lunes, 29 de septiembre de 2008

El Hotel de Diligencias de Arroyozarco

Construido entre 1786 y 1791, cuando la hacienda de Arroyozarco había quedado en manos de la Real Hacienda después de la expulsión de los jesuitas, sus antiguos propietarios, en 1767, el Mesón de Arroyozarco (más tarde hotel de Diligencias), es el edificio de carácter histórico más importante de Aculco en lo que se refiere a la arquitectura civil.

Actualmante alberga las oficinas del Distrito de Riego 096 Huapango - Arroyozarco, de la Comisión Nacional del Agua. El área que ocupa esta dependencia es muy limitado, la mayor parte del inmueble se halla vacío. Hasta hace pocos años, todavía había oficinas en la planta alta del inmueble, pero luego las filtraciones provocadas por el deficiente mantenimiento comenzaron a dañar sus techos de viguería y terrado, incluso provocando el hundimiento de algunas de ellas, lo que motivo que, en vez de repararlos, fueran abandonados a su suerte.

Sin más recursos (intelectuales y materiales) para frenar el daño que amenaza destruir este edificio que un poco de pintura roja aplicada a parte de su cantería, el viejo Mesónd e Arroyozarco prosigue su camino hacia la ruina. Parece no importar que se trata de uno de los puntos más importantes del Camino Real de Tierra Adentro que ahora se quiere promover ante la UNESCO para su declaratoria como Patrimonio de la Humanidad.


El Hotel de Diligencias, en 1999.

EL edificio, cuando los desperfectoes empezaron a cubrirse inútilmente con pintura (fotografía de www.museojuarista.com.mx).


El Hotel de Diligencias de Arroyozarco, hoy en día, con sus elementos de cantería (y no todos) pintados de rojo, y su cornisa acusando las filtraciones de agua.

jueves, 25 de septiembre de 2008

Balcones barrocos

La remodelación de Aculco en 1974, ya lo hemos dicho, provocó la pérdida de gran cantidad de elementos arquitectónicos de enorme interés, todo en aras de obtener una uniformidad y un carácter "colonial" que contradictoriamente borró detalles auténticamente coloniales. En esta ocasión nos vamos a ocupar de uno de ellos: los remates barrocos de los balcones de la casa de la familia Alcántara Terreros.

Esta casa constituye el ejemplar mejor conservado de vivienda rica aculquense de tiempos virreinales. Su descripción merecería un espacio muy amplio, por lo que en esta ocasión nos vamos a ocupar sólo de mostrar uno de los pocos daños (afortunadamente) que ha sufrido este edificio en sus más de 200 años de existencia: la pérdida de los remates barrocos de argamasa que adornaban los dos balcones del lado izquierdo de su fachada principal, que da hacia la Plaza Juárez.


Como puede observarse en esta fotografía, que incluyó Arturo Sotomayor en su interesante obra "Viajes al pasado de México" (1963), estos remates arrancaban de una cornisilla de ladrillo sobre el marco de cantera de los balcones. Tenían forma de triángulo con sus lados ligeramente curvados y rematados en la parte inferior por sendos róleos. El vértice se adornaba con una esfera. Aquí se muestra el balcón más cercano a la esquina de la calle Juárez.


En esta fotografía reciente, se observa que los antiguos remates que lucían los dos balcones del lado izquierdo ya no existen. La pérdida es lamentable, tanto porque quitó un detalle hermoso y auténtico a esta casa, como por tratarse del único ejemplar existente en Aculco de ese tipo de ornamentación barroca.

¿Nueva vida para Rancho Viejo?

La finca conocida como Rancho Viejo era en realidad una fracción de la hacienda de San José del Jazmín. Fue desligada de esta gran propiedad hacia 1880, cuando pasó a manos de Jesús María Monroy, hijo de don Ricardo Monroy, propietario de la hacienda.

Su casa principal, construida en sillería de tepetate, presenta características que la distinguen de otras haciendas cercanas, como Ñadó y El Jazmín. Se trata de un edificio compacto,con dos viviendas gemelas, que se yergue al pie de una loma muy cerca del extremo sur de la Presa de Ñadó, entre ésta y la Carretera Panamericana en su tramo entre Acambay y Aculco. Sus muros, sólidos y casi ciegos, se desplantan sobre un terraplén que sobresale en talud en sus lados norte y oriente, siendo este último viento hacia donde abre su fachada principal.

Las habitaciones principales se hallaban cubiertas de bóvedas aligeradas con elementos de cerámica, muy poco usuales en la región, mientras que el resto de las techumbres eran de teja. El aire austero del edificio se acentuaba con un par de torreones cilíndricos con aspilleras en el muro poniente.


Hacia la segunda mitad de la década de los 40, Francois Chevalier tomó esta fotografía de Rancho Viejo para incluirla en su libro "La formación de los latifundios en México". Se puede observar como única señal de deterioro la caída de una parte del lienzo de su muro poniente.


Cinco décadas más tarde, en 1992, Javier Romero Quiroz publicó esta fotografía en su libro "Acambay, fragmentos históricos". El edificio lucía abandonado, acusando el deterioro varias techumbres caídas y el derrumbe de una gran parte del muro sur.


Hace unos años, Rancho Viejo fue vendido y su actual propietario inició su recuperación. La muralla y los torreones lucen renovados, aunque a éstos últimos se les ha dado un poco más de altura. Las bóvedas se observan restauradas, pero los techos de teja han sido eliminados casi por completo. De igual manera, han desaparecido varios muros interiores y se han construido otras nuevas paredes, con lo que se ha perdido la evidencia de las dos viviendas gemelas.


Fotografía satelital que muestra la distribución interior original de Rancho Viejo, antes de las recientes modificaciones. Es difícil juzgar a la distancia, pero inquieta la duda. Con estas obras, ¿se está dando nueva vida a las piedras ruinosas de Rancho Viejo o se le está borrando parte de su historia?

ACTUALIZACIÓN, 22 DE MARZO DE 2014

Algunas fotografías de interiores y exteriores de Rancho Viejo, antes de la renovación por la que pasó hace unos años, procedentes del Catálogo de Monumentos Históricos del INAH.

Y acá el resultado de su transformación iniciada en 2008, en la que poco parece haberse respetado de la distribución interior, pese a tratarse de un Monumento Histórico Catalogado por el INAH.

ACTUALIZACIÓN: 3 DE FEBRERO DE 2015.

El misterio de Rancho Viejo se ha revelado: la finca es ahora un criadero de caballos de Pura Raza Española, la "Yeguada González Sánchez".

Pinchando aquí puedes leer algo sobre la historia de esta yeguada, y en Youtube puedes encontrar videos de algunos de los potros que han criado.

miércoles, 24 de septiembre de 2008

¿La cruz atrial de Aculco?

Las cruces atriales de la región de Jilotepec - Huichapan son verdaderamente imponentes. Precisamente las de estas dos cabeceras destacan entre todas, tanto por su antigûedad como por su estética y monumentalidad, pero a lo ancho de toda la geografía de lo que hoy es el noroeste del estado de México, el suroeste de Hidalgo y el sur de Querétaro abundan los ejemplos de cruces atriales notables.

En el municipio de Aculco, las cruces atriales más importantes son, din duda, las de Nenthé, probablemente del siglo XVI y con labrados que representan los símbolos de la pasión, la de pedestal muy elaborado de Santa María Nativitas, de 1678, y la de San Lucas Totolmaloya, con relieves de carácter vegetal de fuerte sabor indígena.

La parroquia, por supuesto, contó con su propia cruz atrial. Consta en antiguos documentos del Archivo Parroquial que hacia 1708, al mismo tiempo que se construía el claustro del convento, se puso "la cruz del cementerio", es decir su cruz atrial. Pero seguramente se trataba de la segunda, ya que desde el siglo XVI debió existir una.

Desafortunadamente la cruz atrial de la parroquia de Aculco no llegó a nuestros días. O más bien eso parece, pues dos cruces que aún existen podrían haber ocupado ese lugar en el pasado y más tarde habrían sido colocadas en su emplazamiento actual.

Una de ellas es la ya reseñada cruz atrial de Nenthé, aunque por sus características pensamos que no puede tratarse de la cruz colocada en 1708 ya que parecer ser más antigua. Acaso, se trataría de la primera cruz atrial de la parroquia, colocada en el siglo XVI.

La segunda "candidata" es la cruz que actualmente luce empotrada en la torre de la parroquia, a la que antes no había prestado atención por estar colocada sobre una lápida del año 1900, pero que al observarla con detenimiento se advierte no tiene mayor relación con ella.


Como puede verse en la fotografía, el estilo de esta cruz, apegado al barroco entablerado, parece coincidir mejor con la fecha de 1708 para su elaboración. Se puede suponer que la placa de 1900 y la cruz fueron empotradas al mismo tiempo en este lugar, dado que existe continuidad en el material de aplanado que las rodea. Sin embargo, es notorio que el tipo de piedra es muy distinto, de un tono café claro para la cruz y rosa intenso para la placa. Si se observa con cuidado, sobre todo en la parte del travesaño, se advertirá que la cruz no está labrada como relieve, sino que se trata de un elemento exento. Esto se ve confirmado en la parte baja de la cruz, donde aparece un cambio en la pátina de parte de la espiga que se introducía en un pedestal.

Por estas razones y por sus grandes dimensiones - cerca de dos metros y medio, calculo - creo muy posible que ésta haya sido la verdadera cruz atrial del siglo XVIII de la parroquia de Aculco.


Fachada de la parroquia de Aculco. La cruz aparece empotrada en la base del campanario.

El antiguo monumento a Miguel Hidalgo

El cambio de imagen urbana de Aculco bajo el "Programa Echeverría de Remodelación de Pueblos" (1974) tuvo resultados ambivalentes. Por un lado, puso en valor las fachadas de casi todos los edificios antiguos del pueblo y dio a sus habitantes cierto sentido de conservación de su patrimonio edificado que permitió que el pueblo se mantuviera en relativo buen estado por cerca de 25 años. Pero, por otra parte, uniformó las fachadas de las casas de Aculco, no sólo a través del color blanco (que no corresponde a la tradición de los pueblos mexicanos), sino aún en sus cornisas, poyos, columnas exteriores, etc., borrando con ello muchos detalles característicos de cada construcción.

Quizá lo más dañino fue el discutible afán de recuperar una imagen colonial del pueblo a costa de destruir elementos valiosos (y aún edificios enteros, como la Casa del Quisquémel) pertenecientes a otras épocas, los que a juicio de los arquitectos encargados no respondían a la apariencia que querían darle a Aculco.

Entre las destrucciones más lamentables de 1974, estuvo la del viejo monumento a Miguel Hidalgo, ubicado al centro de la antigua Plaza del 7 de noviembre (mejor conocida como Plaza del 5 de mayo y en la actualidad como Plazuela Hidalgo). En otra ocasión habremos de hablar de toda esta plaza, la mejor conservada y posiblemente la más hermosa de Aculco, pero ahora queremos concentrarnos solamente en este monumento, construido probablemente a principios del siglo XX.


En esta fotografía de los años treinta es posible observar el monumento a detalle. Se trataba de una gran pirámide trunca levantada sobre cuadro gradas y dividida en dos cuerpos por una gruesa moldura.


Como remate, el monumento llevaba un busto de Miguel Hidalgo. Por alguna razón, la escultura aparece mal colocada en esta fotografía, como proyectada hacia el frente. Aparentemente está hecha de bronce. Sin embargo, por la pobreza de las administraciones municipales que la erigieron sospechamos que se trata más bien de barro fino pulido y que su carácter fue temporal dada su fragilidad.


En esta mala fotografía de los años sesenta, se observa el monumento ya un poco deteriorado y con una nueva escultura de Miguel Hidalgo (de menor calidad), realizada en mármol.


En un extremo de la plaza, muy cerca del monumento a Miguel Hidalgo, fue colocada en 1960 la escultura "El águila tendida", de Chávez Morado, que señala los puntos de la ruta del padre de la patria.


Como ya dijimos arriba, en 1974 se llevó a cabo la "remodelación" de Aculco y una de las pérdidas fue el monumento a Hidalgo. Se construyó uno nuevo, mucho más sencillo y pequeño, en forma de pilastra rematada con un busto en cantera rosa de nueva factura.

El busto nuevo de Miguel Hidalgo.

Sin duda, el monumento antiguo lucía desproporcionado al tamaño de la plaza y el nuevo se integra a ella mejor, pues de hecho casi no se le alcanza a ver desde las calles aledañas. Pero, como tantas veces ha sucedido en Aculco, en busca de un resultado estético se perdió lo verdaderamente histórico y original.


No sabemos dónde habrá quedado el busto de mármol; en cuanto al "Águila tendida", estuvo tirada hasta los años ochenta en las canchas de la escuela primaria Isidro Fabela. Aquí, la parte posterior del nuevo monumento.


Intencionalmente o no, cuando a principios de los años noventa se construyó el monumento a Benito Juárez en la plaza de su nombre, se reprodujo el perfil del viejo monumento a Miguel Hidalgo. Ciertamente con menos gracia.

viernes, 19 de septiembre de 2008

La Casa de los Terreros II


La destrucción de la Casa de los Terreros inició en 1999, como hemos podido observar en la entrada anterior (La Casa de los Terreros I). Fragmentada en varias propiedades y alterados su vanos para abrir accesorias, su completa degradación sólo era cuestión de tiempo.







Cada fragmento de la Casa de los Terreros no ha dejado de ser modificado constantemente hasta el horror que muestra esta serie de fotos actuales: nuevos vanos desproporcionados, construcciones pseudocoloniales y modernistas en sus azoteas, grandes anuncios y hasta la apertura de una nueva calle - Privada de Hidalgo - en lo que fue su puerta principal.



Compárese la fotografía anterior con la que mostramos tomada desde el mismo ángulo diez años atrás (La Casa de los Terreros I) y se observará hasta qué punto ha sido alterada esta casa. Nótese que en su interior han sido levantadas construcciones nuevas que alteran por completo su perfil exterior original. ¿Y dónde estaban las autoridades municipales y las del INAH al permitir todo esto?


Por el lado de la Calle de Rivapalacio, las alteraciones no han sido tan notables, por lo menos comparando con la vecina Casa de don Abraham Ruiz, ya destruida. Aún así, se observan dos vanos antes inexistentes en la planta baja (uno de ellos con la mercancía asomando a la calle), mientras que la ventana de la tercera planta ha perdido ya su puerta original de madera.


Esta ventanita subsiste prístina entre tanta destrucción, como esperando el momento en que a su dueño se le ocurra hacerle un marco de chapa de cantera rosa, cambiar su puerta entablerada de madera por una de hierro o cambiarle su reja.

¡Qué distancia hay entre la sobriedad del portal que conocimos hace años y ésta falsificada imagen reciente! La última aportación, esa inútil moldura en el piso que obligó a colocar cuatro tubitos para desaguar el portal. Las macetas de piedra con tulias añaden su toque cursi al conjunto.

La Casa de los Terreros III (interiores)

En las entradas anteriores (La casa de los Terreros I y La casa de los Terreros II) hemos visto a detalle el proceso de deterioro de las fachadas de la antigua Casa de los Terreros en los últimos diez años. Poco hemos hablado hasta ahora del interior, que constituía uno de los ejemplares más típicos y valiosos de casa aculquense del siglo XVIII. Lamentablemente, la fragmentación de la propiedad acabó con sus patios, corrales, hornos y otras dependencias. Es difícil saber si algo de lo que aquí mostraremos subsiste aún, pero lo más probable es que, sí aún perdura, no será en su concepción original.


A diferencia del común de las casas aculquenses, la entrada principal de la Casa de los Terreros no daba directamente al patio de la casa, sino a ún área abierta que servía de antesala tanto a los corrales como a la zona propiamente habitacional. Desde ella, se accedía a un largo corredor a través de la puerta que se mira al fondo. Nótese el típico piso de ladrillo y la hornacina en el muro de la derecha.


Sobre este mismo pasillo se encontraban las principales habitaciones, que abrían sus balcones hacia la calle Hidalgo. Ésta era la entrada a la sala, con una portada en forma de H en cuyas jambas se adornaban en la parte superior con sendas águilas bicéfalas que lamentablemente no se pueden observar aquí con detalle. La original puerta claveteada completaba el conjunto.


El corredor principal de la casa se abría hacia un patio relativamente pequeño, pues debemos recordar que esta casa, junto con la de don Abraham Ruiz, formaron una sola propiedad hasta el siglo XIX y, al dividirlas el gran patio original quedó seccionado. El cuerpo principal de la casa, a la derecha, era de un solo nivel, mientras que en los extremos, como se puede apreciar en esta fotografía del ala poniente, existían dos niveles de menor altura.


El corredor estaba sostenido por columnas de madera que reproducían, aunque en menor proporción, el portal esquinero exterior. Obsérvense el parv de figuras zoomorfas que abrazan la base de las columnas que preceden a la entrada de la sala.



Detalle de las figuras zoomorfas. Muy probablemente se trata de "leones guardianes" o leones Fu, de procedencia china, que se creía tenían poderes protectores y por ello eran colocados al frente de templos, tumbas, oficinas y casas en su región de orígen. En el arte de la Nueva España fueron relativamente abundantes y llegaron, como muchas otras influencias orientales, a través del Galeón de Manila.



La casa contaba con un segundo patio verdaderamente interesante. Aunque utilizado como corral, no pudo haber sido esta su función original. Obsérvense los pisos de ladrillo, el gran horno de herrería o fundición y la hermosa portada del lado derecho.

Detalle de la portada que daba al segundo patio. Apenas se percibe la decoración pictórica que la enmarcaba. Nótese la cruz de la clave, su portón de madera claveteada, y el muro en el que asoma como material de construcción el tezontle, poco común en Aculco ya que abundaba la típica piedra blanca.


Las fotografías del segundo patio fueron tomadas desde esta vieja y hermosa terracilla interior.

Con estas fotos concluye la serie sobre la Casa de los Terreros, hoy en día dividida y semi destrozada. Sin duda, su deterioro ha sido uno de los crímenes más grandes contra el patrimonio histórico y urbano de Aculco, del que debe culparse a sus propietarios, a los distintos ayuntamientos que han pasado por Aculco desde 1999 y al INAH, institución que ha demostrado a lo largo de los años su inutilidad en la salvaguarda de este patrimonio.

La Casa de los Terreros I

La arquitectura colonial de Aculco recibió la influencia estilística y constructiva de las regiones cercanas de Michoacán, Querétaro y la ciudad de México, entre otras, llegando a darse el caso de que un mismo edificio se encontraran combinados elementos provenientes de varios de estos lugares. Ese fue el caso del magnífico edificio del siglo XVIII de las calles de Hidalgo y Rivapalacio que dividido en dos partes desde el siglo XIX llegó a nuestros días con los nombres de Casa de don Abraham Ruiz (de la que ya hemos hablado en otra entrada de esta bitácora) y de Casa de los Terreros, de la que hablaremos ahora.


Esta foto muestra la esquina noroeste de la Casa de los Terreros durante la remodelación de 1974, cuando la casa estaba a punto de cumplir 200 años, ya que fue levantada en 1776. Hacia la porte posterior, sólo el cuerpo más alto pertenecía a esta casa, el resto era la Casa de don Abraham Ruiz. Ambas formaron parte de una sola propiedad hasta el siglo XIX.


Hacia la derecha del portal, se abriá una sucesión de hermosos balcones con rejas de hierro, cerca de dos metros por encima del nivel de la banqueta. La fachada remataba en una enorme portada. La cantería de los balcones y de esta portada parecían obra del siglo XIX. Aquí, la vista que ofrecían hacia 1997 desde la plazuela José María Sánchez y Sánchez.


El elemento más notable de la fachada de la casa de los Terreros, por lo menos el más vistoso, es sin duda su portal. En él se puede apreciar lo mencionado arriba sobre las diversas influencias en la arquitectura aculquense, pues sus grandes columnas de madera le dan un aire michoacano, mientras que la portada que se abre a él - de la tienda conocida como La Botica - tiene la forma de H característica de las construcciones civiles de la ciudad de México a mediados del siglo XVIII.
(Para observar los detalles de esta portada ver Lo que dice una puerta Obsérvese la rampa que bajaba del frente del portal hacia la calle Hidalgo.


En los años sesenta, el portal de la botica fue "decorado" con anuncios de Purina. En esta fotografía se puede apreciar, además de la pintura, los detalles interesantes de los poyos a los lados de la portada y el singular enlosado de piedra que formaba las banquetas y el puiso del portal. Sólo en éste se conserva, pues el resto fue absurdamente retirado en la remodelación de 1974. Obsérvense las escaleras que han reemplazado a la rampa por la que se accedía al portal.


Hasta 1999, la Casa de los Terreros permaneció en muy buen estado de conservación. Incluso, algunas de las pocas intervenciones que sufrió fueron muy cuidadosas, como la incoporación de una pequeña portada de cantera rosa a un lado de la portada principal del portal de la botica, que se puede observar en esta foto. Esta portada, muy parecida a los balcones contiguos, procede de algún sitio del interior de la casa.


En 1999, el último de los Terreros que poseyó la casa, Ferín Terreros Tovar, la fragmentó y vendió por secciones. Esta foto muestra el momento en el que los hermosos balcones comenzaron a ser modificados para abrir accesorias comerciales bajo ellos.


La modificación ya consumada. Los balcones lucen extraños, perdidas sus proporciones originales. Las nuevas portadas de las accesorias intentan vanamente reproducir las molduras de sus jambas. Lamentablemente esto sería sólo el inicio.