en la ciudad de México.
El Lic. Agustín Verdugo, esposo de la dueña de la hacienda de Arroyozarco.
Pocos años después llegó a establecerse en el mismo domicilio, bajo la protección de Dolores y Agustín, una hija natural de Macario, Sara Pérez Romero. A partir de entonces fue su hogar y sólo la estancia en el Colegio Notre Dame de San Francisco, California, en 1893, la alejó de él. En aquel instituto, la historia es muy sabida, conoció a las hermanas Mercedes y Magdalena Madero, y por medio de ellas a quien se convertiría en su esposo en 1903: Francisco I. Madero. El matrimonio civil se celebró en la casa de Capuchinas el 26 de enero de aquel año.
Retrato de boda de Francisco I. Madero y Sara Pérez. El matrimonio civil se efectuó en la casa de Capuchinas.
Capuchinas 8, sin embargo, también fue lugar de una terrible tragedia: la muerte por electrocución de Dolores, hija media del matrimonio Verdugo-Rozas, casada ya entonces con un señor de apellido Zubieta, cuando intentó encender un calentador eléctrico, según relata la revista El Mundo ilustrado del 28 de marzo de 1909:
Aristocrática dama fulminada.
Dolores Verdugo de Zubieta... desconociendo el manejo de un calentador eléctrico instalado en el baño de la casa materna... en ausencia de los miembros de la familia, decidió servirse de él. Los resultados no se hicieron esperar: habiendo chocado su brazo derecho con los hilos conductores de la corriente, sufrió la primera descarga a la cual, siguió la segunda, que verosímilmente se tiene como la causante de su muerte.
Quizá por influencia de sus otras hijas, María y Guadalupe, y fallecido también ya don Agustín Verdugo, doña Dolores abandonó la casa de Capuchinas para establecerse en la Colonia Roma, al parecer en la casa de estilo nouveau que poseía la hija mayor (casada con José, hermano del famoso general Miguel Henríquez Guzmán) en el número 39 de la calle de Orizaba, a un costado de la iglesia de la Sagrada Familia (Guadalupe y su esposo Enrique Landa Berriozábal vivían también muy cerca, en Jalapa 44). El viejo edificio neoclásico del centro de la ciudad siguió en manos de la familia, pero adquirió un carácter más administrativo y comercial. En él se establecieron, por ejemplo, las oficinas de la Bucio Timber and Railway Co., empresa fundada por Landa para la explotación de los montes forestales de Arroyozarco, y después multitud de otros negocios y despachos.
Boda de Enrique Landa Berriozábal con Guadalupe Verdugo Rozas, la hija menor de la dueña de Arroyozarco.
Actualmente, este histórico inmueble es propiedad del Banco Nacional de México y se encuentra anexo al más moderno de Plaza Banamex, construido en la esquinas de Venustiano Carranza e Isabel la Católica, frente al edificio central de esta institución bancaria.
ACTUALIZACIÓN 10 DE OCTUBRE DE 2011
Una fotografía de don Agustín Verdugo que se encuentra en su obra Discursos, alegatos y estudios jurídicos, publicada en la Tipografía de F. Barroso, Hermano y Cía. en 1894:
Su firma, que incluyó en el volumen I de los Principios de derecho civil mexicano, impreso en la Tipografía de G. A. Esteva en 1885:
Y algunos datos biográficos:
VERDUGO Y DE LA VEGA, AGUSTÍN
Nació hacia 1857 en Culiacán, hijo de Pomposo Verdugo y de Josefa de la Vega (difunta). Contrajo nupcias, el 19 de octubre de 1885, en el oratorio de una casa de la Cd. de México, con Ma. de los Dolores Rosas. Esta señora nació en la Cd. de México, tenía 25 años de edad y era hija de Joaquín Rosas (también Rozas) (difunto) y de Anastasia Sánchez. Los padrinos fueron Sebastián Peón y Guadalupe L. de Peón (80).
80. Part. 138, f. 145 fte., libro 37. Fue miembro de la Sociedad de Abogados de México (Estatutos: firmas mss. #198). Se recibió el 16 de agosto de 1878; en 1903 era postulante y se le encontraba la calle de Capuchinas #8 (Cruzado: sub voce). No figura en la Matrícula 1881. En Contribuciones 1892-1893 (p. 5) como en Ruhland 1896-1897 (p. 304) su despacho se encuentra en la citada dirección y, en la segunda fuente, se anuncia su horario: de 9 a 11 de la mañana y de 3 a 6 de la tarde.
TOMADO DE: Alejandro Mayagoitia, "FUENTES PARA SERVIR A LAS BIOGRAFÍAS DE ABOGADOS ACTIVOS EN LA CIUDAD DE MÉXICO DURANTE EL SIGLO XIX: MATRIMONIOS EN LA PARROQUIA DEL SAGRARIO METROPOLITANO". Publicación electrónica de la Latin American and Caribbean Law and Economics Association, enero de 1998, p. 496.
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