viernes, 19 de septiembre de 2008
La Casa de los Terreros II
La destrucción de la Casa de los Terreros inició en 1999, como hemos podido observar en la entrada anterior (La Casa de los Terreros I). Fragmentada en varias propiedades y alterados su vanos para abrir accesorias, su completa degradación sólo era cuestión de tiempo.
Cada fragmento de la Casa de los Terreros no ha dejado de ser modificado constantemente hasta el horror que muestra esta serie de fotos actuales: nuevos vanos desproporcionados, construcciones pseudocoloniales y modernistas en sus azoteas, grandes anuncios y hasta la apertura de una nueva calle - Privada de Hidalgo - en lo que fue su puerta principal.
Compárese la fotografía anterior con la que mostramos tomada desde el mismo ángulo diez años atrás (La Casa de los Terreros I) y se observará hasta qué punto ha sido alterada esta casa. Nótese que en su interior han sido levantadas construcciones nuevas que alteran por completo su perfil exterior original. ¿Y dónde estaban las autoridades municipales y las del INAH al permitir todo esto?
Por el lado de la Calle de Rivapalacio, las alteraciones no han sido tan notables, por lo menos comparando con la vecina Casa de don Abraham Ruiz, ya destruida. Aún así, se observan dos vanos antes inexistentes en la planta baja (uno de ellos con la mercancía asomando a la calle), mientras que la ventana de la tercera planta ha perdido ya su puerta original de madera.
Esta ventanita subsiste prístina entre tanta destrucción, como esperando el momento en que a su dueño se le ocurra hacerle un marco de chapa de cantera rosa, cambiar su puerta entablerada de madera por una de hierro o cambiarle su reja.
¡Qué distancia hay entre la sobriedad del portal que conocimos hace años y ésta falsificada imagen reciente! La última aportación, esa inútil moldura en el piso que obligó a colocar cuatro tubitos para desaguar el portal. Las macetas de piedra con tulias añaden su toque cursi al conjunto.
La Casa de los Terreros III (interiores)
En las entradas anteriores (La casa de los Terreros I y La casa de los Terreros II) hemos visto a detalle el proceso de deterioro de las fachadas de la antigua Casa de los Terreros en los últimos diez años. Poco hemos hablado hasta ahora del interior, que constituía uno de los ejemplares más típicos y valiosos de casa aculquense del siglo XVIII. Lamentablemente, la fragmentación de la propiedad acabó con sus patios, corrales, hornos y otras dependencias. Es difícil saber si algo de lo que aquí mostraremos subsiste aún, pero lo más probable es que, sí aún perdura, no será en su concepción original.
A diferencia del común de las casas aculquenses, la entrada principal de la Casa de los Terreros no daba directamente al patio de la casa, sino a ún área abierta que servía de antesala tanto a los corrales como a la zona propiamente habitacional. Desde ella, se accedía a un largo corredor a través de la puerta que se mira al fondo. Nótese el típico piso de ladrillo y la hornacina en el muro de la derecha.
Sobre este mismo pasillo se encontraban las principales habitaciones, que abrían sus balcones hacia la calle Hidalgo. Ésta era la entrada a la sala, con una portada en forma de H en cuyas jambas se adornaban en la parte superior con sendas águilas bicéfalas que lamentablemente no se pueden observar aquí con detalle. La original puerta claveteada completaba el conjunto.
El corredor principal de la casa se abría hacia un patio relativamente pequeño, pues debemos recordar que esta casa, junto con la de don Abraham Ruiz, formaron una sola propiedad hasta el siglo XIX y, al dividirlas el gran patio original quedó seccionado. El cuerpo principal de la casa, a la derecha, era de un solo nivel, mientras que en los extremos, como se puede apreciar en esta fotografía del ala poniente, existían dos niveles de menor altura.
El corredor estaba sostenido por columnas de madera que reproducían, aunque en menor proporción, el portal esquinero exterior. Obsérvense el parv de figuras zoomorfas que abrazan la base de las columnas que preceden a la entrada de la sala.
Detalle de las figuras zoomorfas. Muy probablemente se trata de "leones guardianes" o leones Fu, de procedencia china, que se creía tenían poderes protectores y por ello eran colocados al frente de templos, tumbas, oficinas y casas en su región de orígen. En el arte de la Nueva España fueron relativamente abundantes y llegaron, como muchas otras influencias orientales, a través del Galeón de Manila.
La casa contaba con un segundo patio verdaderamente interesante. Aunque utilizado como corral, no pudo haber sido esta su función original. Obsérvense los pisos de ladrillo, el gran horno de herrería o fundición y la hermosa portada del lado derecho.
Detalle de la portada que daba al segundo patio. Apenas se percibe la decoración pictórica que la enmarcaba. Nótese la cruz de la clave, su portón de madera claveteada, y el muro en el que asoma como material de construcción el tezontle, poco común en Aculco ya que abundaba la típica piedra blanca.
Las fotografías del segundo patio fueron tomadas desde esta vieja y hermosa terracilla interior.
Con estas fotos concluye la serie sobre la Casa de los Terreros, hoy en día dividida y semi destrozada. Sin duda, su deterioro ha sido uno de los crímenes más grandes contra el patrimonio histórico y urbano de Aculco, del que debe culparse a sus propietarios, a los distintos ayuntamientos que han pasado por Aculco desde 1999 y al INAH, institución que ha demostrado a lo largo de los años su inutilidad en la salvaguarda de este patrimonio.
A diferencia del común de las casas aculquenses, la entrada principal de la Casa de los Terreros no daba directamente al patio de la casa, sino a ún área abierta que servía de antesala tanto a los corrales como a la zona propiamente habitacional. Desde ella, se accedía a un largo corredor a través de la puerta que se mira al fondo. Nótese el típico piso de ladrillo y la hornacina en el muro de la derecha.
Sobre este mismo pasillo se encontraban las principales habitaciones, que abrían sus balcones hacia la calle Hidalgo. Ésta era la entrada a la sala, con una portada en forma de H en cuyas jambas se adornaban en la parte superior con sendas águilas bicéfalas que lamentablemente no se pueden observar aquí con detalle. La original puerta claveteada completaba el conjunto.
El corredor principal de la casa se abría hacia un patio relativamente pequeño, pues debemos recordar que esta casa, junto con la de don Abraham Ruiz, formaron una sola propiedad hasta el siglo XIX y, al dividirlas el gran patio original quedó seccionado. El cuerpo principal de la casa, a la derecha, era de un solo nivel, mientras que en los extremos, como se puede apreciar en esta fotografía del ala poniente, existían dos niveles de menor altura.
El corredor estaba sostenido por columnas de madera que reproducían, aunque en menor proporción, el portal esquinero exterior. Obsérvense el parv de figuras zoomorfas que abrazan la base de las columnas que preceden a la entrada de la sala.
Detalle de las figuras zoomorfas. Muy probablemente se trata de "leones guardianes" o leones Fu, de procedencia china, que se creía tenían poderes protectores y por ello eran colocados al frente de templos, tumbas, oficinas y casas en su región de orígen. En el arte de la Nueva España fueron relativamente abundantes y llegaron, como muchas otras influencias orientales, a través del Galeón de Manila.
La casa contaba con un segundo patio verdaderamente interesante. Aunque utilizado como corral, no pudo haber sido esta su función original. Obsérvense los pisos de ladrillo, el gran horno de herrería o fundición y la hermosa portada del lado derecho.
Detalle de la portada que daba al segundo patio. Apenas se percibe la decoración pictórica que la enmarcaba. Nótese la cruz de la clave, su portón de madera claveteada, y el muro en el que asoma como material de construcción el tezontle, poco común en Aculco ya que abundaba la típica piedra blanca.
Las fotografías del segundo patio fueron tomadas desde esta vieja y hermosa terracilla interior.
Con estas fotos concluye la serie sobre la Casa de los Terreros, hoy en día dividida y semi destrozada. Sin duda, su deterioro ha sido uno de los crímenes más grandes contra el patrimonio histórico y urbano de Aculco, del que debe culparse a sus propietarios, a los distintos ayuntamientos que han pasado por Aculco desde 1999 y al INAH, institución que ha demostrado a lo largo de los años su inutilidad en la salvaguarda de este patrimonio.
La Casa de los Terreros I
La arquitectura colonial de Aculco recibió la influencia estilística y constructiva de las regiones cercanas de Michoacán, Querétaro y la ciudad de México, entre otras, llegando a darse el caso de que un mismo edificio se encontraran combinados elementos provenientes de varios de estos lugares. Ese fue el caso del magnífico edificio del siglo XVIII de las calles de Hidalgo y Rivapalacio que dividido en dos partes desde el siglo XIX llegó a nuestros días con los nombres de Casa de don Abraham Ruiz (de la que ya hemos hablado en otra entrada de esta bitácora) y de Casa de los Terreros, de la que hablaremos ahora.
Esta foto muestra la esquina noroeste de la Casa de los Terreros durante la remodelación de 1974, cuando la casa estaba a punto de cumplir 200 años, ya que fue levantada en 1776. Hacia la porte posterior, sólo el cuerpo más alto pertenecía a esta casa, el resto era la Casa de don Abraham Ruiz. Ambas formaron parte de una sola propiedad hasta el siglo XIX.
Hacia la derecha del portal, se abriá una sucesión de hermosos balcones con rejas de hierro, cerca de dos metros por encima del nivel de la banqueta. La fachada remataba en una enorme portada. La cantería de los balcones y de esta portada parecían obra del siglo XIX. Aquí, la vista que ofrecían hacia 1997 desde la plazuela José María Sánchez y Sánchez.
El elemento más notable de la fachada de la casa de los Terreros, por lo menos el más vistoso, es sin duda su portal. En él se puede apreciar lo mencionado arriba sobre las diversas influencias en la arquitectura aculquense, pues sus grandes columnas de madera le dan un aire michoacano, mientras que la portada que se abre a él - de la tienda conocida como La Botica - tiene la forma de H característica de las construcciones civiles de la ciudad de México a mediados del siglo XVIII.
(Para observar los detalles de esta portada ver Lo que dice una puerta Obsérvese la rampa que bajaba del frente del portal hacia la calle Hidalgo.
En los años sesenta, el portal de la botica fue "decorado" con anuncios de Purina. En esta fotografía se puede apreciar, además de la pintura, los detalles interesantes de los poyos a los lados de la portada y el singular enlosado de piedra que formaba las banquetas y el puiso del portal. Sólo en éste se conserva, pues el resto fue absurdamente retirado en la remodelación de 1974. Obsérvense las escaleras que han reemplazado a la rampa por la que se accedía al portal.
Hasta 1999, la Casa de los Terreros permaneció en muy buen estado de conservación. Incluso, algunas de las pocas intervenciones que sufrió fueron muy cuidadosas, como la incoporación de una pequeña portada de cantera rosa a un lado de la portada principal del portal de la botica, que se puede observar en esta foto. Esta portada, muy parecida a los balcones contiguos, procede de algún sitio del interior de la casa.
En 1999, el último de los Terreros que poseyó la casa, Ferín Terreros Tovar, la fragmentó y vendió por secciones. Esta foto muestra el momento en el que los hermosos balcones comenzaron a ser modificados para abrir accesorias comerciales bajo ellos.
La modificación ya consumada. Los balcones lucen extraños, perdidas sus proporciones originales. Las nuevas portadas de las accesorias intentan vanamente reproducir las molduras de sus jambas. Lamentablemente esto sería sólo el inicio.
Esta foto muestra la esquina noroeste de la Casa de los Terreros durante la remodelación de 1974, cuando la casa estaba a punto de cumplir 200 años, ya que fue levantada en 1776. Hacia la porte posterior, sólo el cuerpo más alto pertenecía a esta casa, el resto era la Casa de don Abraham Ruiz. Ambas formaron parte de una sola propiedad hasta el siglo XIX.
Hacia la derecha del portal, se abriá una sucesión de hermosos balcones con rejas de hierro, cerca de dos metros por encima del nivel de la banqueta. La fachada remataba en una enorme portada. La cantería de los balcones y de esta portada parecían obra del siglo XIX. Aquí, la vista que ofrecían hacia 1997 desde la plazuela José María Sánchez y Sánchez.
El elemento más notable de la fachada de la casa de los Terreros, por lo menos el más vistoso, es sin duda su portal. En él se puede apreciar lo mencionado arriba sobre las diversas influencias en la arquitectura aculquense, pues sus grandes columnas de madera le dan un aire michoacano, mientras que la portada que se abre a él - de la tienda conocida como La Botica - tiene la forma de H característica de las construcciones civiles de la ciudad de México a mediados del siglo XVIII.
(Para observar los detalles de esta portada ver Lo que dice una puerta Obsérvese la rampa que bajaba del frente del portal hacia la calle Hidalgo.
En los años sesenta, el portal de la botica fue "decorado" con anuncios de Purina. En esta fotografía se puede apreciar, además de la pintura, los detalles interesantes de los poyos a los lados de la portada y el singular enlosado de piedra que formaba las banquetas y el puiso del portal. Sólo en éste se conserva, pues el resto fue absurdamente retirado en la remodelación de 1974. Obsérvense las escaleras que han reemplazado a la rampa por la que se accedía al portal.
Hasta 1999, la Casa de los Terreros permaneció en muy buen estado de conservación. Incluso, algunas de las pocas intervenciones que sufrió fueron muy cuidadosas, como la incoporación de una pequeña portada de cantera rosa a un lado de la portada principal del portal de la botica, que se puede observar en esta foto. Esta portada, muy parecida a los balcones contiguos, procede de algún sitio del interior de la casa.
En 1999, el último de los Terreros que poseyó la casa, Ferín Terreros Tovar, la fragmentó y vendió por secciones. Esta foto muestra el momento en el que los hermosos balcones comenzaron a ser modificados para abrir accesorias comerciales bajo ellos.
La modificación ya consumada. Los balcones lucen extraños, perdidas sus proporciones originales. Las nuevas portadas de las accesorias intentan vanamente reproducir las molduras de sus jambas. Lamentablemente esto sería sólo el inicio.