En la actualidad, el gusto estético predominante aprecia mucho que los edificios construidos en piedra muestren este material en su apariencia natural. Incluso, muchos consideran que el enlucido o las lechadas de cal, blanca o de colores, aplicados sobre muros de piedra, es un indicio de remodelaciones posteriores a la construcción original de un edificio antiguo y que en casos de restauración deben retirarse.
Sin embargo no es así: nuestros edificios coloniales estaban pintados en su época, a veces incluso con colores que hoy nos parecen chocantes. Aún los labrados de piedra más delicados se hallaban cubiertos con una delgada capa de pintura de cal. Esa coloración, esa forma de cubrir la piedra, son parte de su originalidad y deben en lo posible ser preservados. Un notable estudio sobre los acabados en los monumentos virreinales, escrito por David Charles Wright Carr puede leerse en "Los acabados de los monumentos novohispanos y la petrofilia al final del siglo XX".
Hace pocos meses, presenciamos un lamentable caso de la tendencia de "desollar" los edificios antiguos y dejar la piedra visible cuando el Ayuntamiento de Aculco dejó el interior del Ojo de Agua con esa apariencia ajena a su verdadera concepción. Pero hoy hablaremos de un caso más antiguo: el desollamiento del claustro del antiguo convento, realizado por los frailes agustinos recoletos durante su estancia al frente de la parroquia, entre 1951 y 1964.
En esta fotografía, puede verse el claustro cuando sus muros estaban aún cubiertos de aplanados tradicionales de cal y arena, y sobre ellos un diseño que simulaba sillares realizado en dos tonos. Los muros del fondo también contaban con una decoración parecida, aunque en este caso las falsas juntas de los sillares no están alineadas sino alternadas, de manera más realista.
Dos imágenes más del claustro en la década de 1950, con su decoración original.
Esta fotografía de la Plaza Alta de la ciudad de Badajoz, en Extremadura, España, nos permite apreciar en todo su restaurado esplendor un tipo de decoración semejante a la que tuvo el claustro del convento de Aculco.
El claustro en la actualidad. Sus muros exteriores han sido desollados, mostrando una mampostería irregular de piedra blanca y ladrillo que no fue edificada con el fin de mostrarse a la vista. Otras modificaciones posteriores, como el rejunteo con cemento de las dovelas de algunos arcos y la reforma con ladrillos de tres pilares de la planta baja, complementan su imagen hoy en día, muy distinta del acabado que sus constructores quisieron darle en su origen.
Guau! Hasta que encuentro a alguien que defienda los acabados y policromias virreinales. Voy a leer el link que adjuntas, me va a ser de mucha utilidad.
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