Hace unos años publiqué en este blog una serie de tres artículos a los que titulé "Bestiario aculquense", cuyas ligas pongo después de este párrafo por si alguno de los visitantes quiere leerlos nuevamente o por lo menos darse una idea de su contenido. Como el título indica, se trataba de un esbozo de catálogo de las representaciones animales en Aculco través de los siglos.
Más allá de la necesaria actualización en aquellos textos -pues en el tiempo transcurrido desde entonces he conocido algunas piezas que deberían sumárseles, además de haber tenido noticia de la restauración de otras- creo importante dedicar un espacio propio a uno de los más recientes y sorprendentes hallazgos, ni más ni menos que en la parroquia de Aculco, el más importante edificio histórico de este municipio. Pero no nos detengamos más, vayamos a ella.
Debido a que el acceso a lo que fue la huerta del antiguo convento no es público, probablemente la mayoría de los lectores no han tenido oportunidad de observar desde la cercanía los relieves de la cara oriente de la torre del templo parroquial. A simple vista, es fácil advertir que esta cara recibió menos atención de parte de sus constructores: los sillares se acomodaron con menos cuidado, la cantería se alterna con desidia con la mampostería, e incluso es claro que algunos de sus relieves no fueron concluidos. Es más, las reparaciones efectuadas en esta parte de la torre en tiempos relativamente recientes se ejecutaron también sin gran atención a la estética de los acabados (como una jamba sur del arco del tercer cuerpo, realizada o por lo menos recubierta con concreto). Todo ello, seguramente, porque se trata de la cara menos observada y son pocos los que se pueden acercar a contemplarla.
Pero precisamente por ello fue una verdadera sorpresa para mí encontrar, apenas el pasado el miércoles 27 de agosto, en un sitio donde sólo creía poder hallar relieves vegetales como los de las otras caras de la torre, un par de representaciones animales labradas en bajorrelieve. Estas dos criaturas se encuentran en la arquivolta del arco del segundo cuerpo de la torre, inmediatamente encima de las impostas. La rudeza del labrado les da un aire medieval, pero es más probable que esté inspirado en algún grabado renacentista, como parece sugerir la "planta" que parece salir de su hocico y se curva de manera que recuerda a los grutescos del siglo XVI. Tan difícil es en realidad distinguirlas, que sólo al revisar en mi casa las fotografías que tomé ese día pude darme cuenta de que estaban ahí.
La primera reacción al ver estas bestias, sugerida además por su postura con la cabeza vuelta hacia atrás, es creer que se trata de corderos pascuales, una prefiguración simbólica de Cristo que procede del Éxodo. Pero enseguida saltan al ojo atento rasgos que no corresponden a tan pacífica representación: la larga cola retorcida, las garras de las patas, la posición rampante, las largas orejas. En su rostro de perfil convexo hay algo más de caballuno que de ovino, y mucho de malévolo en el ojo de uno de ellos.
Es difícil aventurar sin tener mejores fotografías y sin una más profunda investigación de qué animales se trata, si son animales reales o fantásticos y, sobre todo, por qué están ahí. A pesar de ello, quiero señalar dos rasgos curiosos y sorprendentes de estos dos seres: el primero, la larga cola retorcida, una característica con la que desde la Edad Media se representaba a los dragones, pues se decía que formando nudos con sus colas eran capaces incluso de matar a los elefantes; el segundo es el relieve, la "planta" que parece surgir de las bocas de estos animales y que a simple vista parece uno de tantos róleos vegetales que cubren esta fachada... pero, ¿no podría tratarse quizá de llamas que emergen precisamente de sus fauces? Alguno podría señalar que para ser dragones les faltan alas y tendría razón, pues las representaciones habituales las incluyen. Pero también existieron imágenes de dragones ápteros (sin alas) en el arte de otros siglos.
La inspiración de estos y otros relieves de la fachada de la parroquia de Aculco parece provenir de grabados de libros de los siglos XV y XVI, hecho que comparten con los ornatos de otros templos mexicanos (lo que ha sido ampliamente documentado), si bien casi todos ellos pertenecen al primer siglo de la colonización, mientras que los de nuestro pueblo se pueden fechar con razonable certeza a fines del siglo XVII y principios del XVIII. Ello lo convertiría en un ejemplo bastante tardío del uso de grabados renacentistas en la arquitectura. Ahora bien, hallar el grabado específico del que proviene el modelo de los relieves de Aculco es tarea de largo plazo. Por ahora, muestro aquí varios grabados que tienen alguna relación formal y estilística con ellos, aunque ninguno se puede considerar modelo de los "dragones" de la torre.
Grabados diversos de dragones y otros animales míticos, provenientes de libros de los siglos XV y XVI, particularmente de los llamados "libros de horas". De algún grabado como estos pudo provenir el modelo que inspiró los relieves de Aculco.
Espero poder aportar más adelante alguna información adicional sobre las fuentes de inspiración de este par de interesantísimos relieves. Por ahora creo suficiente compartirles su ubicación y agregarlos a la lista de maravillas que recorriendo con calma los ornatos del edificio parroquial, pueden hallarse para sorpresa de los habitantes y visitantes de Aculco.
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